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VIRUS Phi X-174 - El Mensaje Intestinal Extraterrestre

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VIRUS Phi X-174 - El Mensaje Intestinal Extraterrestre Empty VIRUS Phi X-174 - El Mensaje Intestinal Extraterrestre

Mensaje por tao2013 Sáb Sep 28, 2013 2:15 am

VIRUS Phi X-174 - El Mensaje Intestinal Extraterrestre
 
codificado y escondido en un virus
 
Hasta entonces, el ambiente científico internacional deseaba admitir como una casi-incertidumbre que existía vida inteligente en el universo, aparte de nuestro planeta. Pero mantenían una extrema prudencia.
Los intentos de contacto por radiotelescopio o la emisión de mensajes levantaban pesadas objeciones. Recientemente triunfaba la oposición. Iban a reducir los costosos experimentos emprendidos en los Estados Unidos y Rusia. Después de todo, si se presumía que existía inteligencia en la galaxia, nada probaba que nuestros vecinos tuvieran deseos de trabar conocimiento con nosotros, ni que fueran capaces de hacerlo.
En esta polémica, el comunicado de dos grandes biólogos japoneses, Hiromitsu Yokoo y Tairo Oshima, pone tierra firme en medio de la charca. “Cometíamos un error”, afirman, “al pensar que la radio o las señales luminosas eran los soportes ideales para una comunicación interestelar. El mensaje se vehicula de otro modo, mucho más seguro. Sembrando sistemáticamente nuestro planeta con microorganismos codificados, y lo único que nos queda ahora por hacer es descifrar las informaciones enviadas por nuestros lejanos hermanos del espacio”.
 
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El doctor Hiromitsu Yokoo, de la universidad Kyorin en Tokio, y el investigador Tairo Oshima, del instituto de las ciencias de la vida Mitsubishi-Kasei realizaron, quizás, el mayor descubrimiento del siglo XX, si no de toda la historia de las ciencias. Según ellos el virus denominado Phi X-174 que infesta nuestra flora intestinal, sería de origen extraterrestre, y transportaría un mensaje codificado emitido por criaturas inteligentes deseosas de entrar en contacto con nosotros. Habrían escogido el soporte ideal de transmisión, teniendo en cuenta a la vez los azares del viaje, la información y el estado actual de nuestras posibilidades científicas.
El Phi X-174 no es en realidad un desconocido. Hace ya varios años, unos sabios británicos consiguieron descifrar su estructura genética y establecieron que existía virtualmente en todo ser humano. Es uno de los innumerables microorganismos que equilibran nuestras funciones intestinales. Gracias a su acción conjugada con los jugos de nuestro sistema digestivo por entero, estamos en condiciones de asimilar alimentos y bebidas, y sobre todo, de modificarlos químicamente de manera que puedan ser utilizados por nuestras células.
Como todo microorganismo de su naturaleza, este virus lleva un código ADN específico que la ciencia ha conseguido poner de manifiesto y descifrar. La identificación del Phi X-174 ha planteado un problema con el que los biólogos no se habían encontrado nunca hasta ese momento. Su singularidad consiste en el hecho de que ese código puede “traducirse” de tres formas distintas. Es una anomalía fundamental con relación a los otros virus, y los dos científicos japoneses hacía unos años que estaban intentando explicar sus causas.
 
No son naturales
 
Su conclusión es perentoria. No pueden ser naturales. Alguien ha modificado la estructura de base del Phi X-174 de manera que su código genético atraiga la atención de la investigación y haga sospechar no sólo la existencia de dicha intervención artificial, sino la presencia de un mensaje a descifrar. Unas señales han sido dispuestas en estructrura lineal, un poco al estilo de los que forman una imagen de televisión. En el caso de esta última, por ejemplo, un mensaje “899” estaría dispuesto sobre 31 líneas de 29 señales, o sobre 29 líneas de 31 señales. Eso daría algo legible visualmente, sólo con que un sistema catódico u otro lo tradujera mínimamente a nuestros ojos…
Podrían imaginarse exactamente de la misma manera unos mensajes codificados sobre las estructuras del ADN. El soporte es todavía más interesante que el de las frecuenciales que constituyen la base de las informaciones sonoras y luminosas. Es permanente y, sobre todo, no es susceptible a las modificaciones causadas por el tiempo o la distancia. Un mensaje de radio no podría atravesar impunemente espacios infinitos, por ejemplo. Se alteraría, sufriría fenómenos de fading, podría incluso transformarse, hasta el punto de ser inaudible o de no significar ya gran cosa. Lo mismo sucedería con una información “luminosa”. Esta sería tributaria de la fuente de energía emisora, de los problemas de recepción, etc. por otra parte, una buena transmisión supone una identidad técnica muy grande, ya que un detalle mínimo podría impedir para siempre una eventual traducción del mensaje.
 
3 mensajes posibles
 
Al estudiar el famoso virus, los dos sabios japoneses han adquirido la convicción de que la comunicación biológica resolvía de una vez todos esos problemas. Un microorganismo de su especie puede viajar durante milenios a través del espacio sin sufrir la menor alteración. Por el contrario, sise desarrolla, el código se vuelve aún más claro, más legible. Y está contenido por entero en tantos ejemplares de microorganismos como existan. Lo que multiplica por un número inverosímil de miles de millones las probabilidades de que el receptor tenga conocimiento de él.
En los genes del Phi X-174 hay tres mensajes posibles. El primero comprende 121 unidades, o sea, una distribución de 11 filas de 11. el segundo contiene 91 (7x13) y el tercero 533 (13x41). Los dos sabios japoneses ya han efectuado un cierto número de pruebas sobre las dos primeras estructuras. Estas se descifran con bastante facilidad y no contiene ningún otro misterio que el de su presencia contigua. Según Yokoo y Oshima, hay muy pocas probabilidades de que contengan alguna información artificial. Es cierto que están montadas unas sobre otras, lo que constituye una anomalía bastante inexplicable, pero después de todo eso no significa que algunos seres pensantes hayan intervenido en su disposición. Sin embargo, quizás haya que leerlas en superposición y someterlas al papel perforado de las claves para descifrarlas… en el momento de este escrito no se ha efectuado tentativa alguna en este sentido.
El tercer mensaje es mucho más interesante. En primer lugar, no puede existir por sí mismo, sin una intervención exterior al virus. En el nivel actual de nuestros conocimientos, somos (teóricamente) capaces de realizar dicho experimento. Yokoo y Oshima piensan, por lo tanto, que otros lo han hecho, y que han ocultado algo detrás de las 533 líneas del insólito mensaje genético.
Su análisis va más lejos. “Intentamos”, dicen, “leer el mensaje traduciéndolo a nuestra lengua, al someter, por ejemplo, su estructura al ordenador. Pero ¿es esta la forma correcta de actuar? Los extraterrestres que hayan podido dictarlo al virus Phi X-174 ¿esperaban que abordáramos su información a través de esa máquina que suple a la lentitud del cerebro?” No es obligatorio”, piensan los japoneses. “Un virus de la flora intestinal vive en simbiosis con nuestro propio cuerpo, del que es parásito. Habitualmente, cuando se trata de parasitismo animal, entre el portador y el elemento simbiótico existe una estrecha correlación, un intercambio de informaciones directo, que no pasa por los otros sentidos. Hasta el punto de que el parásito termina por convertirse en un componente del parasitado…”.
Lo que significa, claramente, que sin necesidad de usar máquinas o métodos exteriores, deberíamos comprender intuitivamente, directamente, el mensaje proveniente de la galaxia. Que nuestro cerebro, o algún otro centro de inteligencia, debería estar en condiciones de traducirnos, sin intermediarios, la información que alguien parecido a nosotros, al menos espiritualmente, ha inscrito para nosotros en un virus que, realmente, no podía aclimatarse a nosotros si no era en simbiosis con nuestro organismo.
 
Un mensaje vivo
 
¡Puede verse la enorme incidencia de semejante aserto! Los extraterrestres que han programado el Phi X-174 y que después lo han enviado al espacio a fin de que siembre todos los planetas susceptibles de llevar una vida inteligente análoga a la nuestra, han enviado un mensaje vivo. Un mensaje tan ideal, que no podía perderse, hasta tal punto la ley misma de vida le condenaba a multiplicarse por millares y millares de ejemplares, tan perfecto que, incluso sin transcripción mecánica o electrónica, teníamos que estar obligados a recibirlo, ya que formaría parte integrante de nosotros mismos…
Esos seres pensantes del universo lejano no contaron con nuestro maquinismo a ultranza. Nosotros todavía no hemos llegado al estadio de equilibrio de nuestra civilización. Hemos perdido el “alma” que nos permitiría vivir en estrecha conexión con la naturaleza y sus criaturas más ínfimas, pero todavía no hemos dado a la máquina el suficiente espíritu como para que pueda sustituirnos también en esa tarea…
Hay muchas probabilidades de que en los genes del Phi X-174 exista un mensaje de una importancia extraordinaria para la humanidad. Esta última ha olvidado cómo descifrarlo de forma natural, por simple inteligencia simbiótica. Y tampoco está bastante segura de sus medios técnicos para suplir dicha carencia.
Paradoja un poco desesperante, que debe afligir tanto más a nuestros dos investigadores nipones, cuanto que su civilización actual los descuartiza cruelmente entre el pasado tradicional y el futuro incierto. Por nuestra parte, se impone otra reflexión: en todos los tiempos ha habido hombres que se han dicho poseídos por espíritus, habitados en el interior por ciertas fuerzas que les parecían venir de muy lejos. Seres que han oído voces salidas del fondo de sí mismos, que les hablaban a veces de universos inverosímiles del cielo, si no del espacio. Algunos no eran sino pobres dementes cuyas alucinaciones son perfectamente explicables por la psiquiatría.
Pero ¿y los otros? Los que no presentaban los trastornos mentales que normalmente generan semejantes fabulaciones? Los que estaban realmente “poseídos” esporádicamente por algo o alguien extraño… no es imposible que, en un momento u otro, hayan tenido la posibilidad psíquica de traducir un mensaje inscrito en alguna parte de su organismo en forma de virus o de cualquier otro microorganismo portador de genes manipulados artificialmente. El descubrimiento de los dos japoneses hace plausibles las intervenciones mentales de los extraterrestres. Ahora no debemos ya reírnos con tanta facilidad de aquellos que se digan visitados por seres venidos de fuera. Quizás quede todavía alguno que haya conservado sin saberlo esa facultad prodigiosa que debían tener los primeros seres humanos, y que nosotros recuperaremos indudablemente algún día, de “leer” como en un libro abierto mensajes vivos, que nos son comunicados desde el infinito…
 
Artículo de Jacques Degas (Francia)
para la extinta revista Mundo Desconocido 
 
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En resumen: El Phi X-174 es un virus de procedencia extraterrestre, viaja por el espacio interestelar a distancias inconmensurables y durante mucho tiempo sin alterarse lo más mínimo (perfecto para transmitir un mensaje codificado sin alterar el mensaje y siendo recibido directamente, sin necesidad de intérpretes o computadoras que lo traduzcan, se descodificaría como "intuiciones, canalizaciones de otras entidades”, etc...) y cuya tercera hélice está modificada artificialmente. No daña al humano y actúa en el intestino junto con los jugos gástricos, ayudando en la digestión y otras funciones básicas. Por sí sola esta 3ª hélice no funciona, necesita de un huésped para simbiosis y acabar fusionándose con dicho huésped (por entropía, o sea, al ser el huésped de mayor densidad acabaría “tragándolo” o asimilándolo como parte de su organismo).
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