Lluvia de negra y de sangre
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Nathalia
vqam
6 participantes
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Lluvia de negra y de sangre
Hola a todos, les cuento que encontre esto por mis alumnos que me contaron, quizas ya lo sabes pero por si no aqui esta el link
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Se trata de un fenómeno metereológico y a la vez medio profético, esto sucedió hace ya algunos meses pero me llamó mucho la atención y quería compartirlo. Además que ha pasado en distintos países. si alguien sabe algo sobre esto agradecería su aporte.
Saludos
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Se trata de un fenómeno metereológico y a la vez medio profético, esto sucedió hace ya algunos meses pero me llamó mucho la atención y quería compartirlo. Además que ha pasado en distintos países. si alguien sabe algo sobre esto agradecería su aporte.
Saludos
vqam- PIRULAS NIBIRUS
Re: Lluvia de negra y de sangre
Hola Vqam, he visto el video que has colgado... esta impactante el fenómeno, no he visto nada parecido al menos en Chile...
Saludos
Nathalia- Buen usuario
Re: Lluvia de negra y de sangre
es posible que sea tierra del desierto no?vqam escribió:Hola a todos, les cuento que encontre esto por mis alumnos que me contaron, quizas ya lo sabes pero por si no aqui esta el link
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Se trata de un fenómeno metereológico y a la vez medio profético, esto sucedió hace ya algunos meses pero me llamó mucho la atención y quería compartirlo. Además que ha pasado en distintos países. si alguien sabe algo sobre esto agradecería su aporte.
Saludos
Mundoalerta- Admin
LLUVIAS INSÓLITAS
Estimados colegas ante todo un cordial saludo, estuve investigando por lo que a continuacion les suministro la siguiente informacion complementaria a dicho fenomeno:
LLUVIAS INSÓLITAS
Estas misteriosas lluvias se contabilizan en lugares de todo el planeta, y España no es una excepción. Batracios, roedores, patos y cangrejos son sólo algunos de los animales que caen del cielo durante este tipo de aguaceros. Pero los testigos también hacen referencia a piedras, frutas y verduras e incluso sangre. ¿Cuántos de estos casos se han producido en nuestro país? Y, sobre todo, ¿qué provoca este fenómeno? La ciencia no es capaz de ofrecer una respuesta convincente.
Las lluvias insólitas están presentes en las crónicas desde que existe la escritura y son uno de los fenómenos meteorológicos más sorprendentes y extraordinarios. Se pueden definir como chaparrones –por lo general, acompañados de agua común– de animales u otros elementos que no deberían caer del cielo. Pero, por muy atípicas que nos parezcan, se producen sistemáticamente en casi todos los países del mundo y en diferentes épocas desde la antigüedad. Dentro de la enorme variedad de precipitaciones misteriosas que existen destacan las lluvias orgánicas, entre las cuales son más comunes aquéllas en las que descienden del cielo animales, casi siempre vivos: peces, ranas, gusanos, lagartijas, serpientes, cangrejos, arañas, sapos, caracoles, mejillones, hormigas, escarabajos, gusanos, ratones y pájaros, entre otros. También son relativamente frecuentes los chubascos de materiales orgánicos como carne, sangre, residuos parecidos a la tela de araña, una materia fibrosa denominada cabello de ángel o, incluso, vegetales como judías, guisantes, frutas y algodón. Igual de sorprendentes resultan los aguaceros de objetos inorgánicos, entre los que se cuentan curiosas piezas metálicas, piedras, arena, lodo espeso, hielo de enorme tamaño y peso, así como enigmáticas cruces de madera pulida. Además, el agua de estas lloviznas aparece en ocasiones teñida de colores, a menudo rojo, negro o amarillo.
Este asombroso fenómeno suele manifestarse en épocas de grandes lluvias o en mitad de una fuerte tormenta, debido a lo cual los animales que caen del cielo lo hacen de forma tan violenta que mueren destrozados. Pero no siempre es así, sobre todo en el caso de los peces y de las ranas, que suelen sobrevivir al impacto. Esto nos hace sospechar que entre el momento del “despegue” y del “aterrizaje” transcurre muy poco tiempo. De otro modo, los peces morirían por la falta de oxígeno. Asimismo es importante resaltar que en numerosas ocasiones los animales, en su mayoría ranas, descienden congelados desde el cielo. Aparecen en el interior de enormes fragmentos de hielo, lo que indica que quizá proceden de alturas tan elevadas que se ven expuestos a temperaturas muy inferiores a cero grados. El impacto de estos pedazos de hielo provoca a veces incómodos accidentes, como la muerte de alguna cabeza de ganado, el destrozo de viviendas o abolladuras en algún vehículo. En definitiva, este tipo de fenómenos meteorológicos se presta a diversas hipótesis y no es extraño que aparezca acompañado de inquietantes leyendas. Mientras que en el pasado los habitantes de las poblaciones afectadas lo consideraban un castigo divino, en la actualidad los especialistas abogan por hipótesis más lógicas y racionales... aunque, para ser sinceros, todavía no existe una explicación convincente para todas sus variantes.
EFEMÉRIDES ESPAÑOLAS
España no fue ajeno a las lluvias insólitas. Es difícil localizar una región en la que no existan testimonios relacionados con extraños elementos caídos del cielo aunque muchos de ellos sólo perviven en la memoria de los más ancianos. Muchos de estos aguaceros originaron mitos y leyendas difícilmente contrastables, sobre todo cuanto más nos remontamos al pasado. Es el caso de las lluvias de codornices que supuestamente tuvieron lugar en Navarra y Valencia entre 1880 y 1890.
En época más reciente –aunque también es difícil localizar testigos presenciales– encontramos el caso de una lluvia de sapos que se produjo en 1944 en la localidad de San Vicente de Alcántara (Badajoz). Cuentan que una repentina tormenta cubrió el cielo de nubes negras que al instante descargaron agua y granizo por toda la zona. Pero lo curioso vino después del temporal, cuando los lugareños salieron a la calle y encontraron el suelo cubierto de pequeños batracios. A mediados de mayo de 1954 algo similar sucedió en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). El padre Juan Francisco López, director del Instituto Eclesiástico Diocesano Nuestra Señora de los Reyes, explica lo sucedido: “Por aquel entonces yo era alumno de este centro, que hoy dirijo, y recuerdo perfectamente aquella tromba de agua y ranas que cayó sobre el colegio y sobre una zona de cultivo conocida como Monte Algaide. No fui el único, varias decenas de alumnos fuimos testigos de esta singular lluvia”. Poco más de una década después, en 1966, una lluvia de sapillos sembró el desconcierto entre los habitantes de Málaga. Tanto esa tarde como al día siguiente los niños disfrutaron jugando con tan simpáticos animales.
El aguacero que se produjo en 1988 en la localidad de Frías de Albarracín (Teruel) tuvo mucha más repercusión mediática. Pese al tiempo transcurrido, algunos reporteros del Heraldo de Aragón y del Diario de Teruel recuerdan la historia, en la que los batracios fueron de nuevo los protagonistas. Benito Lacasa, alcalde de la localidad, rememora el extraño fenómeno: “Aquella lluvia afectó a todo el pueblo. Recuerdo que no sólo cayeron ranitas pequeñas, casi renacuajos, sino que aquella extraña tromba vino acompañada de granizo y nos hicimos mil preguntas sobre su origen”. Al año siguiente algo asombroso ocurrió en Hinojos (Huelva). El investigador andaluz José Manuel Vela se hizo eco de un caso de lluvia de caracoles y entrevistó a dos familias que habían sido testigos del suceso, aunque por motivos personales prefirieron permanecer en el anonimato. Sucedió una noche en que se disponían a visitar la feria de Sevilla. Viajaban en dos coches y circulaban por una carretera que enlaza con la de Chucena, a 3 km de su pueblo. De pronto, fueron sorprendidos por un aguacero. La visibilidad era mala y tuvieron que detenerse para cenar en un restaurante. Al terminar, hacia las 00.30, y a pesar de que continuaba lloviendo con fuerza, emprendieron el regreso a Hinojos. Nada más montarse en los coches notaron unos golpes contra el cristal delantero que achacaron al granizo. Sin embargo, al observar varios fragmentos de cáscaras de caracoles en el limpiaparabrisas, se detuvieron para saber qué ocurría. Esparcidos por la carretera y el campo, hasta donde les permitía ver la luz de los faros había miles de caracoles de todos los tamaños, algunos vivos y otros reventados por la caída.
A diferencia a los casos anteriores, existen otros bien documentados que hacen referencia a una realidad indiscutible. Quizá el más antiguo es el que descubrió Gabriel Sánchez de la Cuesta, catedrático de la Universidad de Sevilla, en dos obras literarias de mediados del siglo XVIII en las que se narra cómo en dos ocasiones cayó “maná” del cielo en tierras españolas. La primera fue escrita por el doctor Francisco Alonso Esteban y Lecha, miembro de la Real Academia Médica Matritense y médico de las villas abulenses de Fontiveros, San Esteban del Valle y Mombeltrán. Fue impresa en 1752 en Salamanca y narra un fenómeno que se produjo el 24 de agosto de 1751 en Ávila y que se reprodujo casi a diario hasta finales de octubre de ese mismo año. “El rocío cuajado o sustancia melosa apareció muy seco, de suerte que se pudo coger hasta casi todo octubre, en cuyo mes llovió algo y desapareció”, relataba. El botánico Juan Minuart, que había sido enviado desde Madrid para investigar el asunto, defendió la hipótesis de que todo se debía a una “exudación vegetal”. Sin embargo, Alonso Esteban señaló que “de los vegetales no salía sino un licor medio dulce, flexible, muy ajeno de ser maná como el que se cogió en dicho año de 1751”.
La otra obra fue escrita por Juan de San Joseph, un monje jerónimo del monasterio de San Isidoro, ubicado en Santiponce (Sevilla), y fue publicada en su ciudad natal a principios de 1765. Este sabio monje, perito en Física, habla de una extraña polución blanca que se produjo durante la noche del 1 de noviembre de 1764 en la sierra de las Cumbres, ubicada en la frontera entre Extremadura y Andalucía. “Cayó en la villa de Cumbres Mayores una especie de nieve que causó mucha novedad –relató el religioso– porque no se deshizo, como regularmente sucede, sino que, enjugándose, permaneció la tierra blanca y lo mismo los árboles y las piedras, quedándoseles pegada una especie de azúcar, que en contacto con la lengua se percibe dulce.” Lo que más indignó a los escépticos de aquella época fue la enorme extensión de esa extraña lluvia de “maná”. Pero poco después de la publicación del trabajo de Juan de San Joseph nuevos testimonios se sumaron a la causa. El médico de Cumbres Mayores, Joaquín José Gil, comentó que la extraña “nevada” había sido prolífica en muchos lugares de la periferia, “más abundante en la dehesa que llaman De Abajo, pero universal a toda suerte del territorio, no sólo donde había plantas y monte, sino también sobre los yelmos y los campos rasos”.
El mismo fraile publicó poco después otro caso protagonizado por un religioso del lugar. “Persona de la más delicada formalidad y exquisita lección como es fray Manuel de Fontadilla, hallándose el día de la nevada en su pueblo natal, Manzanilla, observó al amanecer una gran niebla, y con ella blanqueaban todos los tejados que alcanzaban a su vista. Salió a un descubierto donde estaba una hacina de leña y la vio toda blanca y llena de la misma nieve. La tocó y cogió, y habiéndolo gustado de un dulce exquisito, repitió el cogerla y gustarla muchas veces”, relató Juan de San Joseph. Al parecer, esta “nieve” de “maná” se manifestó en las cercanas localidades de Cerro de Andévalo, Calañas, Puebla de Guzmán, Alonso y Sanlúcar la Mayor.
Recomiendo vean la fuente donde podran apreciar una efemerides muy completa de estos fenomenos a lo largo de muchos años en diferentes paises.
Fuente:
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LLUVIAS INSÓLITAS
Estas misteriosas lluvias se contabilizan en lugares de todo el planeta, y España no es una excepción. Batracios, roedores, patos y cangrejos son sólo algunos de los animales que caen del cielo durante este tipo de aguaceros. Pero los testigos también hacen referencia a piedras, frutas y verduras e incluso sangre. ¿Cuántos de estos casos se han producido en nuestro país? Y, sobre todo, ¿qué provoca este fenómeno? La ciencia no es capaz de ofrecer una respuesta convincente.
Las lluvias insólitas están presentes en las crónicas desde que existe la escritura y son uno de los fenómenos meteorológicos más sorprendentes y extraordinarios. Se pueden definir como chaparrones –por lo general, acompañados de agua común– de animales u otros elementos que no deberían caer del cielo. Pero, por muy atípicas que nos parezcan, se producen sistemáticamente en casi todos los países del mundo y en diferentes épocas desde la antigüedad. Dentro de la enorme variedad de precipitaciones misteriosas que existen destacan las lluvias orgánicas, entre las cuales son más comunes aquéllas en las que descienden del cielo animales, casi siempre vivos: peces, ranas, gusanos, lagartijas, serpientes, cangrejos, arañas, sapos, caracoles, mejillones, hormigas, escarabajos, gusanos, ratones y pájaros, entre otros. También son relativamente frecuentes los chubascos de materiales orgánicos como carne, sangre, residuos parecidos a la tela de araña, una materia fibrosa denominada cabello de ángel o, incluso, vegetales como judías, guisantes, frutas y algodón. Igual de sorprendentes resultan los aguaceros de objetos inorgánicos, entre los que se cuentan curiosas piezas metálicas, piedras, arena, lodo espeso, hielo de enorme tamaño y peso, así como enigmáticas cruces de madera pulida. Además, el agua de estas lloviznas aparece en ocasiones teñida de colores, a menudo rojo, negro o amarillo.
Este asombroso fenómeno suele manifestarse en épocas de grandes lluvias o en mitad de una fuerte tormenta, debido a lo cual los animales que caen del cielo lo hacen de forma tan violenta que mueren destrozados. Pero no siempre es así, sobre todo en el caso de los peces y de las ranas, que suelen sobrevivir al impacto. Esto nos hace sospechar que entre el momento del “despegue” y del “aterrizaje” transcurre muy poco tiempo. De otro modo, los peces morirían por la falta de oxígeno. Asimismo es importante resaltar que en numerosas ocasiones los animales, en su mayoría ranas, descienden congelados desde el cielo. Aparecen en el interior de enormes fragmentos de hielo, lo que indica que quizá proceden de alturas tan elevadas que se ven expuestos a temperaturas muy inferiores a cero grados. El impacto de estos pedazos de hielo provoca a veces incómodos accidentes, como la muerte de alguna cabeza de ganado, el destrozo de viviendas o abolladuras en algún vehículo. En definitiva, este tipo de fenómenos meteorológicos se presta a diversas hipótesis y no es extraño que aparezca acompañado de inquietantes leyendas. Mientras que en el pasado los habitantes de las poblaciones afectadas lo consideraban un castigo divino, en la actualidad los especialistas abogan por hipótesis más lógicas y racionales... aunque, para ser sinceros, todavía no existe una explicación convincente para todas sus variantes.
EFEMÉRIDES ESPAÑOLAS
España no fue ajeno a las lluvias insólitas. Es difícil localizar una región en la que no existan testimonios relacionados con extraños elementos caídos del cielo aunque muchos de ellos sólo perviven en la memoria de los más ancianos. Muchos de estos aguaceros originaron mitos y leyendas difícilmente contrastables, sobre todo cuanto más nos remontamos al pasado. Es el caso de las lluvias de codornices que supuestamente tuvieron lugar en Navarra y Valencia entre 1880 y 1890.
En época más reciente –aunque también es difícil localizar testigos presenciales– encontramos el caso de una lluvia de sapos que se produjo en 1944 en la localidad de San Vicente de Alcántara (Badajoz). Cuentan que una repentina tormenta cubrió el cielo de nubes negras que al instante descargaron agua y granizo por toda la zona. Pero lo curioso vino después del temporal, cuando los lugareños salieron a la calle y encontraron el suelo cubierto de pequeños batracios. A mediados de mayo de 1954 algo similar sucedió en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). El padre Juan Francisco López, director del Instituto Eclesiástico Diocesano Nuestra Señora de los Reyes, explica lo sucedido: “Por aquel entonces yo era alumno de este centro, que hoy dirijo, y recuerdo perfectamente aquella tromba de agua y ranas que cayó sobre el colegio y sobre una zona de cultivo conocida como Monte Algaide. No fui el único, varias decenas de alumnos fuimos testigos de esta singular lluvia”. Poco más de una década después, en 1966, una lluvia de sapillos sembró el desconcierto entre los habitantes de Málaga. Tanto esa tarde como al día siguiente los niños disfrutaron jugando con tan simpáticos animales.
El aguacero que se produjo en 1988 en la localidad de Frías de Albarracín (Teruel) tuvo mucha más repercusión mediática. Pese al tiempo transcurrido, algunos reporteros del Heraldo de Aragón y del Diario de Teruel recuerdan la historia, en la que los batracios fueron de nuevo los protagonistas. Benito Lacasa, alcalde de la localidad, rememora el extraño fenómeno: “Aquella lluvia afectó a todo el pueblo. Recuerdo que no sólo cayeron ranitas pequeñas, casi renacuajos, sino que aquella extraña tromba vino acompañada de granizo y nos hicimos mil preguntas sobre su origen”. Al año siguiente algo asombroso ocurrió en Hinojos (Huelva). El investigador andaluz José Manuel Vela se hizo eco de un caso de lluvia de caracoles y entrevistó a dos familias que habían sido testigos del suceso, aunque por motivos personales prefirieron permanecer en el anonimato. Sucedió una noche en que se disponían a visitar la feria de Sevilla. Viajaban en dos coches y circulaban por una carretera que enlaza con la de Chucena, a 3 km de su pueblo. De pronto, fueron sorprendidos por un aguacero. La visibilidad era mala y tuvieron que detenerse para cenar en un restaurante. Al terminar, hacia las 00.30, y a pesar de que continuaba lloviendo con fuerza, emprendieron el regreso a Hinojos. Nada más montarse en los coches notaron unos golpes contra el cristal delantero que achacaron al granizo. Sin embargo, al observar varios fragmentos de cáscaras de caracoles en el limpiaparabrisas, se detuvieron para saber qué ocurría. Esparcidos por la carretera y el campo, hasta donde les permitía ver la luz de los faros había miles de caracoles de todos los tamaños, algunos vivos y otros reventados por la caída.
A diferencia a los casos anteriores, existen otros bien documentados que hacen referencia a una realidad indiscutible. Quizá el más antiguo es el que descubrió Gabriel Sánchez de la Cuesta, catedrático de la Universidad de Sevilla, en dos obras literarias de mediados del siglo XVIII en las que se narra cómo en dos ocasiones cayó “maná” del cielo en tierras españolas. La primera fue escrita por el doctor Francisco Alonso Esteban y Lecha, miembro de la Real Academia Médica Matritense y médico de las villas abulenses de Fontiveros, San Esteban del Valle y Mombeltrán. Fue impresa en 1752 en Salamanca y narra un fenómeno que se produjo el 24 de agosto de 1751 en Ávila y que se reprodujo casi a diario hasta finales de octubre de ese mismo año. “El rocío cuajado o sustancia melosa apareció muy seco, de suerte que se pudo coger hasta casi todo octubre, en cuyo mes llovió algo y desapareció”, relataba. El botánico Juan Minuart, que había sido enviado desde Madrid para investigar el asunto, defendió la hipótesis de que todo se debía a una “exudación vegetal”. Sin embargo, Alonso Esteban señaló que “de los vegetales no salía sino un licor medio dulce, flexible, muy ajeno de ser maná como el que se cogió en dicho año de 1751”.
La otra obra fue escrita por Juan de San Joseph, un monje jerónimo del monasterio de San Isidoro, ubicado en Santiponce (Sevilla), y fue publicada en su ciudad natal a principios de 1765. Este sabio monje, perito en Física, habla de una extraña polución blanca que se produjo durante la noche del 1 de noviembre de 1764 en la sierra de las Cumbres, ubicada en la frontera entre Extremadura y Andalucía. “Cayó en la villa de Cumbres Mayores una especie de nieve que causó mucha novedad –relató el religioso– porque no se deshizo, como regularmente sucede, sino que, enjugándose, permaneció la tierra blanca y lo mismo los árboles y las piedras, quedándoseles pegada una especie de azúcar, que en contacto con la lengua se percibe dulce.” Lo que más indignó a los escépticos de aquella época fue la enorme extensión de esa extraña lluvia de “maná”. Pero poco después de la publicación del trabajo de Juan de San Joseph nuevos testimonios se sumaron a la causa. El médico de Cumbres Mayores, Joaquín José Gil, comentó que la extraña “nevada” había sido prolífica en muchos lugares de la periferia, “más abundante en la dehesa que llaman De Abajo, pero universal a toda suerte del territorio, no sólo donde había plantas y monte, sino también sobre los yelmos y los campos rasos”.
El mismo fraile publicó poco después otro caso protagonizado por un religioso del lugar. “Persona de la más delicada formalidad y exquisita lección como es fray Manuel de Fontadilla, hallándose el día de la nevada en su pueblo natal, Manzanilla, observó al amanecer una gran niebla, y con ella blanqueaban todos los tejados que alcanzaban a su vista. Salió a un descubierto donde estaba una hacina de leña y la vio toda blanca y llena de la misma nieve. La tocó y cogió, y habiéndolo gustado de un dulce exquisito, repitió el cogerla y gustarla muchas veces”, relató Juan de San Joseph. Al parecer, esta “nieve” de “maná” se manifestó en las cercanas localidades de Cerro de Andévalo, Calañas, Puebla de Guzmán, Alonso y Sanlúcar la Mayor.
Recomiendo vean la fuente donde podran apreciar una efemerides muy completa de estos fenomenos a lo largo de muchos años en diferentes paises.
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OMACHIN- Reportero total
Re: Lluvia de negra y de sangre
Uf!! gracias Omachin... pero en mis años te juro que no hubiese imaginado caer desde el cielo, pescados, gallinas, sapos etc etc.. con la lluvia...
Ahora de ciclones, tornados claro está que todo es válido.. de igual manera insólito...
Saludos !
Nathalia- Buen usuario
Re: Lluvia de negra y de sangre
Estimada colega Nathalia ante todo un cordial saludo, siempre a la orden para lo que podamos apoyar.
saludos desde estas latitudes
saludos desde estas latitudes
OMACHIN- Reportero total
Re: Lluvia de negra y de sangre
Lo que lei por lo menos en la lluvia de sangre es que habian analizado este liquido y realmente tenía globulos rojos eso lo encontre demasiado extraño, en cuanto a la lluvia negra era por cenizas provenientes de los volcanes activos en chile. Pero lo de la sangre no me lo explico. Bueno otra duda.
Saludos.
Saludos.
vqam- PIRULAS NIBIRUS
Re: Lluvia de negra y de sangre
te recomiendo colega Vqam que veas la documentacion que recomende en la siguiente direccion:
Fuente:
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Encontraras informacion muy detallada de dicho fenomeno alrededor del mundo en forma cronologica y de paso convinada con otro tipo de elementos presentes durante la generacion del proceso de lluvia
Saludos cordiales desde estas latitudes
Fuente:
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Encontraras informacion muy detallada de dicho fenomeno alrededor del mundo en forma cronologica y de paso convinada con otro tipo de elementos presentes durante la generacion del proceso de lluvia
Saludos cordiales desde estas latitudes
OMACHIN- Reportero total
Re: Lluvia de negra y de sangre
Hola a tod@s:
En meteorología es un fenómeno que se puede dar sobre todo cuando hay una corriente ascendente muy fuerte de polvo arcilloso que alcanza la nube convectiva. De hecho se tienen datos de registros de lluvias de sangre en Barcelona e incluso de nieve de sangre. Hay libros donde existen grabados de lluvias de sapos, peces y hasta de cruces.
para mayor información ver el libro CLIMATOLOGIA de ed. ´Cátedra de José Mª Cuadrat y Mª Fernanda Pita y Prodigiorum ac ostentorum chronicom de Conrad Lycosthenses ( 1557)
saludos
En meteorología es un fenómeno que se puede dar sobre todo cuando hay una corriente ascendente muy fuerte de polvo arcilloso que alcanza la nube convectiva. De hecho se tienen datos de registros de lluvias de sangre en Barcelona e incluso de nieve de sangre. Hay libros donde existen grabados de lluvias de sapos, peces y hasta de cruces.
para mayor información ver el libro CLIMATOLOGIA de ed. ´Cátedra de José Mª Cuadrat y Mª Fernanda Pita y Prodigiorum ac ostentorum chronicom de Conrad Lycosthenses ( 1557)
saludos
tenochiclan- USUARIO BANEADO
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