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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR

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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR  Empty LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR

Mensaje por Mundoalerta Mar Ene 17, 2012 7:46 pm

Para comprender el significado de un arsenal nuclear que guarda 45 000 bombas, es
necesario conocer la capacidad destructora de cada una de ellas. Este capítulo
explica cuáles son los efectos principales causados por la explosión de una
bomba nuclear detonada sobre una ciudad moderna.



El poder
destructivo de una bomba, sea de tipo nuclear o químico, está relacionado
directamente con la energía que se libera durante la explosión. La energía que
se libera en la explosión de 1000 kilogramos de


TNT
(trinitrotolueno) es
inmensa comparada con las energías encontradas en nuestras necesidades diarias.
Por ejemplo, la detonación de una tonelada de

TNT,

libera 4 000 veces más energía que la necesaria para alzar un
coche de 1 000 kilogramos de peso a una altura de 100 metros. Las explosiones de
bombas nucleares liberan energías que son entre 1000 y 1000.000 de veces
mayores aún que las detonaciones químicas, como sería la del


TNT.
El poder explosivo de
una bomba nuclear, llamado rendimiento, se expresa mediante la comparación con
el poder destructivo del

TNT, y así se habla de
bombas de un kilotón (un kt) si la energía liberada es la misma que se produce
al detonar 1 000 toneladas de

TNT. La bomba lanzada
sobre Hiroshima tuvo un rendimiento cercano a los 13 kt. Si el rendimiento es de
1 000 kt, se trata de una bomba de un megatón (un Mt). Energías del orden de
megatones son imposibles de imaginar dentro de las situaciones de nuestra vida
diaria. El arsenal nuclear de los Estados Unidos y la

URSS
juntos hoy en día
suma unos 12 000 megatones.



Los
efectos de una explosión nuclear dependen de muchos factores, entre ellos el
rendimiento del artefacto, la altura sobre la superficie a la que es detonado,
las condiciones climáticas, etc. El análisis que se presenta a continuación es
el resultado de consideraciones físicas sencillas y de las observaciones y
estudios realizados en Hiroshima y Nagasaki, las únicas dos oportunidades en que
se han empleado bombas nucleares contra una población. A continuación se
describen las consecuencias locales de una explosión nuclear superficial. Si la
detonación es subterránea, submarina, o en la alta atmósfera, los resultados
serán diferentes. Los efectos se encuentran agrupados en inmediatos (calor,
presión, radiación y pulso electromagnético) y tardíos (lluvia radiactiva e
incendios extendidos).



La
figura 2 ilustra lo que se entiende por punto cero de una explosión
nuclear ocurrida a cierta altura, H. El punto cero se encuentra sobre la
superficie, exactamente debajo del lugar de la detonación. Un objeto en un punto
P cualquiera está a distancia R de la explosión y a distancia D
del punto cero.







EFECTOS INMEDIATOS




Calor















Una
millonésima de segundo después de una explosión nuclear la temperatura dentro de
la bomba alcanza unos 10 000 000 °C. El material que compone la bomba y el aire
que la rodea brillan intensamente formando lo que se conoce como la bola de
fuego. El brillo de la bola, unos segundos después de la detonación de una bomba
de un megatón, es mayor que el del Sol al mediodía a distancias de hasta 80 km
del punto cero. La bola se expande y en 10 segundos alcanza diámetros de un par
de kilómetros para detonaciones de un Mt, y luego comienza a contraerse. El aire
alrededor de la bola se calienta, la hace ascender a velocidades de unos 100
metros por segundo y forma el conocido hongo, cuyo tallo lo forma una corriente
de aire caliente ascendente. A medida que la bola de fuego se enfría, la
condensación de vapor de agua causa el color blanco, como una nube, en su
extremo superior. Después de cuatro minutos, la nube de una explosión de 1 Mt ha
llegado a su máxima altura, 20 km, y su diámetro alcanza unos 16 km.



El calor
liberado en la explosión llega a los lugares cercanos después de algunos
segundos en la forma de un pulso térmico. La energía transportada por este pulso
se mide en calorías por centímetro cuadrado por segundo. Como ejemplo,
mencionamos que el Sol brillando normalmente entrega 2 calorías por centímetro
cuadrado cada minuto. El daño que el pulso térmico puede causar depende de
varios factores: la energía que transporta, el tipo de material con que se
encuentra, y el tiempo durante el cual actúa.



En los
seres humanos expuestos al pulso, el daño además depende de la pigmentación de
la piel, siendo mayor para pieles morenas que blancas debido a la mayor
absorción térmica que presentan las sustancias oscuras. Una quemadura de segundo
grado —aquella en que se pierde parte de la piel— cicatriza normalmente en dos
semanas, siempre que menos de 25% del cuerpo haya sido quemado; en caso
contrario, se requiere de hospitalización. Este tipo de quemaduras se producen
al recibir entre cinco y seis calorías por centímetro cuadrado en 10 segundos,
lo que ocurrirá a distancias cercanas a los 13 km de una detonación de un
megatón. Quemaduras más graves se producen al recibir mayor energía, lo que
ocurre a distancias menores. La observación directa de la bola de fuego causa
ceguera permanente en individuos que se encuentren a menos de 25 km, y quemadura
de la retina a quien mire la explosión en un día despejado hasta los 60 km de
distancia.




Cualquier material opaco actúa como blindaje contra el pulso térmico, de modo
que las personas que se encuentren protegidas detrás de un árbol, una pared, o
incluso sus propias vestimentas, no sufren los efectos directos de la energía
calórica. Sin embargo, es posible que sufran daño serio de modo indirecto a
causa de los incendios que el pulso puede desencadenar a su paso. La ropa se
enciende con 20-25 calorías por centímetro cuadrado recibidas en pocos segundos,
situación que se encuentra hasta a ocho km del punto de detonación. Entre los
materiales que más fácil prenden se encuentran el papel y las hojas secas, 10
calorías por centímetro cuadrado en 10 segundos, y los materiales de relleno en
muebles y colchones. Estos incendios pueden verse empeorados debido a los
fuertes vientos que acompañarán la onda de choque, tal como se describe en la
próxima sección. Sobra recordar que en caso de una explosión nuclear sobre una
ciudad los sistemas de urgencia, ambulancias, carros de bomberos, etc., estarán
imposibilitados de circular en calles totalmente bloqueadas por los restos de
edificios y construcciones. La probabilidad de sufrir una infección debido a las
quemaduras recibidas se verá aumentada a causa del daño que el sistema
inmunológico recibe por la radiación.




Presión





La
energía liberada por la explosión nuclear calienta la zona de la bomba —de
aproximadamente un metro de diámetro inicial— a altas temperaturas. Esto produce
una región de altísima presión que ejerce gran fuerza sobre las capas de aire
vecinas, las que comienzan a expandirse a gran velocidad. La velocidad es mayor
que la del sonido en aire, así que se forma una onda de choque esférica
compuesta por aire muy denso que se desplaza alejándose del punto de explosión.
Al pasar esta onda por cualquier obstáculo, edificio, árbol, o cuerpo humano,
éstos sentirán un aumento repentino de la presión atmosférica. Una vez que el
frente de la onda ha pasado, y debido a la diferencia de presiones, se generan
vientos huracanados de gran velocidad. Son estos dos factores, la onda de choque
y el viento que la sigue, la causa del daño ocasionado a personas y
construcciones. La energía transportada por estos mecanismos llega a ser 50% de
la energía liberada por la bomba.



El
aumento instantáneo de la presión durante el paso de la onda de choque se mide
respecto de la presión atmosférica normal, a la diferencia entre ambas se la
llama sobrepresión, y su unidad de medida es el psi (iniciales de libras
por pulgada cuadrada, en inglés). Sobrepresiones entre medio y un psi tienen
como efecto la ruptura de los vidrios de las ventanas, cinco psi causan la
destrucción de construcciones de madera, entre ocho y 10 psi destruyen viviendas
de ladrillo, y sobrepresiones de 45 psi causan la muerte de 50% de las personas
debido a la compresión del cuerpo causada por la altísima presión. Los silos
donde actualmente se guardan los misiles nucleares son construidos para soportar
sobrepresiones de más de 2 000 psi. Los vientos que siguen al paso de la onda de
choque llegan a alcanzar 50 kilómetros por hora tras sobrepresiones de un psi y
500 km/h tras 10 psi.



El daño
en las construcciones se debe al efecto directo de la sobrepresión y del viento.
En caso de una explosión de un megatón a 1 500 m de altura, todo lo que se
encuentre en la superficie a una distancia menor que 2.5 km del punto cero
sentirá sobrepresiones mayores que 20 psi seguidas por vientos de al menos 700
km/hora. En estas condiciones, incluso los edificios de concreto reforzado
resultan destruidos. Sobrepresiones cercanas a un psi se darán en puntos que se
encuentran a unos 15 km del punto cero, y en esta zona el daño a viviendas y
comercio será moderado.



En los
seres humanos el efecto directo más serio de la sobrepresión es el daño a la
estructura pulmonar, que comienza a las 12 psi. A 100 psi de sobrepresión
prácticamente no hay sobrevivencia humana.



Sin
embargo, la mayoría de víctimas y heridos se deben a los efectos indirectos,
sobre todo al impacto de objetos que han sido lanzados por el viento. Una
ventana destruida por una sobrepresión de cuatro psi se transforma en miles de
proyectiles llevados por vientos de casi 200 kilómetros por hora.



La
protección de la población frente a los efectos de la onda de presión se puede
lograr adentro de edificios que eviten el impacto de los objetos que vuelan en
el exterior. Hay que recordar que basta un psi de sobrepresión para que trozos
de vidrio y otros materiales se desplacen peligrosamente por el aire libre. En
caso de existir un aviso lo bastante anticipado de la explosión, se ha
recomendado a la población ingresar a un edificio, abrir las ventanas y puertas
interiores para evitar que se rompan, quitar todo objeto suelto que pueda
transformarse en proyectil, y cubrirse (idealmente con colchones) como
protección.



Es
preferible acostarse sobre el piso que permanecer de pie y, de ser posible,
alejarse de las paredes ya que la onda de presión al ser reflejada por éstas
pueden alcanzar fuerzas de hasta ocho veces el valor original. En Hiroshima un
edificio público a sólo 160 metros del punto cero protegió efectivamente a sus
ocupantes que sobrevivieron en 50% a pesar de una sobrepresión estimada de 30
psi en el lugar.




Radiación





Las
reacciones nucleares que ocurren durante la explosión de una bomba producen
diferentes tipos de partículas energéticas y de radiaciones. Algunas son
emitidas de inmediato y otras, tiempo después de la detonación. En esta sección
nos referiremos a la radiación que es emitida dentro del primer minuto después
de la explosión.



Los
únicos productos de las reacciones nucleares que escapan fuera del material que
forma la bomba son los rayos gamma y los neutrones. Los primeros son una forma
energética de radiación electromagnética que se desplaza a la velocidad de la
luz, y los segundos son partículas sin carga eléctrica que forman parte de los
núcleos atómicos. La intensidad de estas radiaciones disminuye con la separación
al punto de explosión principalmente debido a que son atenuadas por el aire.




El daño
causado por una exposición a esta radiación se debe a que, al atravesar el
organismo del ser vivo expuesto, los rayos gamma y los neutrones son absorbidos
por el cuerpo, pudiendo resultar lesionadas algunas de sus células. Este daño
celular se traduce posteriormente en trastornos físicos que, según la cantidad
de radiación absorbida, pueden llegar a ocasionar la muerte.



De
acuerdo con los conocimientos actuales, el daño biológico causado por cualquier
tipo de radiación está directamente relacionado con la cantidad de energía
depositada por la radiación en el organismo, a lo que llamaremos dosis.




La
unidad que se usa para medir dosis de radiación es el rad. Todo ser vivo sobre
la Tierra recibe anualmente alrededor de un décimo de rad a causa de factores
ambientales naturales, como los rayos cósmicos que nos llegan desde el centro de
la galaxia, o la radiactividad natural de la corteza terrestre. Dosis similares
a este valor se consideran relativamente libres de riesgo debido a que la vida
que hoy conocemos sobre nuestro planeta ha logrado desarrollarse y evolucionar
en la presencia continua de estos niveles de radiación. En el extremo opuesto,
una dosis de 400 rads se considera letal para 50% de los seres humanos expuestos
a ella. Las muertes ocurren dentro de los 30 días posteriores a la exposición, y
aquellos que consiguen sobrevivir lo hacen gracias a la atención médica
especializada.



La dosis
inmediata causada por una explosión nuclear puede llegar a los millones de rads
cerca del lugar de la detonación, pero es rápidamente atenuada por el aire. En
el caso de una bomba de alto rendimiento (megatones), la zona de dosis letal se
sitúa adentro de la región devastada por el calor y la presión, por lo que la
radiación inmediata no contribuye con nuevas víctimas. Para bombas pequeñas
(pocos kilotones), la zona de dosis superior a los 400 rads coincide con la zona
donde los efectos de la onda de choque y del calor son causa probable de muerte.
Las figuras 3 y 4 ilustran el efecto relativo de los factores inmediatos para la
detonación de bombas de un kilotón y de un megatón cerca de la superficie.





Pulso electromagnético






En
contraste con los tres efectos inmediatos ya descritos, el pulso
electromagnético no causa ni la destrucción física de viviendas ni daño directo
a los seres vivos. En cambio, puede ser devastador para los sistemas
telefónicos, de comunicaciones, de cómputo, y en general para cualquier circuito
que contenga componentes electrónicos. Los efectos del pulso llegan a miles de
kilómetros de distancia de la explosión.



Al
detonar una bomba nuclear se produce una gran cantidad de rayos gamma emitidos
en todas direcciones. Estos rayos se encuentran con las moléculas del aire, les
arrancan algunos de sus electrones que son así acelerados, y se produce un pulso
de campo electromagnético que se desplaza por el espacio a la velocidad de la
luz. Ya que la intensidad inicial de radiación es muy grande, las diferencias de
potencial producidas por este fenómeno son inmensas, llegando a alcanzar miles
de voltios por metro. Diferencias de potencial de esta magnitud inducen
corrientes del orden de miles de amperes en los materiales conductores
encontrados por el pulso. Estos pueden ser las líneas de alumbrado, las antenas,
los aparatos de radio y TV, las estaciones de transmisión y las computadoras.
Como estos equipos por lo general no están protegidos contra corrientes tan
altas, seguramente quedarán inservibles una vez pasado el pulso. Otros sistemas
que podrían resultar dañados por el pulso electromagnético son los de control
militar, que quedarían así incapacitados para responder al ataque.



Se
estima que una sola bomba de un megatón detonada a gran altura (unos 500 km)
sobre el centro de los Estados Unidos o la



URSS,
podría destruir gran
parte del sistema de telecomunicaciones, la red de distribución de energía
eléctrica, y dañar seriamente el equipo de radares, aviones y misiles militares.




Una
posible protección contra los efectos del pulso consistiría en encerrar todos
los circuitos en "jaulas" metálicas con excelentes conexiones a tierra. Sin
embargo, esto no se puede hacer con todas las líneas de teléfono ni las de
energía eléctrica debido al altísimo costo de la operación. Las medidas de
seguridad contra los efectos del pulso electromagnético, que son hoy en día
parte fundamental de cualquier estrategia basada en la capacidad de respuesta
ante un ataque nuclear, se limitan al blindaje del sistema de comunicación
militar.




EFECTOS TARDÍOS




Lluvia radiactiva





Se llama
lluvia radiactiva a la caída sobre la superficie terrestre del material
radiactivo producido por una explosión nuclear. Los átomos que forman esta
lluvia emiten continuamente algún tipo de radiación que en potencia es dañina
para los seres vivos alcanzados por ella.



Durante
la explosión de una bomba nuclear, se producen muchos tipos de núcleos
radiactivos, en particular los fragmentos de la fisión del uranio. Estos núcleos
permanecen localizados en la zona que ocupaba la bomba y son vaporizados por la
alta temperatura de la bola de fuego. También se producen neutrones que escapan
de la bomba a gran velocidad y son absorbidos por los materiales sobre la
superficie. Muchos núcleos estables al absorber un neutrón se transforman en
núcleos radiactivos que a partir de ese momento comienzan a emitir radiación
espontáneamente. Gran parte del material situado cerca del punto cero de la
explosión (para una detonación de baja altura) es aspirado por la corriente de
aire ascendente creada por la bola de fuego y sube a la atmósfera a través del
tallo del hongo nuclear. Entre las sustancias que son inyectadas a la atmósfera
por la explosión se encuentran los fragmentos de fisión y los núcleos activados
por los neutrones. Este material radiactivo regresará a la superficie terrestre
dentro de algunos días, meses o años, de acuerdo con el tamaño de la partícula a
la cual están incorporados. Las partículas grandes —de algunos milímetros—
ascienden hasta la baja atmósfera y vuelven a caer dentro de uno o dos meses
arrastrados principalmente por la lluvia y la nieve. El polvo más fino —de
milésimas de milímetro— logra llegar a la alta atmósfera, y ahí puede permanecer
entre uno y tres años antes de regresar a la superficie. Los vientos y la
circulación del aire entre las capas atmosféricas determinan dónde caerá la
lluvia radiactiva, pudiendo trasladarse incluso de un hemisferio a otro antes de
volver a la superficie.



Debido a
la lluvia radiactiva se producen altos niveles de radiación que disminuyen a
medida que transcurre el tiempo. La figura 5 es una gráfica de valores relativos
de la dosis recibida en un lugar cualquiera a causa de la explosión de una bomba
nuclear. Los niveles de radiación disminuyen aproximadamente en proporción con
el tiempo transcurrido.



Así, si
la dosis en un punto es de 100 rads/hora una hora después de la detonación, será
de 50 rads/ hora dos horas después, de 25 rads/ hora cuatro horas después, etc.
Los valores absolutos de la dosis dependen del tipo de bomba, del rendimiento,
de la altura de la explosión, y de la distancia al punto cero, entre otros
factores. Si todo el material radiactivo producido por la detonación de una
bomba de fisión de un kilotón se distribuyera en un cuadrado de 1 kilómetro por
lado, una hora después de la explosión la dosis a un metro de altura en el
centro del cuadrado sería de unos 5 000 rads/ hora.



El
principal riesgo biológico de la lluvia radiactiva lo constituyen los rayos
gamma emitidos por el material activado. Esta radiación es muy penetrante y
atraviesa el cuerpo de los seres humanos depositando en ellos parte de su
energía. También se emiten partículas alfa y beta, pero son poco penetrantes, el
grosor de la ropa o la piel las detiene, y sólo causarían quemaduras si se
depositaran directamente sobre la piel. Un riesgo especial lo constituye la
incorporación de núcleos radiactivos a la cadena alimentaria, ya sea a través de
la comida ingerida por los animales o en forma directa por el ser humano. En
este caso, la radiación poco penetrante emitida desde el interior del cuerpo es
totalmente absorbida por el mismo organismo y el riesgo de enfermedades
genéticas y de cáncer es muy alto, incluso para dosis pequeñas de radiación.
Este punto se discute más en detalle en el capítulo sobre los efectos globales
de una guerra nuclear.



La
figura 6 muestra la distribución de la dosis causada por un ensayo nuclear
norteamericano ocurrido en las islas Marshall en 1954. La bomba que fue probada
en esa ocasión tuvo un rendimiento de 15 megatones, produjo un cráter de dos
kilómetros de diámetro, y lanzó varios millones de toneladas de material
radiactivo a la atmósfera. Según fuentes de información estadounidense, un
cambio repentino en el viento causó que el atolón Rongelap, a 160 km del lugar
de la explosión, recibiera en su extremo norte dosis acumuladas (durante las 96
horas que siguieron a la detonación) muy superiores a las letales (unos 400
rads).



Cientos
de isleños que normalmente habitaban en el norte de la isla se encontraban en la
parte sur, asistiendo a una celebración religiosa. Recibieron unos 175 rads y se
salvaron por milagro de la muerte inmediata, pero el grupo presentó
posteriormente alta incidencia de cáncer y enfermedades en la glándula tiroides.
Los niveles letales de dosis llegaron hasta los 350 km de distancia, y la
radiactividad fue tal que se debió controlar la pesca en el Japón, pues las
corrientes marinas transportaron sustancias radiactivas y peces contaminados por
ellas hasta las costas niponas.



La
figura 7 muestra los niveles de contaminación radiactiva del aire en diferentes
puntos del territorio chileno después de las pruebas nucleares atmosféricas
francesas durante junio y julio de 1972. Francia acostumbra realizar sus ensayos
nucleares en territorios de ultramar, y la figura se refiere a la detonación de
60 kilotones en su terreno de pruebas del archipiélago Tuamotú, en el Pacífico
Sur, unos 6 000 km al Oeste de las costas chilenas.



Los
niveles de actividad llegaron a ser 100 veces los normales como consecuencia del
transporte de la lluvia radiactiva por el viento. La isla de Pascua, que se
encuentra a unos 3 000 km del lugar del ensayo, recibió menos lluvia a causa de
las condiciones meteorológicas.



Una
protección sencilla contra la lluvia radiactiva la constituye cualquier
subterráneo o construcción de muros suficientemente gruesos. Unos 30 cm de
concreto o medio metro de tierra reducen la intensidad de la radiación en un
factor de 10. Ya que 80% de la dosis es recibida durante el primer día, la
permanencia en un refugio puede reducir considerablemente los efectos de la
radiación.





Incendios extendidos





Como
consecuencia del daño inmediato causado por la onda de presión y el calor, se
producirán incendios aislados que podrían incorporarse a uno más generalizado.
Tuberías de gas destrozadas, acumulaciones de madera o papeles, y sobre todo
detalles geográficos de la ciudad determinarán la extensión del fenómeno.
Después de la explosión sobre Hiroshima se produjo un gran incendio que asoló
varias manzanas de la ciudad. En .Nagasaki esto no ocurrió debido al terreno
accidentado, lleno de colinas, que bloquearon parcialmente el calor y el viento
e impidieron que los incendios pequeños se fundieran en uno solo. Estos
incendios son similares a las "tormentas de fuego" conocidas en ciudades
europeas después de los bombardeos aéreos de la segunda Guerra Mundial.





Cualquier edificio o subterráneo es un refugio seguro, al menos durante un par
de horas, en la posibilidad de uno de estos grandes incendios. Las principales
precauciones que se deben tomar son mantener una reserva suficiente de oxígeno y
evitar la entrada del monóxido de carbono producido en la combustión externa al
refugio.




UN MEGATÓN SOBRE LA CIUDAD DE MÉXICO



LUEGO de
describir en general los efectos de una exploción nuclear sobre una ciudad, en
este capítulo tomaremos como ejemplo concreto los efectos que causaría la
detonación de una bomba de un megatón sobre el centro de la ciudad de México. El
ejemplo es válido para cualquier metrópoli que se extiende sobre un círculo con
radio de 10 kilómetros o más.



En un
día claro, a 2 000 metros de altura sobre la Plaza de la Constitución mexicana,
más conocida como el Zócalo, se detona una bomba nuclear con un rendimiento de
un megatón. Esta plaza, ubicada justo debajo del punto de detonación, es el
llamado punto cero de la explosión. Dos segundos después de la detonación se ha
formado a 2 000 metros de altura una bola de fuego caliente y luminosa y una
onda expansiva que toca la superficie del centro de la ciudad. La destrucción de
gran parte de la capital se deberá principalmente a los efectos del calor
irradiado y de la onda de alta presión que continuará expandiéndose por decenas
de kilómetros. La figura 8 indica las diferentes zonas de daño en la ciudad.




Dentro
de un radio de cuatro kilómetros centrado en el Zócalo, y durante los 10
primeros segundos después de la explosión, la presión sobrepasará las 10 psi,
por lo que toda construcción quedará completamente destruida y no habrá
sobrevivientes. Esta zona tiene como limites el monumento a la Raza, el extremo
occidental de aeropuerto, el Palacio de los Deportes, el Parque del Seguro
Social y las rejas de Chapultepec junto al monumento a los Niños Héroes.




Para
distancias entre cuatro y seis kilómetros del punto cero, 15 segundos después de
la explosión las presiones alcanzarán valores entre cinco y 10 psi, quedando en
pie solamente los cimientos y los subterráneos de los edificios.



Las
calles estarán cubiertas por varios metros de escombros y más o menos la mitad
de la población que habita en este anillo morirá principalmente debido al
derrumbe de las construcciones. Quienes logren sobrevivir estarán heridos y
necesitarán ayuda médica. Los vientos que sigan a la onda explosiva tendrán
velocidades de unos 300 kilómetros por hora. Esta zona de destrucción se
extiende hasta la Basílica de Guadalupe, por el Norte, el Peñón de los Baños por
el Este, la colonia Portales y el Hotel de México por el Sur y el Auditorio
Nacional en Chapultepec por el Oeste.



El
anillo comprendido entre distancias de seis y 11 kilómetros al Zócalo sentirá,
medio minuto después de la detonación, presiones entre dos y cinco psi, por lo
que las construcciones quedarán gravemente dañadas y habrá muchísimos heridos.
Es probable que los edificios que queden en pie se incendien debido al calor
producido por la explosión, mismo calor que causará quemaduras en la piel de las
personas. Estas distancias desde el punto cero llegan hasta el límite norte con
el estado de México, Ciudad Nezahualcóyotl, y Ciudad Universitaria. Desde el
Zócalo hasta estos límites, todas las ventanas de construcciones y edificios se
quebrarán debido a la onda de presión.




Finalmente dentro del anillo formado por radios de 11 y 16 kilómetros desde el
centro de la ciudad, el daño de la onda explosiva será menor en las
construcciones, pero es posible que 25% de la población resulte herida. Este
último anillo llega hasta Tlalnepantla, Tlalpan y la delegación Magdalena
Contreras.



Medio
minuto después de la explosión, la bola de fuego deja de ser visible y al
ascender a gran velocidad produce corrientes de aire que arrastran polvo y
restos de las construcciones destruidas y forma el hongo nuclear. Una nube
radiactiva que contiene elementos activados durante la explosión y productos de
la fisión del uranio ascenderá hasta unos 20 kilómetros de altura y luego será
dispersada por el viento para volver a caer lentamente sobre regiones alejadas
del lugar de la explosión.



La
radiación inmediata es letal para aquellas personas que se encuentren dentro de
un radio de tres kilómetros del punto cero, pero esta zona ya ha sido totalmente
devastada por los efectos de la onda de presión y del calor, por lo que de todos
modos no hay sobrevivientes. Dentro de un área de unos 1 000 kilómetros
cuadrados alrededor del Zócalo y durante uno o dos días después de la explosión,
caerá la lluvia radiactiva, en forma de polvo o granitos de tierra que emiten
radiación espontáneamente. Los niveles de radiación sobre un área de 2 600 km2
(hasta distancias de 29 km del Centro, es decir, Texcoco, Ecatepec, el Ajusco)
serán letales para toda persona expuesta (es decir, sin la protección adecuada),
ya que llegarán a los 900 rads. Dentro de una superficie de 10 500 km2
(57 km de distancia al Zócalo), la dosis de radiación recibida por individuos no
protegidos durante los primeros días que sigan a la explosión llegará a unos 100
rads. Tal vez esto no causará la muerte inmediata, pero sí aumentará gravemente
la incidencia de cáncer y anormalidades genéticas en la población. En nuestro
ejemplo, estos efectos se harán sentir en zonas que llegan hasta los volcanes,
el valle de Cuernavaca, Chalma y Toluca, o incluso más lejos, dependiendo de la
intensidad y dirección de los vientos.



El
número total de muertes después de una explosión como la descrita dependerá de
muchos factores diferentes: la densidad de la población en las cercanías al
punto cero, la hora del día en que ocurra la explosión, las condiciones
atmosféricas, y otras más difíciles de precisar. Para una ciudad muy poblada se
estima que 500 000 personas morirán inmediatamente, quedando un número similar
de heridos.






Hay, que recordar que debido a la destrucción reinante no se puede
esperar ningún tipo de ayuda de bomberos para sofocar los incendios que se
declaren, ni de personal médico para rescatar heridos. El tránsito por las
calles será imposible (no será fácil reconocer lo que antes era una calle) y
seguramente los hospitales habrán sufrido el mismo daño que el resto de la
ciudad. Tomando estos factores en cuenta, el número de víctimas podría llegar al
1 000 000 de personas.



El
análisis presentado ha supuesto que la metrópoli sería atacada con un solo
artefacto nuclear. La estrategia militar actual recomienda que toda ciudad con
más de 3 000 000 de habitantes sea el blanco de tres bombas de un megatón, 10
bombas de 500 kilotones, y otras tantas de menor poder explosivo. De este modo,
es seguro que no habrá sobrevivientes.

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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR  Empty Re: LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR

Mensaje por Mundoalerta Jue Ene 19, 2012 12:03 am



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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR  Empty LLamando a Admin, Llamando a Admin

Mensaje por Pedro Jue Ene 19, 2012 3:13 am

Oye Pseudo Admin, siento que no eres el mismo Admin de antes. Nunca hubieras puesto un post con esa letra tan pequeñita y difícl de leer, inadmisible en tí que eres, eras, muy detallista.

Por favor, quienquiera que seas, devuélvele su PC al Admin.

¿Y por que e te ocurrió poner a nuetra capital para el ejemplo ?, por que no poner a Madrid que en estos momentos tiene más posibilidades de ser bombardeada que nosotros, que hace mucho que se las dimos a los gringos.

Pero no. no te creas, las bravatas de los dirigentes políticos no pasarán de eso. Reitero lo que dije de Netanyahu, perra que ladra no muerde.

Pedro
Pedro
Pedro
USUARIO BANEADO
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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR  Empty Re: LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR

Mensaje por Mundoalerta Jue Ene 19, 2012 6:04 pm

Pedro escribió:Oye Pseudo Admin, siento que no eres el mismo Admin de antes. Nunca hubieras puesto un post con esa letra tan pequeñita y difícl de leer, inadmisible en tí que eres, eras, muy detallista.

Por favor, quienquiera que seas, devuélvele su PC al Admin.

¿Y por que e te ocurrió poner a nuetra capital para el ejemplo ?, por que no poner a Madrid que en estos momentos tiene más posibilidades de ser bombardeada que nosotros, que hace mucho que se las dimos a los gringos.

Pero no. no te creas, las bravatas de los dirigentes políticos no pasarán de eso. Reitero lo que dije de Netanyahu, perra que ladra no muerde.

Pedro
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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR  Empty LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR

Mensaje por Invitado Jue Ene 19, 2012 9:38 pm

No puedo evitarlo Admin. Pedro deja de tomar que te nublas solo.
Un saludo y CARPE DIEM
P.D. lo que pasa que cuando vives en un pais europeo con una antenita del escudo antimisiles en tu territorio y con cuatro fantasmas que la quieren al lado, siendo españa un posible objetivo si algo ocurre.
Yo personalmente lo veo normal, lógico que se preocupe por el futuro de sus hijos muy lógico, yo tambien lo haría.
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LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR  Empty Re: LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSION NUCLEAR

Mensaje por Invitado Vie Ene 20, 2012 1:46 am

drako6669 escribió:No puedo evitarlo Admin. Pedro deja de tomar que te nublas solo.
Un saludo y CARPE DIEM
P.D. lo que pasa que cuando vives en un pais europeo con una antenita del escudo antimisiles en tu territorio y con cuatro fantasmas que la quieren al lado, siendo españa un posible objetivo si algo ocurre.
Yo personalmente lo veo normal, lógico que se preocupe por el futuro de sus hijos muy lógico, yo tambien lo haría.
efectivamente!!!!
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