Área de Supervivencia para el Alma
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Sin sobresaltos... en vivo
[youtube][/youtube]En vivo...
Tremenda banda...
Cariños para todas las almitas del foro, que todo venga suave sin malas sorpresas.
Tremenda banda...
Cariños para todas las almitas del foro, que todo venga suave sin malas sorpresas.
Marinali- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]sandokan escribió:Camaradas:Vaya voz:
[url=https://www.youtube.com/watch?v=ar_eac9-U4M&feature=related
¡Que hermosa canción y video! Estoy por cierto conmovida y siento que ademas de que nuestro planeta se esta sacudiendo lo que ya no le sirve, tambien la humanidad esta sacudiendo viejas estructuras y estos procesos de evolución necesariamente se van manifestando en la realidad. Viendo lo que pasa en Puerta del Sol, recordando lo que fue en Argentina el 19 y 20 de diciembre de 2001... los procesos historicos podran prohibirse pero no detenerse.
Bueno, me salio asi... hoy mas que bailar me gustaria marchar y acompañar como ciudadana del mundo a todos los que sufren y a todos los que aun teniendo un buen pasar en lo material piensan y sienten con el prójimo y luchan por un mundo mejor.
Saluditos
Marinali- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
sandokan escribió:Camaradas:Vaya voz:
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Hermosa la canción Sandokan, gracias.
Natha- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
[youtube][/youtube]
Que bello!!
Les comparto algunas canciones de un campositor argentino Jorge Fandermole que son poemas, espero que les abriguen el alma.
[youtube][/youtube]
Cuando te despiertes cada día
con el cuerpo de aire y ese olor
feliz del sueño manso de las lilas
sin miedo al movimiento ni al dolor.
Cuando yo no tenga casi nada
de sangre en la garganta de papel
ni un agrio pez nadando en la mirada
ni quiera más amparo que la piel.
Van a ser los días esos barcos
de luz que una vez pude escribir
y la alegría que hemos olvidado
volviendo por los huesos a subir.
Yo me alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra, y una ceniza negra
y una ceniza negra que se va.
Cuando me convenza que la suerte
me rige a la par que la pasión
y no el temible arcángel de la muerte
velando sobre el campo del reloj.
Si lo consumado y lo posible
tienen siempre la cara del horror
en esta patria de lo inaccesible
en este tiempo olvidado de Dios.
Yo digo que mis ávidos amores
son fuertes y viven más que yo
son gigantes tenues como flores
que alientan este turbio corazón.
Los alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra, y una ceniza negra
y una ceniza negra que se va.
sandokan escribió:Camaradas:Algo para relajarse:
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Que bello!!
Les comparto algunas canciones de un campositor argentino Jorge Fandermole que son poemas, espero que les abriguen el alma.
[youtube][/youtube]
Cuando te despiertes cada día
con el cuerpo de aire y ese olor
feliz del sueño manso de las lilas
sin miedo al movimiento ni al dolor.
Cuando yo no tenga casi nada
de sangre en la garganta de papel
ni un agrio pez nadando en la mirada
ni quiera más amparo que la piel.
Van a ser los días esos barcos
de luz que una vez pude escribir
y la alegría que hemos olvidado
volviendo por los huesos a subir.
Yo me alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra, y una ceniza negra
y una ceniza negra que se va.
Cuando me convenza que la suerte
me rige a la par que la pasión
y no el temible arcángel de la muerte
velando sobre el campo del reloj.
Si lo consumado y lo posible
tienen siempre la cara del horror
en esta patria de lo inaccesible
en este tiempo olvidado de Dios.
Yo digo que mis ávidos amores
son fuertes y viven más que yo
son gigantes tenues como flores
que alientan este turbio corazón.
Los alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra, y una ceniza negra
y una ceniza negra que se va.
Última edición por Marinali el Dom Mayo 29, 2011 2:12 am, editado 2 veces
Marinali- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
[youtube][/youtube]
[youtube][/youtube]Oracion del remanso
Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada
que baja hermosa por su barrosa profundidad;
soy un paisano serio, soy gente del remanso Valerio
que es donde el cielo remonta el vuelo en el Paraná.
Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo,
el agua mansa y su suave danza en el corazón;
pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura
y se hace brillo en este cuchillo de pescador.
Cristo de las redes, no nos abandones
y en los espineles déjanos tus dones.
No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes,
la sangre tensa y uno no piensa más que en morir;
agua del río viejo llevate pronto este canto lejos
que está aclarando y vamos pescando para vivir.
Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta
y en el reposo vertiginoso del espinel
sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa
y allí descanso hecha un remanso mi propia piel.
Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores,
dile a mi amada que está apenada esperándome
que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas,
que el río está bravo y estoy cansado para volver.
Cristo de las redes, no nos abandones
y en los espineles déjanos tus dones.
Diamante
Me han regalado un diamante
y no se qué hacer con tanta luz;
abro mi mano un instante
y brilla
hasta el cielo limpiando el azul.
Es sobre todas las cosas
mi piedra
preciosa invisible en su faz
y en el envés transparente
su forma latente
se vuelve real.
Quién sabe por qué misterio
elige mi pecho para anidar;
de qué incendiado silencio vendrá,
de qué punto del mapa estelar.
Me
agujereó la camisa
marcándome dentro su cronicidad,
su pulsar de lejanía
con relojería de puro cristal.
Ahora voy ya sin aliento
planeando en
el viento y llevándolo al mar.
Voy a arrojarlo a la espuma
entre el agua
y la duna y a verlo brillar.
No puedo llevar conmigo
este brillo
cautivo, esta piedra lunar;
en mi campo oscurecido
su luz de infinito no
puede durar;
y él fulgura, fulgura,
y me ciega su precioso don;
fulgura, criatura,
libre de la noche de mi corazón.
A veces llega
del cielo
un presente que nunca nadie previó;
pero existe uno tan bello
del que no quisiera tomar posesión.
Vino su luz del vacío
y me duele
ponerlo de nuevo a viajar;
este regalo tardío
no puede ser mío sino del
azar.
Ahora voy ya sin aliento…
[youtube][/youtube]Oracion del remanso
Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada
que baja hermosa por su barrosa profundidad;
soy un paisano serio, soy gente del remanso Valerio
que es donde el cielo remonta el vuelo en el Paraná.
Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo,
el agua mansa y su suave danza en el corazón;
pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura
y se hace brillo en este cuchillo de pescador.
Cristo de las redes, no nos abandones
y en los espineles déjanos tus dones.
No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes,
la sangre tensa y uno no piensa más que en morir;
agua del río viejo llevate pronto este canto lejos
que está aclarando y vamos pescando para vivir.
Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta
y en el reposo vertiginoso del espinel
sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa
y allí descanso hecha un remanso mi propia piel.
Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores,
dile a mi amada que está apenada esperándome
que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas,
que el río está bravo y estoy cansado para volver.
Cristo de las redes, no nos abandones
y en los espineles déjanos tus dones.
Diamante
Me han regalado un diamante
y no se qué hacer con tanta luz;
abro mi mano un instante
y brilla
hasta el cielo limpiando el azul.
Es sobre todas las cosas
mi piedra
preciosa invisible en su faz
y en el envés transparente
su forma latente
se vuelve real.
Quién sabe por qué misterio
elige mi pecho para anidar;
de qué incendiado silencio vendrá,
de qué punto del mapa estelar.
Me
agujereó la camisa
marcándome dentro su cronicidad,
su pulsar de lejanía
con relojería de puro cristal.
Ahora voy ya sin aliento
planeando en
el viento y llevándolo al mar.
Voy a arrojarlo a la espuma
entre el agua
y la duna y a verlo brillar.
No puedo llevar conmigo
este brillo
cautivo, esta piedra lunar;
en mi campo oscurecido
su luz de infinito no
puede durar;
y él fulgura, fulgura,
y me ciega su precioso don;
fulgura, criatura,
libre de la noche de mi corazón.
A veces llega
del cielo
un presente que nunca nadie previó;
pero existe uno tan bello
del que no quisiera tomar posesión.
Vino su luz del vacío
y me duele
ponerlo de nuevo a viajar;
este regalo tardío
no puede ser mío sino del
azar.
Ahora voy ya sin aliento…
Última edición por Marinali el Dom Mayo 29, 2011 2:22 am, editado 2 veces
Marinali- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
[youtube][/youtube]Otra poesia hecha canciòn...[youtube][/youtube]
NO OLVIDES QUE UNA VEZ TU FUISTE SOL
(Autor : Augusto Blanca)
Juan Carlos Baglietto (Argentina)
No olvides que una vez tu fuiste sol
no olvides ni la tapia ni el laurel
no dejes de asombrarte al asistir
a un nuevo nacimiento en tu jardín.
No pierdas una ventana
no entregues tus mañanas
de aguaceros y juegos
ni desentierres tesoros, viejos.
No ocultes lo que ayer se te ofreció
no escondas ni la pena ni el dolór
no dejes que una nube diga adios,
no saltes en pedazos,
no ocultes tu diamante,
no entregues tu perfecto amanecer
ni tus estrellas, ni tu arena,
ni tu mar
ni tu incansable caminar,
vete de nuevo hasta el arroyo
donde esta tu mejor canto.
Y ve, calmale la sed
a tus enormes prados
no permitas que se pierda tu cosecha
hoy que hasta la lluvia fiel
no te ha escuchado
y busca tu raiz
Y dale la caricia a la que siempre espera
la única manera de hacerla que vuelva
a ofrecerte frutos hasta en el invierno
y no olvides que una vez,tu fuiste sol
Y ve, desata esos diques de corrientes presas
dejate llevar y vuelve a ser jinete
baja hasta tus valles de palomas sueltas
que este es tu pais
Donde estan tus riendas
donde esta tu espuma
donde abandonaste tu camino entonces
donde naufragaste haz crecer mil rosas,
y no olvides que una vez tu fuiste sol.
NO OLVIDES QUE UNA VEZ TU FUISTE SOL
(Autor : Augusto Blanca)
Juan Carlos Baglietto (Argentina)
No olvides que una vez tu fuiste sol
no olvides ni la tapia ni el laurel
no dejes de asombrarte al asistir
a un nuevo nacimiento en tu jardín.
No pierdas una ventana
no entregues tus mañanas
de aguaceros y juegos
ni desentierres tesoros, viejos.
No ocultes lo que ayer se te ofreció
no escondas ni la pena ni el dolór
no dejes que una nube diga adios,
no saltes en pedazos,
no ocultes tu diamante,
no entregues tu perfecto amanecer
ni tus estrellas, ni tu arena,
ni tu mar
ni tu incansable caminar,
vete de nuevo hasta el arroyo
donde esta tu mejor canto.
Y ve, calmale la sed
a tus enormes prados
no permitas que se pierda tu cosecha
hoy que hasta la lluvia fiel
no te ha escuchado
y busca tu raiz
Y dale la caricia a la que siempre espera
la única manera de hacerla que vuelva
a ofrecerte frutos hasta en el invierno
y no olvides que una vez,tu fuiste sol
Y ve, desata esos diques de corrientes presas
dejate llevar y vuelve a ser jinete
baja hasta tus valles de palomas sueltas
que este es tu pais
Donde estan tus riendas
donde esta tu espuma
donde abandonaste tu camino entonces
donde naufragaste haz crecer mil rosas,
y no olvides que una vez tu fuiste sol.
Marinali- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
[quote="sandokan"]Camaradas:Que me manden un angel:
Sandokan tu ángel. Te mando uno, espero sea de tu agrado.
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Sandokan tu ángel. Te mando uno, espero sea de tu agrado.
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kolibry- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Kolibry:Gracias por la angelita,espero que te guste el estilo irlandés:
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sandokan- Usuario destacado
"Todo lo que recuerdo es el Amor"
Todo lo que recuerdo
Cuando mi padre hablaba conmigo, siempre iniciaba la conversación preguntándome: «¿Ya te he dicho hoy cuánto te quiero?». Su expresión de amor encontraba respuesta y, en sus últimos años, cuando su vitalidad empezó a disminuir visiblemente, nuestra intimidad se hizo aún mayor... si tal cosa era posible.
A los ochenta y dos años estaba preparado para morir, y yo estaba dispuesto a dejarlo ir, para que su sufrimiento terminara. Nos reíamos y llorábamos, nos tomábamos de las manos y nos confesábamos el uno al otro nuestro amor, y ambos coincidíamos en que era el momento de partir.
—Papá, quiero que después de haberte ido me envíes una señal de que estás bien —le decía yo, y él se reía ante el absurdo de aquellas palabras; papá no creía en la reencarnación. Tampoco yo estaba seguro de que esa posibilidad existiera, pero había tenido muchas experiencias que me convencieron de que podía esperar alguna señal «desde el otro lado».
Entre mi padre y yo había una relación tan profunda que, en el momentoen que murió, yo sentí en mi pecho su ataque cardíaco. Y me dolió profundamente que el hospital, en su estéril sabiduría, no me hubiera permitido sostenerle la mano mientras se iba.
Día tras día rezaba pidiendo saber algo de él, pero nada sucedía. Noche tras noche pedía soñar con él antes de quedarme dormido. Y, sin embargo, pasaron cuatro largos meses sin que yo sintiera nada más que la pena por haberlo perdido. Cinco años antes, mi madre había muerto del mal de Alzheimer y, aunque yo tenía hijas ya mayores, me sentía como un niño perdido.
Un día, mientras estaba tendido en una camilla de masaje, en una habitación oscura y tranquila, esperando mi turno, me invadió una oleada de nostalgia por mi padre. Empecé a preguntarme si habría sido demasiada exigencia pedirle una señal. Advertí que me encontraba en un estado de
extremada lucidez. Tuve una experiencia excepcionalmente clara, en la cual hubiera sido capaz de sumar mentalmente largas columnas de cifras.
Quise asegurarme de estar despierto y no dormido, y comprobé que estaba tan lejos como es posible de cualquier cosa que tuviera que ver con el sueño.
Cada pensamiento que tenía era como una gota de agua que perturbara un estanque inmóvil, y la paz de cada momento transcurrido me maravillaba.
Entonces pensé: «He estado intentando controlar los mensajes que vienen desde el otro lado, pero ahora dejaré de hacerlo».
De pronto se me apareció el rostro de mi madre; su rostro, tal como había sido antes de que la enfermedad de Alzheimer la despojara de su mente, de su condición humana y de más de veinte kilos. El magnífico cabello plateado enmarcaba su dulce rostro. Era tan real y estaba tan próxima, que tuve la sensación de que si extendía la mano podría tocarla. Tenía el mismo aspecto que doce años atrás, antes de que se iniciara su decadencia. Hasta podía sentir la fragancia de Joy, su perfume favorito. Parecía que estuviera esperando y no hablaba. Me pregunté cómo podía ser que yo estuviera pensando en mi padre y ella apareciera ante mí; me sentí un poco culpable de no haber pedido también su presencia.
—Oh, madre, lamento tanto que hayas tenido que sufrir con aquella terrible enfermedad —expresé.
Ella inclinó ligeramente la cabeza, como para reconocer lo que yo había dicho sobre su sufrimiento. Después sonrió, con una hermosa sonrisa, y dijo muy claramente:
—Lo único que yo recuerdo es el amor.
Y desapareció.
Empecé a estremecerme, parecía que la habitación se hubiera enfriado súbitamente, y en los huesos supe que el amor que damos y que recibimos es lo único que importa y lo único que se recuerda. El sufrimiento desaparece; el amor perdura.
Sus palabras son lo más importante que jamás he oído y aquel momento ha quedado grabado para siempre en mi corazón.
Todavía no he visto ni he oído a mi padre, pero no me cabe duda de que cualquier día, cuando menos lo espere, se me aparecerá para preguntarme:
—¿Ya te he dicho hoy cuánto te quiero?
Extracto del libro de Jack Canfield & Mark Victor Hansen Sopa de pollo para el alma.
Cuando mi padre hablaba conmigo, siempre iniciaba la conversación preguntándome: «¿Ya te he dicho hoy cuánto te quiero?». Su expresión de amor encontraba respuesta y, en sus últimos años, cuando su vitalidad empezó a disminuir visiblemente, nuestra intimidad se hizo aún mayor... si tal cosa era posible.
A los ochenta y dos años estaba preparado para morir, y yo estaba dispuesto a dejarlo ir, para que su sufrimiento terminara. Nos reíamos y llorábamos, nos tomábamos de las manos y nos confesábamos el uno al otro nuestro amor, y ambos coincidíamos en que era el momento de partir.
—Papá, quiero que después de haberte ido me envíes una señal de que estás bien —le decía yo, y él se reía ante el absurdo de aquellas palabras; papá no creía en la reencarnación. Tampoco yo estaba seguro de que esa posibilidad existiera, pero había tenido muchas experiencias que me convencieron de que podía esperar alguna señal «desde el otro lado».
Entre mi padre y yo había una relación tan profunda que, en el momentoen que murió, yo sentí en mi pecho su ataque cardíaco. Y me dolió profundamente que el hospital, en su estéril sabiduría, no me hubiera permitido sostenerle la mano mientras se iba.
Día tras día rezaba pidiendo saber algo de él, pero nada sucedía. Noche tras noche pedía soñar con él antes de quedarme dormido. Y, sin embargo, pasaron cuatro largos meses sin que yo sintiera nada más que la pena por haberlo perdido. Cinco años antes, mi madre había muerto del mal de Alzheimer y, aunque yo tenía hijas ya mayores, me sentía como un niño perdido.
Un día, mientras estaba tendido en una camilla de masaje, en una habitación oscura y tranquila, esperando mi turno, me invadió una oleada de nostalgia por mi padre. Empecé a preguntarme si habría sido demasiada exigencia pedirle una señal. Advertí que me encontraba en un estado de
extremada lucidez. Tuve una experiencia excepcionalmente clara, en la cual hubiera sido capaz de sumar mentalmente largas columnas de cifras.
Quise asegurarme de estar despierto y no dormido, y comprobé que estaba tan lejos como es posible de cualquier cosa que tuviera que ver con el sueño.
Cada pensamiento que tenía era como una gota de agua que perturbara un estanque inmóvil, y la paz de cada momento transcurrido me maravillaba.
Entonces pensé: «He estado intentando controlar los mensajes que vienen desde el otro lado, pero ahora dejaré de hacerlo».
De pronto se me apareció el rostro de mi madre; su rostro, tal como había sido antes de que la enfermedad de Alzheimer la despojara de su mente, de su condición humana y de más de veinte kilos. El magnífico cabello plateado enmarcaba su dulce rostro. Era tan real y estaba tan próxima, que tuve la sensación de que si extendía la mano podría tocarla. Tenía el mismo aspecto que doce años atrás, antes de que se iniciara su decadencia. Hasta podía sentir la fragancia de Joy, su perfume favorito. Parecía que estuviera esperando y no hablaba. Me pregunté cómo podía ser que yo estuviera pensando en mi padre y ella apareciera ante mí; me sentí un poco culpable de no haber pedido también su presencia.
—Oh, madre, lamento tanto que hayas tenido que sufrir con aquella terrible enfermedad —expresé.
Ella inclinó ligeramente la cabeza, como para reconocer lo que yo había dicho sobre su sufrimiento. Después sonrió, con una hermosa sonrisa, y dijo muy claramente:
—Lo único que yo recuerdo es el amor.
Y desapareció.
Empecé a estremecerme, parecía que la habitación se hubiera enfriado súbitamente, y en los huesos supe que el amor que damos y que recibimos es lo único que importa y lo único que se recuerda. El sufrimiento desaparece; el amor perdura.
Sus palabras son lo más importante que jamás he oído y aquel momento ha quedado grabado para siempre en mi corazón.
Todavía no he visto ni he oído a mi padre, pero no me cabe duda de que cualquier día, cuando menos lo espere, se me aparecerá para preguntarme:
—¿Ya te he dicho hoy cuánto te quiero?
Extracto del libro de Jack Canfield & Mark Victor Hansen Sopa de pollo para el alma.
Natha- Buen usuario
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Natha escribió:Todo lo que recuerdo
Cuando mi padre hablaba conmigo, siempre iniciaba la conversación preguntándome: «¿Ya te he dicho hoy cuánto te quiero?». Su expresión de amor encontraba respuesta y, en sus últimos años, cuando su vitalidad empezó a disminuir visiblemente, nuestra intimidad se hizo aún mayor... si tal cosa era posible.
A los ochenta y dos años estaba preparado para morir, y yo estaba dispuesto a dejarlo ir, para que su sufrimiento terminara. Nos reíamos y llorábamos, nos tomábamos de las manos y nos confesábamos el uno al otro nuestro amor, y ambos coincidíamos en que era el momento de partir.
—Papá, quiero que después de haberte ido me envíes una señal de que estás bien —le decía yo, y él se reía ante el absurdo de aquellas palabras; papá no creía en la reencarnación. Tampoco yo estaba seguro de que esa posibilidad existiera, pero había tenido muchas experiencias que me convencieron de que podía esperar alguna señal «desde el otro lado».
Entre mi padre y yo había una relación tan profunda que, en el momentoen que murió, yo sentí en mi pecho su ataque cardíaco. Y me dolió profundamente que el hospital, en su estéril sabiduría, no me hubiera permitido sostenerle la mano mientras se iba.
Día tras día rezaba pidiendo saber algo de él, pero nada sucedía. Noche tras noche pedía soñar con él antes de quedarme dormido. Y, sin embargo, pasaron cuatro largos meses sin que yo sintiera nada más que la pena por haberlo perdido. Cinco años antes, mi madre había muerto del mal de Alzheimer y, aunque yo tenía hijas ya mayores, me sentía como un niño perdido.
Un día, mientras estaba tendido en una camilla de masaje, en una habitación oscura y tranquila, esperando mi turno, me invadió una oleada de nostalgia por mi padre. Empecé a preguntarme si habría sido demasiada exigencia pedirle una señal. Advertí que me encontraba en un estado de
extremada lucidez. Tuve una experiencia excepcionalmente clara, en la cual hubiera sido capaz de sumar mentalmente largas columnas de cifras.
Quise asegurarme de estar despierto y no dormido, y comprobé que estaba tan lejos como es posible de cualquier cosa que tuviera que ver con el sueño.
Cada pensamiento que tenía era como una gota de agua que perturbara un estanque inmóvil, y la paz de cada momento transcurrido me maravillaba.
Entonces pensé: «He estado intentando controlar los mensajes que vienen desde el otro lado, pero ahora dejaré de hacerlo».
De pronto se me apareció el rostro de mi madre; su rostro, tal como había sido antes de que la enfermedad de Alzheimer la despojara de su mente, de su condición humana y de más de veinte kilos. El magnífico cabello plateado enmarcaba su dulce rostro. Era tan real y estaba tan próxima, que tuve la sensación de que si extendía la mano podría tocarla. Tenía el mismo aspecto que doce años atrás, antes de que se iniciara su decadencia. Hasta podía sentir la fragancia de Joy, su perfume favorito. Parecía que estuviera esperando y no hablaba. Me pregunté cómo podía ser que yo estuviera pensando en mi padre y ella apareciera ante mí; me sentí un poco culpable de no haber pedido también su presencia.
—Oh, madre, lamento tanto que hayas tenido que sufrir con aquella terrible enfermedad —expresé.
Ella inclinó ligeramente la cabeza, como para reconocer lo que yo había dicho sobre su sufrimiento. Después sonrió, con una hermosa sonrisa, y dijo muy claramente:
—Lo único que yo recuerdo es el amor.
Y desapareció.
Empecé a estremecerme, parecía que la habitación se hubiera enfriado súbitamente, y en los huesos supe que el amor que damos y que recibimos es lo único que importa y lo único que se recuerda. El sufrimiento desaparece; el amor perdura.
Sus palabras son lo más importante que jamás he oído y aquel momento ha quedado grabado para siempre en mi corazón.
Todavía no he visto ni he oído a mi padre, pero no me cabe duda de que cualquier día, cuando menos lo espere, se me aparecerá para preguntarme:
—¿Ya te he dicho hoy cuánto te quiero?
Extracto del libro de Jack Canfield & Mark Victor Hansen Sopa de pollo para el alma.
Gracias Natha. Sabes, hace dos meses que de repente sin que pudiera darme cuenta que seria la ultima vez, tuve que despedirme de mi madre. Por eso las palabras que compartis con todos nosotros son para mi muy emotivas. Sacadas ademas de un libro que tengo en mi biblioteca. Me lo regalo mi mamá.
Te mando un abrazo
Marinali- Usuario habitual
Re: Área de Supervivencia para el Alma
Gracias a ti Marinali, espero que te haya reconfortado recordar este trocito...
Un abrazo.
Un abrazo.
Natha- Buen usuario
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