Área de Supervivencia para el Alma
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Re: Área de Supervivencia para el Alma
Camaradas:De los archivos secretos de Sandokan:
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sandokan- Usuario destacado
Re: Área de Supervivencia para el Alma
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]sandokan escribió:Camaradas:De los archivos secretos de Sandokan:
[url=https://www.youtube.com/watch?v=PW-mPpKNrv0
Juan Pardo!!, Cuánto que no escuchaba una canción suya!!, Que buena está la letra.
Ssludos
Natha- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
QUIEN FUERA (Silvio Rodríguez)
Estoy buscando una palabra,
En el umbral de tu misterio,
Quien fuera Ali Bab,
Quien fuera el mítico Simbad,
Quien fuera un poderoso sortilegio,
Quien fuera encantador.
Estoy buscando una escafandra,
Al pie del mar de los delirios,
Quien fuera Jacques Cousteau,
Quien fuera Nemo el capitán,
Quien fuera el batiscafo de tu abismo,
Quien fuera explorador.
Corazón, corazón oscuro,
Corazón, corazón con muros,
Corazón, que se esconde,
Corazón, que esta donde,
Corazón, corazón en fuga,
Herido de dudas y amor.
Estoy buscando melodía,
Para tener como llamarte,
Quien fuera ruiseñor,
Quien fuera Lennon y Mcartney,
Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque,
Quien fuera tu trovador.
Corazón, corazón oscuro,
Corazón, corazón con muros,
Corazón, que se esconde,
Corazón, que esta donde,
Corazón, corazón en fuga,
Herido de dudas y amor.
En el umbral de tu misterio,
Quien fuera Ali Bab,
Quien fuera el mítico Simbad,
Quien fuera un poderoso sortilegio,
Quien fuera encantador.
Estoy buscando una escafandra,
Al pie del mar de los delirios,
Quien fuera Jacques Cousteau,
Quien fuera Nemo el capitán,
Quien fuera el batiscafo de tu abismo,
Quien fuera explorador.
Corazón, corazón oscuro,
Corazón, corazón con muros,
Corazón, que se esconde,
Corazón, que esta donde,
Corazón, corazón en fuga,
Herido de dudas y amor.
Estoy buscando melodía,
Para tener como llamarte,
Quien fuera ruiseñor,
Quien fuera Lennon y Mcartney,
Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque,
Quien fuera tu trovador.
Corazón, corazón oscuro,
Corazón, corazón con muros,
Corazón, que se esconde,
Corazón, que esta donde,
Corazón, corazón en fuga,
Herido de dudas y amor.
Saludos!!
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Nathalia- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Natalia, con tu permiso lo subo...
Vuelve el romanticismo
Vuelve el romanticismo
Natha- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
hermosa cancion... de su trilogia rodriguez....
y como decimos por aca.... QUE VUELVAN LOS LENTOS!!!!
y como decimos por aca.... QUE VUELVAN LOS LENTOS!!!!
marcosweb- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Camaradas:No mas no se pongan llorar,y si lloràn yo las consuelo.
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sandokan- Usuario destacado
Re: Área de Supervivencia para el Alma
sandokan escribió:Camaradas:No mas no se pongan llorar,y si lloràn yo las consuelo.
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Está xula, pero me gustó mas la de los Secretos y la borrachera... mas acorde conmigo ahora mismo, jejejje
Natha- Buen usuario
EL AMOR
El amor es la gran puerta...
es felíz quien la descubre,
maduro quien la atraviesa;
es su luz,el gran camino
y es la Paz,su consecuencia...
El Amor no es sólo esa
bella emoción sentida;
es la fuerza que sostiene
el sagrado existir,
en el mundo de las formas,
de la fuerza de la vida;
y también quien determina
su gran hora de partida
hacia otra verdad
más allá,como es natural,
del límite de los sentidos;
del dolor que ha dejado,
y del cuerpo que ha perdido...
El Amor,está muy lejos
de combates que separan
dos caminos contrapuestos,
con peleas iracundas
que en su dura agresión
buscan por densas maneras
la unión de la armonía...
solución del corazón.
El Amor no es ruidoso,
ni se vale de procesos
y rituales que falsean
su presencia espontánea
con el dogma doloroso...
El Amor vá más allá
del proceso intelectual:
quien lo alaba,y no lo vive,
no lo ha visto en realidad...
El Amor no se origina
en procesos del cerebro:
es común el confundir
el Amor,con el "te quiero"...
El Amor vuela más alto
que cualquier afecto escaso;
se adormece en quien elige
sólo a un cauce limitarlo...
El Amor crece y se expande,
pues así se purifica;
cuando su luz no se aplica
ese verdadero Amor
no ha nacido todavía...
El Amor,es la gran puerta
hacia el fin de los misterios,
y es la flor indispensable
del jardín de los progresos.
Busca el verdadero Amor...
Él es guía y profeta
de la única religión.
De: Caminante silencioso
es felíz quien la descubre,
maduro quien la atraviesa;
es su luz,el gran camino
y es la Paz,su consecuencia...
El Amor no es sólo esa
bella emoción sentida;
es la fuerza que sostiene
el sagrado existir,
en el mundo de las formas,
de la fuerza de la vida;
y también quien determina
su gran hora de partida
hacia otra verdad
más allá,como es natural,
del límite de los sentidos;
del dolor que ha dejado,
y del cuerpo que ha perdido...
El Amor,está muy lejos
de combates que separan
dos caminos contrapuestos,
con peleas iracundas
que en su dura agresión
buscan por densas maneras
la unión de la armonía...
solución del corazón.
El Amor no es ruidoso,
ni se vale de procesos
y rituales que falsean
su presencia espontánea
con el dogma doloroso...
El Amor vá más allá
del proceso intelectual:
quien lo alaba,y no lo vive,
no lo ha visto en realidad...
El Amor no se origina
en procesos del cerebro:
es común el confundir
el Amor,con el "te quiero"...
El Amor vuela más alto
que cualquier afecto escaso;
se adormece en quien elige
sólo a un cauce limitarlo...
El Amor crece y se expande,
pues así se purifica;
cuando su luz no se aplica
ese verdadero Amor
no ha nacido todavía...
El Amor,es la gran puerta
hacia el fin de los misterios,
y es la flor indispensable
del jardín de los progresos.
Busca el verdadero Amor...
Él es guía y profeta
de la única religión.
De: Caminante silencioso
luztransparente- Buen usuario
1ª Parte Cap. III. El Caballero de La Armadura Oxidada.
EL SENDERO DE LA VERDAD.
Cuando el caballero despertó, merlin estaba sentado silenciosamente a su lado.
-Siento no haber actuado como un
caballero -dijo -Mi barba está hecha una sopa.-añadió disgustado.
-No os excuséis -dijo Merlín -Acabáis de dar el primer paso para liberaros de vuestra armadura.
-¿Qué queréis decir?
-Ya lo veréis -replicó el Mago. Se
puso de pie. Es hora de que os vayáis.
Esto molestó al caballero. Estaba
empezando a disfrutar de estar en el bosque con Merlín y los animales. De
cualquier manera, le parecía que no tenía adónde ir. Aparentemente, Julieta y
Cristóbal no lo querían en casa. Es verdad que podía volver al asunto de la
caballería e ir a alguna cruzada. Tenía muy buena reputación en batalla, y
había muchos reyes que se sentirían felices teniéndolo a su lado, pero ya no le
parecía que luchar pudiese tener sentido.
Merlín le recordó al caballero su nuevo
propósito: liberarse de la armadura.
-¿Por qué molestarse? -preguntó el
caballero ásperamente -a Julieta y a Cristóbal les daba igual si me la quito o
no.
-Hacedlo por vos mismo -sugirió
Merlín -El estar atrapado entro todo ese acero os ha causado muchos problemas,
y las cosas empeorarán con el paso del tiempo. Incluso podríais morir a causa
de una neumonía por culpa de una barba empapada.
-Supongo que sí, mi barba se ha
convertido en un fastidio -replicó el caballero -Estoy cansado de cargar con
ella y estoy harto de comer papillas. Ahora que lo pienso, ni siquiera me puedo
rascar la espalda cuando me pica.
-¿Y cuando fue la última vez que sentisteis
el calor de un beso, olisteis la fragancia de una flor, o escuchasteis una
hermosa melodía sin que vuestra armadura se interpusiera entre vosotros?
-Ya ni me acuerdo -murmuró el
caballero con tristeza -Tenéis razón, Merlín. Tengo que liberarme de esta
armadura por mí mismo.
-No podéis continuar viviendo y
pensando como lo habéis hecho hasta ahora -dijo Merlín -Fue así como os
quedasteis atrapado en ese montón de acero al principio.
-Pero, ¿cómo puedo cambiar todo eso? -preguntó el caballero intranquilo.
-No es tan difícil como parece -explicó Merlín, conduciendo al caballero hacia un sendero - Éste es el sendero
que seguisteis para llegar a estos bosques.
-Yo no seguí ningún sendero -dijo el
caballero -¡Estuve perdido durante meses!
-La gente no suele percibir el sendero por el que transita -replicó Merlín.
-¿Queréis decir que el sendero estaba
ahí pero yo no lo podía ver?
-Sí, y podéis regresar por el mismo,
si asó lo deseáis; pero conduce a la deshonestidad, la avaricia, el odio, los
celos, el miedo y la ignorancia.
-¿Estáis diciendo que yo soy todo eso?
-preguntó el caballero indignado.
-En algunos momentos, sois alguna de
esas cosas - admitió Merlín en voz baja.
El mago señaló hacia otro sendero. Era
más estrecho que el primero y muy empinado.
-Parece una escalada difícil -observó
el caballero.
-Ése -dijo Merlín asintiendo -es el
Sendero de la Verdad. Se vuelve más empinado a medida que se acerca a la cima
de una lejana montaña.
El caballero contempló el empinado
camino sin entusiasmo.
-No estoy seguro de que valga la pena.
¿Qué conseguiré cuando llegue a la cima?
-Se trata de lo que no tendréis. -explicó Merlín -¡Vuestra armadura!
El caballero reflexionó sobre esto. Si
regresaba por el camino por el que había venido, no tendría esperanzas de
liberarse de su armadura y, probablemente moriría de soledad y fatiga. La única
manera de quitarse la armadura era, por lo visto, seguir el Sendero de la
Verdad, aunque pudiese, en tal caso, morir intentando trepar hacia la empinada montaña.
El caballero observó el difícil sendero
que tenía delante. Luego miró hacia abajo, y contempló el acero que cubría su
cuerpo.
-Está bien -dijo con resignación -Probaré el Sendero de la Verdad.
Merlín asintió:
-Vuestra decisión de transitar un sendero
desconocido, teniendo que cargar con una pesada armadura, requiere mucho
coraje.
El caballero sabía que tenía que
comenzar de inmediato, porque, si no, podría cambiar de opinión.
-Iré a buscar mi fiel caballo -dijo
-Oh, no -rebatió Merlín, moviendo la
cabeza de lado a lado -El camino tiene partes demasiado estrechas para que un
caballo pueda pasar. Tendréis que ir a pie.
Horrorizado, el caballero se dejó caer
sobre una roca.
-Creo que prefiero morir por culpa de
una barba empapada -dijo, perdiendo todo el coraje con una rapidez
impresionante.
-No tendrás que viajar solo - le dijo
Merlín - Ardilla os acompañará.
-¿Qué pretendéis, que cabalgue sobre
una ardilla? -preguntó el caballero, asustado ante la idea de tener por
compañera en tan arduo viaje a un animal sabelotodo.
-Puede que no me puedas montar -dijo
la ardilla -pero me necesitaréis para que os ayuda a comer. ¿Quien si no,
masticará las nueces para vos y las pasará por vuestra visera?
Cuando Rebeca oyó la conversación, voló
desde un árbol cercano y se posó en el hombro del caballero.
-Yo también os acompañaré. He estado
en la cima de la montaña y conozco el camino -dijo.
La buena disposición que mostraban los
dos animales para ayudarle, proporcionó al caballero el coraje que necesitaba.
“Bueno, bueno -se dijo -¡uno de los
principales caballeros del reino necesitando que una ardilla y un pájaro le den
coraje!”
Se puso de pie con gran esfuerzo,
indicándole a Merlín que estaba listo para comenzar el viaje.
Mientras caminaban por el sendero, el
mago sacó una exquisita llave dorada de su cuello y se la dio al caballero.
-Esta llave abrirá las puertas de los
tres castillos que bloquearán vuestro camino.
-¡Lo sé! Gritó el caballero -Habrá una
princesa en cada castillo, y mataré al dragón que la retiene y la rescataré...
-¡Basta! -lo interrumpió Merlín -No
habrá princesas en ninguno de estos castillos. E, incluso si las hubiese, en
estos momentos no estáis capacitado para rescatar a ninguna. Tenéis que
aprender a salvaros vos primero.
Tras la reprimenda, el caballero
permaneció en silencio, mientras Merlín continuaba:
-El primer castillo se llama Silencio;
el segundo Conocimiento y el tercero Voluntad y Osadía. Una vez hayáis entrado
en ellos, encontraréis la salida sólo cuando hayáis aprendido lo que habéis ido
a aprender.
Desde el punto de vista del caballero,
esto no parecía tan divertido como rescatar princesas. Además, en aquel
momento, visitar castillos no era lo que más le apetecía.
-¿Por qué no puedo simplemente rodear
los castillos? Preguntó malhumorado.
-Si lo hacéis, os extraviaréis del
sendero y seguramente os perderéis. La única manera de llegar a la cima de la
montaña es atravesando los castillos -dijo Merlín firmemente.
El caballero suspiró profundamente
mientras contemplaba la empinada y estrecha senda. Desaparecía entre los altos
árboles que sobresalían hacia unas nubes bajas. Presintió que este viaje sería
mucho más difícil que una cruzada.
Merlín sabía lo que el caballero estaba
pensando.
-Sí -afirmó -es una batalla
diferente la que tendréis que librar en el Sendero de la Verdad. La lucha será
aprender a amaros.
-¿Cómo haré eso? -preguntó el
caballero.
-Empezaréis por aprender a conoceros -respondió Merlín -Esta batalla no se
puede ganar con la espada, así que la tendréis que dejar aquí -la tierna
mirada de Merlín descansó en el caballero por un momento. Luego añadió : Si os
encontráis con algo con lo que no podáis lidiar, llamadme, y yo acudiré.
- ¿Queréis decir que podéis aparecer
dondequiera que yo me encuentre?
- Cualquier mago que se precie lo puede
hacer -replicó Merlín. Dicho esto desapareció.
El caballero quedó asombrado.
-¡Pero bueno... si ha desaparecido!
Ardilla asintió.
-A veces realmente la hace buena.
-Gastaréis toda vuestra energía
hablando -les riño Rebeca -Pongámonos en marcha.
El yelmo del caballero emitió un
chirrido cuando éste asintió. Partieron con Ardilla al frente y, detrás, el
caballero con Rebeca sobre su hombro. De tanto en tanto, Rebeca volaba en
misión exploratoria y volvía para informarles de lo que les esperaba más
adelante.
Después de unas horas, el caballero se
derrumbó, exhausto y dolorido. No estaba acostumbrado a viajar sin caballo y
con la armadura puesta. Como de todas maneras era casi de noche, Rebeca y
Ardilla decidieron parar para dormir.
Cuando el caballero despertó, merlin estaba sentado silenciosamente a su lado.
-Siento no haber actuado como un
caballero -dijo -Mi barba está hecha una sopa.-añadió disgustado.
-No os excuséis -dijo Merlín -Acabáis de dar el primer paso para liberaros de vuestra armadura.
-¿Qué queréis decir?
-Ya lo veréis -replicó el Mago. Se
puso de pie. Es hora de que os vayáis.
Esto molestó al caballero. Estaba
empezando a disfrutar de estar en el bosque con Merlín y los animales. De
cualquier manera, le parecía que no tenía adónde ir. Aparentemente, Julieta y
Cristóbal no lo querían en casa. Es verdad que podía volver al asunto de la
caballería e ir a alguna cruzada. Tenía muy buena reputación en batalla, y
había muchos reyes que se sentirían felices teniéndolo a su lado, pero ya no le
parecía que luchar pudiese tener sentido.
Merlín le recordó al caballero su nuevo
propósito: liberarse de la armadura.
-¿Por qué molestarse? -preguntó el
caballero ásperamente -a Julieta y a Cristóbal les daba igual si me la quito o
no.
-Hacedlo por vos mismo -sugirió
Merlín -El estar atrapado entro todo ese acero os ha causado muchos problemas,
y las cosas empeorarán con el paso del tiempo. Incluso podríais morir a causa
de una neumonía por culpa de una barba empapada.
-Supongo que sí, mi barba se ha
convertido en un fastidio -replicó el caballero -Estoy cansado de cargar con
ella y estoy harto de comer papillas. Ahora que lo pienso, ni siquiera me puedo
rascar la espalda cuando me pica.
-¿Y cuando fue la última vez que sentisteis
el calor de un beso, olisteis la fragancia de una flor, o escuchasteis una
hermosa melodía sin que vuestra armadura se interpusiera entre vosotros?
-Ya ni me acuerdo -murmuró el
caballero con tristeza -Tenéis razón, Merlín. Tengo que liberarme de esta
armadura por mí mismo.
-No podéis continuar viviendo y
pensando como lo habéis hecho hasta ahora -dijo Merlín -Fue así como os
quedasteis atrapado en ese montón de acero al principio.
-Pero, ¿cómo puedo cambiar todo eso? -preguntó el caballero intranquilo.
-No es tan difícil como parece -explicó Merlín, conduciendo al caballero hacia un sendero - Éste es el sendero
que seguisteis para llegar a estos bosques.
-Yo no seguí ningún sendero -dijo el
caballero -¡Estuve perdido durante meses!
-La gente no suele percibir el sendero por el que transita -replicó Merlín.
-¿Queréis decir que el sendero estaba
ahí pero yo no lo podía ver?
-Sí, y podéis regresar por el mismo,
si asó lo deseáis; pero conduce a la deshonestidad, la avaricia, el odio, los
celos, el miedo y la ignorancia.
-¿Estáis diciendo que yo soy todo eso?
-preguntó el caballero indignado.
-En algunos momentos, sois alguna de
esas cosas - admitió Merlín en voz baja.
El mago señaló hacia otro sendero. Era
más estrecho que el primero y muy empinado.
-Parece una escalada difícil -observó
el caballero.
-Ése -dijo Merlín asintiendo -es el
Sendero de la Verdad. Se vuelve más empinado a medida que se acerca a la cima
de una lejana montaña.
El caballero contempló el empinado
camino sin entusiasmo.
-No estoy seguro de que valga la pena.
¿Qué conseguiré cuando llegue a la cima?
-Se trata de lo que no tendréis. -explicó Merlín -¡Vuestra armadura!
El caballero reflexionó sobre esto. Si
regresaba por el camino por el que había venido, no tendría esperanzas de
liberarse de su armadura y, probablemente moriría de soledad y fatiga. La única
manera de quitarse la armadura era, por lo visto, seguir el Sendero de la
Verdad, aunque pudiese, en tal caso, morir intentando trepar hacia la empinada montaña.
El caballero observó el difícil sendero
que tenía delante. Luego miró hacia abajo, y contempló el acero que cubría su
cuerpo.
-Está bien -dijo con resignación -Probaré el Sendero de la Verdad.
Merlín asintió:
-Vuestra decisión de transitar un sendero
desconocido, teniendo que cargar con una pesada armadura, requiere mucho
coraje.
El caballero sabía que tenía que
comenzar de inmediato, porque, si no, podría cambiar de opinión.
-Iré a buscar mi fiel caballo -dijo
-Oh, no -rebatió Merlín, moviendo la
cabeza de lado a lado -El camino tiene partes demasiado estrechas para que un
caballo pueda pasar. Tendréis que ir a pie.
Horrorizado, el caballero se dejó caer
sobre una roca.
-Creo que prefiero morir por culpa de
una barba empapada -dijo, perdiendo todo el coraje con una rapidez
impresionante.
-No tendrás que viajar solo - le dijo
Merlín - Ardilla os acompañará.
-¿Qué pretendéis, que cabalgue sobre
una ardilla? -preguntó el caballero, asustado ante la idea de tener por
compañera en tan arduo viaje a un animal sabelotodo.
-Puede que no me puedas montar -dijo
la ardilla -pero me necesitaréis para que os ayuda a comer. ¿Quien si no,
masticará las nueces para vos y las pasará por vuestra visera?
Cuando Rebeca oyó la conversación, voló
desde un árbol cercano y se posó en el hombro del caballero.
-Yo también os acompañaré. He estado
en la cima de la montaña y conozco el camino -dijo.
La buena disposición que mostraban los
dos animales para ayudarle, proporcionó al caballero el coraje que necesitaba.
“Bueno, bueno -se dijo -¡uno de los
principales caballeros del reino necesitando que una ardilla y un pájaro le den
coraje!”
Se puso de pie con gran esfuerzo,
indicándole a Merlín que estaba listo para comenzar el viaje.
Mientras caminaban por el sendero, el
mago sacó una exquisita llave dorada de su cuello y se la dio al caballero.
-Esta llave abrirá las puertas de los
tres castillos que bloquearán vuestro camino.
-¡Lo sé! Gritó el caballero -Habrá una
princesa en cada castillo, y mataré al dragón que la retiene y la rescataré...
-¡Basta! -lo interrumpió Merlín -No
habrá princesas en ninguno de estos castillos. E, incluso si las hubiese, en
estos momentos no estáis capacitado para rescatar a ninguna. Tenéis que
aprender a salvaros vos primero.
Tras la reprimenda, el caballero
permaneció en silencio, mientras Merlín continuaba:
-El primer castillo se llama Silencio;
el segundo Conocimiento y el tercero Voluntad y Osadía. Una vez hayáis entrado
en ellos, encontraréis la salida sólo cuando hayáis aprendido lo que habéis ido
a aprender.
Desde el punto de vista del caballero,
esto no parecía tan divertido como rescatar princesas. Además, en aquel
momento, visitar castillos no era lo que más le apetecía.
-¿Por qué no puedo simplemente rodear
los castillos? Preguntó malhumorado.
-Si lo hacéis, os extraviaréis del
sendero y seguramente os perderéis. La única manera de llegar a la cima de la
montaña es atravesando los castillos -dijo Merlín firmemente.
El caballero suspiró profundamente
mientras contemplaba la empinada y estrecha senda. Desaparecía entre los altos
árboles que sobresalían hacia unas nubes bajas. Presintió que este viaje sería
mucho más difícil que una cruzada.
Merlín sabía lo que el caballero estaba
pensando.
-Sí -afirmó -es una batalla
diferente la que tendréis que librar en el Sendero de la Verdad. La lucha será
aprender a amaros.
-¿Cómo haré eso? -preguntó el
caballero.
-Empezaréis por aprender a conoceros -respondió Merlín -Esta batalla no se
puede ganar con la espada, así que la tendréis que dejar aquí -la tierna
mirada de Merlín descansó en el caballero por un momento. Luego añadió : Si os
encontráis con algo con lo que no podáis lidiar, llamadme, y yo acudiré.
- ¿Queréis decir que podéis aparecer
dondequiera que yo me encuentre?
- Cualquier mago que se precie lo puede
hacer -replicó Merlín. Dicho esto desapareció.
El caballero quedó asombrado.
-¡Pero bueno... si ha desaparecido!
Ardilla asintió.
-A veces realmente la hace buena.
-Gastaréis toda vuestra energía
hablando -les riño Rebeca -Pongámonos en marcha.
El yelmo del caballero emitió un
chirrido cuando éste asintió. Partieron con Ardilla al frente y, detrás, el
caballero con Rebeca sobre su hombro. De tanto en tanto, Rebeca volaba en
misión exploratoria y volvía para informarles de lo que les esperaba más
adelante.
Después de unas horas, el caballero se
derrumbó, exhausto y dolorido. No estaba acostumbrado a viajar sin caballo y
con la armadura puesta. Como de todas maneras era casi de noche, Rebeca y
Ardilla decidieron parar para dormir.
Natha- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Coraje y Valentía
La propia disposición de mantenerse en la incertidumbre es valentía.
Esta disposición de estar en la incertidumbre es confianza. Una persona
inteligente es aquella que permanece alerta en cualquier situación, que
responde a las situaciones con todo su corazón. No es que sepa lo que va
a ocurrir; no es que sepa, “si haces esto sucederá aquello”. La vida no
es una ciencia; no es una cadena de causa y efecto. Cuando calientas
agua hasta los 100º, se evapora, eso está garantizado. Pero en la vida
real, no hay nada tan seguro como eso.
Cada individuo es una libertad, una libertad desconocida. Es imposible predecirlo, imposible
imaginárselo. Hay que vivir estando despiertos y con comprensión.
Vienes a verme en busca de conocimiento, quieres fórmulas fijas para poder
aferrarte a ellas. Yo no te las doy. En realidad, si tienes alguna, ¡te
la quito! Poco a poco, voy destruyendo tus convicciones y, poco a poco,
te voy volviendo cada vez más indeciso; poco a poco te voy volviendo más
inseguro. Eso lo único que hay que hacer. ¡Esto es lo único que tiene
que hacer un Maestro! Dejarte completamente libre. Totalmente libre, con
todas las posibilidades abiertas, sin nada fijo… tendrás que estar
despierto, no puedes hacer nada más.
Esto es lo que llamo
comprensión. Si comprendes, la inseguridad es una parte intrínseca a la
vida, y está bien que sea así, porque transforma la vida en libertad, la
convierte en una sorpresa constante. Nunca se sabe lo que va a suceder.
Te mantiene permanentemente maravillado. No lo llames incertidumbre,
llámalo prodigio. No lo llames inseguridad, llámalo libertad.
¿Qué es el coraje?
En principio no hay mucha diferencia entre una persona cobarde
y una valiente. La única diferencia es que el cobarde escucha
sus miedos y se deja llevar por ellos, mientras que la
persona valiente los aparta y continúa su camino. La persona
valiente se adentra en lo desconocido a pesar de todos los miedos.
VALENTÍA
es adentrarse en lo desconocido a pesar de todos los miedos. La
valentía no es falta de miedo. La falta de miedo surge cuando cada vez
te vuelves más valiente. La falta de miedo es la experiencia absoluta de
la valentía; es la fragancia de la valentía cuando ésta es absoluta.
Pero, en principio, no hay tanta diferencia entre una persona cobarde y
una valiente. La única diferencia es que el cobarde presta atención a
sus miedos y se deja llevar por ellos, mientras que la persona valiente
los aparta y sigue su camino. La persona valiente se adentra en lo
desconocido a pesar de todos sus miedos. Conoce el miedo, sabe que está
ahí.
Cuando te adentras en un mar desconocido, como hizo Colón,
tienes miedo, un miedo terrible, porque nunca sabes lo que puede
suceder. Abandonas la orilla de la seguridad. En cierto sentido, estabas
perfectamente, pero te faltaba una cosa: la aventura. Te emociona
adentrarte en lo desconocido. El corazón empieza a latir de nuevo, estás
vivo de nuevo, totalmente vivo. Todas las células de tu ser están vivas
porque has aceptado el desafío de lo desconocido.
Aceptar el desafío de lo desconocido, a pesar de todos los miedos, es valentía. Los
miedos están ahí pero, si sigues aceptando el reto, poco a poco, esos
miedos irán desapareciendo. La experiencia de felicidad que nos produce
lo desconocido, el gran éxtasis que empieza a suceder con lo
desconocido, te vuelve más fuerte, te da integridad, agudiza tu
inteligencia. Por primera vez, empiezas a sentir que la vida no es sólo
aburrimiento, sino aventura. Después, poco a poco irán desapareciendo
los miedos y siempre estarás buscando alguna aventura.
Pero, básicamente, la valentía es arriesgar lo conocido por lo desconocido, lo
familiar por lo no familiar, lo cómodo por lo incómodo, una ardua
peregrinación a un destino desconocido. Uno nunca sabe si será capaz de
conseguirlo o no. Es apostar, y sólo los jugadores saben lo que es la
vida.
Osho
saludos!!
Última edición por Nathalia el Sáb Ene 22, 2011 4:55 am, editado 1 vez (Razón : Formato)
Nathalia- Buen usuario
2ª Parte Cap. III. El Caballero de La Armadura Oxidada.
EL SENDERO DE LA VERDAD.
Rebeca voló entre los arbustos y regresó con algunas bayas, que empujó a través de los orificios de la visera del caballero. Ardilla fue a un arroyo cercano y llenó algunas cáscaras de nuez con agua, que el caballero bebió con la pajita que Merlín le había proporcionado. Demasiado agotado como ara esperar a que Ardilla le preparara más nueces, se quedó dormido.
A la mañana siguiente le despertó el sol cayendo sobre sus ojos. La luminosidad le molestaba. Su visera nunca había dejado pasar tanta luz. Mientras intentaba entender este fenómeno, se dio cuenta de que Ardilla y Rebeca le estaban observando, al tiempo que parloteaban y arrullaban con excitación. Hizo un esfuerzo por sentarse y, de repente, se dio cuenta de que podía ver mucho más que el día anterior, y que podía sentir la fresca brisa en sus mejillas.
¡Una parte de su visera se había roto y se había caído!
“¿Cómo habrá sucedido?”, se preguntó.
Ardilla contestó a la pregunta que él no había formulado en voz alta.
- Se ha oxidado y se ha caído.
- Pero ¿Cómo? - preguntó el caballero.
- Por las lágrimas que derramasteis después de ver la carta en blanco de vuestro hijo - dijo Rebeca.
El caballero meditó sobre esto. La pena que había sentido era tan profunda que su armadura no había podido protegerle. Al contrario, sus lágrimas habían comenzado a deshacer el acero que le rodeaba.
-¡Esto es! Gritó - ¡Las lágrimas de auténticos sentimientos me liberarán de la armadura!
Se puso de pie más rápido de lo que había hecho en años.
- ¡Ardilla! ¡Rebeca! - gritó -¡Espabilad! ¡Vamos al Sendero de la Verdad!
Rebeca y Ardilla estaban tan llenas de alegría con lo que estaba sucediéndole al caballero que no le dijeron que su rima era malísima. Los tres continuaron la ascensión de la montaña. Era un día muy especial para el caballero. Notó las diminutas partículas iluminadas por el sol que flotaban en el aire, filtrándose a través de las ramas de los árboles. Miró con detenimiento las caras de algunos petirrojos y vio que no eran todas iguales. Le comentó eso a Rebeca, que dio pequeños saltitos, arrullando alegremente.
- Estáis empezando a ver las diferencias en otras formas de vida porque estáis empezando a ver las diferencias en vuestro interior.
El caballero intentó comprender qué quería decir Rebeca exactamente. Era demasiado orgulloso para preguntar, pues todavía pensaba que un caballero tenía que ser más listo que una paloma.
En ese preciso momento, Ardilla, que había ido a explorar, regresaba alborotada.
-El Castillo del Silencio está justo detrás de la próxima subida.
Emocionado ante la idea de ver el Castillo, el caballero apuró el paso. Llegó a la cima del monte sin aliento. Era verdad, el castillo se veía a lo lejos, bloqueando el sendero por completo. El caballero les confesó a Ardilla y Rebeca que estaba decepcionado. Había esperado una estructura más elegante. En lugar de eso, el Castillo del Silencio parecía uno más.
Rebeca rió y dijo:
-Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones.
El caballero asintió ante la sabiduría de estas palabras.
- He pasado casi toda mi vida decepcionándome. Recuerdo que, estando en la cuna, pensaba que era el bebé más bonito del mundo. Entonces mi niñera me miró y dijo: “Tenéis una cara que sólo una madre puede amar”. Me sentí decepcionado por ser feo en lugar de hermoso, y me decepcionó que la niñera fuera tan poco amable.
- Si realmente os hubierais sentido hermoso, no os hubiera importado lo que ella dijo. No os hubierais sentido decepcionado - explicó Ardilla.
Esto tenía sentido para el caballero.
- Estoy empezando a pensar que los animales son más listos que las personas.
- El hecho de que podáis decir eso os hace tan listo como nosotros - replicó Ardilla.
- No creo que todo esto tenga nada que ver con ser listo - dijo Rebeca - Los animales aceptan los humanos esperan. Nunca oiréis a un conejo decir: “Espero que el sol salga esta mañana para poder ir al lago a jugar”. Si el sol no sale, no le estropeará el día al conejo. Es feliz siendo un conejo.
El caballero pensó en esto. No recordaba a ninguna persona que fuera feliz simplemente por ser una persona.
Al poco rato llegaron a la puerta del enorme castillo. El caballero cogió la llave dorada de su cuello y la introdujo en la cerradura. Y mientras abría la puerta, Rebeca le dijo:
- Nosotras no iremos contigo.
El caballero, que estaba empezando a amar y a confiar en los animales, se sintió decepcionado por que no le acompañaran. Estaba a punto de decirlo, cuando se dio cuenta. Estaba esperando otra vez.
Los animales sabían que el caballero dudaba entre entrar o no en el castillo.
- Os podemos mostrar la puerta - dijo Ardilla, pero tendréis que entrar solo.
Al alejarse volando, Rebeca le llamó alegremente.
- Nos encontraremos al otro lado.
Rebeca voló entre los arbustos y regresó con algunas bayas, que empujó a través de los orificios de la visera del caballero. Ardilla fue a un arroyo cercano y llenó algunas cáscaras de nuez con agua, que el caballero bebió con la pajita que Merlín le había proporcionado. Demasiado agotado como ara esperar a que Ardilla le preparara más nueces, se quedó dormido.
A la mañana siguiente le despertó el sol cayendo sobre sus ojos. La luminosidad le molestaba. Su visera nunca había dejado pasar tanta luz. Mientras intentaba entender este fenómeno, se dio cuenta de que Ardilla y Rebeca le estaban observando, al tiempo que parloteaban y arrullaban con excitación. Hizo un esfuerzo por sentarse y, de repente, se dio cuenta de que podía ver mucho más que el día anterior, y que podía sentir la fresca brisa en sus mejillas.
¡Una parte de su visera se había roto y se había caído!
“¿Cómo habrá sucedido?”, se preguntó.
Ardilla contestó a la pregunta que él no había formulado en voz alta.
- Se ha oxidado y se ha caído.
- Pero ¿Cómo? - preguntó el caballero.
- Por las lágrimas que derramasteis después de ver la carta en blanco de vuestro hijo - dijo Rebeca.
El caballero meditó sobre esto. La pena que había sentido era tan profunda que su armadura no había podido protegerle. Al contrario, sus lágrimas habían comenzado a deshacer el acero que le rodeaba.
-¡Esto es! Gritó - ¡Las lágrimas de auténticos sentimientos me liberarán de la armadura!
Se puso de pie más rápido de lo que había hecho en años.
- ¡Ardilla! ¡Rebeca! - gritó -¡Espabilad! ¡Vamos al Sendero de la Verdad!
Rebeca y Ardilla estaban tan llenas de alegría con lo que estaba sucediéndole al caballero que no le dijeron que su rima era malísima. Los tres continuaron la ascensión de la montaña. Era un día muy especial para el caballero. Notó las diminutas partículas iluminadas por el sol que flotaban en el aire, filtrándose a través de las ramas de los árboles. Miró con detenimiento las caras de algunos petirrojos y vio que no eran todas iguales. Le comentó eso a Rebeca, que dio pequeños saltitos, arrullando alegremente.
- Estáis empezando a ver las diferencias en otras formas de vida porque estáis empezando a ver las diferencias en vuestro interior.
El caballero intentó comprender qué quería decir Rebeca exactamente. Era demasiado orgulloso para preguntar, pues todavía pensaba que un caballero tenía que ser más listo que una paloma.
En ese preciso momento, Ardilla, que había ido a explorar, regresaba alborotada.
-El Castillo del Silencio está justo detrás de la próxima subida.
Emocionado ante la idea de ver el Castillo, el caballero apuró el paso. Llegó a la cima del monte sin aliento. Era verdad, el castillo se veía a lo lejos, bloqueando el sendero por completo. El caballero les confesó a Ardilla y Rebeca que estaba decepcionado. Había esperado una estructura más elegante. En lugar de eso, el Castillo del Silencio parecía uno más.
Rebeca rió y dijo:
-Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones.
El caballero asintió ante la sabiduría de estas palabras.
- He pasado casi toda mi vida decepcionándome. Recuerdo que, estando en la cuna, pensaba que era el bebé más bonito del mundo. Entonces mi niñera me miró y dijo: “Tenéis una cara que sólo una madre puede amar”. Me sentí decepcionado por ser feo en lugar de hermoso, y me decepcionó que la niñera fuera tan poco amable.
- Si realmente os hubierais sentido hermoso, no os hubiera importado lo que ella dijo. No os hubierais sentido decepcionado - explicó Ardilla.
Esto tenía sentido para el caballero.
- Estoy empezando a pensar que los animales son más listos que las personas.
- El hecho de que podáis decir eso os hace tan listo como nosotros - replicó Ardilla.
- No creo que todo esto tenga nada que ver con ser listo - dijo Rebeca - Los animales aceptan los humanos esperan. Nunca oiréis a un conejo decir: “Espero que el sol salga esta mañana para poder ir al lago a jugar”. Si el sol no sale, no le estropeará el día al conejo. Es feliz siendo un conejo.
El caballero pensó en esto. No recordaba a ninguna persona que fuera feliz simplemente por ser una persona.
Al poco rato llegaron a la puerta del enorme castillo. El caballero cogió la llave dorada de su cuello y la introdujo en la cerradura. Y mientras abría la puerta, Rebeca le dijo:
- Nosotras no iremos contigo.
El caballero, que estaba empezando a amar y a confiar en los animales, se sintió decepcionado por que no le acompañaran. Estaba a punto de decirlo, cuando se dio cuenta. Estaba esperando otra vez.
Los animales sabían que el caballero dudaba entre entrar o no en el castillo.
- Os podemos mostrar la puerta - dijo Ardilla, pero tendréis que entrar solo.
Al alejarse volando, Rebeca le llamó alegremente.
- Nos encontraremos al otro lado.
Natha- Buen usuario
1ª parte Cap.IV. El Castillo del Silencio.
EL CASTILLO DEL SILENCIO
Abandonado a su suerte, el caballero
asomó la cabeza con precaución por la puerta del castillo. Las rodillas te
temblaban ligeramente, por lo que producía un ruido metálico a causa de su
armadura. Como no quería parecer una gallina frente a una paloma, en caso de
que Rebeca pudiera verle, reunió fuerzas y entró valientemente, cerrando la
puerta a sus espaldas.
Por un momento deseó no haber dejado
atrás su espada, pero Merlín le había prometido que no tendría que matar
dragones, y el caballero confiaba en el mago.
Entró en la enorme antesala del
castillo y miró a su alrededor. Sólo vio el fuego que ardía en una enorme
chimenea de piedra en uno de los muros y tres alfombras en el suelo. Se sentó
en la alfombra más cercana al fuego.
El caballero pronto se dio cuenta de
dos cosas: primero, parecía no haber ninguna puerta que lo condujera fuera de
la habitación, hacia otras áreas del castillo. Segundo, había un extraordinario
y aterrador silencio. Se sobresaltó al notar que el fuego ni siquiera
chasqueaba. El caballero pensaba que su castillo era silencioso, especialmente
en las épocas en que Julieta no le hablaba durante días, pero aquello no era
nada comparado con esto. El Castillo del Silencio hacia honor a su nombre, pensó.
Jamás en su vida se había sentido tan solo.
De repente, el caballero se sobresaltó
por el sonido de una voz familiar a sus espaldas.
- Hola caballero.
El caballero se giró y se sorprendió al
ver al rey aproximarse desde una esquina lejana de la habitación.
-¡Rey! - dijo con la voz entrecortada -
Ni siquiera os había visto. ¿Qué estáis haciendo aquí?
- Lo mismo que vos, caballero: buscando
la puerta.
El caballero miró a su alrededor otra
vez.
- No veo ninguna puerta.
- Uno no puede ver realmente hasta que
comprende - dijo el Rey - Cuando comprendáis lo que hay en esta habitación,
podréis ver la puerta que conduce a la siguiente.
- Definitivamente, eso espero, rey -
dijo el caballero - Me sorprende veros aquí. Había oído que estabais en una
cruzada.
- Eso es lo que dicen siempre que viajo
por el Sendero de la Verdad - explicó el rey - Mis súbditos lo entienden mejor
así.
El caballero parecía perplejo.
- Todo el mundo entiende las
cruzadas - dijo el rey - pero muy pocos
comprenden la Verdad.
- Sí - asintió el caballero - Yo mismo
no estaría en este Sendero si no estuviera atrapado en esta armadura.
- La mayoría de la gente está atrapada
en su armadura - declaró el rey.
- ¿Qué queréis decir? - preguntó el
caballero.
- Ponemos barreras para protegernos de
quienes creemos que somos. Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y
ya no podemos salir.
- Nunca pensé que vos estuvierais
atrapado, rey. Sois tan sabio... dijo el caballero.
El rey soltó una carcajada.
- Soy lo suficientemente sabio como
para saber cuándo estoy atrapado, y también para regresar aquí para aprender
más de mí mismo.
El caballero estaba entusiasmado,
pensando que quizás el rey podría mostrarle el camino.
- Decidme - dijo el caballero, su
rostro iluminado - ¿podríamos atravesar el castillo juntos? Así no sería tan
solitario.
El rey negó con la cabeza.
- Una vez lo intenté. Es verdad que mis
compañeros y yo no nos sentíamos solos porque hablábamos constantemente, pero
cuando uno habla es imposible ver la puerta de salida de esta habitación.
- Quizá podríamos limitarnos a caminar
juntos, sin hablar - sugirió el caballero. No le apetecía mucho tener que
caminar solo por el Castillo del Silencio.
El rey volvió a negar con la cabeza,
esta vez con más fuerza.
- No, también lo intenté. Hizo que el
vacío fuera menos doloroso, pero tampoco pude ver la puerta de salida.
El caballero protestó.
- Pero si no estabais hablando...
- Permanecer en silencio es algo más
que no hablar - dijo el rey - Descubrí que, cuando estaba con alguien, mostraba
sólo mi mejor imagen. No dejaba caer mis barreras, de manera que ni yo ni la
otra persona podíamos ver lo que yo intentaba esconder.
- No lo capto - dijo el caballero.
- Lo comprenderéis - replicó el rey -
cuando hayáis permanecido aquí el tiempo suficiente. Uno debe estar solo para
poder dejar caer su armadura.
El caballero estaba desesperado.
- ¡No quiero quedarme aquí solo! - exclamó, golpeando el suelo con el pie, y
dejándolo caer involuntariamente sobre el pie del rey.
El rey gritó de dolor y comenzó a dar
saltos.
¡El caballero estaba horrorizado!
Primero al herrero; ahora al rey.
- Perdonad, señor - dijo,
disculpándose.
El rey se acarició el pie con suavidad.
- Oh, bueno. Esa armadura os hace más
daño a vos que a mí - luego, miró al caballero con expresión sabia -. Comprendo
que no queráis quedaros solo en el castillo. Yo tampoco deseaba las primeras
veces que estuve aquí, pero ahora me doy cuenta de que lo que uno ha de hacer
aquí, lo ha de hacer solo - Dicho esto, se alejó cojeando al tiempo que decía
-: Ahora debo irme.
Perplejo, el caballero preguntó:
- ¿A dónde vais? La puerta está por
aquí.
- Esa puerta es sólo de entrada. La
puerta que lleva a la siguiente habitación está en la pared más lejana. La vi,
por fin, cuando vos entrabais - dijo el rey.
-¿Qué queréis decir con que por fin la
visteis? ¿No recordabais dónde estaba, de las otras veces que estuvisteis aquí?
- preguntó el caballero, sin comprender por qué el rey continuaba viniendo.
- Uno nunca acaba de viajar por el
Sendero de la Verdad. Cada vez que vengo, a medida que voy comprendiendo cada
vez más, encuentro nuevas puertas - el rey se despidió con la mano - Trataos
bien, buen amigo.
-¡Aguardad, por favor! - le suplicó el
caballero.
El rey se volvió y le miró con
compasión.
-¿Sí?
El caballero, que no podía hacer que
tambalease la resolución del rey, pidió:
- ¿Hay algún consejo que me podáis dar
antes de iros?
El rey lo pensó por un momento, luego
respondió:
- Esto es un nuevo tipo de cruzada para
vos, querido caballero: una que requiere más coraje que todas las otras
batallas que habéis conocido antes. Si lográis reunir las fuerzas necesarias y
quedaros para hacer lo que tenéis que hacer aquí será vuestra mayor victoria.
Dicho esto, el rey se giró y, estirando
el brazo como para abrir una puerta, desapareció en la pared, dejando al
caballero mirando con incredulidad.
El caballero corrió al sitio donde
había estado el rey, esperando que, de cerca, también podría ver la puerta. Al
encontrar tan sólo lo que parecía ser una pared sólida, comenzó a caminar por
toda la habitación. Lo único que el caballero podía oír era el sonido de su
armadura resonando por todo el castillo.
Después de un rato, se sentía más
deprimido que nunca. Para animarse, cantó un par de canciones de batalla: Estaré contigo para llevarte a una Cruzada,
cariño y Dondequiera que deje mi yelmo, es mi casa. Las cantó una y otra
vez.
A medida que su voz se fue cansando, la
quietud comenzó a ahogar su canto, envolviéndolo en el silencio más absoluto.
Sólo entonces pudo el caballero admitir francamente algo que ya sabía: tenía
miedo a estar solo.
En ese momento, vio una puerta en la
pared más lejana de la habitación. Fue hasta ella, la abrió lentamente y entró
en otra habitación. Esta otra sala se parecía mucho a la anterior, sólo que era
más pequeña. También ésta estaba vacía de todo sonido.
Para pasar el tiempo, el caballero,
comenzó a hablar consigo mismo. Decía cualquier cosa que le venía a la mente.
Habló de cómo era de pequeño y de qué manera era diferente de los otros niños
que conocía. Mientras cazaban codornices y jugaban a “Ponle la cola al burro”,
él se quedaba en casa y leía. Como en aquel entonces los libros eran
manuscritos de los monjes, había pocos y, muy pronto, los hubo leído todos. Fue
entonces cuando comenzó a hablar con todo aquel que pasaba delante de él.
Cuando no había con quién hablar, hablaba consigo mismo, igual que ahora.
Se encontró diciendo que había hablado
tanto durante toda su vida para evitar sentirse solo.
El caballero pensó profundamente sobre
esto hasta que el sonido de su propia voz rompió el aterrador silencio.
- Supongo que siempre he tenido miedo
de estar solo.
Abandonado a su suerte, el caballero
asomó la cabeza con precaución por la puerta del castillo. Las rodillas te
temblaban ligeramente, por lo que producía un ruido metálico a causa de su
armadura. Como no quería parecer una gallina frente a una paloma, en caso de
que Rebeca pudiera verle, reunió fuerzas y entró valientemente, cerrando la
puerta a sus espaldas.
Por un momento deseó no haber dejado
atrás su espada, pero Merlín le había prometido que no tendría que matar
dragones, y el caballero confiaba en el mago.
Entró en la enorme antesala del
castillo y miró a su alrededor. Sólo vio el fuego que ardía en una enorme
chimenea de piedra en uno de los muros y tres alfombras en el suelo. Se sentó
en la alfombra más cercana al fuego.
El caballero pronto se dio cuenta de
dos cosas: primero, parecía no haber ninguna puerta que lo condujera fuera de
la habitación, hacia otras áreas del castillo. Segundo, había un extraordinario
y aterrador silencio. Se sobresaltó al notar que el fuego ni siquiera
chasqueaba. El caballero pensaba que su castillo era silencioso, especialmente
en las épocas en que Julieta no le hablaba durante días, pero aquello no era
nada comparado con esto. El Castillo del Silencio hacia honor a su nombre, pensó.
Jamás en su vida se había sentido tan solo.
De repente, el caballero se sobresaltó
por el sonido de una voz familiar a sus espaldas.
- Hola caballero.
El caballero se giró y se sorprendió al
ver al rey aproximarse desde una esquina lejana de la habitación.
-¡Rey! - dijo con la voz entrecortada -
Ni siquiera os había visto. ¿Qué estáis haciendo aquí?
- Lo mismo que vos, caballero: buscando
la puerta.
El caballero miró a su alrededor otra
vez.
- No veo ninguna puerta.
- Uno no puede ver realmente hasta que
comprende - dijo el Rey - Cuando comprendáis lo que hay en esta habitación,
podréis ver la puerta que conduce a la siguiente.
- Definitivamente, eso espero, rey -
dijo el caballero - Me sorprende veros aquí. Había oído que estabais en una
cruzada.
- Eso es lo que dicen siempre que viajo
por el Sendero de la Verdad - explicó el rey - Mis súbditos lo entienden mejor
así.
El caballero parecía perplejo.
- Todo el mundo entiende las
cruzadas - dijo el rey - pero muy pocos
comprenden la Verdad.
- Sí - asintió el caballero - Yo mismo
no estaría en este Sendero si no estuviera atrapado en esta armadura.
- La mayoría de la gente está atrapada
en su armadura - declaró el rey.
- ¿Qué queréis decir? - preguntó el
caballero.
- Ponemos barreras para protegernos de
quienes creemos que somos. Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y
ya no podemos salir.
- Nunca pensé que vos estuvierais
atrapado, rey. Sois tan sabio... dijo el caballero.
El rey soltó una carcajada.
- Soy lo suficientemente sabio como
para saber cuándo estoy atrapado, y también para regresar aquí para aprender
más de mí mismo.
El caballero estaba entusiasmado,
pensando que quizás el rey podría mostrarle el camino.
- Decidme - dijo el caballero, su
rostro iluminado - ¿podríamos atravesar el castillo juntos? Así no sería tan
solitario.
El rey negó con la cabeza.
- Una vez lo intenté. Es verdad que mis
compañeros y yo no nos sentíamos solos porque hablábamos constantemente, pero
cuando uno habla es imposible ver la puerta de salida de esta habitación.
- Quizá podríamos limitarnos a caminar
juntos, sin hablar - sugirió el caballero. No le apetecía mucho tener que
caminar solo por el Castillo del Silencio.
El rey volvió a negar con la cabeza,
esta vez con más fuerza.
- No, también lo intenté. Hizo que el
vacío fuera menos doloroso, pero tampoco pude ver la puerta de salida.
El caballero protestó.
- Pero si no estabais hablando...
- Permanecer en silencio es algo más
que no hablar - dijo el rey - Descubrí que, cuando estaba con alguien, mostraba
sólo mi mejor imagen. No dejaba caer mis barreras, de manera que ni yo ni la
otra persona podíamos ver lo que yo intentaba esconder.
- No lo capto - dijo el caballero.
- Lo comprenderéis - replicó el rey -
cuando hayáis permanecido aquí el tiempo suficiente. Uno debe estar solo para
poder dejar caer su armadura.
El caballero estaba desesperado.
- ¡No quiero quedarme aquí solo! - exclamó, golpeando el suelo con el pie, y
dejándolo caer involuntariamente sobre el pie del rey.
El rey gritó de dolor y comenzó a dar
saltos.
¡El caballero estaba horrorizado!
Primero al herrero; ahora al rey.
- Perdonad, señor - dijo,
disculpándose.
El rey se acarició el pie con suavidad.
- Oh, bueno. Esa armadura os hace más
daño a vos que a mí - luego, miró al caballero con expresión sabia -. Comprendo
que no queráis quedaros solo en el castillo. Yo tampoco deseaba las primeras
veces que estuve aquí, pero ahora me doy cuenta de que lo que uno ha de hacer
aquí, lo ha de hacer solo - Dicho esto, se alejó cojeando al tiempo que decía
-: Ahora debo irme.
Perplejo, el caballero preguntó:
- ¿A dónde vais? La puerta está por
aquí.
- Esa puerta es sólo de entrada. La
puerta que lleva a la siguiente habitación está en la pared más lejana. La vi,
por fin, cuando vos entrabais - dijo el rey.
-¿Qué queréis decir con que por fin la
visteis? ¿No recordabais dónde estaba, de las otras veces que estuvisteis aquí?
- preguntó el caballero, sin comprender por qué el rey continuaba viniendo.
- Uno nunca acaba de viajar por el
Sendero de la Verdad. Cada vez que vengo, a medida que voy comprendiendo cada
vez más, encuentro nuevas puertas - el rey se despidió con la mano - Trataos
bien, buen amigo.
-¡Aguardad, por favor! - le suplicó el
caballero.
El rey se volvió y le miró con
compasión.
-¿Sí?
El caballero, que no podía hacer que
tambalease la resolución del rey, pidió:
- ¿Hay algún consejo que me podáis dar
antes de iros?
El rey lo pensó por un momento, luego
respondió:
- Esto es un nuevo tipo de cruzada para
vos, querido caballero: una que requiere más coraje que todas las otras
batallas que habéis conocido antes. Si lográis reunir las fuerzas necesarias y
quedaros para hacer lo que tenéis que hacer aquí será vuestra mayor victoria.
Dicho esto, el rey se giró y, estirando
el brazo como para abrir una puerta, desapareció en la pared, dejando al
caballero mirando con incredulidad.
El caballero corrió al sitio donde
había estado el rey, esperando que, de cerca, también podría ver la puerta. Al
encontrar tan sólo lo que parecía ser una pared sólida, comenzó a caminar por
toda la habitación. Lo único que el caballero podía oír era el sonido de su
armadura resonando por todo el castillo.
Después de un rato, se sentía más
deprimido que nunca. Para animarse, cantó un par de canciones de batalla: Estaré contigo para llevarte a una Cruzada,
cariño y Dondequiera que deje mi yelmo, es mi casa. Las cantó una y otra
vez.
A medida que su voz se fue cansando, la
quietud comenzó a ahogar su canto, envolviéndolo en el silencio más absoluto.
Sólo entonces pudo el caballero admitir francamente algo que ya sabía: tenía
miedo a estar solo.
En ese momento, vio una puerta en la
pared más lejana de la habitación. Fue hasta ella, la abrió lentamente y entró
en otra habitación. Esta otra sala se parecía mucho a la anterior, sólo que era
más pequeña. También ésta estaba vacía de todo sonido.
Para pasar el tiempo, el caballero,
comenzó a hablar consigo mismo. Decía cualquier cosa que le venía a la mente.
Habló de cómo era de pequeño y de qué manera era diferente de los otros niños
que conocía. Mientras cazaban codornices y jugaban a “Ponle la cola al burro”,
él se quedaba en casa y leía. Como en aquel entonces los libros eran
manuscritos de los monjes, había pocos y, muy pronto, los hubo leído todos. Fue
entonces cuando comenzó a hablar con todo aquel que pasaba delante de él.
Cuando no había con quién hablar, hablaba consigo mismo, igual que ahora.
Se encontró diciendo que había hablado
tanto durante toda su vida para evitar sentirse solo.
El caballero pensó profundamente sobre
esto hasta que el sonido de su propia voz rompió el aterrador silencio.
- Supongo que siempre he tenido miedo
de estar solo.
Natha- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Camaradas:Amar no solo es querer,es comprender en libertad(no vuelvo a leer a Corin Tellado).
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
sandokan- Usuario destacado
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos… – empezó el joven.
- Y nos vamos a casar… – dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo, queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.
- Por favor, – repitieron – ¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan enamorados.y tan anhelantes esperando su palabra…
- Hay algo, – dijo el viejo – pero no sé… es una tarea muy difícil y sacrificada.
Nube Azul… – dijo el brujo – ¿ves el monte al norte de nuestra aldea?. Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena. ¿Comprendiste?.
Y tú, Toro Bravo – siguió el brujo – deberás escalar la montaña del trueno. Cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Azul. ¡Salgan ahora!.
- Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte y él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas.
Eran verdaderamente hermosos ejemplares.
- Y ahora ¿qué haremos?, – preguntó el joven – ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?.
- No – dijo el viejo.
- ¿Los cocinaremos y comeremos su carne? – propuso la joven.
- No – repitió el viejo – Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres…
- El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
- Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón. Si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro.
- SI QUIEREN QUE EL AMOR PERDURE…
VUELEN JUNTOS, PERO JAMÁS ATADOS.[♥]
luztransparente- Buen usuario
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