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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia

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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty * Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia

Mensaje por lilian Vie Dic 28, 2012 3:38 pm

* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia *



Crisis de Conciencia
**Nadie
podrá decir si se trata de un descubrimiento o de un re-descubrimiento.
Lo digo convencido de que una serie de elementos simbólicos de la
tradición ocultista y mágica y restos arqueológicos procedentes de
culturas remotas pueden hacer pensar en la posibilidad de que alguna
cultura perdida más allá de lo que llamamos prehistoria poseyera el
secreto, con otros muchos, del código genético que viene a ser el factor
físico-molecular o biológico, si queremos, de la evolución. No se trata
ahora, sin embargo, de ahondar en la eventual sabiduría arcaica del
hombre. Demos provisionalmente por bueno =es un decir= el avance
espectacular de la ciencia actual y limitémonos a admitir que ya hoy
puede hablarse, sin que se trate de un relato de fantasía futurista, de
que el científico o las fuerzas que sepan manejarlo convenientemente,
está en condiciones de intervenir en los procesos elementales que
gobiernan la vida: la «mente» e incluso, posiblemente, el «espíritu» de
las células. Lean ustedes los trabajos del premio nobel Korana si
quieren convencerse de lo que podrá hacerse ya en cuanto a modificación
de las características biológicas y totales del ser humano.


Esta
eventual e inmediata manipulación, que puede estar en puertas de
convertirse en una realidad para intervenir decisivamente en la
transformación del individuo, nadie lograría decir en las circunstancias
actuales si podrá considerarse un bien o un mal irreversibles para la
especie. Lo que sí salta a la vista es que será =si la ciencia lo
permite=un definitivo condicionamiento, así como la despedida, también
definitiva, de toda esperanza de alcanzar la libertad. Pensemos un poco:
Si la ciencia, en busca de las raíces de la vida, llega a ser capaz de
modificar la mente, esa modificación únicamente podrá llevarse a cabo
según la preferencia o el ideal humano de alguno de los grupos de
presión que gobiernan ya el destino del hombre y coartan su libertad. Y
si hoy mismo los condicionamientos psíquicos y morales han hecho del ser
humano, en la práctica, esclavo de las circunstancias que le rodean
=tecnológicas e ideológicas= hay que empezar a asustarse ante la
posibilidad de que esa manipulación se lleve a cabo también desde el
área biológica.


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No
he traído a colación esta eventualidad para extenderme sobre ella. La
menciono sólo como muestra de un ideal negativo que, llegue o no a
llevarse a la práctica, responde, lo mismo que los demás elementos
mencionados hasta aquí, a la radical indefensión del hombre frente a las
fuerzas =muchas creadas por él mismo, otras venidas de la siguiente
realidad= que actúan sobre él y le trazan la senda irremisiblemente
vallada de la que le será difícil escapar para alcanzar su libertad y la
realización de su auténtico destino evolutivo. En este contexto de
dependencia, el ser humano se ahoga, desconfía de su prójimo y de eso
que le hicieron llamar cielo =o dioses, o lo que usted quiera= y,
lógicamente, también de los principios que le han venido manejando como a
un títere colectivo.

El
género humano está haciendo crisis por muchos lados a la vez. Crisis de
conciencia en los especímenes más relativamente evolucionados; crisis
vital, de pura subsistencia inmediata, en las comunidades de ése que
llamamos el Tercer Mundo. Hay una desconfianza radical en la improbable
mejoría de una situación que se ha hecho irreversible.


El
hombre, en medio de esa crisis, se tiene que apoyar necesariamente en
aquello que tenga aires de ideales y esperanzas, aunque tales ideales
escondan en sus pliegues mayores sumisiones y más graves esclavitudes.
El ser humano ha alcanzado una mayoría de edad sólo tecnológica, que no
corresponde a su evolución mental. Por eso sigue sujeto a dependencias y
ansía, aunque no se atreva a proclamarlo abiertamente, que algo ajeno
=partido político, iglesia, secta o entidad extraterrestre=venga a
resolverle, como se le resuelven a un niño, los problemas que él se
siente incluso incapaz de plantearse con frialdad y buenas razones. Por
su parte, los grupos de presión más fuertes que no son siempre los más
conocidos y evidentes, fomentan esa inseguridad, sabiendo que el ser
humano acaba siempre por entregarse al más poderoso. Lo más poderoso
para el hombre es, sin embargo, aquello que es capaz de atravesar las
fronteras de su propia realidad vivencial, aquello que le habla y le
somete desde el exterior de su contexto cotidiano.


Por
eso mismo, la presencia constante del fenómeno paranormal aquí y ahora
es, en una doble vertiente, causa y efecto de la crisis de la que
estamos hablando ahora. La Otra Realidad, materializada y evidenciada en
esos fenómenos, hace acto de presencia para situarnos en nuestra
estricta dimensión, para que captemos =y no confundamos captar y
comprender= que algo por encima de nuestro entendimiento está ahí, con
su radical ruptura de todos nuestros esquemas y con el ejercicio de una
voluntad caprichosa que tenemos que acatar, porque toda nuestra razón,
tan penosamente implantada en las mentes, sería incapaz de explicarlo,
entenderlo y combatirlo =si es que admite el combate= en beneficio de
nuestra deseada libertad.**



El mesianismo como ansia de dependencia
**Un
sector de la humanidad por desgracia, no suele ser ni el más capacitado
ni el más inteligente, siente visceralmente la artificiosidad inmediata
de la manipulación socio-religiosa de la que son objeto la mayoría de
los individuos. Pero el hecho de sentirla no supone necesariamente que
traten de liberarse de ella. La razón lógica está en que llevamos
demasiados milenios de condicionamientos, que nos acompañan desde el
útero materno hasta el féretro o el horno crematorio, pasando por la
escuela, las conveniencias sociales, los reclamos económicos y las
condiciones de trabajo. Por desgracia, sentimos tal necesidad de
dependencia que, incluso cuando tratamos de huir, no escapamos ni parece
que queramos escapar tampoco de esos condicionamientos, sino que, como
si todos ellos formasen parte de nuestra naturaleza y uno se pregunta
si, efectivamente, la formarán, salimos de unos para caer sin remisión
en otros.


Nos
basta casi siempre la apariencia de cambio para adquirir una falsa
conciencia de libertad y muchas veces, en esa apariencia, va incluida la
caída en formas de dependencia incluso eventualmente más graves y más
peligrosas que las habituales. Muy a menudo, basta la sustitución de las
fuerzas que cotidianamente manipulan al ser humano por la presencia de
determinados sujetos de carne y hueso que, dotados de especial fuerza
persuasiva, proclaman su venida como supuestos liberadores del género
humano, para que un sector más o menos extenso de la comunidad cambie
sus lazos de dependencia y espere una liberación que de ningún modo
puede tener lugar. Esta raza especial de mesías y profetas ha
proliferado en los últimos tiempos como fuerza niveladora de los
desequilibrios de los grupos de presión tradicionales. Como rasgo común a
todos ellos, cabría apuntar el hecho de que,siguiendo las más vetustas
vertientes de la tradición condicionadora de los reflejos del
comportamiento, proclaman sin excepción ser mensajeros o portavoces de
entidades superiores que se manifiestan a través de ellos y les
comunican los mensajes y las normas de conducta y de pensamiento que
deben seguir todos aquellos que pretenden alcanzar un específico tipo de
salvación, física o espiritual.


Otras
características que suelen acompañar la presencia y el mensaje, casi
sin excepción ingenuo y primitivo, de estos intermediarios de la
trascendencia, suele ser su instalación en lugares concretos, muy a
menudo consagrados por la tradición mágica, desde los cuales concentran y
creo que va a ser importante en el futuro que recordemos este hecho de
la concentración a la masa más o menos gregaria de seguidores y de
discípulos, a quienes se les imbuyen las mismas ideas de sumisión y de
presunto Apocalipsis que todos aceptan felices, porque no hacen otra
cosa que confirmar condicionamientos que ya previamente tenían
implantados en el inconsciente colectivo, desde miles y tal vez millones
de años. A través del mensajero mesiánico, las fuerzas o entidades que
le hacen servir de contacto, transmiten consejos, mitos cosmogónicos,
órdenes, verdades de perogrullo, ritos y normas de conducta que luego
los adeptos circunstanciales estarán en la obligación ineludible de
cumplir e incluso, eventualmente, de difundir entre el resto de la
sociedad en la que están inscritos.



La
única condición previa a la aceptación de esta nueva forma de
manipulación es que, siquiera en apariencia, se enfrente a las otras
manipulaciones ya establecidas. Si esa apariencia resulta bastante
convincente, importará muy poco a los seguidores el hecho de que sea, en
lo esencial, un mero reflejo de los condicionamientos usuales. El
proceso mesiánico se acompaña, muy a menudo, de fenómenos más o menos
prodigiosos, de la ·utilización de señales distintivas simbólicas por
parte de los supuestos elegidos y de sus seguidores y, sobre todo, de la
acumulación, y aquí reside uno de losgrandes misterios de la
dependencia, de un considerable poder económico. Este último factor se
consigue, a veces, por la aportación personal de los fieles, lo mismo
que se conseguía en tiempos pasados por parte de las comunidades
religiosas ortodoxas, enriquecidas a base de donaciones y legados.


Pero
suele darse también el caso, extraño e inexplicable desde las
coordenadas de la razón, de una tremenda acumulación de capital
económico cuyo origen nunca queda total y satisfactoriamente
esclarecido. Este incentivo sirve, fundamentalmente, para conseguir
potentes medios de propaganda ideológica, pero también y más a menudo,
si cabe para el exhibicionismo tumultuario y colosalista de la idea
mesiánica que se trata de divulgar. Una vez despojadas de su contexto
pretendidamente humanístico y salvacionista, las ideas propagadas por
los presuntos mesías y sus sectas son, en síntesis y sin circunloquios,
un retomo claro y sin tapujos a situaciones de fuerza y de poder
que,venidas de otro lugar y sin formar parte específica de nuestro
entorno, pretenden velar por la humanidad y protegerla, pidiendo a
cambio obediencia y solidaridad masiva en el culto propuesto
pretendidamente nuevo, pero viejo como el hombre mismo y ofreciendo a su
vez la promesa sin plazo de una situación edénica que habrá de llegar
algún día para premiar a aquellos que cumplan fielmente los preceptos,
mientras el resto de la humanidad, los descreídos, se hunde y aniquila
en un Apocalipsis imposible de frenar.


El
mesías y su movimiento exigen del adepto disciplina ciega, entrega
total, compromiso de permanencia y propagación de la idea concreta que
se transmite. Y lo digo en síntesis, aunque dentro de esta exigencia
cabe todo tipo de pretensiones, variantes yaparentes amores
humanitarios. Se trata únicamente de quitar, aquí y ahora, el oropel de
las palabras y dejarlas reducidas a sus estructuras mondas, a la
realidad esclavizante que encierran. A cambio ofrecen, aparte de la
salvación futura cuando llegue el desastre, un tipo determinado de
dominio sobre el resto de la humanidad, incluso en ocasiones, un dominio
conseguido desde las coordenadas de la caridad o del amor al prójimo. Y
hasta se promete la adquisición de poderes pretendidamente suprahumanos
y para normales, podríamos decir y, sobre todo, el sello de distinción y
la convicción de haber entrado a formar parte de una elite intermedia
entre la entidad o las entidades emisoras del mensaje y el resto del
género humano, abocado al desastre. Es decir, que el ofrecimiento es en
estos casos la oportunidad de ejercer un cierto tipo de manipulación
sobre los demás, a cambio de aceptar la total y completa manipulación y
la dependencia sin restricciones.**



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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty Los espejos cósmicos

Mensaje por lilian Sáb Dic 29, 2012 4:39 am

Los espejos cósmicos

**Si
tratásemos de definir y de catalogar esas fuerzas que están actuando
sobre nosotros,nos podríamos dar cuenta de la escasa libertad que le
queda al ser humano a todos losniveles de su existencia. Pero veríamos
también y esa distinción me parece fundamental, a la hora de calibrar
nuestros límites y nuestras posibilidades que esa esencial carencia de
libertad tiene, al menos, dos vertientes. Una, la que se deriva
directamente de nuestra condición de simple eslabón en la cadena
evolutiva cósmica, que impide que saltemos antes del tiempo
«reglamentario» por encima de nuestra propia naturaleza para alcanzar
grados de esencia y de vivencia que no nos corresponden, al menos en el
estado actual de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Esta vertiente es,
en teoría al menos, insuperable; se encuentra en las coordenadas de la
estructura cósmica y en el plano general de las fuerzas que sostienen y
justifican el conjunto del universo. Pero es, además de insuperable,
imprevisible. Porque, en realidad, desconocemos sus límites. Sin
embargo, el hecho mismo de que se trate de una cadena evolutiva implica
la posibilidad de que, en una circunstancia u otra, en uno u otro
instante, de manera progresiva o instantánea, por medio de la voluntad o
bien obedeciendo a designios superiores, el ser humano salte al estadio
siguiente y adquiera conciencia de una nueva realidad a la que no tiene
acceso en su estado habitual. Es curioso que ese salto evolutivo sea
precisamente el que propician las formas más avanzadas de la
religiosidad oriental, en las cuales no se habla jamás de pretendidas
creencias ciegas ni de necesarias sumisiones a supuestas divinidades,
sino que se indican caminos, eso sí, tantos caminos como escuelas por
los que el hombre puede alcanzar una meta vital por encima de sus
condicionamientos sensoriales. Porque los sentidos son, en esencia, los
que nos amarran a un conocimiento parcial y erróneo y los que manipulan
nuestra percepción de una realidad que permanece así escondida y
adulterada, como un paisaje que tuviera que

observarse
siempre y olerse y sentirse, y hasta tocarse, si eso fuera posible a
través de una barrera de vidrio deformante, teñido además con sustancias
que alterasen sus colores naturales.


Significativamente,
determinadas escuelas búdicas añaden a los cinco sentidos tradicionales
un sexto sentido que, lejos de designar la pretendida percepción
instintiva que nuestro lenguaje le atribuye, engarza en su significado
al pensamiento mismo, dominado y dirigido por todas las demás
sensaciones, a través de las cuales forma y deforma la visión de la
realidad. La otra vertiente de la dependencia humana viene dada por las
presiones ejercidas desde sectores determinados y concretos de la misma
humanidad, pretendidamente poseedores de unas verdades a las que
intentan servir de enlace, masticando su esencia y ejerciendo el papel
de intermediarios que propiciarán la salvación física y moral del pobre
ser humano desvalido, siempre que éste se pliegue mansamente a los
preceptos y a las normas que debe acatar sin preguntarse la razón. O, lo
que es peor, aceptando unas razones que llevan en sí mismas el germen
de su irracionalidad y de su intención decididamente manipuladora. Lo
que resulta más comprometedor para el hombre ante una eventual rebelión
contra estas presiones y ante esta servidumbre, es que tales fuerzas de
presión , supuestamente religiosas o supuestamente científicas o
políticas, actúan como imágenes especulares de esa realidad superior e
inaprensible. Y, en consecuencia, aprovechan a su modo la radical
ignorancia del ser humano para someterle a reglas y leyes que únicamente
conducen al mantenimiento y a la irreversibilidad de su status secular
de dependencia. Si ahora nos preguntásemos por los límites estrictos de
nuestra capacidad evolutiva y por el porqué de nuestra radical
ignorancia de tales límites, tendríamos que llegar a una conclusión que
tal vez nos tranquilizase de inmediato, pero que, a la larga y si somos
realmente conscientes de nuestra necesidad de cumplir la evolución,
habría de situarnos en la línea de salida de un proceso radical de
rebelión irreversible: una gran parte de nuestra dependencia tiene sus
orígenes y su razón en los condicionamientos que nos han sido creados y
que se nos siguen creando por parte de esos núcleos puramente sociales
de presión por más implicaciones morales y hasta científicas que
pretendan ostentar, que han conseguido privar al hombre, a lo largo de
toda su historia, de una libertad de expansión cognoscitiva y vivencial a
la que tiene derecho inalienable y para la que sí está dispuesto por su
misma estructura natural en el concierto cósmico. De esta estricta
falta de conocimiento en nuestros propios límites deriva la naturaleza
de nuestras dependencias, de nuestros tabúes, de eso que hemos dado en
llamar creencias, supersticiones, magias, exaltaciones místicas, credos,
dogmas, anatemas y religiones.**

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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty El estadio primero de la manipulación

Mensaje por lilian Dom Dic 30, 2012 4:50 am

El estadio primero de la manipulación

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**Estamos
siendo a la vez testigos y víctimas, a nivel planetario, de una inmensa
campaña general que tiende a poner en entredicho cualquier grado de
libertad que el ser humano quiera permitirse para elegir voluntariamente
su propio destino y, en consecuencia, para evolucionar conforme a su
estricta conciencia. Movimientos religiosos, policías paralelas,
partidos políticos totalitarios, asociaciones terroristas y grandes
empresas comerciales de ámbito multinacional se dedican activamente a
vigilar al individuo, a mediatizarlo en cualquier forma, a controlar sus
palabras, sus pensamientos y hasta sus movimientos, para obligarle a la
obediencia, al consumo, a la sumisión y, en definitiva, al silencio. Se
ha creado a nivel mundial un clima de amenaza moral en el cual
prácticamente cada entidad individual asume la sospecha de estar
vigilada y en inminente peligro de aniquilación psíquica o física, eso
es lo que menos importa ahora, porque viene a ser lo mismo, a no ser que
busque, ruegue y solicite la protección de esas fuerzas efectivas que
le rodean y de que acepte ciegamente sus condiciones. La sensación de
amedrentamiento y de impotencia ante esos fantasmas de poder omnímodo
que surgen a nuestro alrededor vienen a coartar incluso nuestro deseo de
pensar y expresarnos libremente. Por ese camino, el ser humano va
llegando a la convicción de que sólo entrando a formar parte activa (o
pasiva) de una u otra de tales fuerzas de presión, repítámoslo,
económicas, religiosas o aparentemente revolucionarias podrá aspirar a
la supervivencia. La dependencia y su Consecuente terror se desarrollan
incluso a niveles subliminales.


Y
así, aun en el caso, a menudo corriente, en que el individuo no tenga
conciencia de la extorsión de que está siendo objeto, sigue bajo los
condicionamientos de esa fuerza manipuladora, obedeciéndola incluso sin
saberlo. Consume lo que le mandan consumir, vota por quienes le indican
votar y no gana el mejor, sino el que tuvo mejor campaña, se adhiere
mental y moralmente a los condicionamientos que se le dictan, y, en
último extremo, obedece de modo ciego y maquinal a los reflejos que se
le suministran desde los órganos de opinión que ha tenido que aceptar
por una supuesta y sólo supuesta, recordémoslo, empatía o por un
pretendido, sólo pretendido, repitámoslo, gesto de liberación personal.
¿Qué consecuencias podemos extraer de todo este cúmulo de amenazas
veladas y de coacciones estrictas?. El ser humano cae, cada vez más, en
un estado de absoluta dependencia, del que le es imposible escapar para
ejercer siquiera ese conato de libertad cósmica que forma parte de su
naturaleza. Se sabe condicionado incluso muy a menudo a niveles
inconscientes y conforma sus hábitos existenciales a unos parámetros
impuestos que le hacen concebir una aparente trascendencia, totalmente
falsa, estructurada sobre los mismos condicionamientos que le
esclavizan. Se le crean necesidades reflejas, como a los perros de
Pavlov, y él, a su vez, crea unos dioses y unas ideas trascendentes
donde está siempre presente, lo quiera o no, la imagen sacralizada de
ese mundo que le circunda, con toda su carga de manipulación, de
tecnología condicionante, de inseguridad personal y de ideas que jamás
podrían responder a una auténtica superación mental y anímica, sino a
una exacerbación de las situaciones aberrantes entre las que nos ha
tocado y nos sigue tocando vivir.


Sobre
semejantes esquemas manipulados y manipuladores a la vez, el hombre
tiende a interpretar todo aquello que se le presenta y que escapa a su
entendimiento racional. Pero esa interpretación está, como todo lo demás
que le rodea, condicionada e incluso prevista. Entonces, eso que
eventualmente se presenta como insólito y como inexplicable se
transforma en un auténtico hito idealizado, para bien o para mal, de
todas las estructuras de dominio que vienen actuando sobre nuestra
mente, sobre nuestra vida y sobre nuestro encubierto deseo de evolución.
Nuestra propia sacralización de la tecnología nos hace concebir
supuestos paraísos tecnológicos extraterrestres donde ni siquiera
faltarían las marcas y los logotipos de las grandes empresas
multinacionales. Y nuestro sentimiento de dependencia irracional nos
obliga a súper depender de dioses paternalistas que, en el contexto
general del pensamiento humano, seguirán, «afortunadamente », cuidando
de nosotros, como padres o como señores feudales de horca y cuchillo, o
ya puestos en la tesitura tecnológica como amos supra humanos de láser
sabio y cohete hipernuclear galáctico.

Juan García Atienza**

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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty Re: * Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia

Mensaje por lilian Lun Dic 31, 2012 4:07 am

Una grieta para atisbar al Otro lado

Lo
único bueno relativamente que nos puede suceder es que, a veces, en
medio de ese mundo infranqueable en el que se parapetan las sinrazones
de nuestra radical falta de libertad, se abren brechas por las que se
atisba, si no la causa profunda de nuestra dependencia, sí, al menos,
unos indicios que nos permiten adivinar a medias y sospechar, igualmente
a medias, la colosal estructura que mueve los cables de un
comportamiento planetario que intenta =y casi ha conseguido= controlar
al milímetro y al minuto la vida y los movimientos de cada uno de
nosotros, desde el que se proclama ejecutivo agresivo y cree poseer la
clave del éxito =sin saber cuál= hasta el niñito hambriento de la
República del Mali, que perece de inanición mientras en los campos
abonados del mundo occidental se promueven huelgas de tractores o se
queman salvajemente los excedentes agrarios para mantener unos precios
de consumo establecidos.Y lo que vislumbramos a través de esas grietas
no son comportamientos humanos; ¡qué más quisiéramos!, sino cifras y
números y esquemas microcomputados, que actúan de modo impersonal en
beneficio no del ser humano, sino de entidades metahumanas -=inhumanas
al cabo=, entre las cuales ese ser humano que asegura pensar, sentir y
amar, y hasta elegir, es apenas un microorganismo, una molécula, un
tomillo despersonalizado de la gran estructura colmena, madre
flagelante, que parece ser lo único digno de supervivencia. Me pregunto y
pregunto: ¿estamos en disposición de captar, en tanto que seres
humanos, los cables invisibles que mueven una voluntad nuestra que nunca
o muy pocas veces llegamos a ejercer? ¿Podemos localizar, descubrir y
denunciar una conexión entre esos cables invisibles y partes
inexploradas de nuestro cerebro? Sinceramente, creo que sí, al menos a
determinados niveles. Pero creo también que ese descubrimiento y la
consiguiente denuncia habrá de hacerse desde las coordenadas del
espíritu aunque también esa palabra y todo cuanto encierra se haya
llegado a degradar hasta límites inconcebibles, precisamente porque ese
espíritu es la única parcela de nuestra identidad que puede superar las
perspectivas del racionalismo a ultranza en el que nos han hecho basar
los esquemas vitales. Hemos de ascender desde las capas meramente
sensibles de nuestro ser hasta niveles en los que lo racional sea ya
incapaz de operar. Y, desde allí,contemplar nuevamente el paisaje
cósmico que se nos ofrece. Aunque nada tenga ya que ver con los esquemas
anteriores, aunque se mezclen y se confundan y se emborronen mutuamente
noticias periodísticas y visiones proféticas, hechos de la vida
cotidiana y prodigios inconcebibles desde el encasillamiento estricto de
lo que se puede ver u oír, o gustar, oler o tocar.


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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty Re: * Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia

Mensaje por lilian Dom Ene 13, 2013 2:34 am

Antropología del fracaso
Juan García Atienza.

En
esta situación, también el concepto de fracaso ha pasado a sustituir,
con sus mismas características de mala conciencia y de culpabilidad, a
lo que hasta hace no tanto tiempo se denominaba pecado. Otra
transposición semántica a tomar en cuenta. Pensemos en la realidad
inmediata de un país desarrollado o semi desarrollado cualquiera:
España, por ejemplo. Hay pobres diablos que aún no tienen su televisor
en color, ni su vídeo, ni buena parte de esa interminable colección de
aparatitos que lanzan al mercado cada día y que hay que comprar y
ostentar, so pena de sentirse sumido en la más desolada frustración.
Dicen que son los tiempos. Y no soy yo quien lo dice, sino el mismísimo
consejero delegado de la IBM española en entrevista concedida al diario
El País y publicada el 21 de junio de 1981: «Si un agricultor no compra
un tractor, se queda atrás: son los tiempos». Y no es sólo el tractor, i
ojalá lo fuera! es el capricho consumista, convertido, para un
determinado nivel de la clase media, en piedra de toque de un status
adquirido.


El
consumismo, aunque se haya atenuado relativamente en este concreto
instante de crisis mundial, no significa siquiera la posibilidad de
proporcionarse lo que uno desea realmente, sino la necesidad social de
obtener todo aquello que pueda demostrar que ese uno en cuestión está ya
colocado, lo mismo que en las carreras de caballos de Aston, y va
camino de ganador. De nada sirve encogerse de hombros y decir =sólo
decir= que no se desea más que lo que realmente le parece a uno útil,
imprescindible o simplemente necesario =veáse el caso del agricultor y
su tractor=.


Hay
que tener y hay que demostrar que se tiene. De lo contrario, ante el
mundo circundante uno es un fracasado. Reconozco la posibilidad de haber
dicho la perogrullada de turno, en la que, a no dudarlo, habrán
coincidido, antes que yo, cientos de miles de personas de mayor
audiencia y en mejor oportunidad. Sin embargo, me permito constatar que:

a)
la advertencia no ha servido de nada =porque de nada podía servir= y
millones de ciudadanos han seguido empeñados en endeudarse hasta las
cejas para adquirir supuestos bienes de consumo cuya necesidad les ha
sido impuesta; y

b)
ha surgido, con la crisis de los últimos años, un factor significativo
que casi creíamos perdido en la noche de los tiempos feudales: la vuelta
a la discriminación social, después de un tiempo de «vacas gordas» en
el cual, horror de horrores, las apariencias confundían a los auténticos
ganadores con los efímeros recién llegados al mundo del consumismo
masivo, al status requerido.


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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty Re: * Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia

Mensaje por lilian Dom Ene 13, 2013 6:23 am

La gran manipulación cósmica-Juan G. Atienza
El tiempo de una proyección Cinematográfica

Hace
poco tiempo se planteó un Conflicto laboral relativamente grave en una
de las grandes factorías multinacionales instaladas en España. La huelga
parecía prolongarse más de los que los ritmos previstos de producción
podían permitir y se esperaba impacientemente el inicio de unos arreglos
que no llegaban. De pronto sí llegó, no obstante, una amable invitación
de la empresa a los dirigentes obreros, para que asistieran a una
proyección cinematográfica. Los líderes acudieron, extrañados. Parece
ser que comenzaron mostrándoles unas cuantas películas cómicas mudas de
los años veinte y, como plato fuerte, una superproducción realizada por
la compañía en la que se mostraba, paso a paso, cómo se desmantelaba una
factoría del mismo tipo que la que sufría el conflicto laboral, cómo se
embalaba la maquinaria y cómo se trasladaba a otro lugar.Terminada la
proyección, uno de los directivos de la multinacional explicó a los
espectadores que el tiempo de proyección de la película correspondía,
segundo a segundo, al tiempo real en que tal operación podía llevarse a
cabo: tres cuartos de hora escasos.


En
pocas horas terminó la huelga y los varios miles de obreros de la
factoría regresaron asu trabajo dispuestos a negociar mansamente y sin
demasiadas esperanzas sus reivindicaciones. Lo importante de este hecho,
rigurosamente cierto, no es tanto la presión que una determinada
entidad puede ejercer sobre la masa humana a la que da de comer a cambio
de su entrega laboral, sino la radical indefensión del ser humano ante
una situación en la que resulta totalmente imposible ejercer la propia
voluntad si tal voluntad va contra el organismo anónimo del que se
depende para la supervivencia. Hay, incluso, muy a menudo, una
mentalización que hace concebir tal dependencia a quien la sufre, como
una especie de regla del juego aceptada o de reflejo condicionado
dogmáticamente admitido. Hay una alteración aceptada de los valores
semánticos, y conceptos como libertad, progreso, bienestar, compañerismo
u ocio adquieren significados acordes sólo con los intereses de la
entidad manipuladora y no con el sentido que el ser humano consciente
tendría que darles. Hay una auténtica trasposición de los valores. Se
asume como benéfico lo que es simplemente útil y como maléfico lo que,
pudiendo atentar contra los intereses de la Gran Madre anónima, pudiera
causar su impersonal irritación y su eventual venganza. O, lo que sería
mucho peor, el abandono frío y fatal de los actuales pupilos, para ser
sustituidos por otros que, ocasionalmente, obedecieran esas reglar del
juego nunca escritas, pero profundamente grabadas en la mente de los que
viven y trabajan para la entidad anónima.

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Mensaje por lilian Mar Ene 15, 2013 9:14 am

Juicio final: los buenos y los malos.

**Ahora
hay, por un lado, un porcentaje alarmante de parados. Y esta alarma la
proclaman los mismos que han contribuido a provocar el paro que se
sufre. Por otro lado, una masa informe de ciudadanos empeñados por igual
en mantener posición y supervivencia. Finalmente, una minoría de
ganadores a quienes la crisis ha logrado finalmente diferenciar, de modo
que resulta ya relativamente sencillo apostar por ellos. De un modo
casi insensible, la crisis económica de Occidente, transformada en
crisis social y hasta =perdón= religiosa, rompe de raíz nuestras vagas
ideas de democracia y de igualdad y establece un novísimo sistema de
castas, en el que los presuntos vencedores o elegidos van siendo
atraídos desde la cúspide de la pirámide, examinados, analizados célula a
célula y, eventualmente =si la prueba resulta positiva=, ensalzados a
la categoría de poder delegado, en la que actúan como buco-emisarios de
la entidad anónima =o innominada= que decide, desde la cima, el destino
de TODOS los seres humanos, su función y sus coordenadas, al margen de
deseos soñados y de esperanzas concebidas.


Se
han alterado, sin solución de continuidad, los esquemas éticos que
rigieron el comportamiento del Ser humano durante milenios. Pero se
trata, reconozcámoslo, de una alteración sólo aparente. El ideal del
hombre no es ya el de una vida más o menos acorde con principios morales
de cualquier tipo, sino la disyuntiva =así, a pelo= entre vencer o
fracasar, entre contar o ser contado, entre mandar o doblegarse
definitivamente a una obediencia de paria del Ganges que marcará, como
en las viejísimas y reactualizadas escrituras, al hombre «y a sus hijos y
a los hijos de sus hijos» en una clarísima divisoria discriminadora de
posibilidades, de oportunidades y hasta de derechos y de
supervivencias.**
.


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Mensaje por lilian Jue Ene 17, 2013 6:09 am

Antropología del fracaso
Juan García Atienza.

En
esta situación, también el concepto de fracaso ha pasado a sustituir,
con sus mismas características de mala conciencia y de culpabilidad, a
lo que hasta hace no tanto tiempo se denominaba pecado. Otra
transposición semántica a tomar en cuenta. Pensemos en la realidad
inmediata de un país desarrollado o semi desarrollado cualquiera:
España, por ejemplo. Hay pobres diablos que aún no tienen su televisor
en color, ni su vídeo, ni buena parte de esa interminable colección de
aparatitos que lanzan al mercado cada día y que hay que comprar y
ostentar, so pena de sentirse sumido en la más desolada frustración.
Dicen que son los tiempos. Y no soy yo quien lo dice, sino el mismísimo
consejero delegado de la IBM española en entrevista concedida al diario
El País y publicada el 21 de junio de 1981: «Si un agricultor no compra
un tractor, se queda atrás: son los tiempos». Y no es sólo el tractor, i
ojalá lo fuera! es el capricho consumista, convertido, para un
determinado nivel de la clase media, en piedra de toque de un status
adquirido.


El
consumismo, aunque se haya atenuado relativamente en este concreto
instante de crisis mundial, no significa siquiera la posibilidad de
proporcionarse lo que uno desea realmente, sino la necesidad social de
obtener todo aquello que pueda demostrar que ese uno en cuestión está ya
colocado, lo mismo que en las carreras de caballos de Aston, y va
camino de ganador. De nada sirve encogerse de hombros y decir =sólo
decir= que no se desea más que lo que realmente le parece a uno útil,
imprescindible o simplemente necesario =veáse el caso del agricultor y
su tractor=.


Hay
que tener y hay que demostrar que se tiene. De lo contrario, ante el
mundo circundante uno es un fracasado. Reconozco la posibilidad de haber
dicho la perogrullada de turno, en la que, a no dudarlo, habrán
coincidido, antes que yo, cientos de miles de personas de mayor
audiencia y en mejor oportunidad. Sin embargo, me permito constatar que:

a)
la advertencia no ha servido de nada =porque de nada podía servir= y
millones de ciudadanos han seguido empeñados en endeudarse hasta las
cejas para adquirir supuestos bienes de consumo cuya necesidad les ha
sido impuesta; y

b)
ha surgido, con la crisis de los últimos años, un factor significativo
que casi creíamos perdido en la noche de los tiempos feudales: la vuelta
a la discriminación social, después de un tiempo de «vacas gordas» en
el cual, horror de horrores, las apariencias confundían a los auténticos
ganadores con los efímeros recién llegados al mundo del consumismo
masivo, al status requerido.


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Mensaje por lilian Vie Ene 18, 2013 2:14 pm

Los guardianes del tráfico para el Gran Día

**Yo
he tenido noticia directa de sociedades con indudables implicaciones
mesiánicas que organizan ya periódicamente cursos, cursillos y simposios
de formación de ejecutivos,a, precios netamente discriminatorios y
prohibitivos, y con la diáfana intención de atraer ideológicamente =creo
que incluso religiosamente= a aquellos que muestran mejores
disposiciones para formar parte de una entelequia y discriminatoria
casta dominante para un inmediato futuro que, en pocos años, podría
convertirse en dueña absoluta de una sociedad de fracasados dispuestos a
aceptar las directrices salvíficas que se les marcasen. Yo he visto los
libros =carísimos= editados por esas sociedades, destinados nada menos
que a crear toda una teogonía manipuladora para uso de clases colocadas
que, sobre sus presuntos conocimientos estrictamente tecnológicos,
aprenden en el seno de la secta =pues de secta se trata= una serie de
métodos que van desde la meditación trascendental a la adquisición de
supuestos poderes paranormales que, como es lógico, les permitirán una
clarísima preponderancia sobre esa masa ansiosa de soluciones mesiánicas
que está constituida por los pequeños fracasados, por los a pesar suyo
no elegidos.


El
truco =pues hay truco= consiste en jugar una partida doble en el gran
casino de la manipulación. Por un lado, creando una masa con claro
complejo de fracaso, lista para el servicio inconsciente e incondicional
en cuanto se le hayan formado los debidos reflejos de obediencia. Por
otro, fabricando con sumo cuidado cuadros dispuestos a dirigir la vida,
las ansias y las apetencias consumistas de esa masa, dando siempre el
reflejo de su ejemplo y de su presunto poder. Y por encima de todo,
recogiendo el tributo solicitado y repartiendo prebendas, la entidad
innominada y, en todo caso, sus mesías, organizadores de la novísima fe,
con un control absoluto y total sobre los estratos vitales de
subsistencia inmediata. A fin de cuentas, se trata de la eliminación
continuada, pura y simple, de la libertad humana para elegir su camino
evolutivo. El ser humano no debe servirse de, sino servir para. Y en ese
para hay un beneficiario que está dentro de la sociedad, aunque sin
formar parte de ella. Algo =máquina, conjunto o entidad metahumana=
creado por el ser humano, pero que sirve para su propia dependencia,
como una cárcel sin puertas que hubiera sido construida desde dentro y
que sirviera para dejar encerrados definitivamente a sus propios
constructores.**


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Mensaje por lilian Sáb Ene 19, 2013 4:43 am

Juan García Atienza;
El tornillito imprescindible

Hubo,
hace años, un escritor de relatos de anticipación anglosajón=como
mandan los cánones= que planteó en uno de sus cuentos un apocalipsis
insólito: nada menos que hizo hundirse el mundo ante la hipotética
realidad de que desapareciera, de pronto y absolutamente, todo el papel
que nos sirve para escribir, para envolver o para leer. ¿Se imaginan
ustedes que desaparecieran todas las noticias recopiladas, todos los
archivos, todos los legajos, todos los libros, los cuadros, los
calendarios, el papel higiénico, los sobres, los paquetes, las cartas?.
Sin embargo, es absolutamente cierto que muchas de esas cosas a las que
apenas prestamos atención son infinitamente más importantes de cuanto
podamos imaginar. A un ser humano se le puede matar con sólo tocarle en
un punto preciso del cráneo. Y un automóvil puede ser definitivamente
detenido si se le desconecta un hilito de cobre en el que nunca habremos
parado nuestra atención. Es cosa de Perogrullo, ¿verdad?. Las grandes
compañías multinacionales, en cierto sentido, actúan siguiendo
exactamente estas mismas reglas. Por si alguien no lo supiera todavía
=lo dudo= digamos que reciben su nombre porque se extienden por varios
países y porque, en apariencia al menos, actúan y proceden en cada uno
de ellos como si fueran una entidad nacional,sujeta =siempre en
apariencia= a las leyes de cada estado y empleando con amplia
preferencia mano de obra y hasta directivos autóctonos.


Sin
embargo, hay siempre un pequeño detalle =tecnológico= que las distingue
del resto de las empresas del país en cuestión. Esta diferencia
consiste en que un determinado elemento de la industria, siempre básico a
pesar de su aparente banalidad, es importado siempre de otra parte. Y
sin él es absolutamente imposible poner en funcionamiento el
complicadísimo acabado de esa industria: un jarabe, una piececíta
transistorizada, una determinada aleación o un simple tornillo bastan
para el caso. Cabe preguntarse el porqué de esa precaución, pero la
respuesta es diáfana: si una circunstancia cualquiera =revolución,
alterativa política o conflicto laboral agudo, pongo por caso obligase a
esa compañía a abandonar el país en cuestión, toda la tremenda
estructura instalada quedaría automática y absolutamente inutilizada, y
sus productos industriales, lo mismo que la maquinaria y las
instalaciones, serían apenas válidos para convertirse en chatarra. La
empresa, sin ese detalle aparentemente mínimo, quedaría muerta. Los
miles de empleados, sin trabajo. Y eso sin contar con la imposibilidad
total de atención a los servicios de mantenimiento de los productos
terminados y en funcionamiento.

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Mensaje por lilian Dom Ene 20, 2013 4:04 am

Apuntes previstos para unas normas de Conducta

**Si
analizamos cuidadosamente los comportamientos que venimos mencionando
hasta aquí, creo que nos será posible establecer unos módulos generales
de comportamiento perfectamente aplicables a todas estas entidades
netamente sobrepasadoras de los niveles de conducta individuales y hasta
colectivos de la especie.

En
primer lugar y en un primer momento, porque aquí juegan a la vez el
espacio y el tiempo, la entidad surge como específicamente salvadora de
una situación más o menos crítica en la que el hombre se encuentra. La
Salvación que ofrece es, a la vez, definitiva y excluyente. Es decir,
que llega para ejercer una redención que habrá de servir para siempre y
frente a cualquier otra alternativa que pudiera surgir como rival en un
determinado instante. A continuación, la entidad elige a sus cuadros,
destinados a hacer de intermediarios entre sus altos designios y la
masa.


Importa
fundamentalmente que dichos cuadros se estructuren en el mayor número
posible de categorías o de grados, de tal modo que, en realidad, todos
ellos puedan sentirse en situación de mando y, al mismo tiempo, sepan
que no constituyen más que un eslabón en la cadena de categorías
establecida. Los ejemplos que podrían aportarse abarcan desde los grados
de la masonería a las declaraciones anteriormente citadas del primer
directivo de IBM en España, que reconoce la presencia de un jefe por
cada siete empleados de la empresa. La explicación que da a esta
circunstancia =«creemos que, de esta forma, hay un trato más directo,
más humano»= constituye a la vez una explicación inmediata para la
galería y retrata la intención de la entidad de conservar el sentimiento
inconsciente de la manipulación sobre todos los individuos a su cargo.


Cada
cual manda y obedece a la vez. Fijémonos, en este sentido, cómo tal
estratificación del mando en múltiples grados viene incluso definida =y
defendida= en las teogonías y en los tratados religiosos de muchos
credos, cuando establecen el orden de mando y de autoridad en las
entidades angélicas. Como paso siguiente, la entidad crea una necesidad
en el grupo humano entre el que se establece. Necesidad que, muy a
menudo, no tuvo por qué ser sentida con anterioridad, pero

que
se convierte, a partir de entonces, en algo que=en la intención al
menos= debe volverse absolutamente imprescindible. Este es el paso
inmediato a la consecución del poder, porque éste se adquiere desde el
instante mismo en que, creada la necesidad en cuestión, se tiene en las
manos la posibilidad de no satisfacerla. Y, en consecuencia, se tiene
también la fuerza para establecer todo un sistema de premios y de
castigos de la más diversa índole, según se acaten o se pretendan
rechazar las normas impuestas desde las más altas esferas de poder.**


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Mensaje por lilian Jue Ene 24, 2013 4:23 am

La Creación de una realidad a la medida.

**Paralelamente
a estas maniobras, la entidad crea en torno suyo una imagen de la
realidad que habrá de ser necesariamente asumida por todos sus presuntos
beneficiarios y que será tan extensa como amplia llegue a ser el área
de su influencia. Dicha imagen de la realidad no tendrá por qué
corresponder a coordenadas objetivas, sino que constituirá un dogma
aceptado tácitamente por la sociedad implicada en el sistema, cuyos
miembros nunca deberán preguntarse más allá de lo que las normas
salvíficas autoricen. Desaparecerán, en consecuencia, buena parte de las
relaciones lógicas de causa efecto y se crearán nuevas relaciones, sólo
aparentemente racionales, que tendrán que ser tomadas como expresión
natural de los hechos, aunque probablemente nunca resistirían un
análisis formal que tendiera a clarificarlas. Ese presunto análisis
queda tácitamente prohibido, está lejos de toda mente que pretenda
permanecer dentro del sistema. Su solo planteamiento acarreará, sin
excepciones, el anatema e incluso la aniquilación, si llega el caso.
Vamos a recurrir a un ejemplo que fue noticia no hace mucho tiempo.
Trataré de despersonalizarlo, pero muchos lo recordarán inmediatamente.
Luego trataremos de sacar de él consecuencias válidas para cuanto trato
de exponer. Rehaciendo la película de los hechos a los que quiero
referirme =y que no son más que una muestra concreta de otros que
suceden cada día por el resto del mundo= nos encontramos, en primer
lugar,con una reacción popular en cadena contra la proliferación de las
centrales nucleares. Una reacción que, en un caso concreto, se centra
sobre un determinado complejo de modo masivo y multitudinario. Un buen
día, una organización terrorista, presuntamente independentista y
violenta en sus acciones, secuestra a uno de los ingenieros que trabajan
en la construcción de la central, da un plazo de siete días para que la
obra sea totalmente desmantelada y destruidas sus estructuras y pone en
la balanza la vida del rehén si no se cumplen las exigencias.
Naturalmente, nadie parece dispuesto a cumplir la condición impuesta,
pero se convocan manifestaciones masivas y se recurre, como es lógico a
los sentimientos humanitarios del pueblo y =presuntamente también= de
los secuestradores. Pasa el plazo previsto y se cumple la amenaza
anunciada; brutal, absurda, tan bestial como ingenua parecía la
condición impuesta para que no se llevara acabo. La indignación popular,
unas veces espontánea y otras dirigida, alcanza cotas difícilmente
superables. La cotización de un terrorismo humanamente incomprensible
baja varios puntos, incluso entre aquellos que se han empeñado
cotidianamente en comprenderlo y hasta en justificarlo a lo largo de sus
acciones anteriores. El hecho, ahora, es irracional y absolutamente
nadie piensa que pudiera haber en las mentes dirigentes de la
organización la más remota esperanza de que sus exigencias hubieran
podido ser aceptadas.**
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Mensaje por lilian Lun Feb 04, 2013 5:14 pm

*La gran manipulacion cósmica-Juan Garcia Atienza*

El Cosmos de los maestros

**Tengo
la sospecha de que también el término maestro, como tantos otros, ha
sido deteriorado por las interpretaciones manipuladoras de nuestro
mundo. La proliferación, sufrida por la casi totalidad de la humanidad
occidental, de llamados maestros =o profesores o catedráticos= dedicados
incansablemente a meter en las mentes jóvenes unos conocimientos que,
por inasimilables en muchos casos, suelen enquistarse y atrofian las
capacidades que tiene el ser humano de actuar por cuenta propia, ha
hecho que el maestrazgo se haya convertido en una forma más de
manipulación, posiblemente la primera en la vida del hombre, y
consecuentemente la más grave, puesto que supone el lento y a la vez
violento encajamiento del ser, desde sus primeras etapas vitales, en las
estructuras inamovibles de un mundo concebido expresamente para
mantener dominado al hombre, cuadriculado en sus esquemas artificiosos y
esencialmente reducido en sus recursos de ente en evolución por una
monstruosa estructura socio político religiosa que le marca los
estrictos límites por los que podrá actuar y le *educará* en el temor
visceral a cualquier escape de las reglas previamente determinadas y
convenientemente insufladas en la mente desde los años escolares.


El
maestro, sin embargo, es otra cosa en su sentido originario, el que
pretendo traer aquí: el mismo que fue en su acepción gremial durante la
Edad Media y sigue siéndolo en la práctica del budismo Zen. El maestro
no enseña cosas, puesto que su enseñanza se limita =y no es poco= a
despertar las potencias trascendentes de quien se pone en sus manos como
discípulo.

No
exige que se le escuche, sino que provoca la iluminación en el interior
del discípulo. No da normas para que se la alcance por el conocimiento,
sino que colabora en la creación de modos personales e intransferibles
para encontrarla cada cual. Si hemos de volver =y lo haremos, ya que
empezamos con ella= a la cárcel cúbica en la que el hombre está
encerrado por la acción de sus sentidos, el maestro es el ser que, desde
fuera, nos proporciona los medios para que seamos nosotros mismos
quienes nos liberemos. Y lo hace de tal modo que su figura y hasta su
persona no sean posteriormente =después del acceso del discípulo a la
trascendencia= objeto de dependencia. Ese discípulo será, gracias a su
acción, un ser lo suficientemente liberado de trabas como para no estar
siquiera sujeto a la autoridad del maestro, ni un instante más de lo que
sea imprescindible para su acceso a la vivencia o al conocimiento de la
realidad que buscaba y necesitaba encontrar. En cierto modo, la actitud
del maestro debería ser concebida como igual y de sentido contrario a
la del psicoanalista freudiano.


Este,
ante un ser humano afectado =¿o habría que pensar acaso que agraciado?=
por un desequilibrio anímico de insatisfacción ante el mundo
circundante, le va obligando a reconocer por sí mismo las causas
profundas de su trauma; mientras tiene lugar el análisis, el paciente
pasa por un estado de profunda dependencia =transferencia es el nombre
que recibe en ese caso= hacia su mentor, un estado que, en cierta
manera, le provoca la necesidad de hacer patente, a niveles de
consciente, todo su problema, para reintegrarse al estado que llamamos
normal y al contexto social, familiar y profesional en el que desarrolla
su vida. Una vez alcanzado el objetivo =y muchos psicoanalistas
insisten en que es el paciente quien lo consigue, bajo la mera dirección
del médico= la transferencia debe desaparecer y el ser humano en
cuestión queda integrado a su entorno. Cambiemos la integración por la
liberación personal, aun en su sentido más amplio, y probablemente
habremos penetrado en la significación más auténtica del maestro a
niveles de trascendencia, en tanto que piedra de toque que hace
reaccionar al espíritu hacia el conocimiento, pero sin influir
directamente sobre él mediante esa actividad que normalmente llamamos
enseñanza, de saberes impuestos, de normas preconcebidas o de caminos
previamente señalados.**


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Razones inmediatas de un deterioro

**Partiendo
de este hecho, ya aparentemente irreversible, de la pérdida o de la
degradación occidental de esos valores espirituales que llamamos,
engañosa y despectivamente, *pasado* =cuando tendríamos que
actualizarlos llamándolos, más propiamente, tradición=, resulta lógico
admitir que sólo podamos apoyar nuestra ya demasiado decantada
espiritualidad en la esperanza y hasta en la eventual presencia de
mesías y profetas, para responder a nuestras aún no del todo perdidas
ansias de trascendencia, pero también para que nos arrastren, como a un
rebaño, por caminos previamente roturados y convenientemente asfaltados.
Es un fenómeno paralelo y correspondiente a la fabricación =en serie=
de nuestros utensilios.


Del
mismo modo que prácticamente, ya no podemos concebir la construcción
paciente y personal de aquellos instrumentos que nos son realmente
útiles, sino que vamos a adquirirlos indiscriminadamente en los grandes
almacenes y los compramos en serie =y hasta exigimos que sean de aquella
marca que más se vende o del tipo que todo el mundo ha adquirido antes,
aun sin contar con que,efectivamente, sea ese determinado instrumento
concreto el que nos está haciendo falta a nosotros y a nadie más=, así
también compramos el libro *que más se vende*, escuchamos por la radio
*la voz que más se oye* y corremos temerosos detrás de *la luz que más
se ve*. En torno nuestro surgen =lo vemos día a día= mesías y profetas,
portadores de una aparentemente nueva =nueva, nunca vieja o pasada!=
espiritualidad. Y corremos igualmente tras ellos en masa, todos los de
la estricta minoría =demasiados= y hasta pagamos matrículas exorbitantes
para seguir cursos regidos por seguidores de profetas y gurús en los
que, según el dinero invertido, nos enseñarán a levitar a tres
centímetros o a tres metros de altura. ¡Glorioso! Y buscamos en masa la
trascendencia que necesitamos cada uno de nosotros, porque nos han
masificado y nos han vencido de que una monstruosidad tan incalificable
como es la propia necesidad de hacer TODOS lo mismo, reunirnos,
apoyarnos, sostenernos hombro con hombro para defendernos, en apariencia
al menos, de un terrible peligro que nos acecha a todos en tanto que
comunidad, cuando lo cierto es que la auténtica convivencia es la
comunicación de persona a persona, la mutua cesión, la compasión ante
los valores individuales y ante los logros personales de cada cual,
cuando los hay.


Hace
poco tiempo, leía una encíclica =la última, en el momento de estar
escribiendo estas páginas= del Sumo pontífice de la Iglesia católica
romana, Juan Pablo II. Me sorprendió el hecho de que, en ella, se
hablase constantemente de misericordia y ni una sola vez de compasión. Y
no es que se confundieran engañosamente, involuntariamente, los
términos, a causa de una equivocación semántica. Es que se ha perdido
=¿definitivamente?= el sentimiento de compartir y, en consecuencia, se
ha olvidado también que compadecer es, precisamente, el sentido que hace
que los hombres se unan en la búsqueda =y, claro, en el logro= de la
propia evolución espiritual. En ese sentido, los mesías tienen que
experimentar necesariamente misericordia por el ser humano y, para
liberarle =claro que por medio de una liberación condicionada= los
reúnen a todos en una masificación que tiene mucho más de rebaño, de
vuelta al aprisco y al encierro, que de sana, auténtica y consciente
liberación.**

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Mensaje por lilian Dom Mar 17, 2013 5:22 am

LA GRAN MANIPULACIÓN CÓSMICA–JUAN G. ATIENZA
La galaxia de los mesías

Es
una desgracia, ya inevitable, que después de tantos milenios nos sea
imposible distinguir los pasajes relativamente originales de los
evangelios =o de los libros sagrados= de aquellos otros intercalados a
lo largo de los siglos y de las sucesivas versiones sufridas. Y ello a
pesar de que profundos estudiosos de las teologías y exégetas de las
escrituras sagradas han ido descubriendo no pocos fragmentos en los que
se patentiza el constante afán manipulador de quienes intentaron a toda
costa racionalizar el evidente irracionalismo sagrado de los libros,
para contento de creyentes ciegos y, sobre todo, con el fin de
justificar unas normas que, en tanto que jurídicas o morales, pueden
servir de piedra de toque irrebatible =¡lo dicen los Libros != para dar
sentido a todo un proceso de dominio secular e inevitable sobre la masa
de los fieles. En cualquier caso, aun si tomamos los libros sagrados con
una imposible frialdad =cosa que, a mi modo de ver, es absurda, porque
lo presuntamente sagrado afecta al hombre en su totalidad y la frialdad
sólo es posible cuando podemos escamotear una parte importante de
nosotros mismos al fin perseguido=, se nos evidencia que, tanto en las
escrituras tradicionales como en los escritos pretendidamente sagrados
=o sacralizados=que han comenzado a proliferar con la aparición de las
nuevas religiones tecnológicas y tecnocráticas, los personajes
mesiánicos surgen como seres que, conocedores de los caminos de acceso a
la realidad trascendente, colaboran activamente con los seres humanos,
confirmándoles en su esperanza de liberación e indicándoles el modo de
alcanzar esa trascendencia en la que, en cierta manera, se encuentran
ellos mismos, para reunirlos a todos en una especie de rebaño de
elegidos.


Los
mesías, pues, parten de la posible o evidente certeza de poseer las
claves =los instrumentos= que resultan más a propósito para romper los
muros de la cárcel dimensional en que se halla el resto de la humanidad,
sacan de ella a quienes son más aptos, y con ellos fabrican la secta o
la religión =religión en su sentido estricto= destinada, precisamente
por haber alcanzado un estadio superior, a ser guía del resto de los
hombres, a los cuales, quieran o no, pretenderán sacar a su vez de su
prisión o =más corrientemente= les dominarán desde su posición
privilegiada. Así, en el mesianismo se establecerá irreversiblemente una
pirámide que, en esencia, tendrá tres capas: la primera, cúspide y cima
del movimiento trascendente, formada por la masa exigua de los adeptos
más fieles =los primeros, los puros, los discípulos=, que serán los
proféticos difusores de la realidad descubierta gracias al instrumento
liberalizador del mesías y, en calidad de tales, dirigentes indiscutidos
de la tercera capa, constituida por el resto de los hombres. De este
modo, la indudable grandeza primera de todo movimiento mesiánico =o de
todo auténtico mesías= se ve disminuida en tanto que el ser humano,
ocupe la posición que ocupe y alcance el estadio que pueda en el
escalafón sacralizado, vivirá su trascendencia en un estado de
dependencia que restringirá notablemente la libertad esencial que el
mismo conocimiento superior exige. Y cada ser integrado en la pirámide,
cualquiera que sea la altura que ocupe, tendrá siempre por encima de él
una autoridad restrictiva de libertades, al tiempo que él mismo será esa
autoridad esclavizante para quienes tenga por debajo.


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Modelos para el maestro

Hace
poco tiempo, una llamada telefónica a propósito de qué sé yo qué me
puso en contacto con una persona que se declaraba a sí misma ferviente
krishnamurtiana y me habló del grupo formado en Madrid por sus
seguidores, insistiendo mucho en la necesidad =recuerdo muy bien sus
palabras= *de que nos conociéramos y trabajásemos juntos los que
pensamos de igual manera*. Tengo que declarar anticipadamente que
experimento un profundo respeto ante la necesidad que mucha gente tiene
de sentirse unida, precisamente porque sólo esa unión parece darles
respuestas personales afirmativas y sostenerse con sus principios frente
a un mundo que, en su inmensa mayoría, ignora, desprecia y hasta llega a
atacar cualquier práctica o culto que pueda representar algún tipo de
superación individual o colectiva sobre el encierro general o sobre la
manipulación que trata, a todos los niveles, de mantener al ser humano
en la dependencia más absoluta de sus necesidades inmediatas, naturales o
creadas artificialmente.

Pero
ese respeto que siento no significa en modo alguno que crea que
cualquier tipo de sectarismo =y quito a la palabra, esta vez al menos,
todo el sentido peyorativo con que solemos cargarla= pueda ayudar
realmente a la superación efectiva del ser humano, al encuentro
consciente con la realidad trascendente, que ha de ser, por necesidad,
íntimo, individual y privado.



Viene
esto precisamente a cuento de mi radical incomprensión ante un grupo
que, a través de mi interlocutor, se declara ferviente seguidor de un
maestro =Krishnamurti= que se ha negado sistemáticamente a aceptar los
continuos intentos de convertir su enseñanza en doctrina mesiánica y a
su persona en mesías, desde aquellas ya lejanas fechas de 1923 en que la
Sociedad Teosófica, a través de sus dirigentes Annie Besant y C.
Leadbeater, le proclamaran como tal y crearan para él la Orden de la
Estrella de Oriente, que el mismo Krishnamurti se encargó de disolver
seis años después, convencido de los peligros que entraña cualquier tipo
de dependencia hacia una persona o hacia una creencia determinada, sea
cual sea y aunque esté =como muchas lo están, en efecto= empapada de
maravillosos sentimientos y de trascendentales intenciones. Krishnamurti
es uno de los escasos modelos de maestro con nombre propio que aún
sería posible encontrar en nuestro mundo. No quiero decir que sea el
único, pero tampoco querría limitarme a citas de maestros indios o
tibetanos o japoneses, que sólo darían una visión parcial del
maestrazgo. Y la darían precisamente porque la moda de nuestro momento
cultural ha conducido preferentemente a una decantación hacia Oriente
por parte de los buscadores de la realidad, pero tal decantación se ha
producido por puro rechazo ante las demasiado abundantes manipulaciones
sufridas entre nosotros, muchas veces hábilmente dirigidas desde la
sombra por los grandes grupos de presión.


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* Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia Empty Re: * Juan Garcia Atienza; el velo artificial de la consciencia */El mesianismo como ansia de dependencia

Mensaje por lilian Sáb Jul 13, 2013 9:03 am

Las coordenadas de la manipulación
Este hombre Comienza por llevar pegada en el fondo de su espíritu, desde los inicios de la civilización cristiana =y desde mucho antes= la conciencia de haber sido creado para satisfacer el capricho o el entretenimiento de una entidad divina a la que se tiene necesariamente que glorificar y obedecer sin remedio. Que esa entidad sea llamada Dios o que, ante la evidente ineficacia de sus pretendidos representantes, se transfiera a una abstracción paralela =el Desarrollo con mayúscula hoy, por ejemplo, como fue la diosa Razón *también con mayúscula* durante la Revolución Francesa o el Progreso en los inicios de la era industrial=, eso importa muy poco. Utilizo una cita de Fernando Savater: *Dios ya no está en uso, hace tiempo que se le colgó el cartelito de *no funciona*. Ahora está sucediendo lo mismo con el desarrollo. Pero la gran maquinaria manipuladora occidental busca ya afanosamente un sustitutivo de dependencia, porque *de lo que se trata en la manipulación es de separar a los hombres de lo que su iniciativa y fuerza propia podrían llegar a alcanzar por sí mismas para doblegarlas a un plan y un poder ajenos*. Según lo que yo creo, no existe realmente el peligro de que el hombre Occidental se escape del mecanismo manipulador que ya forma cuerpo con su existencia desde la noche de los tiempos. Incluso me imagino que si, de pronto, la gran maquinaria manipuladora desapareciese, la costumbre inveterada desde generaciones y consistente en obedecer a estímulos condicionantes, nos haría buscar desesperadamente un placebo mesiánico de cualquier tipo =incluso religioso otra vez= que pudiera sustituirla inmediatamente.

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Y pensemos que, lógicamente, no me estoy refiriendo a ese número siempre exiguo de espíritus libres =en realidad, muchos menos todavía de los que seimaginan que lo son=, sino a esa enorme e informe masa media de la que prácticamente todos formamos parte, desde los marxistas a los cristianos de comunión diaria o de bautismo de inmersión, desde la pretendidamente desligada *nueva derecha* a los no menos pretendidos libertarios ácratas, tan fácilmente manipulables mediante la promoción simple de su status social. El mecanismo manipulador sabe jugar muy bien con todas las aspiraciones del hombre occidental, desde las obsesiones musicales de una juventud aparentemente *pasota* hasta las reivindicaciones de los movimientos feministas, desde la instauración de las *modas* hippies hasta el empleo de los anticonceptivos.Todo cuanto sirve, de una manera u otra, para crear dependencias, abocará en elementos válidos destinados a ser manipulados: justicia social y droga, terrorismo y orden, paro y pleno empleo, ¿qué más da el nombre que se le dé a cada cosa?. En una visión inmediata y futurible de la situación mundial, no hay necesidad de plantearse cómo manipular al hombre de Occidente, porque ese hombre =usted y yo,amigo= estamos ya suficientemente condicionados por los reflejos que nos proporciona la gran entidad manipuladora de nuestro mundo. El problema, la intención, la visión de futuro estriba [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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