Esperando el 'Big One' Los californianos se preparan para la llegada de un terremoto de proporciones gigantescas

Es inevitable y todos lo saben. Tarde o temprano ocurrirá y hay que estar preparado para ello. Es por ello que el pasado 15 de octubre, y organizado por Earthquake Country Alliance siete millones de personas en todo California participaron de un simulacro de terremoto de proporciones gigantescas, tal y como está previsto por los científicos que ocurra en el estado dorado en menos de 30 años, y como anuncia el Centro de Terremotos del Sur de California.
Golden Gate, San Francisco
Golden Gate, San Francisco / Joan Garcia


Escuelas, ayuntamientos, empresas, centros administrativos y un largo etcétera, sin olvidar los propios domicilios, tomaron parte en este simulacro, que tuvo efecto por segundo año consecutivo. El Big One, "El Grande", como ya se le ha bautizado antes de que ocurra sacudirá inevitablemente este Estado y esta ciudad de Los Ángeles, y no tendrá nada que ver con los numerosos habidos hasta ahora siendo sus consecuencias desastrosas y originando miles de muertes.

Es por ello que las autoridades conscientes del desastre que se avecina y ante la imposibilidad de contar con todos los medios necesarios para el cataclismo aleccionan a la población para que, cada vez más, tomen precauciones a nivel colectivo e individual teniendo en cuenta una serie de medidas de precaución y supervivencia elementales. Y así, poder hacer frente a una eventualidad que hasta podría separar toda la costa oeste californiana del continente americano, desde los Estados Unidos a México y formarse una isla aparte.

El último gran terremoto sucedió hace 150 años, originado por la conocida falla de San Andrés, en el sur de California y alcanzó una intensidad de 7,9 grados en la escala de Ritcher. Está previsto que el próximo terremoto de grandes proporciones que ocurra alcance al menos la intensidad de los 7 en la misma escala indicada, y se teme que sus consecuencias serán desastrosas.

Esta inestabilidad de la tierra a lo largo de la costa oeste californiana se debe a la falla de San Andrés, una grieta gigantesca que parte literalmente toda esta sección costera en una longitud de 1.287 kilómetros, con una hendidura de unos 50 kilómetros y que va desde California Norte en los Estados Unidos hasta Baja California en terreno mexicano. En esencia este corte longitudinal y hendido es lo que origina la inestabilidad de la zona y hace que con frecuencia el suelo "se mueva bajo nuestros pies", como indicaba a sus alumnos uno de los maestros encargados de vigilar el simulacro en una de las múltiples escuelas de Los Ángeles, participantes en este plan de aprendizaje y previsión.

Esta jornada de preparación continuará en el futuro con una similar al menos una vez al año. Los desastres recientes del tsunami en Samoa y el terremoto de Indonesia, concienciaron en los responsables californianos y angelinos nuevamente de la necesidad de prevenir y orientar cada vez más a la población de lo que se avecina.

"Agacharse, cubrirse y agarrarse"
En eso consiste fundamentalmente según Mark Banthien, director del mencionado Earthquake Country Alliance, el alma máter de los pasos a seguir en cuanto el suelo comience a moverse. Eso, unido a otros denominados siete pasos, que comprenden el antes, durante y después del cataclismo, como serían: identificar los peligros en el hogar y corregirlos, elaborando además un plan de desastre y hacienda acopio de provisiones, para varios días; e identificar defectos en el edificio que podrían aumentar el riesgo de indefensión a la hora de agacharse, cubrirse y agarrarse. Esto, al margen de evaluar daños y continuar con el plan de previsión ensenada por las autoridades y aprendidas en estos simulacros.

Tomar conciencia acerca de los sismos y de la importancia de estar preparados es el gran objetivo de las autoridades y de la propia población que sabe será el punto directo del temblor y sus consecuencias. Estos conocimientos ayudarán a que el número de daños y víctimas sean menores, según los responsables de estos simulacros.

Siguiendo con el cúmulo de instrucciones, el jefe de científicos del Departamento de Servicios Geológicos de EE.UU., resaltó el hecho de que aunque sea una reacción instintiva, no se debe salir fuera de los edificios, porque si un terremoto va a derrumbar un edificio, también arrojaría al suelo a quienes estén dentro del mismo, no dándoles ninguna oportunidad de escapar. En aras de evitar esa tentación también se recuerda a la ciudadanía que aquí las construcciones están hechas con materiales especiales, que dificultan o impiden en parte, el derrumbe de la estructura en caso de temblor, a diferencia de otros puntos del planeta como en Latinoamérica, en donde la endeblez de las edificaciones hace que el desastre sea aún mayor.

Aunque las sugerencias y el entrenamiento son recibidos con agrado por todos, más de un ciudadano echa de menos que las autoridades informen sobre las disponibilidad real de medios para afrontar el desastre. En este sentido no hay mucho pronunciamiento al respecto, y parte de quienes participan en este tipo de simulacros manifiestas que lo hicieran, con más confianza si supieran por parte de las autoridades, que existe una infraestructuta hospitalaria, adecuada, si están previstas la unidades de bomberos y grupos de rescate necesarios, unidades de respuesta inmediata de todo tipo y en todas las áreas especialmente en urbes como Los Ángeles, así como disponibilidad de unidades del ejército y la Guardia Nacional, entre otras.

Estos y otros interrogantes, deberán ser aclarados en un futuro por los representantes estatales y municipales, que al margen de alertar a la población harían bien en tranquilizarla dando a conocer los medios reales existentes. Así es como se expresaba un pastor evangélico que participó en el simulacro con sus feligreses en la iglesia: "La situación es algo así como la parábola del ladrón en la noche o la segunda venida del Mesías, velando siempre porque no sabemos el día ni la hora", indicó entre jocoso y esperanzado de que al menos -y al margen de la fe- estas maniobras de entrenamiento, sirvan para paliar el desastre "y ayudarnos en los momentos en que nos toque vivirlo".

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