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EL PROCESO DE REENCARNACION,

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EL PROCESO DE REENCARNACION,  Empty EL PROCESO DE REENCARNACION,

Mensaje por Nostromo Sáb Ago 11, 2012 9:12 am

EL PROCESO DE REENCARNACION







EL PROCESO DE REENCARNACION,  Oie_glitters

El tema de:

Que proceso tiene el espiritu una vez que desencarna, se ha tratado varias veces, y creo que nadie tenga dudas al respecto.

Ahora quiero hacerlo a la inversa: QUE PROCESO TIENE EL ESPIRITU UNA
VEZ QUE DECIDE QUE ES HORA DE REGRESAR A LA VIDA, QUE DEBE COMENZAR UN
NUEVO CICLO.

Estuve buscando mucho y aqui les traigo un compendio de la mejor manera que se explica:

La reencarnación, al contrario de lo que vulgarmente se propaga, no
es un proceso punitivo. Es, en verdad, un sistema educativo de evolución
espiritual, regulado por Leyes que fueron instituidas por Dios. por
tanto, el Espíritu no retorna al cuerpo físico con la intención de
sufrir puniciones, su regreso a la vestimenta carnal forma parte de la
pedagogía divina.

La oportunidad de un nuevo comienzo viene marcada por una condición
básica, el espíritu al encarnar se ve sujeto al olvido temporal de su
pasado.

¿Para qué sirve el olvido temporal? El olvido es una bendición
ofertada por Dios a los espíritus para permitirles empezar de cero, sin
los recuerdos conflictivos o cualquier remordimiento pasado.
Mayoritariamente somos réprobos de sus Leyes. Si volvemos la mirada
hacia atrás, podemos constatar que el pasado del hombre es sombrío, la
historia de la Humanidad es un escenario de disputas, crímenes y
batallas. Aunque no solamente nos han pasado desgracias, nuestro
pretérito es delictuoso en su gran parte. Somos nosotros mismos los
espíritus que hemos vivido antes y la Misericordia Divina es tan sublime
que a través de ese mecanismo maravilloso podemos recomenzar,
utilizando una nueva oportunidad para acertar. Cada espíritu tiene un
historial de experiencias de vidas anteriores con aciertos y
equivocaciones conforme haya procedido en sus elecciones mientras estaba
encarnado.

Ese proceso del olvido temporal en el que se corre un
velo que cubre los recuerdos pasados sirve para que en su tiempo de
vida en la Tierra, el espíritu ejerza sus conductas y cualidades
adquiridas a través de nuevas situaciones que le presente la vida,
adquiera virtudes, reformule valores, avanzando intelectual y
moralmente, corrigiendo malas tendencias arraigadas en su ser. Es
importante saber que cada ser espiritual es único, individual y
absolutamente responsable por sus actos.

Pues bien, ¿antes de encarnar qué sucede?

Cuando el espíritu está desencarnado decimos que se encuentra en la
erraticidad, término que designa el tiempo de estancia de un espíritu en
la vida verdadera, la espiritual. El espíritu en la erraticidad piensa y
obra por su libre voluntad. En ese momento el espíritu puede estar en
diferentes niveles de conciencia, puede tener pleno ejercicio de sus
facultades, estar en una situación de paz, de armonía, entre amigos y
familiares queridos o puede encontrarse sumergido en sus pensamientos,
envueltos en sus problemas, sufrimientos, sintiéndose solo y abandonado,
pero en realidad junto a compañías infelices, sin capacidad de
decisión.

Ese período en la erraticidad es relativo, condicionado a muchos
factores, entre ellos, por ejemplo, tener que esperar que otros
espíritus estén en condiciones de encarnar de nuevo en el plano físico
para reparar faltas conjuntamente. También, por ejemplo, puede verse
obligado a aguardar el tiempo necesario a que alcance tener la lucidez
mental y emocional necesarias para consolidar propósitos de renovación.

¿El espíritu solamente aprende cuando está encarnado?

No, en la erraticidad el espíritu puede seguir aprendiendo, tomando
firmes resoluciones en el bien y en la intención de aciertos futuros,
arrepintiéndose si se ha equivocado y haciendo propósitos de seguimiento
de las Leyes Morales. Otra situación en que se puede encontrar, es que
se alegra si ha sabido llevar bien su encarnación anterior y si supo
cumplir con sus objetivos. En cualquier caso, no puede huir de la Ley de
Progreso, aprenderá siempre.
Pero el espíritu sabe que es mediante
la encarnación, bajo los parámetros citados anteriormente del olvido
temporal y bajo la ilusión de la materia, donde se demuestran realmente
las elecciones tomadas en la erraticidad y pone en práctica las
resoluciones probando las resistencias a las tentaciones de la carne,
siendo que, todas las caídas que puede traer el espíritu de vidas
pasadas son campo fértil de mejoramiento.

Un atributo inherente del espíritu, que le pertenece desde su
creación, es el poder de elección: lo que llamamos libre albedrío.
Recordad que fue creado simple e ignorante con una conciencia que
contiene las Leyes Morales y con el poder de tomar decisiones. Cuando
tenga un nivel de lúcida conciencia de sus actos pretéritos, el espíritu
es quien decide sus pruebas y expiaciones participando de forma activa
en la toma de decisiones de su propia encarnación. Sabe lo que debe
hacer para progresar, para poder saldar sus deudas frente a las Leyes de
Dios.

Por lo tanto la encarnación obedece a reglas básicas para todos los
seres sin excepción, pero se puede decir que en el proceso se suma un
factor individual, ya que cada espíritu va a pasar por pruebas y
expiaciones de acuerdo a su necesidad de adelanto. Hay, sin embargo,
aquellos que, teniendo una situación enfermiza, un estado alterado de
conciencia, que no poseen condiciones mentales de utilizar su libre
albedrío, deben obedecer y acatar las elecciones que toman por ellos
algunos tutores espirituales, tal como en la Tierra cuando una persona
se ve privada temporalmente de su facultades de decisión, como pueden
ser los enfermos mentales.

Todo el proceso de la encarnación es un proyecto magnífico donde
participan varios espíritus elevados, que buscan ayudar al espíritu
reencarnante. Ese grupo de espíritus benevolentes apoyan al aspirante a
la victoria para que tenga en la eminente nueva oportunidad de vida el
mayor éxito posible. Por lo tanto, un equipo espiritual ayuda en la
planificación y orientación del espíritu. Ese grupo está siempre
informado de las decisiones tomadas por el encarnante mientras esté en
la vida material.

Sin embargo, se designa un espíritu guía que acompañará al encarnante
durante toda la vida en la Tierra y muchas veces le sigue durante
varias vidas. Ese espíritu guía es siempre de una condición moral
superior al del ser encarnante para poder guiarlo e instruirlo en el
bien. Es importante sopesar que siempre la persona tendrá compañías
espirituales, acorde a sus pensamientos, por lo tanto nunca estará
realmente solo.

Debemos considerar que, por ejemplo, en una casa donde viven varias
personas, unidas por lazos de familia o no (que puede, sean
simpatizantes entre sí), convivirán varios espíritus que acompañarán la
trayectoria de esas personas que viven bajo el mismo techo. Los
espíritus nos influyen para bien o para mal, conforme nosotros
permitamos con nuestros pensamientos y acciones, resistiendo a sus
consejos o siguiéndolos.

Una vez decidido el tipo de pruebas que el espíritu va a pasar y se
va aproximando el momento de la reencarnación, éste empieza a sentir de
una forma progresiva lo que llamamos turbación (que se asemeja al sueño
que tenemos diariamente por las noches), que se acentúa cada vez más,
paulatinamente.

La turbación pre-encarnación es generalmente de mayor intensidad que
la turbación pos-encarnación. Esto ocurre porque el espíritu deja la
vida verdadera para entrar en la materia, que es una vida corta
comparándola con la eternidad del espíritu. La turbación pos-encarnación
suele ser más breve porque el espíritu vuelve a su mundo originario, a
la vida real. Decimos que suele ser más corta porque ese tiempo de
turbación es condicionado a otros factores, tal como la forma de vida
que llevó el espíritu durante su estancia en la Tierra, si llevó una
vida de búsqueda de valores intelectivos y sentimentales, es más breve o
por el contrario, una vida de exclusiva satisfacción de sus placeres,
será más duradera.

La turbación pre-encarnación sirve para que el espíritu vaya
perdiendo los recuerdos del pasado, normalmente delictivo y que su
periespíritu (lazo que une el espíritu al cuerpo), vaya disminuyendo,
para poder acoplarse al cuerpo del bebé. Ese acoplamiento es de célula a
célula y la unión del periespíritu al cuerpo se hace definitiva en el
momento del nacimiento.

Momento de la fecundación:
En el instante del acto sexual, si los
futuros padres se encuentran en un estado de buenos sentimientos y
llevan una vida recta, los espíritus superiores que ayudan al futuro
espíritu reencarnante, respetan la intimidad de la pareja aguardando
algunos segundos después del acto sexual, para poder acercarse y
efectuar la ligación del espíritu al cigoto de la madre. Un hogar donde
reine la armonía, el respeto y el amor entre sus componentes,
donde se estudia el evangelio, es un hogar protegido de malas influencias por los buenos espíritus.

Si, por el contrario, los futuros padres no poseen un comportamiento
moral elevado y se permiten excesos y desvíos, actuando con
promiscuidad, puede ocurrir que en el momento del acto sexual haya
espíritus inferiores presenciando la acción y complaciéndose con ella.
En
el momento de la fecundación, el espíritu aspirante al nuevo cuerpo que
empieza a formarse, se imanta magnéticamente al espermatozoide del
hombre obedeciendo al comando de la voluntad, atrayendo al que mejores
características físicas e intelectuales le proporcionará a su futura
encarnación. Caso no pueda hacerlo, por diferentes motivos, como puede
ser una conciencia desajustada, le ayudará el equipo espiritual. De ahí,
por ejemplo, niños que tienen una deformación congénita teniendo unos
padres sanos o padres con pocos conocimientos que tienen un hijo que se
destaca por su inteligencia y precocidad.

El equipo espiritual que asiste a la noble misión procede a la
ligación del espíritu con el huevo materno, creando un vínculo, un lazo
de unión fluídico, aún débil, pero que existe. Ese lazo es frágil y se
va estrechando lentamente conforme van pasando los meses de gestación.

El lazo indica que hay un espíritu desde el primer momento, asignado a
aquel cuerpo en formación. No se puede substraer la vida de ese ser,
sin estar cometiendo una transgresión a las Leyes de Dios. La
encarnación, o sea, la comúnmente vida es una dádiva que permite al ser
la oportunidad de crecimiento y ajuste de sus faltas. El aborto
provocado es pues un crimen indignante porque impide la oportunidad de
reparación y crecimiento de un espíritu, debe ser evitado y rechazado
con toda la rotundidad.

Durante el embarazo, el cuerpo del feto se alimenta, se mueve y
crece, los movimientos que podemos observar en el en una ecografía
bidimensional o tridimensional son reflejos de una vida animal y
vegetal, derivados de nuestras épocas ancestrales. El espíritu no está
dentro del cuerpo de la futura mamá, pero se encuentra ligado a él por
el lazo fluídico. Cuando el bebé llora, después del parto indica que el
espíritu ya se encuentra entre los encarnados indiscutiblemente y su
acoplamiento es definitivo.

Período infantil:
La turbación no cesa en el instante del
nacimiento, por el contrario persiste por algún tiempo. En los años
siguientes de crecimiento del bebé, en el período de la infancia, el
espíritu conserva esa turbación, que se va disipando despacio a lo largo
del desarrollo del niño.

El infante, en sus primeros años, debe adquirir capacidades motoras,
de inteligencia, interactuar con el medio material para poder más
adelante tomar decisiones en su vida de adulto. La función de la
turbación en esa fase infantil es permitir un nuevo aprendizaje.

En esa época, que puede durar más o menos siete años (como debemos
saber, ese tiempo es relativo conforme al desarrollo de cada uno), el
niño es susceptible a la influencia de los padres o tutores. Su
personalidad es muy maleable, pudiendo absorber muchos conocimientos en
varios aspectos, porque es más propicio a la asimilación de los
principios educativos, donde las nociones morales vividas en el
Evangelio junto al ejemplo de los sagrados deberes de la vida deberían
ser enseñadas en el seno donde vive.

Es inmensa la responsabilidad de los progenitores o tutores en ese
momento. Es de fundamental importancia que los padres sean conscientes
de sus deberes y obligaciones para con el hijo, porque el niño absorberá
lo que le enseñen, siendo un deber importantísimo de los padres o
tutores la correcta educación moral e intelectual del niño, esforzándose
para hacer del pequeño un individuo de bien, con valores morales. Si
los padres fallan, por no dar al niño las enseñanzas morales correctas,
tendrán que responder a eso y sufrirán en el mundo espiritual las caídas
del hijo, sintiéndose responsables.

La infancia es también una época de descanso para el espíritu y en
ella el niño debe ir asumiendo poco a poco sus facultades inherentes,
debe ir asimilando las condiciones físicas y mentales para desarrollar
su encarnación con éxito.

En ese momento infantil, las decisiones tomadas por un niño son
proporcionales a sus necesidades básicas y sus sueños son pueriles. Él
va adquiriendo paulatinamente el control de su libre albedrío, cuando
empieza a tomar pequeñas decisiones.

Período juvenil:
Cuando llega la edad adolescente, esa edad de
rebeldía a la que se refieren muchos padres, el espíritu se va mostrando
tal como es, se transparenta su verdadero carácter y desvela algunas
veces, facetas de su personalidad escondidas hasta entonces.
Podemos
observar que el olvido del pasado no es del todo absoluto en la
encarnación, ya que en ese período se puede ver claramente en las
inclinaciones de cada uno reminiscencias de vidas pasadas, en la manera
de relacionarse con el medio en que se encuentra el espíritu encarnado,
así como en las tendencias en hacer el bien o dejarse llevar por los
impulsos viciosos que la sociedad ofrece.

Período adulto:
En la edad adulta el hombre ya posee todas las
herramientas para decidir, actuar y resolver qué caminos tomar, qué
opciones elegir para sí mismo con total responsabilidad de sus actos. La
ignorancia de su destino y del motivo de su presencia en la Tierra
puede ser atenuante de las faltas que cometa pero no exime de la
culpabilidad de ellas.
Sabiendo, pues, el motivo de la encarnación,
elegir una vida sana, de aprendizaje, de trabajo honesto, aprovechando
el tiempo en enriquecerse moral e intelectualmente, practicando la
caridad con uno mismo y con los demás, debería ser el objetivo
prioritario a conseguir.

Es importante, en la fase adulta, direccionar las verdaderas
adquisiciones para construir un futuro para sí mismo mejor teniendo
ciencia de que la vida es transitoria en la Tierra y que el hombre
volverá a su estado de espíritu, tarde o temprano. A pesar de los
sentidos humanos percibieren solamente las impresiones que la materia
densa permite, el hombre debe hacer un esfuerzo decidido en adquirir
bienes eternos y perecederos, aquellos que constituirán su verdadero
patrimonio y que serán su legítima adquisición cuando su cuerpo alcance
la decrepitud de sus órganos. Todas las acciones relevantes tomadas
durante la vida tendrán consecuencias positivas o negativas para el
espíritu en su vida póstuma.

Momento de la partida:
El término
de la jornada en la Tierra es también el espíritu quien lo decide,
quien elige antes de la encarnación lo que quiere para sí, mayormente,
cuando tiene condiciones para ello. Esas condiciones son entre otras, la
lucidez mental, el equilibrio emocional y el dominio de la voluntad.

Como siempre es la conducta del individuo mientras encarnado que
determinará la presencia de espíritus que ayuden en la desencarnación,
si el espíritu que deja la Tierra ha tenido un comportamiento correcto
de aprendizaje, de auto-iluminación, de crecimiento interior y práctica
de la caridad tendrá por merecimiento la presencia de espíritus
familiares, amigos o espíritus encargados de hacer esa noble labor con
Amor.

Si la persona ha tenido un comportamiento de falta de respeto a las
Leyes Morales, de fomento de discordias, odios y crímenes tendrá las
presencias en ese instante de entidades afines a él, espíritus menos
evolucionados le aguardarán el regreso. Los lazos de esa persona estarán
más unidos al cuerpo y sufrirá las consecuencias de sus propios actos,
en el momento del desligamiento, ya que estando muy apegado a la materia
sentirá las necesidades materiales, a veces por largo tiempo, de cuando
estaba entre los vivos.
El desligamiento definitivo del lazo
fluídico, lo que llamamos comúnmente muerte, indica que el hombre deja
la Tierra y entra otra vez en el mundo espiritual, el mundo incorpóreo.
Hay
diferentes tipos de desencarnaciones, dependientes de varios factores:
unas dulces, tranquilas y rápidas; otras lentas y convalecientes; otras
aún precipitadas. Hay personas que llegan al mundo espiritual en
condiciones lamentables.

Pero algunos hechos pueden alterar esa elección, como es el caso de
una persona que se desvía tanto de sus compromisos asumidos en la
espiritualidad, dejándose llevar por pasiones, vicios y rebeldía. En ese
caso, es mejor rescatarla de sus enredos y anticipar su regreso al
mundo espiritual para evitar mayores prejuicios para ella (si siguiera
con su conducta iría agravando y perjudicando más su futuro). Es, en ese
caso, el equipo espiritual que acompaña la encarnación el encargado de
tomar esta decisión, siempre velando por el bienestar del encarnado.

A menudo, cuando la persona está enferma y tiene una convalecencia
larga, siente que los lazos que le atan al cuerpo se van difuminando y
eso le hace entrever su regreso al mundo espiritual. En ese período de
enfermedad el espíritu puede empezar a llevar sus pensamientos hacia
atrás, reviviendo su vida, haciendo balance de sus actos,
comprometiéndose a cambiar. Es por eso que la eutanasia es considerada
un crimen, porque se acorta ese tiempo de reflexión que muchas veces es
necesario al espíritu en vías de desencarnación. Puede ver modificado en
esos instantes patogénicos su estado íntimo, sus aspiraciones para con
la vida y buscar una aproximación legítima con Dios. Podremos pensar que
hacemos un favor aliviando al enfermo, quitándole sufrimiento, pero en
realidad los designios Divinos son insondables para nosotros.

Retorno al mundo espiritual:
Después de la muerte, el espíritu
entra otra vez en estado de turbación proporcional al entendimiento de
las verdades espirituales y a su comportamiento en la encarnación.
Si
el espíritu ha dedicado tiempo al cumplimiento de sus deberes morales e
intelectivos, si ha pensado en la muerte y si se ha preparado para
ella, la turbación será corta. No obstante, si se dejó llevar por el
materialismo y el egoísmo, la turbación puede llevar días, meses o años.

Por lo tanto, después de la desencarnación, el espíritu vuelve a
estar en la erraticidad, en la vida verdadera del espíritu y encontrará
allí un lugar para vivir, de acuerdo con sus pensamientos. Puede ir a
habitar en una esfera donde esté en paz, en armonía y en tranquilidad,
como ir a un sitio oscuro y triste, de sufrimiento y penurias. En el
mundo espiritual los espíritus se agrupan por afinidad de pensamientos,
intenciones y objetivos.
Todo depende, por lo tanto, cuando el
espíritu vuelva al estado errante de la conducta y preparación durante
la encarnación, sus actos y la lucidez espiritual serán el reflejo de su
condición conflictiva o de paz. Cuanto más sabe más se hace responsable
de sus actos. Dios fuente perenne de toda la vida, justo y
misericordioso vela por sus hijos valorando los esfuerzos e iniciativas
de la criatura en mejorarse y el bien practicado en auxilio al prójimo.
Él, con sus leyes, atenúa al máximo los desvíos cometidos por el hombre
pero cada uno tendrá que corregirse y avanzar.

Cuando en la erraticidad, esperará una nueva oportunidad para
reencarnar siguiendo el camino evolutivo destinado a todos, obedeciendo a
la ley de reencarnación y progreso hasta que alcance las condiciones
exigidas para no pertenecer más a un mundo material.

Por lo tanto es fundamental que aprovechemos la oportunidad de
dominar el corazón, guiar los impulsos y orientar las tendencias rumbo
la evolución sublime de los sentimientos. El intelectualismo es
necesario para el crecimiento del hombre en múltiplos aspectos sobre el
orbe terrestre, pero la moral es el núcleo valeroso más importante de
las energías evolutivas y que el hombre debe buscar alcanzar.

Es crucial no perder la oportunidad que tenemos ahora, porque luego
hay que esperar que todas las circunstancias se den nuevamente para
poder arreglar las cosas que dejamos atrás, pediremos nuevas probaciones
purificadoras para rescate de errores y faltas cometidos hoy derivados
del divorcio de los sentimientos nobles.

En el Libro de los Espíritus, capítulo VII, Libro Segundo, de Allan
Kardec, se puede obtener respuestas dadas por los espíritus sobre ese
tema.
En el Libro El Consolador, de Francisco Cándido Xavier, dictado
por el espíritu de Emmanuel, se encuentran también muchas explicaciones
a este respeto.

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