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¿Quién disparaba armas de fuego en la prehistoria?

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¿Quién disparaba armas de fuego en la prehistoria? Empty ¿Quién disparaba armas de fuego en la prehistoria?

Mensaje por r0su4 Lun Mayo 06, 2013 7:38 pm

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¿Es la historia de la humanidad una farsa? ¿Son muchas de las premisas en las que se basa la arqueología una flagrante estafa a todos los niveles? ¿Existen descubrimientos arqueológicos que obligarían a reescribir la historia del hombre tal y como la conocemos? ¿Qué se oculta sobre nuestro verdadero origen?

Partiendo de la base imprescindible de la defensa de la heterodoxia y del pensamiento crítico, diré que si sólo existiera (mejor dicho, pudiera existir), un hombre sabio en posesión de la verdad absoluta, yo sería el primero en someterme al juicio de las opiniones y de los hechos. Todas estas cuestiones planteadas en la cabecera del presente informe entrarían a formar parte de una doctrina hereje para la arqueología oficialista que intenta dar respuesta a las incongruencias del pasado histórico así como aquellos hechos ante los que la ciencia se ve incapaz de explicar: la astroarqueología.

Esta es un corriente teórico que es definido como el conjunto de hipótesis, excavaciones y restos arqueológicos que no se ajustan a la metodología arqueológica habitual. Si bien es cierto que los bastiones de la ciencia han regido por largos años los contenidos ilustrados en los libros de historia en la enseñanza secular, a menudo a esta no se le puede otorgar el papel de juez imparcial, ya que en muchas ocasiones esta se ve impotente ante la negativa de ser capaz de emitir un fallo imparcial, un veredicto definitivo e irrevocable. Errar no es pecado, siempre que uno entienda la provechosa lección de modestia: hay que guardarse de pronunciar juicios y condenas. Hay errores grandiosos y bravuconadas manifiestas y palpables.

No sería difícil formar una lista interminable de ejemplos de la ceguera de los pontífices que han sentado las erróneas bases del pensamiento moderno conocido por el hombre. Si antaño, el retoño favorito y predilecto del Estado, la Iglesia, defendía los bastiones de su doctrina, hoy en día, tanto la ciencia, la filosofía, la política, como aquellos poderes fácticos que nos gobiernan, podrían franquear las puertas del conocimiento con nuevas teorías e hipótesis. En una palabra, desbloquear el camino de las ideas revolucionarias. No me refiero a los visionarios que, todos los años, inventan una vez más el perpetum mobile.

Me refiero a los que podrían y pueden apoyar una revolución para romper los grilletes de la neo esclavitud que nos oprime. Mas, no interesa llevar a cabo lo mencionado, puesto que los libros habría que volver a reescribirlos, y, en consecuencia, se desencadenaría un efecto dominó de preguntas y respuestas a las que esos “iluminados” no podrían hacer frente. Aunque a menudo muchos de estos sujetos no se traguen entre sí, frente a los intrusos son… <>. Así rodean con una muralla de obstinación ese territorio que irracionalmente se empeñan, a lo que parece, en considerar <>.

Los métodos que utilizan van desde lo sutil hasta lo agresivo; la medicina se dosifica según la gravedad del caso. A eso se le llama <>. El cliente molesto puede ser aplastado con killer-phrases (como denominan los americanos a un sarcasmo particularmente rudo), como un moscardón al que se mata con un papirotazo. Todo esto, y hasta la vanidad pinturera de los grandes ases de todas y cada una de las especialidades engañabobos, me parecería disculpable, si no fuera porque esa vanidad es el mayor obstáculo al progreso.

Pongámonos en su lugar. Tratemos de ser empáticos, aunque solamente sea por un momento, y admitamos que cuando uno se ve obligado a rendir fortaleza edificada durante mucho tiempo de quemarse las pestañas, el trago ha de saberle muy amargo Existe una arqueología prohibida para la ciencia que nos muestra inquietantes descubrimientos que, de revelarse ciertos, obligarían replantear todo lo se nos ha sido inculcado hasta la fecha de hoy.

Aunque muchos se resisten a aceptarlo, esos descubrimientos, esos vestigios, y esas <> circunstanciales existen, pese a que el mayor y más ferviente defensor de los escépticos trate de negarlo. No deja de ser sorprendente comprobar cómo algunas anomalías históricas son totalmente pasadas por alto por arqueólogos e historiadores, cuando no deliberadamente silenciadas.

Se trata, casi siempre, de hechos que no encajan dentro de las teorías elaboradas por los expertos y que su reconocimiento oficial podría resquebrajar el edificio académico con tanto esfuerzo construido. ¿Existieron y se usaron armas de fuego en la prehistoria? ¿Fueron nuestros tiempos pretéritos el escenario mudo de auténticos tiroteos al igual que en las viejas películas del oeste? ¿Por qué se acallan los descubrimientos que así parecen confirmar parte de estas fantásticas hipótesis?

Expediente abierto número 1: El bisonte de Moscú

En el Museo de Paleontología de Moscú está expuesto el cráneo de un bisonte, cuyo hueso frontal fue limpiamente atravesado por un proyectil. A día de hoy, este museo adscrito al “Paleontological Institute of Russian Academy of Sciences” sigue exponiendo en sus vitrinas el cráneo de un viejo bisonte que muestra en su frente un agujero perfectamente redondo que tuvo que ser consecuencia de un proyectil de una arma de fuego disparado a gran velocidad. Como sabemos, este animal es originario de Siberia (Rusia). Este vivió en aquellas latitudes extremas cuando el hombre de la época no era más que un Neanderthal –según la cátedra oficialista de la arqueología-. Según los cálculos, se estima que el bisonte vivió durante el período neolítico (8.000 a 2700 A.C), una época durante la cual es sabido por los arqueólogos que se fabricaban rudimentarias armas elaboradas en piedra.

El modelo más perfeccionado que consiguieron elaborar los hombres del neolítico fue el hacha de piedra. Un golpe de hacha elaborada con ese material simplemente habría destrozado ese cráneo, y en ningún caso hubiera conseguido formar un agujero tan perfecto o, en todo caso, no hubiera podido producirse un agujero perfectamente regular y sin grietas a su alrededor. No es así, y lo cierto es que estamos ante un orificio efectuado limpiamente. ¿Disparos con armas de fuego en el neolítico? Parece un disparate a simple vista, una circunstancia imposible en aquel tiempo.

Y, sin embargo, ahí está expuesto en Moscú. Ante semejante fenómeno, expertos en balística y arqueólogos no salieron de su asombro. No obstante, ¿qué opinan sobre este cráneo de bisonte los “eruditos” de las cátedras academicistas ortodoxas? En primera instancia, la ciencia supuso que la causa fue, ¡un impacto de jabalina u de otro tipo de arma arrojadiza! ¡Parece mentira la desfachatez de los científicos en ciertas ocasiones! ¿Acaso no tuvieron en cuenta que ese poder de penetración no lo tiene en ningún caso una arma como una jabalina sino, en todo caso, la fuerza de un proyectil de tamaño mayor? ¿A quién pretenden engañar? En fin…

No debemos sorprendernos que ante la falta de argumentos y recursos, muchos de estos estudiosos realicen invenciones fuera de toda lógica con tal de desprestigiar las hipótesis que, por muy irracionales y descabelladas que puedan parecer, esconden en sus cimientos grandes verdades ocultas. Uno de los recursos empleados por parte del oficialismo arqueológico con tal de desmentir la teoría del orificio causado por un impacto de proyectil por parte de un arma de fuego fue el atribuir al origen de este agujero causas naturales. En este caso, ¡el impacto de un meteorito! ¡Es una sandez, y sin embargo, es el principal argumento de los arqueólogos ortodoxos!

Por muy prestigiosos que sean estos “expertos”, por muy inteligentes que alardeen ser, y por muchos reconocimientos que estos tengan en su haber –otorgados en el 100% de los casos por parte de la cátedra fraudulenta del oficialismo científico-, esta no deja de ser una teoría muchísimo más descabellada que la que yo expongo –entiéndase, obviamente, que no he sido yo el primero en plantearla, puesto que Erich Von Däniken hizo alusión a esta posibilidad en su libro El Mensaje de los Dioses-. ¿De veras se imaginan un meteorito atravesando la atmósfera, y, una vez este se desintegrado, impactando justo en el centro del cráneo del bisonte expuesto anteriormente? ¡Es una teoría totalmente absurda e improbable pese a que muchos expertos hayan hecho mención a esta como a la causa del agujero en el cráneo del bisonte! Sin lugar a dudas se trata de una pregunta difícil de contestar… ¿Quién tenía y disparaba armas de fuego 8.000 años A.C?

Expediente Abierto número 2: El Cráneo Prehistórico de Moya

En Moya, una pequeña localidad de Cataluña, se descubrió un cráneo prehistórico de singular interés, pues este mostraba en el centro de su frente una herida sufrida por el impacto de una bala. Más extraordinario es aún que, tras ser analizada la herida, quedó demostrado que el individuo en cuestión siguió viviendo después de haber recibido el impacto.

¿Cómo era el espécimen de Moya?

Se estimó que era un hombre moderno, de la raza “Cro-Magnon”, el cual vivió aproximadamente hace unos 6000 o 7000 años. Presentaba una altura de 170 centímetros -muy superior a la media del tiempo en el que vivió, y se estimó que murió a los 50 años de edad, superando, en consecuencia, la media de la esperanza de vida de aquel entonces.

¿Dónde se encontró?

En la Cova de Toll. Dicho emplazamiento es una de las tantas y tantas cavidades abiertas en los terrenos de naturaleza predominantemente calcárea correspondientes al Eoceno, la segunda época geológica del período Paleógeno en la Era Cenozoica.

De hecho, tanto esta cueva como la de las Toixoneres, sirvieron de refugio y de cámaras sepulcrales a los humanos de aquellas épocas. Las excavaciones, iniciadas en los años cincuenta (la entrada principal fue descubierta el 29-10-1954) evidencia la presencia de una riquísima fauna en este lugar, que es considerado por los expertos como una de las zonas con mayor riqueza de especies animales del cuaternario, y que se corresponde con la última glaciación de esa era o Período Wurm.

La cueva tiene 1148 metros de profundidad si bien solamente pueden ser visitados 158 de los que algo más de cien corresponden a la Galería Sud que es la que fue ocupada por los primitivos neanderthales y por posteriores asentamientos .

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