¿Qué le sucede a nuestro Sol?

Algo le ocurre a nuestro planeta. El calentamiento de su clima es ya indiscutible y quizá por ello parece que, poco a poco, vamos despertando a esta realidad y comenzando a tomar medidas para frenarlo. Las medidas son, por el momento, claramente insuficientes, y por esta razón algunas voces mantienen que, como es norma general en los asuntos humanos, hasta que no suceda una catástrofe que acabe por despertarnos por completo, como por ejemplo que se derrita la capa de hielo sobre Groenlandia y cause una drástica subida de varios metros del nivel de los océanos, no haremos lo necesario para enmendar los errores.
No obstante, estudios recientes sugieren que mientras vamos aceptando la ruda realidad del planeta y nos convencemos de que debemos tomar medidas drásticas contra su calentamiento, nuestra querida estrella más próxima, el Sol, el astro que nos da la vida y la práctica totalidad de la energía que consume la humanidad, nos está echando una mano para impedir que las temperaturas se disparen aún más. Y es que el Sol se encuentra en estos momentos en un extraño mínimo de su actividad; más calmado que lo que ha estado en más de un siglo.

Ciclos solares. Es bien conocido que la actividad solar varía periódicamente en ciclos de 11 años. El periodo más activo de estos ciclos coincide con un máximo en el número de las manchas solares que pueden observarse en su superficie. Las manchas solares se producen debido a intensas fluctuaciones magnéticas en regiones de la superficie solar que impiden que el calor generado en su interior sea evacuado normalmente en esas zonas. Como consecuencia, al recibir menos calor desde el interior del Sol, esa parte de su superficie se encuentra más fría que la que le rodea, lo que se manifiesta como una «mancha» oscura en comparación a las zonas más calientes y, por tanto, más luminosas, que la rodean. Estas manchas, no obstante su menor temperatura, están asociadas a fenómenos solares intensos, como protuberancias solares y una intensa radiación ultravioleta.
El anterior mínimo solar ocurrió en 1996. Esto quiere decir que a finales de 2007 se debería haber producido otro mínimo en la actividad solar, como en efecto así pareció, y que a partir de 2008 la actividad solar debería haberse incrementado poco a poco de nuevo. Sin embargo, esto no está sucediendo. 2008 fue un año solar todavía más tranquilo que 2007, y 2009 está siendo más tranquilo que 2008.
La tranquilidad actual del Sol se revela también en otros aspectos de su comportamiento, además del de la cantidad de manchas en su superficie. Por ejemplo, la luminosidad solar en el espectro de luz visible es hoy un 0,02% menor, y en el espectro del ultravioleta extremo, un 6% menor, que su luminosidad en 1996. El Sol se ha oscurecido, aunque solo sea un poco. Por si esto no bastara, la velocidad del llamado viento solar, formado por partículas cargadas despedidas desde su superficie, ha disminuido un 3%; su temperatura, un 13%; y su densidad, un 20%. Es como si el Sol no estuviera generando la misma cantidad de energía a la que nos tenía acostumbrados.

Pequeña Edad de Hielo. Pero no es la primera vez que el Sol atraviesa un periodo de tranquilidad. De 1645 a 1715 el Sol atravesó un periodo de calma excepcionalmente largo, en el que los ciclos normales de once años parecieron detenerse. Como sucede hoy, las manchas solares prácticamente desaparecieron de su superficie. Estos 70 años de calma solar se conocen como el «mínimo de Maunder», en honor al astrónomo que lo estudió primero.
Este periodo de calma no es el único del que tenemos noticia. Anteriormente, desde el año 1000, se han producido tres periodos de baja actividad, seguidos por otros tres periodos de actividad más intensa, aunque nunca muy alta. Sin embargo, antes de la anomalía actual, nos encontrábamos en un periodo de ciclos muy intensos, con alto número de manchas solares. Este periodo ha durado más de doscientos años tras el mínimo de Maunder. Al menos hasta ahora.
Lo interesante es que el mínimo de Maunder y los otros dos mínimos anteriores a él se ubican en el periodo de la llamada «Pequeña Edad de Hielo», que afectó a Europa (y resultó dramática para la historia de algunos países, como Dinamarca), desde, al menos, 1315 a 1850. Aunque otras causas, incluidas erupciones volcánicas, pueden haber contribuido a la generación de esta Pequeña Edad de Hielo, es posible que el periodo de baja intensidad solar durante esos años fuera un factor determinante.
¿Nos encontramos pues al inicio de un nuevo periodo extenso de calma solar? A pesar de que el Sol parezca estar oscureciéndose en un pequeño porcentaje, es muy pronto para decirlo. Afortunadamente, contamos hoy con medios tecnológicos muy superiores a los de la Pequeña Edad de Hielo. Uno de esos medios lo constituyen los satélites de observación. Puesto que lo que suceda al Sol repercutirá con seguridad sobre el clima de la Tierra, la NASA va a lanzar en breve el satélite EVE. Su misión: observar las emisiones solares con una sensibilidad y precisión nunca antes superada. Los datos que este satélite recoja serán, sin duda, muy importantes para determinar si el Sol ha modificado su comportamiento y si ésta modificación puede ayudar a compensar de alguna forma al calentamiento global causado por la acción humana, o, por el contrario, a exacerbarlo, si el Sol recobra pronto su habitual intensidad.

Muchas gracias.

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