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La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud

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La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud Empty La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud

Mensaje por Mundoalerta Dom Mayo 06, 2012 7:10 pm

La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud


La humanidad no está preparada para afrontar una tormenta solar de gran magnitud
y el guión apocalíptico que describe a todo el planeta sumido en la
oscuridad es bastante probable, según Mike Hapgoog, un científico
británico del Laboratorio Rutherford Appleton que se ocupa de los
pronósticos del “tiempo espacial”.


Aunque gran parte de los equipos electrónicos modernos y los aparatos
espaciales que se encuentran en la órbita terrestre se diseñaron para
resistir a las tormentas geomagnéticas producidas por las explosiones en
el Sol, no hay garantía de que el día menos pensado todos estos equipos dejen de funcionar.


Una intensa tormenta geomagnética
puede provocar un apagón global. El más reciente incidente de este tipo
tuvo lugar en 1989 en Quebec, Canadá. Se necesitaron tan solo 90
segundos para que toda la red eléctrica de Quebec quedase inoperativa.
El apagón, que duró nueve horas afectó a seis millones de personas y
costó 2.000 millones de dólares canadienses.



La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud Wye8mRc3Tx
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Asimismo se registraron numerosos fallos en la comunicación con los
aparatos espaciales. El Comando de Defensa Aeroespacial de EE. UU., que
tiene radares que están rastreando todos los objetos en el espacio,
reportó que ´había perdido de vista´ a 1.600 unidades. Las volvió a
localizar solo unos días después.


Los fallos de la comunicación representan hoy en día una gran amenaza,
señala el científico británico. Las tormentas geomagnéticas provocan
grandes alteraciones en las capas superiores de la atmósfera, lo que
puede afectar, por ejemplo, al sistema GPS (sistema de posicionamiento
global) que usamos a diario a través de los teléfonos móviles, en
transacciones financieras, en sistemas de seguridad de la navegación,
etc.


Asimismo las tormentas pueden interferir en las comunicaciones de los
vuelos transatlánticos. Si esto pasa, podría repetirse el colapso del
tráfico aéreo de 2010 causado por la erupción del volcán islandés Eyjafjallajokull.


Aunque no podamos prevenir las tormentas solares, sí podemos tratar de
disminuir los efectos nocivos que estas producen en la vida de los
habitantes de nuestro planeta, apunta el científico. Para esto hay que
tener siempre en mente este fenómeno espacial a la hora de diseñar los
aparatos electrónicos y otros dispositivos que puedan verse afectados
por las tormentas solares.

Artículo completo en: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud Empty La tormenta solar del fin del mundo.

Mensaje por darkaxel Lun Mayo 07, 2012 8:02 pm


El escenario podría ser cualquier gran ciudad de Estados
Unidos, China o Europa. La hora, por ejemplo, poco después del
anochecer de cualquier día entre mayo y septiembre de 2012.
El cielo, de repente, aparece adornado con un gran manto de luces
brillantes que oscilan como banderas al viento. Da igual que no estemos
cerca del Polo Norte, donde las auroras suelen ser comunes. Podría
tratarse perfectamente de Nueva York, Madrid o Pekín. Pasados unos
segundos, las bombillas empiezan a parpadear, como si estuvieran a
punto de fallar. Después, por un breve instante, brillan con una
intensidad inusitada... y se apagan para siempre. En menos de un minuto
y medio, toda la ciudad, todo el país, todo el continente, está
completamente a oscuras y sin energía eléctrica. Un año después, la
situación no ha cambiado. Sigue sin haber suministro y los muertos en las grandes ciudades se cuentan por millones. En todo el planeta está sucediendo lo mismo. ¿El causante del desastre? Una única y gran tormenta espacial, generada a más de 150 millones de kilómetros de distancia, en la superficie del Sol.










La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud Erupcion%20solar--300x180



Y no es que de repente hayamos decidido alinearnos entre
las filas de los catastrofistas que predican el fin del mundo
precisamente para 2012.
Pero lo descrito arriba es exactamente lo que pasaría si el actual
ciclo solar (que acaba de empezar después de más de un año de completa
inactividad) fuera sólo la mitad de violento de lo que se espera. Así lo dice, sin tapujos, un informe extraordinario financiado por la NASA y publicado hace menos de un año por la Academia Nacional de Ciencias
de los Estados Unidos (NAS). Y resulta que, según el citado informe,
son precisamente las sociedades occidentales las que, durante las
últimas décadas, han sembrado sin quererlo la semilla de su propia destrucción.

«Un posible desastre»Se
trata de nuestra actual forma de vida, dependiente en todo y para todo
de una tecnología cada vez más sofisticada. Una tecnología que,
irónicamente, resulta muy vulnerable a un peligro extraordinario: los
enormes chorros de plasma procedentes del Sol. Un plasma capaz de freir en segundos toda nuestra red eléctrica
(de la que la tecnología depende), con consecuencias realmente
catastróficas. «Nos estamos acercando cada vez más hasta el borde de un
posible desastre», asegura Daniel Baker, un experto en clima espacial
de la Universidad de Colorado en Boulder y jefe del comité de la NAS
que ha elaborado el informe.

Según Baker, es difícil concebir que el Sol pueda enviar
hasta la Tierra la energía necesaria para provocar este desastre.
Difícil, pero no imposible. La superficie misma de nuestra estrella es
una gran masa de plasma en movimiento, cargada con partículas de alta
energía. Algunas de estas partículas escapan de la ardiente superficie
para viajar a través del espacio en forma de viento solar.
Y de vez en cuando ese mismo viento se encarga de impulsar enormes
globos de miles de millones de toneladas de plasma ardiente, enormes
bolas de fuego que conocemos por el nombre de eyecciones de masa coronal. Si una de ellas alcanzara el campo magnético de la Tierra, las consecuencias serían catastróficas.

Nuestras redes eléctricas no están diseñadas para
resistir esta clase de súbitas embestidas energéticas. Y que a nadie le
quepa duda de que esas embestidas se producen con cierta regularidad.
Desde que somos capaces de realizar medidas, la peor tormenta solar de todos los tiempos se produjo el 2 de septiembre de 1859. Conocida como «El evento Carrington», por el astrónomo británico que lo midió, causó el colapso de las mayores redes mundiales de telégrafos
(imagen bajo estas líneas). En aquella época, la energía eléctrica
apenas si empezaba a utilizarse, por lo que los efectos de la tormenta
casi no afectaron a la vida de los ciudadanos. Pero resultan
inimaginables los daños que podrían producirse en nuestra forma de vida
si un hecho así sucediera en la actualidad. De hecho, y según el
análisis de la NAS, millones de personas en todo el mundo no lograrían sobrevivir.











La humanidad, indefensa ante una tormenta solar de gran magnitud Carrington--253x190El informe subraya la existencia de dos grandes
problemas de fondo: El primero es que las modernas redes eléctricas,
diseñadas para operar a voltajes muy altos sobre áreas geográficas muy
extensas, resultan especialmente vulnerables a esta clase de tormentas
procedentes del Sol. El segundo problema es la interdependencia de
estas centrales con los sistemas básicos que garantizan nuestras vidas,
como suministro
de agua, tratamiento de aguas residuales, transporte de alimentos y
mercancías, mercados financieros, red de telecomunicacione
s... Muchos aspectos cruciales de nuestra existencia dependen de que no falle el suministro de energía eléctrica.

Ni agua ni transporteIrónicamente,
y justo al revés de lo que sucede con la mayor parte de los desastres
naturales, éste afectaría mucho más a las sociedades más ricas y
tecnológicas, y mucho menos a las que se encuentran en vías de
desarrollo. Según el informe de la Academia Nacional de Ciencias
norteamericana, una tormenta solar parecida a la de 1859 dejaría fuera de combate, sólo en Estados Unidos, a cerca de 300 de los mayores transformadores eléctricos
del país en un periodo de tiempo de apenas 90 segundos. Lo cual
supondría dejar de golpe sin energía a más de 130 millones de
ciudadanos norteamericanos.
Lo primero que escasearía sería el agua potable.
Las personas que vivieran en un apartamento alto serían las primeras en
quedarse sin agua, ya que no funcionarían las bombas encargadas de
impulsarla a los pisos superiores de los edificios. Todos los demás
tardarían un día en quedarse sin agua, ya que sin electricidad, una vez
se consumiera la de las tuberías, sería imposible bombearla desde
pantanos y depósitos. También dejaría de haber transporte eléctrico.
Ni trenes, ni metro, lo que dejaría inmovilizadas a millones de
personas, y estrangularía una de las principales vías de suministro de
alimentos y mercancías a las grandes ciudades.


"Una gran tormenta solar acabaría con los transformadores eléctricos.
Después escasearía el agua potable y el transporte eléctrico no
funcionaría: ni trenes ni metro".



Los grandes hospitales, con sus generadores, podrían seguir dando servicio durante cerca de 72 horas. Después de eso, adiós a la medicina moderna.
Y la situación, además, no mejoraría durante meses, quizás años
enteros, ya que los transformadores quemados no pueden ser reparados,
sólo sustituidos por otros nuevos. Y el número de transformadores de
reserva es muy limitado, así como los equipos especializados que se
encargan de instalarlos, una tarea que lleva cerca de una semana de
trabajo intensivo. Una vez agotados, habría que fabricar todos los
demás, y el actual proceso de fabricación de un transformador eléctrico
dura casi un año completo...
El informe calcula que lo mismo sucedería con los oleoductos de gas natural y combustible,
que necesitan energía eléctrica para funcionar. Y en cuanto a las
centrales de carbón, quemarían sus reservas de combustible en menos de
treinta días. Unas reservas que, al estar paralizado el transporte por
la falta de combustible, no podrían ser sustituidas. Y tampoco las
centrales nucleares serían una solución, ya que están programadas para
desconectarse automáticamente en cuanto se produzca una avería
importante el las redes eléctricas y no volver a funcionar hasta que la
electricidad se restablezca.

"Sin calefaccion ni refrigeración, la gente empezaría a morir en
cuestión de días. Las primeras víctimas serían aquellas que dependen de
un tratamiento médico".




Sin calefacción ni refrigeración, la gente empezaría a
morir en cuestión de días. Entre las primeras víctimas, todas aquellas
personas cuya vida dependa de un tratamiento médico o del suministro
regular de sustancias como la insulina. «Si un evento Carrington
sucediera ahora mismo -asegura Paul Kintner, un físico del plasma de la
Universidad de Cornell, de Nueva York- sus efectos serían diez veces peores que los del huracán Katrina».
En realidad, sin embargo, la estimación de este físico se queda muy
corta. El informe de la NAS cifra los costes de un evento Carrington en
dos billones de dólares sólo durante el primer año (el
impacto del Katrina se estimó entre 81 y 125 mil millones de dólares),
y considera que el periodo de recuperación oscilaría entre los cuatro y
los diez años.

Por supuesto, el informe no se limita a describir escenarios de pesadilla
sólo en los Estados Unidos. Tampoco Europa, o China, se librarían de
las desastrosas consecuencias de una tormenta geomagnética de gran
intensidad.

Tomar precaucionesLa
buena noticia, reza el informe, es que si se dispusiera del tiempo
suficiente, las compañías eléctricas podrían tomar precauciones, como
ajustar voltajes y cargas en las redes, o restringir las transferencias
de energía para evitar fallos en cascada. Pero, ¿Tenemos un sistema de
alertas que nos avise a tiempo? Los expertos de la NAS opinan que no.
Actualmente, las mejores indicaciones de una tormenta solar en camino
proceden del satélite ACE (Advanced Composition Explorer).
La nave, lanzada en 1997, sigue una órbita solar que la mantiene
siempre entre el Sol y la Tierra. Lo que significa que puede enviar (y
envía) continuamente datos sobre la dirección y la velocidad de los
vientos solares y otras emisiones de partículas cargadas que tengan
como objetivo nuestro planeta.
ACE, pues, podría avisarnos de la inminente llegada de un chorro de plasma
como el de 1859 con un adelanto de entre 15 y 45 minutos. Y en teoría,
15 minutos es el tiempo que necesita una compañía eléctrica para
prepararse ante una situación de emergencia. Sin embargo, el estudio de
los datos obtenidos durante el evento Carrington muetran que la
eyección de masa coronal de 1859 tardó bastante menos de 15 minutos en
recorrer la distancia que hay desde el ACE hasta la Tierra. Por no
contar, además, que ACE tiene ya once años y que sigue trabajando a
pesar de haber superado el periodo de actividad para el que había sido
diseñado. Algo que se nota en el funcionamiento, a veces defectuoso, de
algunos de sus sensores, que se saturarían sin remedio ante un evento
de esas proporciones. Y lo peor es que no existen planes para
reemplazarlo.

"El mundo, probablemente, no hará nada para prevenirnos de los efectos de una tormenta solar devastadora hasta que ésta suceda".




Para Daniel Baker, que formó parte de una comisión que
hace ya tres años alertó de los problemas de este satélite, «no tener
una estrategia para sustituirlo cuando deje de funcionar es una
completa locura». De hecho, otros satélites de observación solar, como
SOHO, no pueden proporcionarnos alertas tan inmediatas ni tan fiables
como las de ACE. Para Baker y los demás investigadores que han
elaborado el informe, el
mundo probablemente no hará nada para prevenirnos de los efectos de una
tormenta solar devastadora hasta que ésta, efectivamente, suceda.



Algo que, según el informe, podría ocurrir mucho antes de lo que nadie imagina. La «tormenta solar perfecta», de hecho, podría tener lugar durante la primavera o el otoño de un año con alta actividad solar (como lo será 2012).
Y es precisamente en esos periodos, cerca de los equinoccios, cuando
serían más dañinas para nosotros, ya que es entonces cuando la
orientación del campo magnético terrestre (el escudo que nos proteje de
los vientos solares), es más vulnerable a los bombardeos de plasma solar.

fuente:http://www.abc.es/20100222/ciencia-tecnologia-espacio-sistema-solar/tormenta-solar-mundo-201002221039.html
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