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Climatópolis: ¿cómo el cambio climático impactará las ciudades y sus residentes?

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Climatópolis: ¿cómo el cambio climático impactará las ciudades y sus residentes? Empty Climatópolis: ¿cómo el cambio climático impactará las ciudades y sus residentes?

Mensaje por OMACHIN Lun Ene 17, 2011 4:27 pm

Estimados colegas para su conocimiento, les presento un tema muy importante y muy ajustado a los eventos que probablemente tendremos que ajustarnos:
La mayoría de los científicos concuerdan en que el cambio climático es un hecho en proceso o por lo menos algo que se avista en el horizonte. Este artículo presenta el libro del autor que aquí escribe: “Climatopolis: How Our Cities will Thrive in Our Hotter Future.” (Climatópolis: Como Nuestras Ciudades tendrán Éxito en Nuestro Más Caliente Futuro). Este libro muestra tanto optimismo como ironía: el crecimiento económico urbano puede haber causado el cambio climático, pero, a través del libre mercado, el mismo crecimiento puede ayudar a adaptarnos.
Sin ser excesivamente dramáticos, debemos admitir que el cambio climático viene. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre es aproximadamente 390 partes por millón, medido en volumen, y crece anualmente en 1,9 partes por millón (Wikipedia 2010). Los esfuerzos realizados durante la Conferencia Climática de Copenhagen en diciembre de 2009 y en el senado de los Estados Unidos durante el verano de 2010 han fallado en sobrepasar el fundamental problema del polizonte (free rider) – ningún individuo o nación tiene los incentivos para reducir las emisiones de carbono unilateralmente.

Entender como las distintas naciones alrededor del mundo van a lidiar con el cambio climático se convertirá en un tema importante de investigación en economía. Hasta ahora, la investigación sobre capacidad de adaptación se ha enfocado principalmente en el sector agrícola. (Deschênes and Greenstone 2007, Schlenker et al. 2005).

En mi nuevo libro, Climatopolis: How Our Cities will Thrive in Our Hotter Future (Basic Books 2010), estudio como los citadinos alrededor del mundo lidiarán y se adaptarán al cambio climático. La ONU predice que para el año 2030 más del 60% de la población mundial residirá en ciudades. Mientras no tenga una bola de cristal que me permita predecir exactamente que tan caliente estará Moscú en 2012 o cuanta lluvia caerá en Los Ángeles en 2030, las herramientas básicas de la microeconomía prueban ser bastante útiles para entender y predecir como diversos hogares, firmas y gobiernos responderán a los retos escalofriantes e inciertos impuestos por el cambio climático.Debido a las diferencias geográficas, de circunstancias históricas e instituciones nacionales, diferentes ciudades enfrentarán distintos retos. Al mismo tiempo, hay algunas similitudes entre ciudades en lo referente a retos comunes para adaptarse. La teoría básica de incentivos ofrece muchas revelaciones sobre como se desenvolverá el proceso de adaptación y cual será el rol que jugará el capitalismo para facilitarla.

Mi libro hace énfasis en una ironía fundamental. El crecimiento económico urbano ha causado el cambio climático (piensa en las miles de millones de personas que están alcanzando el “Sueño Norteamericano”) pero también nos ayudará a adaptarnos al cambio climático. Mi optimismo en la habilidad de los citadinos para seguir triunfando frente al cambio climático se basa en nuestra capacidad para migrar e innovar. El mercado libre juega un papel central en determinar los nuevos patrones de inversión que nos ayudarán a adaptarnos.

Migración
Los Estados Unidos tienen más de 300 ciudades grandes. La literatura sobre la compensación de diferencias ha usado técnicas hedónicas (referidas al placer que perciben las personas) para documentar que en un sistema abierto de ciudades, los precios de los inmuebles se ajustarán para reflejar el valor subyacente de atributos no monetarios como el clima, la contaminación del aire y la proximidad a las costas (Rosen 2002). Basado en la lógica de las preferencias reveladas, ciudades que continúan atrayendo inmigrantes y pagan salarios relativamente bajos deben tener altos niveles de calidad de vida (Albouy 2009).

El cambio climático modificará estos rankings cuando algunas ciudades empiecen a experimentar relativamente más olas de calor, riesgos de inundación por su cercanía a la costa y menos lluvia que el resto. Los científicos que estudian el clima continuarán progresando en la modelización de cómo las diferentes zonas geográficas se verán afectadas por el cambio climático. Sus “nuevas nuevas” (new news) serán incorporadas rápidamente dentro de la información que manejan los hogares y las empresas sobre las ventajas y desventajas de invertir en distintas ciudades. Esos modelos climáticos proveen un sistema de “advertencia temprana” y sabemos por incontables estudios que los agentes económicos responden a las “nuevas nuevas.” En esta era del internet y el Twitter es difícil que los hogares no se encuentren informados sobre los cambios en la calidad de vida en las diferentes ciudades.
Dado que la migración es una inversión costosa, los hogares y las empresas incorporarán esta información en sus decisiones de ubicación.

• Si una ciudad como San Diego, hoy en día objetivamente un excelente lugar para vivir, sufre de forma extrema gracias al cambio climático, entonces sufrirá también por emigración.
Economistas especialistas en el área laboral han documentado cómo los flujos migratorios son afectados por shocks a la demanda local de trabajo (Blanchard and Katz 1992). Aunque estos shocks tienden a ser transitorios, la evidencia empírica destaca como los hogares responden a “nuevas nuevas.”

En el caso del cambio climático, aumentos en el riesgo de ciudades específicas como San Diego parecen ser shocks permanentes. Los dueños de la tierra en esas ciudades sufrirán de pérdidas en el ingreso, pero las personas pueden protegerse moviéndose a otra ciudad. Esta lógica optimista se basa en el supuesto que los impactos del cambio climático sobre las distintas ciudades no estarán perfectamente correlacionados.

• Una ciudad como Detroit puede disfrutar de mejores condiciones (inviernos más calientes) al mismo tiempo que Phoenix sufre.

Si una mayor porción de la población estadounidense busca moverse a ciudades que se encuentran más al norte, como Seattle, estas ciudades tendrán cada vez mayor demanda. Además, la reciente literatura sobre la oferta de viviendas subraya que las regulaciones y la topografía determinan la oferta (Saiz 2010). En esas ciudades, cada vez más atractivas, donde la oferta de inmuebles es inelástica, los propietarios de tierras ganarán gracias a las migraciones provocadas por el cambio climático. Dentro de la Unión Europea una dinámica similar probablemente entrará en juego. Por supuesto, estas afirmaciones necesitan más investigación empírica.

Mi optimismo sobre el rol que las migraciones pueden jugar en proteger a la gente se basa en el supuesto de un cambio climático gradual. Las ciudades son capital durable de larga vida y toma “tiempo para construir” la infraestructura necesaria para una ciudad en aspectos como vivienda, edificios comerciales, infraestructura para el transporte, sistema de cañerías y de generación de electricidad. No podemos mover ciudades enteras en un día.

• Si los neoyorquinos fueran a despertarse mañana para encontrar que el nivel del mar ha subido 5 pies (alrededor de 1,5 metros), enfrentarían pocas posibilidades de ajuste.

Pero el historial sugiere que este escenario es altamente improbable. Si, por alguna razón, el cambio climático plantea esas amenazas abruptas “no-lineales” y “sabemos que no sabemos” que tan probable es este escenario, entonces los más adversos al riesgo buscarán zonas más altas antes de esperar a que no ocurra algo.

Innovaciones endógenas
Cuando el precio de la gasolina aumenta, las flotas de vehículos se vuelven más eficientes. Cuando los precios de la energía aumentan, las empresas invierten más dinero en Investigación y Desarrollo para mejorar la eficiencia en el uso de energía. Las investigaciones de series de tiempo indican que altos precios de la electricidad están asociados con subsiguientes introducciones de equipos más eficientes en su uso de energía (Jaffe et al. 2003). La literatura económica basada en hechos empíricos sobre las innovaciones inducidas por estos mecanismos resalta como el cambio climático puede provocar la creación de nuevos productos que nos ayuden a adaptarnos. Por ejemplo, si el cambio climático exacerba las sequías en el Suroeste de los EEUU, entonces el precio del agua aumentaría. Los hogares buscarán equipos más eficientes en su uso de agua y el mercado tendrá más incentivos para proveerlos. En este sentido, el cambio climático crearía nuevas oportunidades de negocios.

Las miles de millones de personas que se verán afectadas por el cambio climático crearán oportunidades de grandes de negocios para los empresarios que puedan proveer los bienes que se necesiten. Acemoglu y Linn (2004) demostraron que la amplitud del mercado para nuevos fármacos dispara la innovación endógena. En la presencia de costos fijos para el desarrollo de nuevos productos, la escala del mercado es un factor determinante. Esa misma lógica se mantiene para el caso del cambio climático. Si miles de millones de personas buscan un aire acondicionado eficiente en su uso de energía para contrarrestar veranos cálidos, entonces habrá incentivos significativos para invertir en este tipo de productos. Algunos productores tendrán éxito en los mercados globalizados y los beneficios para los empresarios exitosos serían inmensos.

Esperar que las ciudades vayan a estar en riesgo a causa del cambio climático fomenta la innovación. Thom Mayne, mi colega en UCLA, está trabajando en Nueva Orleans con Brad Pitt para diseñar casas flotantes que puedan venderse por menos de US $200.000. Estas casas son un intento para permitir a los residentes literalmente flotar en medio del próximo huracán Katrina. Estos innovadores y nuevos productos son sólo la punta del iceberg. El cambio climático creará numerosas oportunidades empresariales como éstas.

El impacto del cambio climático en ciudades de países en vías de desarrollo
Las ciudades en países no desarrollados enfrentarán retos adicionales para lidiar con el cambio climático. Durante los próximos 100 años el mayor crecimiento urbano se generará en el mundo no desarrollado. El cambio climático probablemente acelerará el crecimiento urbano, ya que la rentabilidad de seguir en actividades agrícolas declinará por los cambios en el clima. Cuando estos nuevos habitantes se muden a las ciudades, los salarios locales disminuirán y los alquileres aumentarán. Los efectos del nuevo equilibrio general en la economía harán que las personas pobres que ya residían en centros urbanos sufran por la inmigración. Los políticos en localidades urbanas tendrán pocos incentivos para mejorar la infraestructura para que los nuevos inmigrantes la disfruten. Sin embargo, las ciudades que ofrecen mejor calidad de vida a estos inmigrantes provenientes de tierras rurales atraerán cada vez más personas. Por ende, una especie de “tragedia de los bienes comunes” seguramente emergerá.

En mis propias investigaciones previas he documentado que las naciones más ricas sufren menos a causa de desastres naturales (Kahn 2005). Si el cambio climático incrementa la frecuencia e intensidad de las inundaciones y los huracanes, entonces los países más pobres sufrirán de más muertes a causa de estos desastres. El desarrollo económico probablemente jugará un rol importante en proteger a la población de dichos riesgos al proveer a los hogares y gobiernos con recursos para construir infraestructura de alta calidad, mantener una correcta zonificación y proveer mejor atención médica luego de los desastres.

En este sentido, el desarrollo económico ofrece a las ciudades pobres la mejor estrategia para lidiar con estos problemas. Un ejemplo sobresaliente sobre el rol del desarrollo económico en proteger a la población de amenazas de salud pública causadas por el cambio climático es provisto por Thomas Schelling (1997). Schelling contrasta las tasas de infección por malaria entre Singapur y Malasia. Singapur, el más rico “gémelo geográfico”, tiene una tasa mucho menor de problemas de malaria.

Lecciones de la ola de calor durante agosto de 2010 en Moscú
Recientemente, The Economist publicó una reseña en general favorable sobre Climatópolis, pero señaló que había ubicado a Moscú como una ciudad probablemente resistente al cambio climático (Economist 2010). En mi lista de “ciudades resistentes”, me enfoqué en ciudades ubicadas en latitudes norteñas con pocas posibilidades de sufrir por aumentos en el nivel del mar. El trabajo de Martin Weitzman sobre la catástrofe del cambio climático y una esperada alta probabilidad de ocurrencia de desastres han influido de forma importante en mis pensamiento y, por ende, en mis rankings. The Economist fue rápido en señalar que hasta las “ciudades seguras” pueden y van a sufrir debido a los shocks causados por el cambio climático.

Un tema importante en Climatopolis es que los modelos climáticos desarrollados por científicos especialistas en temas ambientales continuarán progresando y a medida que individualmente aprendamos sobre los retos cotidianos que traerá el cambio climático para algunas ciudades, los residentes tomarán decisiones proactivas para adaptarse a las circunstancias cambiantes. Sí, la ola de calor en Moscú fue fatal pero el lado optimista de este shock es que la ciudad aprendió que está en riesgo y predigo que se harán costosas inversiones para aminorar el impacto de la próxima ola de calor. Esta lógica básica es la razón por la que soy optimista sobre nuestro futuro urbano. Tenemos los incentivos para aprender y adaptarnos a nuestras cambiantes condiciones ambientales.
Referencias:

Acemoglu, Daron and Joshua Linn (2004), “Market Size in Innovation: Theory and Evidence from the Pharmaceutical Industry”, The Quarterly Journal of Economics, 119(3):1049-1090,
Albouy, David (2009), “Are Big Cities Really Bad Places to Live? Improving Quality-of-life Estimates across Cities”, NBER Working Paper
Blanchard, Olivier J and Lawrence F Katz (1992), “Regional Evolutions”. BPEA 1: 1–
Deschênes, Olivier and Michael Greenstone (2007), “The Economic Impacts of Climate Change: Evidence from Agricultural Output and Random Fluctuations in Weather “, The American Economic Review, 97(1):354-385(32)
The Economist (2010), “The ways of a warmer world”, 2 September.
Kahn, Matthew E (2005), “The Death Toll from Natural Disasters: The Role of Income, Geography, and Institutions”, The Review of Economics and Statistics, 87(2):271-284,
Kahn, Matthew (2010), Climatopolis: How Our Cities will Thrive in Our Hotter Future, Basic Books.
W Schlenker, WM Hanemann, AC Fisher (2005), “Will US agriculture really benefit from global warming? Accounting for irrigation in the hedonic approach”, American Economic Review.
Jaffe A, RG Newell, RN Stavins (2003), “Technological change and the environment”, in K Mahler and J Vincent (eds.),Handbook of Environmental Economics, 1:461–516, Elsevier.
Rosen, Sherwin (2002), “Markets and Diversity”, American Economic Review, 92(1):1-15, March.
Saiz, Albert (forthcoming), “On the Local Housing Supply Elasticity”, Quarterly Journal of Economics.
Schelling, Thomas (1997), “The cost of combating global warming: facing the tradeoffs”, Foreign Affairs.
Wikipedia (2010), Carbon dioxide in Earth’s atmosphere.
Traducción: economista Jesús Gorrín: @jesusgorrin


Fuente:
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Última edición por OMACHIN el Lun Ene 17, 2011 4:31 pm, editado 1 vez (Razón : Correcion de margenes)
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