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La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia

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La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia Empty La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia

Mensaje por lilian Vie Abr 27, 2012 3:04 am




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La Era de la Desinformación: sobre como el exceso de información es peor que la simple ignorancia


[color:9cfd=#888]by CienciayEspiritu


Bienvenido
a la Era de la Desinformación, tiempos en los que ya no se priva a la
sociedad del acceso informativo, sino que se le satura de elementos
contradictorios para generarle una ineludible confusión. Un proceso que
bien podríamos llamar la "Era de la Sofisticación de la Ignorancia" y
para el cual te proponemos un neuroestratégico antídoto.


La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia 524

En
la era de la información resulta prácticamente imposible bloquear la
diseminación de quantums (paquetes informativos) sobre temas que
históricamente se mantuvieron al margen del conocimiento popular. Y ante
la imposibilidad por seguir conteniendo estos causes de información, al
parecer el mainstream media, así como la tradicional élite de poder,
recurren a una técnica alternativa: la desinformación. Esta herramienta
de algún modo intercambia la antigua ignorancia a la que se encontraba
sometida gran parte de la sociedad civil por un nuevo, y tal vez aún más
efectivo enemigo, la confusión. Y es que si analizamos de manera
objetiva ambos fenómenos en verdad resulta más nociva esta segunda
táctica empleada para proteger las agendas ocultas: es más “peligrosa”
para los intereses a la sombra una sociedad que no sabe (y que en cierto
porcentaje esta consciente de su ignorancia) que aquella sociedad que
cree saber (pero en realidad no sabe nada) o incluso que sabe demasiado,
teniendo a su alcance más mucho más información de la que es capaz de
procesar lúcidamente. “La tecnología es muy divertida, pero también
podemos ahogarnos en ella. La neblina de la información puede debilitar
el conocimiento” afirmó acertadamente en alguna ocasión el historiador
estadounidense D.J. Boorstin.


Para
desarrollar esta reflexión analizaremos un caso concreto, de
actualidad, y que claramente encarna la perspectiva anterior: el
fenómeno mediático en torno a la presunta muerte del “hombre más buscado
del mundo”, el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.
La lasagna informativa que se desató en torno a este suceso ha sido
alimentada por cientos de medios pseudo-informando frenéticamente a una
“lampareada” sociedad que a pesar de que ahora, más que nunca, posee una
relativa sagacidad y ejerce un cierto discernimiento, por otro lado
sigue siendo completamente vulnerable ante los causes mediáticos. De
pronto, en unos pocos días, florecieron miles de pistas que el público
debe de acomodar en un mapa mental debilitado por la sobre-información, y
que por cada aparente respuesta que arrojan añaden al menos una decena
de interrogantes a un ya de por si altamente confundido imaginario
colectivo:


La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia Osama-dead1-300x205

¿En verdad murió Osama (¿O es Obama?) a manos de los temerarios e hiper-programados navy seals?
Y en caso afirmativo ¿Fue esta operación una simple, y tal vez
determinante, herramienta electoral por parte del gobierno del
presidente de Obama con miras a las elecciones del 2012 en Estados
Unidos? ¿Estaba ya muerto desde hace tiempo y su figura simplemente se
había continuado “jieneteando” para fortalecer un discurso
antiterrorista y otras estrategias de retórica geopolítica? ¿Por qué fue “photoshopeada” su imagen? ¿Por qué no se publicaron abiertamente imágenes del monumental “trofeo” conseguido por la administración de Obama,
que en cambio decidió arrojar apresuradamente al mar su cadáver (en una
franca muestra de falta de respeto funerario de acuerdo con las
tradiciones árabes)? ¿Por qué se le fulminó cuando diversas versiones
apuntan a que se encontraba desarmado, en compañía de su familia, y
completamente vulnerable ante un escuadrón de exterminadores
profesionales enviados por el gobierno estadounidense? ¿Acaso no se
podría haber extraído, a través e las viejas y recurrentes prácticas de
tortura, un verdadero tesoro informativo de este, el “hombre más
buscado” del planeta? ¿Por que el manejo tan primitivo de una buena
parte de la prensa de Estados Unidos, recurriendo a encabezados que
evidentemente buscaban azuzar a la población y despertar sentimientos
tan nobles y productivos para el rumbo de la humanidad como el odio y la
venganza? ¿Por que las múltiples contradicciones e inconsistencias en
torno a la versión oficial, aquella que en nuestros tiempos firman tanto
los gobiernos como los principales medios? ¿Está Osama bin Laden
gozando de la brisa marina en algún resort de la Bahamas acompañado por
las enefermeras de Qadaffi? ¿Es todo esto parte de una orquestada simulación piscomediática?
¿Realmente existió alguna vez Osama bin Laden? Y este maremagnum de
interrogantes son solo las acumuladas en torno a un evento que
presuntamente debe haber durado 60 minutos o menos. Pero que hay del
contexto histórico: ¿Fue Osama bin Laden entrenado pro la CIA hace un
par de décadas? ¿Qué papel juega en todo esto el hecho de que la familia
bin Laden tenía probados, y significativos, nexos financieros con la
familia Bush y otros representantes de la élite financiera y política de
Estados Unidos? ¿Por que hace meses un funcionario de la OTAN afirmó
que bin Laden estaba en Pakistán como si fuera algo ya sabido por todos?
Si estimado lector, seguramente ya te cansaste de leer todas estas
preguntas (y creéme, yo de escribirlas) pero esto es precisamente lo que
favorece el exceso de “desinformante” información, un enorme desgasto
mental que inevitablemente se traduce en confusión.


¿Cómo
hubiéramos imaginado que esa épica llegada a la “era de la
información”, vanagloriada por muchos con la consagración de la Red,
terminaría por convertirse, paradójicamente, en la más efectiva
herramienta para favorecer la ignorancia? Que lejos ha quedado esa
sociedad ingenua que permanecía marginada de los flujos informativos,
los cuales se definían desde una casi invisible élite y que modelaban
las agendas más importantes en el rumbo geopolítico. Y al mismo tiempo
parece que la sencillez informativa de esa sociedad ahora extinta (al
menos entre la población con acceso a internet) de algún modo era como
una especie de ángel de la guarda que la privaba, saludablemente, de la
avalancha desinformativa a la que ahora estamos expuestos. ¿Quién
hubiera dicho que tendríamos razones para sentir una genuina nostalgia
ante aquella simple ignorancia en contraste con lo que ocurre ahora, que
finalmente podríamos resumir como una sofisticada ignorancia.


La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia TooMuchInformation-199x300

Pero
más allá de la melancolía o el pesimismo, lo cierto es que debe existir
un antídoto para contrarrestar este ilusorio carnaval. Una de las
versiones de esta “medicina” es muy sencilla: simplemente desconectarte
del desfile de hebras informativas patrocinadas por los millones de
medios de comunicación que han surgido en internet (mainstream,
contraculturales, radicales, indie, y si, incluyendo Pijama Surf) y
dedicarte a observar la tierra, el cielo, las plantas. Dejar de contar
cuantos amigos acumulas en Facebook y en cambio contar cuantas semillas
depositaste en los surcos de tierra que recién labraste (o si quieres
una versión más zen puedes contar cuantas hormigas entran a su
hormiguero durante un par de horas). En síntesis, clausurar tu
exposición a la ambivalente maraña digital puede garantizar tu
tranquilidad informativa.


Pero
si el ocaso digital esta fuera de cuestión para tu búsqueda existencial
o tu desarrollo personal, existe otro camino, más complejo pero sin
duda asequible. Y en este sentido, los que integramos este sector de la
población, parece que estamos frente a un monumental reto generacional,
el cual esta íntimamente asociado a tres protagónicas tareas: la
reflexión, la interpretación, y el discernimiento:




Comencemos
por la reflexión o auto-conciencia. Resulta evidente que debemos
corresponder a la evolución de los medios y las tecnologías informativas
con una evolución paralela: el desarrollo neurocognitivo para digerir,
interpretar, discernir, y sintetizar la colosal cantidad de información a
la que ahora estamos expuestos. Para ello, más allá de dejarnos llevar
por el rediseño que implica el impacto de estas tecnologías en nuestra
vida cotidiana, en nuestra cultura y en la psique colectiva, resulta
fundamental detener un instante el frenesí interactivo y reflexionar
sobre las implicaciones que estas nuevas herramientas de comunicación
tienen para nosotros en todos los niveles: desde el laboral y el
sociocultural, hasta el sentimental, el fisiológico e incluso el
espiritual. De hecho Douglas Rushkoff, el sagaz teórico de los medios
egresado de Princeton, sintetiza este ejercicio de tomar las riendas
durante esta explosiva evolución en prácticas y pensamientos, este
“darse cuenta digital” (concepto un tanto tecnobudista), en una
provocativa frase: “programa o serás programado“.
Y no se trata de tomar la invitación en un sentido literario, dejar lo
que estas haciendo, y volcarte a aprender a ordenar los ciber-códigos
(lo cual tal vez tampoco te caería mal). En realidad se trata de hacer
conciencia sobre las nuevas posibilidades y consecuencias que implican
las nuevas herramientas tecno-comunicativas y no dejar esa tarea, una
vez más, a una élite que a diferencia del grueso de la población, tiene
bastante claridad en el manejo de estos detonadores como utensilios de
programación psicosocial a gran escala. Aquel que controle, a través del
entendimiento, las tendencias prácticas que los programas actuales
fomentan, sin duda estará a salvo de ser programado.


Una
vez tomada esta pausa, tal vez el paso siguiente sea la conciencia
sobre un recurso cognitivo crucial en nuestros días, la interpretación.
Para esto es fundamental que retomes algunas premias que se han puesto
en boga gracias a la física cuántica, nuevas “leyes” (o mejor dicho
“anti-leyes”) que aparentemente rigen nuestro universo, por ejemplo
aquella que reza “el observador altera lo observado” o “vivimos en una
realidad definida por posibilidades y no por absolutos”. Lo anterior,
más allá de buscar el renacimiento del escepticismo o del nihilismo, lo
que busca es desintegrar la hegemonía centralizada de que hay algo, o
alguien, que tiene la razón, y que ello excluye, por naturaleza, la
posibilidad de otras verdades. Y si, puede ser un tanto angustiante
entregarte a este desfile de posibilidades sin el apoyo de supuestas
verdades inamovibles que te acompañen en tu camino. Pero lo siento, así
es, o en realidad así es como puede ser, y yo no hice el diseño del
universo así que solo deseo transmitirte el anti-modelo bajo el cual
(posiblemente) se rige el mayor tablero de juego que haya dimensionado
la humanidad, el “salón de juegos cósmico”. A lo que voy es a que la
mejor manera de navegar el cúmulo informativo es estar consciente que
solo podrás interactuar con el a partir de tu interpretación, y aceptar
que a fin de cuentas lo que entiendas de todo esto (o mejor dicho lo que
creas entender) es simplemente una interpretación personal, y que ello
no lo hace ni más falso ni más verdadero que cualquier otra de las
interpretaciones con las que te vayas a encontrar a lo largo de tu
camino data-naútico.


La era de la desinformacion: sobre como el exceso de informacion es peor que la ignorancia Dont-follow-me-sign-300x300

Finalmente,
para completar el trinomio de recursos que puede dar vida a este
neuromístico antídoto contra la desbordante y estratégica
desinformación, debes ejercer un elemento fundamental en la vida: el
discernimiento, y el cual por cierto tal vez sea tu más confiable
acompañante a lo largo de cualquier sendero existencial. Manly P Hall,
en su libro Words to The Wise, recomienda el discernimiento como una de
las herramientas más efectivas para aquel que anda en busca de
consolidar un verdadero camino espiritual. Y es que este elemento es de
algún modo una mezcla entre información “tangible”, referencias
personales, e intuición, lo cual provoca que sea un acto imposible de
centralizar y por ello de controlar, pues a fin de cuentas es un pulso
interno que se encuentra distribuido en nodos. El único que puede velar o
engañar tu proceso de discernimiento eres tu mismo (pero eso es ya otra
historia en la que por ahora no profundizaremos).


Y
una vez dilucidada la fórmula de salida (y no se trata de un
contraataque contra las tácticas de desinformación, más bien es un suave
movimiento de tai-chi) podemos comenzar a cerrar este artículo con la
tranquilidad de habernos alejado del análisis neurótico, aunque
necesario, que perfilamos al principio. Y para ello quiero aprovechar
para hacer, en forma franca y directa, una invitación formal a todos los
lectores de Pijama Surf: lleven una vida informativa sana, que les
genere más paz que angustia, y que les permita, invariablemente,
alimentar su crecimiento personal. No propongo que huyan a la fiesta
informativo-desfinformativa que estamos viviendo, pero si los invito a
que lo hagan ejerciendo las increíbles facultades con las que fuimos
dotados, interpretando y discerniendo, y con conciencia de que ninguna
versión “verdadera” es excluyente de otra, recuerda que a pesar de que
en la escuela se esforzaron por enseñarte lo contrario lo cierto es que
dos verdades, aún opuestas entre sí, pueden coexistir perfectamente de
acuerdo al fascinante diseño con el que fue modelado nuestro universo.
Copula con la información, hazlo libremente, y ni siquiera te sugiero
que utilices para ello un preservativo de látex, simplemente date cuenta
que estas inmerso en una poderosa y caótica ola y, sobretodo,
disfrútala (no olvides que estás diseñado para surfearla).


Twitter del autor: @ParadoxeParadis / Lucio Montlune

Recogido de: http://pijamasurf.com/2011/05/la-era-de-la-desinformacion-sobre-como-el-exceso-de-informacion-es-peor-que-la-simple-ignorancia/
lilian
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