EL COMANDO ASHTAR

Dentro de cada uno de nosotros se están cumpliendo
Distintas etapas de un gran Plan Evolutivo.
Ese Plan no es algo distante, inaccesible;
Nuestra vida externa puede reflejarlo.

Trigueirinho

Llamamos Jerarquía a un conjunto de consciencias que trascendieron la evolución material y que se integraron en el servicio, en su sentido universal y cósmico.

Esas consciencias realizan tareas del Plan Evolutivo y responden a la ley regente de los universos donde se desempeñan. Se encuentran en todos los universos y conocen íntimamente la esencia de la Vida.

Las Jerarquías habitan todo el cosmos y componen una red transmisora de impulsos evolutivos hacia los diversos mundos. Esa red puede denominarse Hermandad y está formada por el reino espiritual, el divino, el dévico y el angélico, entre otros.

Las Jerarquías están consagradas a la Vida Cósmica, y por su intermedio la ley se aplica plenamente.

Tienen en cuenta todo y a todos, pues cada chispa de esa Vida Cósmica es importante.

El ser humano puede conectarse con las Jerarquías cuando reconoce los patrones de conducta acordes con la evolución espiritual. Ellas forman e instruyen a quienes buscan el crecimiento interior. Les iluminan el camino y estimulan el núcleo profundo de su consciencia, según las posibilidades individuales. Además, cuando el ser humano lo permite y deja de generar vínculos que intensifiquen la oscuridad en que se encuentra, las Jerarquías crean condiciones para que se disuelvan viejos lazos.

Las Jerarquías se diferencian por el grado evolutivo, pero no es su esencia; también se diferencian por las vibraciones que expresan, por las tareas que desempeñan, por las leyes que obedecen. Pueden manifestarse para revelar su existencia y para trabajar por el bien común. Pero también existen Jerarquías que nunca se manifiestan y que permanecen en los niveles inmateriales.

Una Jerarquía puede expresarse como un ente individualizado, pero es más que eso: representa una línea de luz que engloba consciencias en distintos niveles de evolución.

En un principio, para que la humanidad se aproximase conscientemente a las Jerarquías, fue necesario personificar sus componentes, que en realidad son entidades impersonales e inmateriales. No obstante, concluida esa etapa preparatoria, y habiendo ampliado su comprensión, el ser humano puede estar ante las Jerarquías sin tantas personificaciones.

En este ciclo de su desenvolvimiento, a la humanidad terrestre le corresponde reconocer la energía de las Jerarquías con las cuales pueda entrar en contacto, lo que le permite relacionarse con ellas con más profundidad. Los grupos que hoy responden al llamado para cumplir tareas evolutivas y que actúan como canales para que fluyan las energías de centros planetarios, de planetas o de constelaciones, pueden comenzar a ser incluidos en el aura de las Jerarquías y a
participar de sus tareas.

Lo que se le ha revelado a la humanidad con respecto a las Jerarquías es una mínima parte de su amplia existencia. Cuando el ser penetra su mundo interno, supramental, emerge un conocimiento más amplio sobre la magnitud de la Hermandad cósmica.

Las fuerzas involutivas también se organizan jerárquicamente, sólo que no tienen conocimiento de las metas previstas por la Vida Cósmica.

Realizan movimientos opuestos a los de la Hermandad y actualmente están muy activas. Pero no nos ocuparemos de esa jerarquía de las fuerzas involutivas.

La Jerarquía Crística es la que expresa la energía cósmica del Segundo Rayo, el amor sabiduría, que es la esencia de este sistema solar. Está coligada con un núcleo más amplio, la Fraternidad de Sirio, potente canal de manifestación del Segundo Rayo.

La vida central de esa Jerarquía se denomina Cristo y abarca ámbitos de una amplitud inconcebible para la mente actual. Se encuentra de modo perfecto en el núcleo de la más diminuta partícula existente en la Tierra y en los demás planetas de este sistema solar.

La Jerarquía crística, con sus atributos de cohesión magnética y de amor sabiduría, tiene acceso a todo el Plan Evolutivo concebido para este universo, mientras que las demás Jerarquías conocen ese Plan sólo parcialmente.

La Jerarquía crística se dedica a la instrucción en los niveles internos de la consciencia y, para los seres que evolucionan en la Tierra, constituye la vía hacia lo Absoluto.

La Jerarquía Ashtar, que se dio a conocer con ese nombre en la actualidad, forma parte de la Jerarquía crística. Entre las entidades que constituyen Ashtar, se encuentran las de la operación rescate, actualmente activas, o sea, las que se dedican a la elevación de cada criatura, a la recuperación de la calidad energética del planeta y a su integración en coyunturas jerárquicas cósmicas.

En esta época, las entidades de la Jerarquía crística que actúan en la órbita de la Tierra se dedican al perfeccionamiento del alma en los seres humanos y a su conexión con núcleos más profundos. Están presentes dondequiera que haya receptividad a los impulsos que emiten, y regulan su intensidad y potencia de acuerdo con lo que cada alma pueda absorber. Ayudan a las personas a darse cuenta de que la tarea evolutiva se la debe reconocer, volver a descubrir,
profundizar y expandir. Cuando esas entidades tocan el interior de un ser, aumentan su aspiración a la luz, hasta el punto de llevarlo a dirigirse siempre hacia ella.

Algunos trabajos de esta Jerarquía, antes ocultos, se van revelando y pasarán a formar parte de la vida humana terrestre. Una meta de la Jerarquía crística es sembrar el amor suprahumano, el amor impersonal. La irradiación de estos seres compasivos eleva la consciencia humana y despierta en ella la fe de que la vida es conducida desde lo Alto. Así se disuelve la tendencia a manipular hechos y energías con propósitos egoístas.

Por ser la esencia del amor, la Jerarquía crística transmite a todos el valor de la sublimidad de la existencia; estimula las criaturas a renunciar a las cosas densas y a abandonar la inercia. La luz crística despierta en ellas el amor y las incentiva a traducirlo en acción.

La Jerarquía crística se caracteriza por su poder constructivo. Ella une y da comprensión. Acerca hasta la materia una luz inagotable, y así la vitaliza. Un único instante en contacto con ella significa un renacimiento para la criatura humana. Su fuego esculpe nuevas formas y revela nuevos tiempos.

Las entidades de la Jerarquía crística estimulan las ampliaciones de consciencia por las cuales debe pasar el ser humano para integrarse en la Jerarquía interna planetaria. A través de las épocas, la acción de esas entidades formó una base para que el fuego espiritual no se extinguiese en el orbe terrestre, ni siquiera ante los fuertes asedios de las fuerzas involutivas.

Su inspiración lleva a descubrir la esencia crística del ser; retira las vendas de sus ojos, le devela la grandiosidad del amor impersonal y la amplitud de una vida no tocada por tendencias retrógradas.

La Jerarquía interna está integrada por las consciencias más elevadas del planeta.

Actualmente, la mayoría pertenece a los reinos espiritual y divino. Es por eso que a dicha Jerarquía muchas veces se la denomina espiritual o divina.

La Jerarquía interna de la Tierra impulsa la realización del propósito determinado por la gran Consciencia que rige este planeta. Estimula la evolución de la humanidad que habita en los niveles concretos de la superficie terrestre y de la que habita en los niveles suprafísicos intraterrenos o intraoceánicos. Para ello, actúa por intermedio de centros energéticos planetarios, especialmente por los tres mayores, hoy activos en el Cono Sur.

Cuando es necesario, la Jerarquía envía representantes al mundo concreto a fin de estimular más directamente las transformaciones en la humanidad y en los demás reinos de la Naturaleza. En medio del presente caos y de la inversión de valores, la sabiduría de estos representantes puede indicar los caminos correctos; pero esta sabiduría no se impone, y para ir a su encuentro se necesita aspiración.

La Jerarquía interna de la Tierra está compuesta por diferentes niveles, que se renuevan cíclicamente. Los Hermanos que los ocupan ya trascendieron lo que la evolución material puede ofrecer. Podrían permanecer enfocados sólo en plano de armonía, pero renuncian a esto para impulsar a la humanidad a alcanzar un peldaño más elevado en la ascensión evolutiva.

Con la presencia de estos Hermanos más avanzados, el corazón del Cosmos puede reflejar su energía en este planeta. Aviva el centro de luz en cada partícula de la sustancia terrestre. Pero, aunque vele hasta por la más pequeña de las criaturas, la Jerarquía interna de la Tierra no puede ser reconocida aplicando los modelos de la vida material. Ella es expresión de la ley superior, y sólo podemos percibirla cuando entramos en sintonía con vibraciones espirituales.

Esta Jerarquía canaliza energías sutiles hacia la Tierra, los fuegos del espacio, y ajusta la potencia de esas energías a las condiciones de la vida terrena. Ningún planeta existe de por sí: esos fuegos invisibles establecidos en su orbe le dan su aliento. De igual modo, ninguna criatura humana tiene poder absoluto sobre su propia existencia; su aliento también se encuentra en los fuegos del espacio. La Jerarquía proporciona el conocimiento y la experiencia interna de esos fuegos a quien busca reencontrar el origen inmaterial de su ser.

La Jerarquía aporta la revelación de las nuevas leyes que regirán la vida en la Tierra. Estas leyes son absorbidas, asimiladas y profundizadas dondequiera que arda su llama. Proclaman la verdad, la unión, la fraternidad, el amor, la paz y la armonía.

Cuando se acatan estas leyes, una luz más fulgurante se advierte en el aura de la Tierra, y se fortalecen los lazos de los seres humanos con la Jerarquía. Así, aún cuando el mundo material no se transforme de inmediato, el estado de los seres que se encuentran en él va cambiando. Su consciencia perfora las capas densas y se eleva por la necesidad de una vida cristalina, de evolución superior.

En esta época de disolución y, al mismo tiempo, de construcción, la Jerarquía interna de la Tierra conscientiza a las almas humanas acerca del valor que tiene cada paso que puedan dar.

Los integrantes de la Jerarquía dévica no disponen de cuerpos físicos. Para ellos, los niveles etéricos son las fronteras de contacto con la vida material. Siguen una línea evolutiva paralela a la humana. Son consciencias magnánimas, y sólo con pureza el hombre puede contactarlas.

Viven en los niveles suprafísicos y supramentales, pero también asumen tareas en los niveles cercanos al concreto. Esta es la razón por la que se las conoce más que a otras Jerarquías.

La Jerarquía dévica construye imágenes, formas y estructuras según los modelos creados por energías superiores.

Teje en los niveles etéricos los moldes de todas las formas existentes en el mundo manifestado y completa esos moldes de acuerdo con patrones elevados. En este trabajo, mantiene una estrecha unión con las fuerzas de la Naturaleza.

Esta Jerarquía también destruye imágenes, formas y estructuras superadas, transformando así los diversos niveles de consciencia del universo.

Los devas trabajan con la energía de los símbolos y de los arquetipos; no tienen mente como la conciben los humanos y, por lo tanto, su proceso creativo no se basa en secuencias de pensamientos y raciocinios. Tampoco viven bajo el concepto de tiempo: perciben y desempeñan sus tareas en el eterno presente. Como su consciencia tiene la misma dinámica que el impulso que reciben de lo Alto, siempre actúan en sincronía con el Plan Evolutivo.

Cuando un ser humano desempeña tareas inherentes a dicho Plan, es conveniente que establezca vínculos internos con el reino dévico. Así, actuará en armonía con los trabajos que realiza ese reino.

El término deva suele aplicarse a cualquiera de los seres de ese inmenso reino: desde un pequeño ente constructor de moldes etérico-físicos, hasta los grandes arcángeles, que sustentan la vida manifestada de galaxias enteras. También los ángeles pertenecen a la Jerarquía dévica.

Esta Jerarquía no es afectada por el desorden externo vigente en el planeta; por el contrario, participa de la transformación de la Tierra, usando para ello energías positivas, negativas o neutras, según la necesidad. Los devas manifiestan energías negativas o receptivas, al captar los patrones que deben tomar forma; manifiestan energías positivas o activas, al abrir caminos para su concreción. Sin embargo, siempre son neutros, por el estado contemplativo en el que realizan sus obras.

Los miembros de esta Jerarquía no poseen libre albedrío ni se envuelven con fuerzas involutivas. Sin deseos, son puros mensajeros, artífices, transformadores, constructores y destructores de la manifestación de la vida en todos los planos de consciencia.

El universo no estaría manifestado como tal a no ser por el trabajo conjunto de esta Jerarquía con otras, pues los devas son quienes reciben los patrones arquetípicos que determinan las formas a ser creadas; luego decodifican dichos patrones y los transmiten a otros constructores espirituales. Sin los moldes que ellos construyen, ningún aspecto de la vida podría exteriorizarse.

El campo de existencia de la Jerarquía angélica es, básicamente, el plano espiritual.

Los seres que la integran no tienen cuerpo físico; por lo tanto, se los contacta en los niveles subjetivos de la consciencia.

La Jerarquía angélica es una rama de la Jerarquía dévica. Entre sus tareas se encuentra la de crear vibraciones armonizadoras y conducirlas hasta el plano etérico del planeta.

Al hacerlo, transmutan las cargas psíquicas de los cuerpos mental y emocional del ser humano, y estimulan su evolución espiritual.

Algunos miembros de esta Jerarquía concentran y distribuyen energías de paz y de equilibrio en países enteros, son los llamados “ángeles de las naciones”.

Cuando el ser humano, libre de conflictos, se concentra en realidades internas, establece lazos con la energía angélica y la ayuda a fluir libremente hacia el mundo.

Durante el proceso evolutivo de la humanidad, la Jerarquía angélica se hizo notar de diferentes maneras. Sin embargo, cuando la relación con ella se establece desde un punto de vista emocional o mental, aparecen deformaciones, aunque involuntarias, pues las concepciones materiales interfieren en la cualidad suprahumana que transmiten estos seres. Pero la irradiación y el intenso trabajo armonizador de la Jerarquía angélica son potentes, dinámicos, y no disminuyen con los errores del hombre ni con el caos que se disemina en los niveles materiales.

La invocación impulsa a la parte humana del individuo a unirse a su parte espiritual.

Cuando es consciente, se vuelve más poderosa. Mediante la invocación, el ser neutraliza las oleadas de inercia que recibe de la sustancia densa terrestre o de los reinos infrahumanos que aún no poseen capacidad mental.

La invocación es una ayuda en esta época, que requiere constante determinación, purificación y ascesis para lograr captar las impresiones y los impulsos de los niveles superiores de vida.

Quien hace una invocación, debe estar libre de emotividad y de personalismo, y debe manifestar una pura disposición para que la Voluntad Espiritual actúe y fluya en su ser. Pero sólo se debe invocar a una Jerarquía cuando haya un claro consentimiento interno para ello.

Siempre es conveniente actualizar el modo de invocar, las Jerarquías mismas estimulan esa continua renovación. Entre las Jerarquías siempre hay cambios de posiciones y de tareas, y una verdadera sintonía con estas grandes consciencias requiere desapego por lo que manifestaron en el pasado. A veces, por exceso de celo, los que en la Tierra custodian las obras de las Jerarquías se cristalizan en sus enseñanzas. Con esto perjudican la continuidad de esas enseñanzas, pues impiden que la renovación siga el ritmo de la ley evolutiva, que es lo opuesto a la cristalización.

La tendencia a comparar la nueva imagen de una Jerarquía con la anterior también crea obstáculos para trabajos más amplios y avanzados. Las Jerarquías son dínamos de energías que estimulan cambios de enfoque en la consciencia de los seres humanos. Que estos no se acomoden en la posición de devotos, ni pierdan el ritmo de ascensión por esperar que alguien, a su entender, los eleve. En realidad, la tarea de las Jerarquías es ayudarlos a tornarse, ellos mismos, la propia Luz y la Luz del mundo.

Al parecer, respecto a escapes en las centrales nucleares en Japón, todo queda en un buen susto para la mayoría de los habitantes del planeta. A ver si hacemos caso a tiempo de los mensajes transmitidos por los Hermanos Mayores del Cosmos & conseguimos que se cierren TODAS las centrales nucleares.

Puede leerse acerca de ello, así como de otras cuestiones relacionadas con "El Rescate de la Tierra", por parte de los que llamamos "extraterrestres", para descargando el libro al completo aquí:

A tal respecto voy a crear ahora mismo un post de título "LA CUARTA DIMENSIÓN (Extractos)", en que se actualizan en forma contundente pero también amorosa & sobre todo consciente, ciertas cuestiones acerca del plan de Dios, la luz en el alma & nuestro papel en los acontecimientos que ya están viviendo.

No nos olvidemos el punto principal de este post del Comando Ashtar, que es la denominada "operación rescate" opción fatalista pero evitable, que ocurriría en caso de que el plan divino o de evolución superior naturalmente previsto, corriese peligro de ser abortado por parte mayor o menor de la población mundial.

"El Rescate de la Tierra", por parte de los que llamamos "extraterrestres", para descargar o leer el libro al completo, en PDF aquí: