LA GUERRA DE LOS SEXOS
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LA GUERRA DE LOS SEXOS
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1) El Diario del Escriba: Introducción a “LA GUERRA DE LOS SEXOS”
1) El Diario del Escriba: Introducción a “LA GUERRA DE LOS SEXOS”
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- Las razonables palabras del Escriba habían dado luz a mi entendimiento y apaciguado la resistencia de mi mente, que desde un principio se negaba a aceptar.
Me bastaba mirar a la Humanidad en su conjunto y mirar su huella sobre el Planeta, su tierra, su agua, sus bosques y todas sus criaturas, para ver que habíamos cometido una grave irresponsabilidad como Humanidad.
Con estos pensamientos caminaba por las calles de Tembleque (Toledo), desde mi casa, con la intención de visitar al Escriba. Le encontré solo, cortando y soldando hierros igual que hacía unos días antes en mi anterior visita, cuando dejamos pendiente para mañana, la explicación del origen de la Guerra de los Sexos.
Ni su hermano Manuel ni yo acudimos al día siguiente por atender otras ocupaciones y pasaron varios días en los que mi cabeza le dio vueltas y más vueltas a este tema, sin alcanzar a imaginar siquiera, cuál podía ser la causa de tal conflicto y menos aún cómo darle solución. Porque a la orden del día estaban entonces y siguen estando hoy, los procesos de divorcio, los enfrentamientos entre parejas por la igualdad dentro y fuera del hogar, sus peleas por recoger los pedazos del hogar, sus guerras declaradas por la custodia de los hijos y qué decir de los hogares, pueblos y países enteros, en los que la mujer se ve sometida a la sinrazón y es víctima dentro y fuera del hogar, del abuso del hombre, que en nombre de la Religión y la Superstición le niega su libertad natural, su derecho a saber, a ser conquistadora de su propia Seguridad y su propia Libertad, a encontrar por sí misma su lugar verdadero en el Hogar, la Sociedad y la Humanidad, pues no puede ser que la Humanidad se eleve sobre el abuso de la Madre Terrenal, sobre el abuso de la propia esposa, y sobre el abuso del hermano mayor sobre el menor. No podemos presentar este desarrollo como ejemplo a seguir las futuras generaciones, porque la posibilidad de vivir causando ruina y desorden, ya se la hemos robado también.
Por todo ello, no veía yo remedio razonable ni tampoco intención de remediar en la Conciencia Social, que veía entonces y ve ahora como la cosa más natural del mundo, el enfrentamiento entre ambos sexos, el desgarro de los hogares y la separación de los hijos.
No veía yo que caminara la Humanidad, hacia la UNIDAD que predicaba el Escriba, sino hacia su mayor ruina y su mayor desorden. La veía dar un paso atrás cuando lo que él pretendía era hacerla avanzar correctamente.
Sentía verdadera necesidad de conocer, si tal cosa fuera posible, el origen y el remedio de los males que sufre y causa la Humanidad a sus hijos en razón de su sexo, así se lo pregunté cuando dejó su trabajo para descansar y comenzó diciendo:
No es que esté la Humanidad dando un paso atrás, crees esto porque no puedes recordar sus primeros pasos, pero en realidad no ha dado ni un solo paso hacia delante.
Aprendiendo a caminar, empezó dando hacia atrás su primer paso y así aprendió a caminar, sólo hacia atrás, y así ha seguido caminando mientras crecía.
Cierto es que andando hacia atrás se pueden lograr algunos avances pero no es este el modo correcto de avanzar.
Conocer la verdad de la ley y el orden que rige el desarrollo de la Humanidad, te dará entendimiento del origen de la confusión que reina en tantos hogares y en tantas familias.
Este entendimiento te permitirá también, comprender cual es la solución definitiva, porque todo tiene remedio, incluso la muerte. De ello también hemos de dar certeza a la razón humana, antes que sea tarde, antes que nos sorprenda la noche que llegará a plena luz del día.
Es cierto que la verdad nos hace más libres, como también lo es, que la ignorancia nos mantiene en la esclavitud.
Buscar sólo la verdad a cada paso, te permitirá saber más y ser por ello, más libre, más conforme contigo misma y con la verdad, pues la Verdad es la LEY, con mayúsculas, y por la LEY late tu propio corazón. Es la fuerza que hace latir todo corazón y esta fuerza, es la Fuerza de la LEY, la misma LEY que hace crecer el Universo a una velocidad de vértigo.
Esta energía Universal, esta LEY Universal, que hace latir todo corazón es Amor, la energía de Dios.
La LEY de Dios podemos verla funcionando a nuestro alrededor y en los confines del Universo.
La Naturaleza entera crece, se desarrolla y se mantiene en armonía conforme con la Ley y el Orden de Dios.
Hasta la más pequeña de las semillas posee un potencial de desarrollo infinito, siguiendo la LEY y el Orden de Dios.
Hasta la fauna más salvaje, que vemos brutal y despiadada, se desarrolla conforme a la Ley y el Orden Divinos, haciendo entrega de Amor y Sabiduría a sus propios hijos, dándoles la seguridad que necesitan y enseñándoles lo necesario para ser libres.
Aún cuando su mandato sobre la Tierra no sea crecer y multiplicarse, sino sobrevivir, manteniendo vivas todas las especies, que es como mantener la salud de la Madre Terrenal.
Su mandato no es trabajar, sino matar, para vivir.
Nada de lo que es de verdad necesario, faltaría a la Humanidad, si viviera en armonía con la Madre Terrenal.
Vivimos porque la fuerza del Amor nos concibe; el Amor alimenta el desarrollo de nuestros cuerpos en el vientre materno; el Amor nos amamanta y nos calienta, nos protege y nos alimenta en la infancia y también en nuestra madurez, necesitamos vivir del Amor de la Madre Terrenal.
Pero la razón humana se niega a hacer entrega de Amor y Sabiduría, porque es contrario a su lógica, dar y enseñar, a cambio de nada. No alcanza a ver más desarrollo que el suyo propio y por adelantar el suyo, retrasa o destruye el de sus hermanos.
Cuando desde la bestia más mansa hasta la más fiera, comparte con todos sus congéneres el mismo saber. Sólo la razón humana es capaz de mantener a sus congéneres en la ignorancia de lo que ella sabe que puede hacerlos más libres.
Todos lo saben, todos siguen a la razón y por ella se dejan gobernar, dando la espalda a la Ley y el Orden que hacen posible sus vidas.
La LEY de Dios es de la mayor simpleza imaginable, de puro simple resulta difícil de explicar, porque no tiene código penal, ni artículos que aprender, ni reglas que cumplir, ni rituales que celebrar.
No hace falta ser fuerte para cumplirla, ni listo para entenderla, pues con sólo cumplirla te hará tan fuerte que moverás montañas y tan listo o tan lista, que no necesitarás moverlas, porque se inclinarán ante tu Sabiduría sin igual.
Tan sólo se trata de Amar, de dar nuestro Amor, de dar nuestro Saber, de dar lo que a cada uno le sale de su interior. Porque será dando y enseñando de nosotros, como llegaremos al fondo de nosotros mismos, donde aguardan las riquezas propias del alma.
Sólo sembrando nuestro Amor y nuestro Saber en las necesidades ajenas, lo veremos crecer primero, a nuestro alrededor y después, en nosotros mismos.
Esto de dar, sin más, no resultará muy lógico a los ojos de la razón, pero es la verdad y la Verdad, es La LEY.
¿No es acaso ejercitando el músculo, sin más, como crece primero su masa, y después tiene mayor potencia?
Así es como funciona La LEY, si no os ejercitáis en DAR DE VOSOTROS, no veréis la fuerza y el poder que se encierra en vosotros, como en cualquier semilla, no disfrutaréis de las riquezas inagotables que poseéis, ni de las demás riquezas del Universo que os están reservadas.
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2) Teniendo ya más claridad de lo que es la LEY de Dios, hablemos del Orden de Dios:
2) Teniendo ya más claridad de lo que es la LEY de Dios, hablemos del Orden de Dios:
No se trata de organizar la vida de los demás, ni de obligar a seguir ningún patrón de conducta, ni de formar grupos ordenados, sectas, partidos o imperios. El orden de Dios es sencillamente, algo que tenemos por descubrir, algo que ya tenemos en nosotros mismos, algo que tan sólo debemos alimentar para verlo crecer y esperar sus frutos, que serán inagotables.
El Uno es el Padre, el Dos es la Madre.
De su unión en el amor nace el hijo, que es el tres de la Unidad y los siguientes hijos, el cuatro, el cinco, el seis, el siete, el ocho, el nueve y el diez... etc.
Siendo el Uno, el padre de la Humanidad, la semilla que encierra el potencial de poder, de sabiduría, de libertad, de toda la Humanidad y siendo el Dos, la madre de la Humanidad, la semilla que encierra el potencial de fuerza, de amor, de seguridad, de toda la Humanidad.
Debían emparejar a sus hijos en el orden correcto, pues cada uno de sus hijos, heredaría la semilla del Padre, el saber, o la semilla de la Madre, el amor. Debían conocer en qué orden nacerían y debían emparejar el AMOR con el SABER. Igual que se unen correctamente el espermatozoide y el óvulo y los hijos a que da lugar su unión.
Si se unieran, formando pareja, dos semillas de poder, de sabiduría, la unidad no crecería en el equilibrio del Amor y el Saber; igualmente, emparejando dos semillas de fuerza, de amor, tampoco gozaría la Unidad de equilibrio y el resultado de tal unión no seguiría el perfecto desarrollo de la Humanidad.
El primer hijo de la Unidad, la familia y de todas las familias posteriores sería y será por siempre, la semilla del poder nuevo de la Unidad, sea niño o niña, el 3. El segundo hijo será siempre, la semilla de la fuerza nueva de la Unidad, el 4, sea niño o niña. El tercer hijo será siempre una semilla de poder y tanto si es niño como si es niña, latirá en su corazón la misma semilla del padre, heredará su saber, es el 5 de la Unidad. El cuarto hijo de la pareja, sea niña o niño, será la semilla de la fuerza de la madre y heredará su amor, es el 6 de la Unidad. El quinto hijo será semilla de poder, es el 7. El sexto será semilla de fuerza es el 8, y así sucesivamente. De modo que los hijos impares son semilla de poder, de sabiduría, de libertad, y los hijos pares son semilla de fuerza, de amor, de seguridad.
Y este es el orden que traen sus almas:
El 5 y el 6 son almas del mismo tiempo que los padres, mientras que los dos primeros hijos, el 3 y el 4, son almas anteriores, más viejas que el alma de los padres, y los hermanos pequeños, el 7, 8, 9, 10, etc. son almas más jóvenes que la de sus padres, según el orden en que nacen. Tarea de los mayores es mostrarles el camino a los más pequeños.
¡El hermano mayor ha de llevar de la mano al menor!
El Uno es el Padre, el Dos es la Madre.
De su unión en el amor nace el hijo, que es el tres de la Unidad y los siguientes hijos, el cuatro, el cinco, el seis, el siete, el ocho, el nueve y el diez... etc.
Siendo el Uno, el padre de la Humanidad, la semilla que encierra el potencial de poder, de sabiduría, de libertad, de toda la Humanidad y siendo el Dos, la madre de la Humanidad, la semilla que encierra el potencial de fuerza, de amor, de seguridad, de toda la Humanidad.
Debían emparejar a sus hijos en el orden correcto, pues cada uno de sus hijos, heredaría la semilla del Padre, el saber, o la semilla de la Madre, el amor. Debían conocer en qué orden nacerían y debían emparejar el AMOR con el SABER. Igual que se unen correctamente el espermatozoide y el óvulo y los hijos a que da lugar su unión.
Si se unieran, formando pareja, dos semillas de poder, de sabiduría, la unidad no crecería en el equilibrio del Amor y el Saber; igualmente, emparejando dos semillas de fuerza, de amor, tampoco gozaría la Unidad de equilibrio y el resultado de tal unión no seguiría el perfecto desarrollo de la Humanidad.
El primer hijo de la Unidad, la familia y de todas las familias posteriores sería y será por siempre, la semilla del poder nuevo de la Unidad, sea niño o niña, el 3. El segundo hijo será siempre, la semilla de la fuerza nueva de la Unidad, el 4, sea niño o niña. El tercer hijo será siempre una semilla de poder y tanto si es niño como si es niña, latirá en su corazón la misma semilla del padre, heredará su saber, es el 5 de la Unidad. El cuarto hijo de la pareja, sea niña o niño, será la semilla de la fuerza de la madre y heredará su amor, es el 6 de la Unidad. El quinto hijo será semilla de poder, es el 7. El sexto será semilla de fuerza es el 8, y así sucesivamente. De modo que los hijos impares son semilla de poder, de sabiduría, de libertad, y los hijos pares son semilla de fuerza, de amor, de seguridad.
Y este es el orden que traen sus almas:
El 5 y el 6 son almas del mismo tiempo que los padres, mientras que los dos primeros hijos, el 3 y el 4, son almas anteriores, más viejas que el alma de los padres, y los hermanos pequeños, el 7, 8, 9, 10, etc. son almas más jóvenes que la de sus padres, según el orden en que nacen. Tarea de los mayores es mostrarles el camino a los más pequeños.
¡El hermano mayor ha de llevar de la mano al menor!
tao2013- Reportero total
LA GUERRA DE LOS SEXOS - El Comienzo
“LA GUERRA DE LOS SEXOS” (El Comienzo)
¡El hermano mayor ha de llevar de la mano al menor!
Esta frase revela el Orden de Dios, de su Sabiduría, pues nos dice que el alma más vieja, y por tanto, de mayor Sabiduría, ha de gobernar la más joven, la más inocente. Pero no se trata de gobernar al modo usual de dictar ni mandar por la fuerza, sino del Gobierno de la Sabiduría, que se limita a observar para poder prever, inspirar y fortalecer. Como el padre ha de renunciar a gobernar por la fuerza el hogar, para gobernar con Sabiduría, enseñando al hermano mayor a llevar de la mano al más pequeño, para evitar que se pierda en el camino ni uno solo de sus hijos.
Pero las cosas no siguieron el camino correcto, pues ya estaban desviadas desde su comienzo, al negarse la pareja original a formar, sin discusión, la Unidad familiar. Y en base a su propio enfrentamiento, la Ley no les dio los hijos de la Unión Perfecta, sino los hijos de su propio enfrentamiento. Caín, el primogénito, y Abel.
Si bien, el primer hijo heredó la semilla del poder y el segundo heredó la semilla de la fuerza, los dos eran varones y por tanto, no podían multiplicarse ni tampoco podían heredar el amor y el saber de la unidad, sino el enfrentamiento de sus padres. A resultas del cual el primogénito, el 3, la semilla del poder, aprendiz de la brutalidad y el abuso de su propio padre ¡que le enseñó a cazar!, mató a su hermano, el 4, la semilla de la fuerza, que cuidaba el rebaño, aprendiz de la mansedumbre y la astucia de la madre, porque mansa y astuta ha de volverse la mujer que se ve obligada a servir a su marido en razón de su brutalidad.
Por primera vez, el grito de “¡si no me obedeces! ¡te mato!” se hizo realidad, y como una mala semilla, no ha dejado de crecer junto a la Humanidad.
Así fue como la primera pareja perdió el rumbo y la posibilidad de desarrollar la perfecta Humanidad. Porque no formaron la perfecta Unión del Amor y el Saber, no obedecieron el mandato Divino, ni obedecieron la prohibición expresa y no pudieron unir a sus hijos en el orden correcto, porque no se ganaron su respeto ni su obediencia.
Los hijos heredaron las razones del enfrentamiento entre sus padres y a ellas sumaron sus propias razones. Y sobre la base del abuso del padre sobre la madre, se estableció el abuso del hermano mayor sobre el menor, el abuso de la sabiduría, el poder, sobre la fuerza, el amor, el abuso de la Libertad sobre la Seguridad.
Este mal comienzo ha dado lugar con el paso de los siglos, a la realidad contraria, y en la actualidad, ya al final del tiempo de gestación de la Humanidad, es la Seguridad quien comete el abuso sobre la Libertad. Pues con el paso de las generaciones, la seguridad, siempre tan paciente y ahorradora, ha ido heredando y guardando para sí misma las conquistas de la libertad. Y así, en la actualidad, es la Seguridad quien da las órdenes y quien impone su razón en la Humanidad.
Y así están las cosas hoy en día, se sigue desobedeciendo el Mandato y la Prohibición, pues se miente, se roba y se mata, con el ánimo de trabajar lo menos posible, y se siguen formando parejas que no responden a la Ley ni al Orden de la Ley.
Por tales razones, el enfrentamiento sigue vigente en la mayoría de los hogares de la Humanidad, exceptuando la minoría de hogares en que reina el Amor y la Sabiduría, pues no todos los hijos de la pareja original se unieron fuera de la Ley y el Orden correctos. Los más pequeños lo hicieron en el orden debido y conforme a la Ley, uniéndose por Amor, en ellos se cumplió la Ley y por ellos, una pequeña parte de la Humanidad disfruta en sus hogares, desde que nacen, de la entrega incondicional de sus padres, mientras que a la mayoría, o bien les falta tiempo a los padres para enseñarles, o les falta espacio para darles. Les falta la Sabiduría o el Amor, o ambos a la vez.
Debemos recuperar, por tanto, la Ley y el Orden perdidos. Con sólo comprender, cómo se originó el desorden que reina en la Humanidad, habremos dado el primer paso en la dirección correcta, dejando de alimentar el enfrentamiento absurdo entre la Seguridad y la Libertad, entre el Amor y la Sabiduría, entre religión y ciencia, entre padre y madre, entre hermano y hermano. Dejando de vender nuestro Amor y nuestro Saber, para servir sólo a la LEY, que tan sólo nos pide la entrega de nuestro Amor y nuestra Sabiduría a nuestros hermanos pequeños, en la Unidad familiar y a nuestros hermanos pequeños en la Humanidad. Sólo así, sin derramar ni una sola gota de sangre más, caerá de su gran trono ensangrentado la falsa Seguridad y con ella arrastrará la falsa Libertad, dejando a todos con los pies sobre la tierra y dispuestos todos a no servir más que a una sola LEY, ¡el Amor! y no obedecer más que a una sola orden, ¡la Sabiduría! Para desarrollar todos unidos, la Perfecta Humanidad, el cuerpo hecho a imagen y semejanza de Dios, la Unidad Perfecta del Amor y el Saber que ha de heredar la Fuerza y el Poder de Dios para conquistar el Universo.
¡Acabemos ya con este falso carnaval!
Esta frase revela el Orden de Dios, de su Sabiduría, pues nos dice que el alma más vieja, y por tanto, de mayor Sabiduría, ha de gobernar la más joven, la más inocente. Pero no se trata de gobernar al modo usual de dictar ni mandar por la fuerza, sino del Gobierno de la Sabiduría, que se limita a observar para poder prever, inspirar y fortalecer. Como el padre ha de renunciar a gobernar por la fuerza el hogar, para gobernar con Sabiduría, enseñando al hermano mayor a llevar de la mano al más pequeño, para evitar que se pierda en el camino ni uno solo de sus hijos.
Pero las cosas no siguieron el camino correcto, pues ya estaban desviadas desde su comienzo, al negarse la pareja original a formar, sin discusión, la Unidad familiar. Y en base a su propio enfrentamiento, la Ley no les dio los hijos de la Unión Perfecta, sino los hijos de su propio enfrentamiento. Caín, el primogénito, y Abel.
Si bien, el primer hijo heredó la semilla del poder y el segundo heredó la semilla de la fuerza, los dos eran varones y por tanto, no podían multiplicarse ni tampoco podían heredar el amor y el saber de la unidad, sino el enfrentamiento de sus padres. A resultas del cual el primogénito, el 3, la semilla del poder, aprendiz de la brutalidad y el abuso de su propio padre ¡que le enseñó a cazar!, mató a su hermano, el 4, la semilla de la fuerza, que cuidaba el rebaño, aprendiz de la mansedumbre y la astucia de la madre, porque mansa y astuta ha de volverse la mujer que se ve obligada a servir a su marido en razón de su brutalidad.
Por primera vez, el grito de “¡si no me obedeces! ¡te mato!” se hizo realidad, y como una mala semilla, no ha dejado de crecer junto a la Humanidad.
Así fue como la primera pareja perdió el rumbo y la posibilidad de desarrollar la perfecta Humanidad. Porque no formaron la perfecta Unión del Amor y el Saber, no obedecieron el mandato Divino, ni obedecieron la prohibición expresa y no pudieron unir a sus hijos en el orden correcto, porque no se ganaron su respeto ni su obediencia.
Los hijos heredaron las razones del enfrentamiento entre sus padres y a ellas sumaron sus propias razones. Y sobre la base del abuso del padre sobre la madre, se estableció el abuso del hermano mayor sobre el menor, el abuso de la sabiduría, el poder, sobre la fuerza, el amor, el abuso de la Libertad sobre la Seguridad.
Este mal comienzo ha dado lugar con el paso de los siglos, a la realidad contraria, y en la actualidad, ya al final del tiempo de gestación de la Humanidad, es la Seguridad quien comete el abuso sobre la Libertad. Pues con el paso de las generaciones, la seguridad, siempre tan paciente y ahorradora, ha ido heredando y guardando para sí misma las conquistas de la libertad. Y así, en la actualidad, es la Seguridad quien da las órdenes y quien impone su razón en la Humanidad.
Y así están las cosas hoy en día, se sigue desobedeciendo el Mandato y la Prohibición, pues se miente, se roba y se mata, con el ánimo de trabajar lo menos posible, y se siguen formando parejas que no responden a la Ley ni al Orden de la Ley.
Por tales razones, el enfrentamiento sigue vigente en la mayoría de los hogares de la Humanidad, exceptuando la minoría de hogares en que reina el Amor y la Sabiduría, pues no todos los hijos de la pareja original se unieron fuera de la Ley y el Orden correctos. Los más pequeños lo hicieron en el orden debido y conforme a la Ley, uniéndose por Amor, en ellos se cumplió la Ley y por ellos, una pequeña parte de la Humanidad disfruta en sus hogares, desde que nacen, de la entrega incondicional de sus padres, mientras que a la mayoría, o bien les falta tiempo a los padres para enseñarles, o les falta espacio para darles. Les falta la Sabiduría o el Amor, o ambos a la vez.
Debemos recuperar, por tanto, la Ley y el Orden perdidos. Con sólo comprender, cómo se originó el desorden que reina en la Humanidad, habremos dado el primer paso en la dirección correcta, dejando de alimentar el enfrentamiento absurdo entre la Seguridad y la Libertad, entre el Amor y la Sabiduría, entre religión y ciencia, entre padre y madre, entre hermano y hermano. Dejando de vender nuestro Amor y nuestro Saber, para servir sólo a la LEY, que tan sólo nos pide la entrega de nuestro Amor y nuestra Sabiduría a nuestros hermanos pequeños, en la Unidad familiar y a nuestros hermanos pequeños en la Humanidad. Sólo así, sin derramar ni una sola gota de sangre más, caerá de su gran trono ensangrentado la falsa Seguridad y con ella arrastrará la falsa Libertad, dejando a todos con los pies sobre la tierra y dispuestos todos a no servir más que a una sola LEY, ¡el Amor! y no obedecer más que a una sola orden, ¡la Sabiduría! Para desarrollar todos unidos, la Perfecta Humanidad, el cuerpo hecho a imagen y semejanza de Dios, la Unidad Perfecta del Amor y el Saber que ha de heredar la Fuerza y el Poder de Dios para conquistar el Universo.
¡Acabemos ya con este falso carnaval!
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LA GUERRA DE LOS SEXOS - El Orden en los Emparejamientos (Pt. 1 )
LA GUERRA DE LOS SEXOS - El Orden en los Emparejamientos (Pt. 1)
Si queremos emparejar y desarrollar la Unidad Familiar, con la Bendición de Dios, debemos hacerlo conforme a la Ley y el Orden que desarrolla la perfecta Armonía, hasta más allá del infinito.
No debemos emparejarnos mal y sin amor, por capricho de nuestra razón educada por otros, ni por capricho de la razón, siempre interesada, de los propios padres, ni por capricho de la razón social, elevada sobre la hipocresía. Porque tal unión no será real, no será unión de ley ni de orden, de Amor y Sabiduría.
Tampoco debemos emparejarnos siendo semillas de libertad, con otra semilla de libertad del sexo opuesto, para disfrutar juntos la mayor libertad, porque en esta unidad faltará la seguridad, el Amor. Faltará la luz.
Ni debemos emparejarnos con una semilla de seguridad siendo nosotros semillas de seguridad del sexo opuesto, para tener juntos la mayor seguridad, porque en esta unidad faltará la libertad, la sabiduría. Faltará el Color.
La Bendición Divina sólo puede ser para la Unión Perfecta, con Amor y con orden de Sabiduría. Sin Amor y sin Orden no habrá bendición humana que pueda mantener, en el tiempo, la unidad de la pareja en armonía.
Para encontrar la pareja que nos corresponde y recrear la Perfecta Unidad, que es formar la Familia Sagrada de Dios, para disfrutar de sus frutos Reales, es del todo imprescindible que sepáis, si vosotros mismos, sois semillas de fuerza, de seguridad, de amor; o si por el contrario, sois semillas de poder, de libertad, de sabiduría.
Sin dejar de considerar importante en ambos casos, el orden del tiempo del que proceden vuestras almas.
De modo que los primogénitos, los números tres de la Unidad Familiar, busquen pareja entre los números cuatro y viceversa.
Así sucesivamente, el cinco empareja con el seis, el siete con el ocho, etc. Así formaremos uniones en razón de nuestros cuerpos y en razón de nuestras almas, y todos se entenderán a las mil maravillas.
También es necesario, para poder comprender mejor a los hijos y darles la educación más correcta, verlos como la semilla de seguridad o de libertad que ellos son y entender, el alma más inocente de los más pequeños, los últimos en nacer a partir del quinto hijo, que es el número siete en el orden de la Unidad Familiar.
La Humanidad ha crecido sin Ley ni Orden porque a lo largo de generaciones ha venido ordenando a sus hijos en razón de su sexo y los ha casado en razón de su propio interés. Cuando NO ES EL SEXO QUIEN DETERMINA LA IDENTIDAD VERDADERA DE VUESTROS HIJOS, SINO EL ORDEN DE SU NACIMIENTO.
La LEY que os entrega el alma de vuestros hijos, los entrega en un orden y ese orden, es el Orden de la Ley.
Ya sabemos que el primer hijo de la pareja será siempre, semilla de Libertad, y el segundo, será semilla de Seguridad, el tercero, de libertad, el cuarto, de seguridad, etc. sean del sexo que sean.
Siempre los hijos impares serán semillas de Libertad, de Sabiduría, y los hijos pares serán semillas de Seguridad, de Amor.
Pero, ¡cuidado!, esta es la Ley y el Orden de la pareja virgen, entendiendo por virginidad que el padre no ha dejado embarazada a mujer alguna antes de casarse con otra mujer.
Porque la Ley no hace distingos entre hijos legítimos e ilegítimos. Para la Ley, todos son iguales de legítimos y de todos pedirá las mismas cuentas.
El orden siempre viene del padre y su primer hijo, sea con la mujer que sea, con o sin la bendición de la Iglesia, será la semilla del poder, de libertad. Si tuviera otro hijo, con otra mujer, aunque esta fuera virgen, en el sentido más literal del término, este primer hijo de la nueva pareja sería el segundo hijo del mismo padre y sería una semilla de Amor, de fuerza, de Seguridad. La semilla de la madre.
De modo que conviene saber si nuestros padres eran vírgenes, si no tenían hijos anteriores, porque en tal caso, también hay que contarlos para saber el número que somos dentro de la Unidad Familiar. Igualmente si nacieron o murieron siendo niños. Los abortos no cuentan, si el cuerpo del niño no alcanzó a respirar por sí mismo, pues ello significa que no lo habitó alma ninguna. Pero si llegó a respirar por su cuenta, aunque sólo fuera un momento, también cuenta en el orden familiar.
No obstante, cuando no hay certeza o no se puede molestar con tales preguntas a los propios padres, es fácil, saber si somos semillas de libertad o de seguridad, porque ambas poseen caracteres muy definidos y complementarios que no han variado a lo largo de los siglos.
No es, por tanto, el órgano sexual, lo que diferencia el sexo de vuestros hijos, SINO EL SEXO DE SUS ALMAS, pero como aún no podéis ver el alma, creéis que su sexo es el del cuerpo que podéis ver.
El alma es inmortal, pero para poder comprenderlo por sí misma, necesita vivir muchas vidas en un mundo de tres dimensiones como éste. Por ello, es del todo normal, que tanto el alma masculina como el alma femenina, han de aprender por igual las experiencias de ambos sexos, pues las almas sólo pueden avanzar en la Eternidad dando un paso tras otro, uno en el Amor y otro en la Sabiduría, otro en el Amor y otro en la Sabiduría, y así sucesivamente.
No debemos emparejarnos mal y sin amor, por capricho de nuestra razón educada por otros, ni por capricho de la razón, siempre interesada, de los propios padres, ni por capricho de la razón social, elevada sobre la hipocresía. Porque tal unión no será real, no será unión de ley ni de orden, de Amor y Sabiduría.
Tampoco debemos emparejarnos siendo semillas de libertad, con otra semilla de libertad del sexo opuesto, para disfrutar juntos la mayor libertad, porque en esta unidad faltará la seguridad, el Amor. Faltará la luz.
Ni debemos emparejarnos con una semilla de seguridad siendo nosotros semillas de seguridad del sexo opuesto, para tener juntos la mayor seguridad, porque en esta unidad faltará la libertad, la sabiduría. Faltará el Color.
La Bendición Divina sólo puede ser para la Unión Perfecta, con Amor y con orden de Sabiduría. Sin Amor y sin Orden no habrá bendición humana que pueda mantener, en el tiempo, la unidad de la pareja en armonía.
Para encontrar la pareja que nos corresponde y recrear la Perfecta Unidad, que es formar la Familia Sagrada de Dios, para disfrutar de sus frutos Reales, es del todo imprescindible que sepáis, si vosotros mismos, sois semillas de fuerza, de seguridad, de amor; o si por el contrario, sois semillas de poder, de libertad, de sabiduría.
Sin dejar de considerar importante en ambos casos, el orden del tiempo del que proceden vuestras almas.
De modo que los primogénitos, los números tres de la Unidad Familiar, busquen pareja entre los números cuatro y viceversa.
Así sucesivamente, el cinco empareja con el seis, el siete con el ocho, etc. Así formaremos uniones en razón de nuestros cuerpos y en razón de nuestras almas, y todos se entenderán a las mil maravillas.
También es necesario, para poder comprender mejor a los hijos y darles la educación más correcta, verlos como la semilla de seguridad o de libertad que ellos son y entender, el alma más inocente de los más pequeños, los últimos en nacer a partir del quinto hijo, que es el número siete en el orden de la Unidad Familiar.
La Humanidad ha crecido sin Ley ni Orden porque a lo largo de generaciones ha venido ordenando a sus hijos en razón de su sexo y los ha casado en razón de su propio interés. Cuando NO ES EL SEXO QUIEN DETERMINA LA IDENTIDAD VERDADERA DE VUESTROS HIJOS, SINO EL ORDEN DE SU NACIMIENTO.
La LEY que os entrega el alma de vuestros hijos, los entrega en un orden y ese orden, es el Orden de la Ley.
Ya sabemos que el primer hijo de la pareja será siempre, semilla de Libertad, y el segundo, será semilla de Seguridad, el tercero, de libertad, el cuarto, de seguridad, etc. sean del sexo que sean.
Siempre los hijos impares serán semillas de Libertad, de Sabiduría, y los hijos pares serán semillas de Seguridad, de Amor.
Pero, ¡cuidado!, esta es la Ley y el Orden de la pareja virgen, entendiendo por virginidad que el padre no ha dejado embarazada a mujer alguna antes de casarse con otra mujer.
Porque la Ley no hace distingos entre hijos legítimos e ilegítimos. Para la Ley, todos son iguales de legítimos y de todos pedirá las mismas cuentas.
El orden siempre viene del padre y su primer hijo, sea con la mujer que sea, con o sin la bendición de la Iglesia, será la semilla del poder, de libertad. Si tuviera otro hijo, con otra mujer, aunque esta fuera virgen, en el sentido más literal del término, este primer hijo de la nueva pareja sería el segundo hijo del mismo padre y sería una semilla de Amor, de fuerza, de Seguridad. La semilla de la madre.
De modo que conviene saber si nuestros padres eran vírgenes, si no tenían hijos anteriores, porque en tal caso, también hay que contarlos para saber el número que somos dentro de la Unidad Familiar. Igualmente si nacieron o murieron siendo niños. Los abortos no cuentan, si el cuerpo del niño no alcanzó a respirar por sí mismo, pues ello significa que no lo habitó alma ninguna. Pero si llegó a respirar por su cuenta, aunque sólo fuera un momento, también cuenta en el orden familiar.
No obstante, cuando no hay certeza o no se puede molestar con tales preguntas a los propios padres, es fácil, saber si somos semillas de libertad o de seguridad, porque ambas poseen caracteres muy definidos y complementarios que no han variado a lo largo de los siglos.
No es, por tanto, el órgano sexual, lo que diferencia el sexo de vuestros hijos, SINO EL SEXO DE SUS ALMAS, pero como aún no podéis ver el alma, creéis que su sexo es el del cuerpo que podéis ver.
El alma es inmortal, pero para poder comprenderlo por sí misma, necesita vivir muchas vidas en un mundo de tres dimensiones como éste. Por ello, es del todo normal, que tanto el alma masculina como el alma femenina, han de aprender por igual las experiencias de ambos sexos, pues las almas sólo pueden avanzar en la Eternidad dando un paso tras otro, uno en el Amor y otro en la Sabiduría, otro en el Amor y otro en la Sabiduría, y así sucesivamente.
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LA GUERRA DE LOS SEXOS - El Orden en los Emparejamientos (Pt. 2 )
LA GUERRA DE LOS SEXOS - El Orden en los Emparejamientos (Pt. 2 )
De manera que las almas, no teniendo ningún sexo, habitan en cuerpo de hombre o de mujer, según si les toca avanzar en el Amor o en la Sabiduría.
Al hablar del sexo del alma, no queremos decir que el alma masculina tiene un pene y el alma femenina tiene una vagina porque el alma no tiene sexo definido masculino o femenino, ya que el alma no necesita sexo, pues las almas no pueden procrear otras almas. Todas las almas son creadas por el Padre en parejas, y cada pareja la forma un alma de carácter masculino y otra de carácter femenino, una es la semilla del Poder y la otra es la semilla de la Fuerza.
Se diferencian por la constitución más esbelta y estilizada del alma masculina y la constitución más ancha y más recia del alma femenina. Esta constitución no es de carne, sino de luz y color. Pues el alma tampoco tiene aparato digestivo, como aquí lo entendemos.
El alma sólo come Amor que es luz y Sabiduría que es color, y ambas presentan caracteres propios que las diferencian. Pues en una luce más la Sabiduría y en la otra luce más el Amor.
Ambas son la Sabiduría y el Amor de un mismo Espíritu. El Poder Creador y la Fuerza Creadora del Espíritu del cual, ambas proceden y a partir del cual, son creadas por la Palabra del Padre de todas las almas, el Hijo de Dios.
La educación de los hijos tampoco ha de ser en razón de su sexo, sino en razón de su alma. Porque por causa de la Ley Eterna el alma de vuestro primogénito, da igual si es niño o niña, será semilla de poder, de sabiduría, de libertad, con el carácter propio del alma masculina, y el alma de vuestro segundo hijo o hija será semilla de fuerza, de amor, de seguridad, con el carácter propio del alma femenina.
Los hijos impares son, pues, almas masculinas y los hijos pares son almas femeninas.
Desde la infancia a la vejez, los hijos no crecen y se desarrollan según el sexo de sus cuerpos, sino según el carácter de sus almas y, por ello, nuestros intentos de educarlos en razón de su sexo estarán condenados al fracaso, porque acabará por imponerse el carácter propio de cada alma. De modo que lo mejor no es educar a los hijos según el sexo del cuerpo terrenal, sino según el carácter de su alma inmortal.
El alma masculina es el instinto dominador, necesita respirar libertad y ejercitar su poder, de obra, de palabra, o de pensamiento. Necesita aprender para seguir ejerciendo dominio, necesita sabiduría, quiere perfeccionar su poder. Pretende llevar a cabo sus ideas. Siempre necesita saber más para sentirse libre.
El alma femenina es el instinto protector, necesita respirar seguridad. Pone su energía y su saber hacer al servicio de las acciones, las palabras, o las intenciones de los demás. Necesita aprender para sentirse necesitada, necesita amar para seguir dando su energía sin condiciones, necesita perfeccionar su espacio, su hogar, su silueta. Necesita tener más para sentirse segura.
Ya desde que llega a este mundo, cada alma tiene un carácter propio que se manifiesta por encima de su sexo terrenal. Carácter que corresponde a la semilla de poder, de sabiduría, de libertad, que es el alma masculina; o carácter que corresponde a la semilla de fuerza, de amor, de seguridad, que es el alma femenina.
Al hablar del sexo del alma, no queremos decir que el alma masculina tiene un pene y el alma femenina tiene una vagina porque el alma no tiene sexo definido masculino o femenino, ya que el alma no necesita sexo, pues las almas no pueden procrear otras almas. Todas las almas son creadas por el Padre en parejas, y cada pareja la forma un alma de carácter masculino y otra de carácter femenino, una es la semilla del Poder y la otra es la semilla de la Fuerza.
Se diferencian por la constitución más esbelta y estilizada del alma masculina y la constitución más ancha y más recia del alma femenina. Esta constitución no es de carne, sino de luz y color. Pues el alma tampoco tiene aparato digestivo, como aquí lo entendemos.
El alma sólo come Amor que es luz y Sabiduría que es color, y ambas presentan caracteres propios que las diferencian. Pues en una luce más la Sabiduría y en la otra luce más el Amor.
Ambas son la Sabiduría y el Amor de un mismo Espíritu. El Poder Creador y la Fuerza Creadora del Espíritu del cual, ambas proceden y a partir del cual, son creadas por la Palabra del Padre de todas las almas, el Hijo de Dios.
La educación de los hijos tampoco ha de ser en razón de su sexo, sino en razón de su alma. Porque por causa de la Ley Eterna el alma de vuestro primogénito, da igual si es niño o niña, será semilla de poder, de sabiduría, de libertad, con el carácter propio del alma masculina, y el alma de vuestro segundo hijo o hija será semilla de fuerza, de amor, de seguridad, con el carácter propio del alma femenina.
Los hijos impares son, pues, almas masculinas y los hijos pares son almas femeninas.
Desde la infancia a la vejez, los hijos no crecen y se desarrollan según el sexo de sus cuerpos, sino según el carácter de sus almas y, por ello, nuestros intentos de educarlos en razón de su sexo estarán condenados al fracaso, porque acabará por imponerse el carácter propio de cada alma. De modo que lo mejor no es educar a los hijos según el sexo del cuerpo terrenal, sino según el carácter de su alma inmortal.
El alma masculina es el instinto dominador, necesita respirar libertad y ejercitar su poder, de obra, de palabra, o de pensamiento. Necesita aprender para seguir ejerciendo dominio, necesita sabiduría, quiere perfeccionar su poder. Pretende llevar a cabo sus ideas. Siempre necesita saber más para sentirse libre.
El alma femenina es el instinto protector, necesita respirar seguridad. Pone su energía y su saber hacer al servicio de las acciones, las palabras, o las intenciones de los demás. Necesita aprender para sentirse necesitada, necesita amar para seguir dando su energía sin condiciones, necesita perfeccionar su espacio, su hogar, su silueta. Necesita tener más para sentirse segura.
Ya desde que llega a este mundo, cada alma tiene un carácter propio que se manifiesta por encima de su sexo terrenal. Carácter que corresponde a la semilla de poder, de sabiduría, de libertad, que es el alma masculina; o carácter que corresponde a la semilla de fuerza, de amor, de seguridad, que es el alma femenina.
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Hay que dejar a los hijos ser lo que ellos son en verdad, si queremos que su desarrollo sea el correcto, sin ponerles trabas desde niños, por razones de su sexo terrenal. Dando a cada alma la atención que responda a su real necesidad, pues la semilla de Libertad, desde que nace hasta que muere su cuerpo mortal, siempre necesitará la fuerza que le dan las caricias del Amor. Sin embargo la semilla de Seguridad, siempre necesitará un Amor para acariciar.
En su infancia, en su madurez y en su vejez.
Tanto el alma masculina, la semilla del poder, como el alma femenina, la semilla de fuerza, necesitan que su reconocimiento y su educación respondan a su verdadera identidad, para no crecer con un conflicto interior que mal puede ser disimulado con una educación errónea.
Las almas masculinas son semillas de Poder, de Sabiduría, de Libertad, sean hombres o mujeres han de recibir la misma educación, para dar satisfacción a su necesidad de aprender, de dominar, de SABER, para conquistar mayor libertad. Estos hombres y estas mujeres son la PUNTA DE LANZA del Conocimiento de la Humanidad. El Poder.
Las almas femeninas son semillas de Fuerza, de Amor, de Seguridad. Sean hombres o mujeres han de recibir la misma educación, para dar satisfacción a su necesidad de aprender, de proteger, de TENER, para conquistar mayor seguridad. Estos hombres y estas mujeres son el CUERPO DE LA LANZA del Conocimiento, la Fuerza que hace avanzar la Humanidad.
Si al alma masculina le es dado abrir los nuevos caminos en su conquista de la Libertad, al alma femenina le es dado mantenerlos abiertos en su conquista de la Seguridad. Avanzando todas las almas, PUNTA DE LA LANZA Y CUERPO DE LA LANZA, como una sola UNIDAD.
Para avanzar las almas masculinas, necesitan el empuje de las almas femeninas.
Para avanzar las almas femeninas han de aprender cada paso nuevo que logran avanzar las masculinas.
En su infancia, en su madurez y en su vejez.
Tanto el alma masculina, la semilla del poder, como el alma femenina, la semilla de fuerza, necesitan que su reconocimiento y su educación respondan a su verdadera identidad, para no crecer con un conflicto interior que mal puede ser disimulado con una educación errónea.
Las almas masculinas son semillas de Poder, de Sabiduría, de Libertad, sean hombres o mujeres han de recibir la misma educación, para dar satisfacción a su necesidad de aprender, de dominar, de SABER, para conquistar mayor libertad. Estos hombres y estas mujeres son la PUNTA DE LANZA del Conocimiento de la Humanidad. El Poder.
Las almas femeninas son semillas de Fuerza, de Amor, de Seguridad. Sean hombres o mujeres han de recibir la misma educación, para dar satisfacción a su necesidad de aprender, de proteger, de TENER, para conquistar mayor seguridad. Estos hombres y estas mujeres son el CUERPO DE LA LANZA del Conocimiento, la Fuerza que hace avanzar la Humanidad.
Si al alma masculina le es dado abrir los nuevos caminos en su conquista de la Libertad, al alma femenina le es dado mantenerlos abiertos en su conquista de la Seguridad. Avanzando todas las almas, PUNTA DE LA LANZA Y CUERPO DE LA LANZA, como una sola UNIDAD.
Para avanzar las almas masculinas, necesitan el empuje de las almas femeninas.
Para avanzar las almas femeninas han de aprender cada paso nuevo que logran avanzar las masculinas.
¡Así avanza la Unidad del Amor y el Saber!
No dará un paso nuevo hasta que todos sus miembros han aprendido el paso anterior.
Ahora bien, una cosa es recibir educación, cuando se es joven, y otra muy distinta es darla, cuando se es padre o madre.
Como los padres han de reconocer el alma de sus hijos para atenderlos correctamente en su educación, también los hijos han de reconocer sus cuerpos para realizar correctamente su aprendizaje en este mundo, en función del sexo de sus propios cuerpos terrenales, porque no es la casualidad quien otorga el cuerpo a las almas que llegan de la Eternidad, sino que es la Ley que rige el desarrollo de su mayor perfección.
Por ello, a la hora de formar pareja, para crear una nueva Unidad Familiar, han de actuar en función del cuerpo físico.
La función de parir corresponde a la madre. Aunque sea el alma masculina de la pareja, ha de entregar a la unidad y a los hijos de la Unidad sus propias ansias de libertad para ver crecer en su hogar y en sus hijos, la libertad.
Al hombre le corresponde la tarea del padre, aunque sea el alma femenina de la pareja, ha de entregar a la unidad y a los hijos de la Unidad sus propias ansias de Seguridad, ha de trabajar para satisfacer las necesidades de la Unidad Familiar y darle el jornal y el saber que consigue fuera del hogar, a la madre, para que ella administre y haga más rico en seguridad y libertad el Hogar de la UNIDAD.
Siempre, al formar la Unidad, el Padre es el Uno, y la Madre es el Dos, y sus hijos nacerán conforme al Orden de la Ley.
También cuando es la madre el alma masculina de la pareja y el padre es el alma femenina.
Siempre el primogénito de la Unidad Nueva será semilla de Libertad, del padre. Y el segundo hijo será semilla de Seguridad, de la madre.
Y, por fin, podemos alcanzar una conclusión para explicar la guerra de los sexos, pues su origen está en la confusión de las almas y en la educación errónea que reciben en función del sexo terrenal.
Ahora bien, una cosa es recibir educación, cuando se es joven, y otra muy distinta es darla, cuando se es padre o madre.
Como los padres han de reconocer el alma de sus hijos para atenderlos correctamente en su educación, también los hijos han de reconocer sus cuerpos para realizar correctamente su aprendizaje en este mundo, en función del sexo de sus propios cuerpos terrenales, porque no es la casualidad quien otorga el cuerpo a las almas que llegan de la Eternidad, sino que es la Ley que rige el desarrollo de su mayor perfección.
Por ello, a la hora de formar pareja, para crear una nueva Unidad Familiar, han de actuar en función del cuerpo físico.
La función de parir corresponde a la madre. Aunque sea el alma masculina de la pareja, ha de entregar a la unidad y a los hijos de la Unidad sus propias ansias de libertad para ver crecer en su hogar y en sus hijos, la libertad.
Al hombre le corresponde la tarea del padre, aunque sea el alma femenina de la pareja, ha de entregar a la unidad y a los hijos de la Unidad sus propias ansias de Seguridad, ha de trabajar para satisfacer las necesidades de la Unidad Familiar y darle el jornal y el saber que consigue fuera del hogar, a la madre, para que ella administre y haga más rico en seguridad y libertad el Hogar de la UNIDAD.
Siempre, al formar la Unidad, el Padre es el Uno, y la Madre es el Dos, y sus hijos nacerán conforme al Orden de la Ley.
También cuando es la madre el alma masculina de la pareja y el padre es el alma femenina.
Siempre el primogénito de la Unidad Nueva será semilla de Libertad, del padre. Y el segundo hijo será semilla de Seguridad, de la madre.
Y, por fin, podemos alcanzar una conclusión para explicar la guerra de los sexos, pues su origen está en la confusión de las almas y en la educación errónea que reciben en función del sexo terrenal.
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"Uno es la Dirección, el otro es el Impulso" (Tao2013)
"Uno es la Dirección, el otro es el Impulso" (Tao2013)
tao2013- Reportero total
Algunas preguntas
antonioPJ: Una pregunta: Observando acierto con los primogénitos y sobre todo primogénitas al vuelo.
Con los/as tercer nacidos/as es algo más difícil, porque muestran el mismo impulso inicial que los primogénitos,
pero luego parecen mostrarse pasivos como si fuesen pares (2 ó 4).
Es lo que he avanzado por ahora en esto. ¿Me equivoco?
Esther: Vas bien, hay que tener en cuenta el voltaje.
No es lo mismo un tercero que luce 580, 220. 125 o 12 voltios.
La práctica te lo va enseñando.
antonioPJ: ¿Esto es según la generación? O sea, no es igual un nacido primogénito
que un casado convertido a primogénito.
Esther: No, no es lo mismo.
antonioPJ: Otra pregunta: ¿A qué se debe que "salten chispas" entre un/a primogénito/a y un/a dos?
¿La diferencia de "voltaje"?
Esther: Habría que conocer el caso.
La educación condiciona mucho las relaciones.
antonioPJ: Y otra pregunta: No me encaja que las almas femeninas (pares, más "magnéticas" que "eléctricas")
sean más envidiosas que celosas, ¿como es eso?
Porque los celos es ser posesivos, mientras que la envidia es ser codiciosos, ambiciosos, más impulsivos.
Esther: Son sutilezas: Todo depende de la edad del alma.
De su maduración.
La envidia se refiere a que quiere tener lo mismo que los demás
y el alma masculina (impar, más "eléctrica que "magnética")
es por su propia naturaleza celosa, quiere exclusividad en el amor.
Según va siendo vieja el alma es menos celosa y menos envidiosa.
Cuando vengas ya lo habláis.
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Con los/as tercer nacidos/as es algo más difícil, porque muestran el mismo impulso inicial que los primogénitos,
pero luego parecen mostrarse pasivos como si fuesen pares (2 ó 4).
Es lo que he avanzado por ahora en esto. ¿Me equivoco?
Esther: Vas bien, hay que tener en cuenta el voltaje.
No es lo mismo un tercero que luce 580, 220. 125 o 12 voltios.
La práctica te lo va enseñando.
antonioPJ: ¿Esto es según la generación? O sea, no es igual un nacido primogénito
que un casado convertido a primogénito.
Esther: No, no es lo mismo.
antonioPJ: Otra pregunta: ¿A qué se debe que "salten chispas" entre un/a primogénito/a y un/a dos?
¿La diferencia de "voltaje"?
Esther: Habría que conocer el caso.
La educación condiciona mucho las relaciones.
antonioPJ: Y otra pregunta: No me encaja que las almas femeninas (pares, más "magnéticas" que "eléctricas")
sean más envidiosas que celosas, ¿como es eso?
Porque los celos es ser posesivos, mientras que la envidia es ser codiciosos, ambiciosos, más impulsivos.
Esther: Son sutilezas: Todo depende de la edad del alma.
De su maduración.
La envidia se refiere a que quiere tener lo mismo que los demás
y el alma masculina (impar, más "eléctrica que "magnética")
es por su propia naturaleza celosa, quiere exclusividad en el amor.
Según va siendo vieja el alma es menos celosa y menos envidiosa.
Cuando vengas ya lo habláis.
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tao2013- Reportero total
Almas viejas y almas jóvenes
La edad del Alma viene marcada por el orden del nacimiento, porque no todas las almas nacen al mismo tiempo, y por los aprendizajes que va adquiriendo.
Aunque hay almas más viejas que otras, reencarnadas en cuerpos más jóvenes (los "niños índigo"), pero eso ya son los "voltajes", como en Electricidad.
También se reconocen fácilmente a las almas más viejas porque dan más, se conforman con menos, y a las más jóvenes porque piden más,quieren más para ellas.
Aunque hay almas más viejas que otras, reencarnadas en cuerpos más jóvenes (los "niños índigo"), pero eso ya son los "voltajes", como en Electricidad.
También se reconocen fácilmente a las almas más viejas porque dan más, se conforman con menos, y a las más jóvenes porque piden más,quieren más para ellas.
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¿Tienes un “alma vieja”?
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tao2013- Reportero total
La polaridad del alma inmortal
Pregunta:
Si por ejemplo una primogénita se casa, tiene hijos y pasa a ser un dos,
¿es la 1 ó la 2 en su reencarnación posterior?
Esther:
Sí, el alma es uno SIEMPRE SERÁ IMPAR.
Si el alma es dos SIEMPRE SERÁ PAR.
LO DE HACER DE DOS SIENDO MUJER IMPAR ES HACER EL PAPEL DE DOS.
CUANDO ES MADRE.
Pregunta:
Entonces en la próxima vuelve a ser uno.
Esther:
Si.
O tres.
O cinco.
Pero siempre impar.
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Esther:
Algunos hombres en "la cuarta" serán mujer.
Por eso en otras cosas es tan importante el trato con sus parejas.
Así como la traten les tocará una pareja como ellos.
Si por ejemplo una primogénita se casa, tiene hijos y pasa a ser un dos,
¿es la 1 ó la 2 en su reencarnación posterior?
Esther:
Sí, el alma es uno SIEMPRE SERÁ IMPAR.
Si el alma es dos SIEMPRE SERÁ PAR.
LO DE HACER DE DOS SIENDO MUJER IMPAR ES HACER EL PAPEL DE DOS.
CUANDO ES MADRE.
Pregunta:
Entonces en la próxima vuelve a ser uno.
Esther:
Si.
O tres.
O cinco.
Pero siempre impar.
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Algunos hombres en "la cuarta" serán mujer.
Por eso en otras cosas es tan importante el trato con sus parejas.
Así como la traten les tocará una pareja como ellos.
tao2013- Reportero total
Re: LA GUERRA DE LOS SEXOS
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