Deslaves en México: lo peor estaría por venir
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Deslaves en México: lo peor estaría por venir
Las escenas de calles alfombradas por el fango,
personas secando su ropa en los tejados y cubos de agua sucia
a las puertas de las casas no son exclusivas de Oaxaca.
Este miércoles se produjo un deslave en Amatán, Chiapas,
donde hasta 16 personas murieron, según el gobierno mexicano.
Pero la atención de la prensa internacional sobre los supuestos centenares de víctimas que nunca se dieron en Oaxaca opaca un problema más profundo que tiene México con la saturación de la tierra, el nivel de los ríos, la capacidad de los embalses y la falta de infraestructura para lidiar con las tormentas, que podrían resultar en una verdadera tragedia humana.
Medios como la BBC, CNN o "The New York Times" abrían el martes sus páginas con la noticia de los "cientos de muertos" en un deslave al sur del país que nunca aparecieron. Mientras, la radio y los diarios locales de Oaxaca hablaban más bien de las dimensiones históricas que empezaban a alcanzar los ríos de ese lado del sureño estado.
Alguna vez el río había llegado 10 o 15 centímetros, pero nunca a un metro y medio
Nancy Baeza, daminficada de Oaxaca
Para las cerca de 500.000 personas que habitan las colonias ribereñas del Salado o el Atoyac, las carreteras cortadas, los puentes cedidos o el agua a la altura de su televisor marcaron su particular agenda noticiosa, lejos de la sierra.
Fidel García López es uno de los oaxaqueños que mira de reojo al agua. Dice que nunca había visto así el río Salado. "No es normal que crezca tanto tan rápido, ya mero se va a salir", asegura desde uno de los puentes amenazados por la fuerza del río y el único paso abierto al aeropuerto de Oaxaca.
Presas a su máxima capacidad
Las más recientes inundaciones se dieron en el estado de Chiapas.
De ese aeródromo salían este miércoles de vuelta a casa dos equipos de rescate de "topos" que habían llegado para trabajar en el deslave en Santa María Tlahuitoltepec la noche anterior. La misma en la que la casa de Nancy Baeza se inundó.
Su vivienda fue una de las decenas afectadas por la crecida del Salado en Santa Lucía del Camino, un municipio de la capital de Oaxaca declarado desde el pasado lunes como zona de emergencia por la Secretaría de Gobernación.
"Alguna vez el río había llegado 10 o 15 centímetros, pero nunca a un metro y medio. Afortunadamente nosotros pudimos salir, pero todas nuestras cosas están perdidas: refrigerador, estufa, colchones…", asegura Nancy, que subió al tejado todo lo que tuvo tiempo de rescatar.
Mientras esto ocurre, en estados como Veracruz o Tabasco -que en 2007 cedió el 70% de su territorio al agua- aún se padecen los estragos del paso del huracán Karl y la tormenta Matthew, que pusieron la guinda a la temporada de lluvias más intensa de los últimos 70 años, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
En estos territorios, las autoridades advierten también que los elevadísimos niveles de precipitación podrían obligar a abrir las presas, que en algunos casos se encuentran en su máxima capacidad.
¿Por qué tantos desastres?
En 2007, en Tabasco sucedieron inundaciones catastróficas
De acuerdo al director general de la Conagua, José Luis Tamargo, "como consecuencia del calentamiento global se presentan fenómenos cada vez más extremos, como la escasez de agua y las lluvias atípicas y extraordinarias".
Parte de la explicación para el elevado número de reportes de inundaciones o deslaves vendría además de la existencia de "asentamientos irregulares" en los cauces de los ríos, así como poblaciones instaladas en zonas naturalmente inundables, según Tamargo.
En este mismo sentido, según la secretaría de Medio Ambiente de México, un ordenamiento eficaz del territorio por parte de los municipios serviría "para evitar catástrofes como las presentadas recientemente en Veracruz y Oaxaca".
Más presupuesto
Se requiere de más dinero para una mejor respuesta a los desastres.
En cualquier caso, el desafío de México frente a las lluvias no es sólo una cuestión de prevención, sino también de respuesta… y de dinero.
Más de 300 municipios han sido declarados como zona de emergencia en lo que va de año a petición de los estados, algo que en la práctica se traduce en "recursos para atender las necesidades alimenticias, de abrigo y de salud de la población afectada", según la Secretaría de Gobernación, encargada de dichas declaraciones.
Del llamado Fondo de Desastres Naturales de 2010 salieron ya 3.179 millones de pesos (algo más de US$253 millones), para paliar el paso de tormentas en once estados, según la Conagua.
Según esta comisión, dichas sumas estarán condenadas a elevarse en un futuro si el ritmo de lluvias de las últimas semanas se mantiene. Y si las localidades como Santa Lucía del Camino se acostumbran a sucumbir ante los ríos.
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personas secando su ropa en los tejados y cubos de agua sucia
a las puertas de las casas no son exclusivas de Oaxaca.
Este miércoles se produjo un deslave en Amatán, Chiapas,
donde hasta 16 personas murieron, según el gobierno mexicano.
Pero la atención de la prensa internacional sobre los supuestos centenares de víctimas que nunca se dieron en Oaxaca opaca un problema más profundo que tiene México con la saturación de la tierra, el nivel de los ríos, la capacidad de los embalses y la falta de infraestructura para lidiar con las tormentas, que podrían resultar en una verdadera tragedia humana.
Medios como la BBC, CNN o "The New York Times" abrían el martes sus páginas con la noticia de los "cientos de muertos" en un deslave al sur del país que nunca aparecieron. Mientras, la radio y los diarios locales de Oaxaca hablaban más bien de las dimensiones históricas que empezaban a alcanzar los ríos de ese lado del sureño estado.
Alguna vez el río había llegado 10 o 15 centímetros, pero nunca a un metro y medio
Nancy Baeza, daminficada de Oaxaca
Para las cerca de 500.000 personas que habitan las colonias ribereñas del Salado o el Atoyac, las carreteras cortadas, los puentes cedidos o el agua a la altura de su televisor marcaron su particular agenda noticiosa, lejos de la sierra.
Fidel García López es uno de los oaxaqueños que mira de reojo al agua. Dice que nunca había visto así el río Salado. "No es normal que crezca tanto tan rápido, ya mero se va a salir", asegura desde uno de los puentes amenazados por la fuerza del río y el único paso abierto al aeropuerto de Oaxaca.
Presas a su máxima capacidad
Las más recientes inundaciones se dieron en el estado de Chiapas.
De ese aeródromo salían este miércoles de vuelta a casa dos equipos de rescate de "topos" que habían llegado para trabajar en el deslave en Santa María Tlahuitoltepec la noche anterior. La misma en la que la casa de Nancy Baeza se inundó.
Su vivienda fue una de las decenas afectadas por la crecida del Salado en Santa Lucía del Camino, un municipio de la capital de Oaxaca declarado desde el pasado lunes como zona de emergencia por la Secretaría de Gobernación.
"Alguna vez el río había llegado 10 o 15 centímetros, pero nunca a un metro y medio. Afortunadamente nosotros pudimos salir, pero todas nuestras cosas están perdidas: refrigerador, estufa, colchones…", asegura Nancy, que subió al tejado todo lo que tuvo tiempo de rescatar.
Mientras esto ocurre, en estados como Veracruz o Tabasco -que en 2007 cedió el 70% de su territorio al agua- aún se padecen los estragos del paso del huracán Karl y la tormenta Matthew, que pusieron la guinda a la temporada de lluvias más intensa de los últimos 70 años, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
En estos territorios, las autoridades advierten también que los elevadísimos niveles de precipitación podrían obligar a abrir las presas, que en algunos casos se encuentran en su máxima capacidad.
¿Por qué tantos desastres?
En 2007, en Tabasco sucedieron inundaciones catastróficas
De acuerdo al director general de la Conagua, José Luis Tamargo, "como consecuencia del calentamiento global se presentan fenómenos cada vez más extremos, como la escasez de agua y las lluvias atípicas y extraordinarias".
Parte de la explicación para el elevado número de reportes de inundaciones o deslaves vendría además de la existencia de "asentamientos irregulares" en los cauces de los ríos, así como poblaciones instaladas en zonas naturalmente inundables, según Tamargo.
En este mismo sentido, según la secretaría de Medio Ambiente de México, un ordenamiento eficaz del territorio por parte de los municipios serviría "para evitar catástrofes como las presentadas recientemente en Veracruz y Oaxaca".
Más presupuesto
Se requiere de más dinero para una mejor respuesta a los desastres.
En cualquier caso, el desafío de México frente a las lluvias no es sólo una cuestión de prevención, sino también de respuesta… y de dinero.
Más de 300 municipios han sido declarados como zona de emergencia en lo que va de año a petición de los estados, algo que en la práctica se traduce en "recursos para atender las necesidades alimenticias, de abrigo y de salud de la población afectada", según la Secretaría de Gobernación, encargada de dichas declaraciones.
Del llamado Fondo de Desastres Naturales de 2010 salieron ya 3.179 millones de pesos (algo más de US$253 millones), para paliar el paso de tormentas en once estados, según la Conagua.
Según esta comisión, dichas sumas estarán condenadas a elevarse en un futuro si el ritmo de lluvias de las últimas semanas se mantiene. Y si las localidades como Santa Lucía del Camino se acostumbran a sucumbir ante los ríos.
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Invitado- Invitado
Re: Deslaves en México: lo peor estaría por venir
Gracias por la info.. Pobre gente pffDaniloes escribió:Las escenas de calles alfombradas por el fango,
personas secando su ropa en los tejados y cubos de agua sucia
a las puertas de las casas no son exclusivas de Oaxaca.
Este miércoles se produjo un deslave en Amatán, Chiapas,
donde hasta 16 personas murieron, según el gobierno mexicano.
Pero la atención de la prensa internacional sobre los supuestos centenares de víctimas que nunca se dieron en Oaxaca opaca un problema más profundo que tiene México con la saturación de la tierra, el nivel de los ríos, la capacidad de los embalses y la falta de infraestructura para lidiar con las tormentas, que podrían resultar en una verdadera tragedia humana.
Medios como la BBC, CNN o "The New York Times" abrían el martes sus páginas con la noticia de los "cientos de muertos" en un deslave al sur del país que nunca aparecieron. Mientras, la radio y los diarios locales de Oaxaca hablaban más bien de las dimensiones históricas que empezaban a alcanzar los ríos de ese lado del sureño estado.
Alguna vez el río había llegado 10 o 15 centímetros, pero nunca a un metro y medio
Nancy Baeza, daminficada de Oaxaca
Para las cerca de 500.000 personas que habitan las colonias ribereñas del Salado o el Atoyac, las carreteras cortadas, los puentes cedidos o el agua a la altura de su televisor marcaron su particular agenda noticiosa, lejos de la sierra.
Fidel García López es uno de los oaxaqueños que mira de reojo al agua. Dice que nunca había visto así el río Salado. "No es normal que crezca tanto tan rápido, ya mero se va a salir", asegura desde uno de los puentes amenazados por la fuerza del río y el único paso abierto al aeropuerto de Oaxaca.
Presas a su máxima capacidad
Las más recientes inundaciones se dieron en el estado de Chiapas.
De ese aeródromo salían este miércoles de vuelta a casa dos equipos de rescate de "topos" que habían llegado para trabajar en el deslave en Santa María Tlahuitoltepec la noche anterior. La misma en la que la casa de Nancy Baeza se inundó.
Su vivienda fue una de las decenas afectadas por la crecida del Salado en Santa Lucía del Camino, un municipio de la capital de Oaxaca declarado desde el pasado lunes como zona de emergencia por la Secretaría de Gobernación.
"Alguna vez el río había llegado 10 o 15 centímetros, pero nunca a un metro y medio. Afortunadamente nosotros pudimos salir, pero todas nuestras cosas están perdidas: refrigerador, estufa, colchones…", asegura Nancy, que subió al tejado todo lo que tuvo tiempo de rescatar.
Mientras esto ocurre, en estados como Veracruz o Tabasco -que en 2007 cedió el 70% de su territorio al agua- aún se padecen los estragos del paso del huracán Karl y la tormenta Matthew, que pusieron la guinda a la temporada de lluvias más intensa de los últimos 70 años, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
En estos territorios, las autoridades advierten también que los elevadísimos niveles de precipitación podrían obligar a abrir las presas, que en algunos casos se encuentran en su máxima capacidad.
¿Por qué tantos desastres?
En 2007, en Tabasco sucedieron inundaciones catastróficas
De acuerdo al director general de la Conagua, José Luis Tamargo, "como consecuencia del calentamiento global se presentan fenómenos cada vez más extremos, como la escasez de agua y las lluvias atípicas y extraordinarias".
Parte de la explicación para el elevado número de reportes de inundaciones o deslaves vendría además de la existencia de "asentamientos irregulares" en los cauces de los ríos, así como poblaciones instaladas en zonas naturalmente inundables, según Tamargo.
En este mismo sentido, según la secretaría de Medio Ambiente de México, un ordenamiento eficaz del territorio por parte de los municipios serviría "para evitar catástrofes como las presentadas recientemente en Veracruz y Oaxaca".
Más presupuesto
Se requiere de más dinero para una mejor respuesta a los desastres.
En cualquier caso, el desafío de México frente a las lluvias no es sólo una cuestión de prevención, sino también de respuesta… y de dinero.
Más de 300 municipios han sido declarados como zona de emergencia en lo que va de año a petición de los estados, algo que en la práctica se traduce en "recursos para atender las necesidades alimenticias, de abrigo y de salud de la población afectada", según la Secretaría de Gobernación, encargada de dichas declaraciones.
Del llamado Fondo de Desastres Naturales de 2010 salieron ya 3.179 millones de pesos (algo más de US$253 millones), para paliar el paso de tormentas en once estados, según la Conagua.
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