VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
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ANAYANSI
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Re: VIOLENCIA CONTRA LA MUJER




Árabe de cuarenta años mata a niña de ocho al violarla en su ”noche de bodas”

Este viejo depravado de la imagen vejó a su ”esposa” de ocho años que aparece en la foto contigua en la ”noche de bodas”,provocándole graves heridas internas en la vagina que le provocaron posteriormente la muerte.Ocurrió en el norte de Yémen.
Según el Fondo para las poblaciones de la ONU mas de 50 millones de adolescentes menores de quince años fueron obligadas a casarse con hombres maduros en los paises musulmanes desde el año 2011
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marinawais- Reportero total
Re: VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Por favor entren a el enlace y firmen. ¡Gracias...!!!!
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marinawais- Reportero total
elmunicipio.es
Islam: La lujuria de un padre por su hija no es un pecado si la hija tiene más de 9 años de edad
Por ELMUNICIPIO.ES - may 7, 2016

matrimonio-incesto-musulman
La autoridad emitió una fatwa –una interpretación de las normas islámicas– que creó un intenso debate. A una pregunta de un creyente, Diyanet respondió que desde un punto de vista islámico no tiene impacto en un matrimonio “si un padre besa a su hija con lujuria”.
Leer más: —El Islamista -Saqiq Khan- será el nuevo alcalde de Londres—
También fue, según Diyanet, no hay pecado “si el padre mira a su hija y siente lujuria.” La hija debe, sin embargo, “ser de más de nueve años de edad.”
Esta fatua se produce poco después de otra fatua de Diyanet, que dice que las parejas comprometidas no deberían tomarse de la mano, ya que podría dar lugar a otras cosas, cosas que son haram (ilícito) en el Islam. En algunos países podría incluso dar a los hombres adultos una razón para recoger piedras y tirarlas a la pareja hasta que estén muertos.
Poner las dos últimas fatwas juntas y se da una visión de la sexualidad en el Islam que es completamente irreal y repugnante visto con ojos occidentales.
“Lamentable error en las traducciones”
La fatwa, naturalmente, provocó una tormenta de indignación en línea, tanto que la página en la que había sido puesta la fatwa fue retirada. Pero todavía está en circulación, porque la gente la ha guardado.
Leer más: —Brutal vídeo de la violación y asesinato de una mujer a manos de cuatro musulmanes—
Ahora la cabeza de Diyanet, Mehmet Görmez, intenta solucionar el escándalo y huir de las fatwas originales. Para la emisora turca TRT, que dice que la interpretación dramática fue debido a un lamentable error en la traducción del árabe! La nueva respuesta a la pregunta de que el padre vea a la hija con deseo ahora se lee, según Diyanet, que el incesto es una “aberración patológica”. Hay sólo un problema y es –que todo el mundo (al menos en Turquía) lo sabe. Los expertos religiosos en Diyanet son perfectamente lectores fluidos en árabe. Ellos nunca hacen errores de traducción banales como este, nunca. Pero, por supuesto, tenían que llegar a alguna pobre excusa y esto fue probablemente la menos coja a la que podían llegar durante la reunión de intercambio de ideas urgente con el clérigo.
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Por ELMUNICIPIO.ES - may 7, 2016

matrimonio-incesto-musulman
La autoridad emitió una fatwa –una interpretación de las normas islámicas– que creó un intenso debate. A una pregunta de un creyente, Diyanet respondió que desde un punto de vista islámico no tiene impacto en un matrimonio “si un padre besa a su hija con lujuria”.
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También fue, según Diyanet, no hay pecado “si el padre mira a su hija y siente lujuria.” La hija debe, sin embargo, “ser de más de nueve años de edad.”
Esta fatua se produce poco después de otra fatua de Diyanet, que dice que las parejas comprometidas no deberían tomarse de la mano, ya que podría dar lugar a otras cosas, cosas que son haram (ilícito) en el Islam. En algunos países podría incluso dar a los hombres adultos una razón para recoger piedras y tirarlas a la pareja hasta que estén muertos.
Poner las dos últimas fatwas juntas y se da una visión de la sexualidad en el Islam que es completamente irreal y repugnante visto con ojos occidentales.
“Lamentable error en las traducciones”
La fatwa, naturalmente, provocó una tormenta de indignación en línea, tanto que la página en la que había sido puesta la fatwa fue retirada. Pero todavía está en circulación, porque la gente la ha guardado.
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Ahora la cabeza de Diyanet, Mehmet Görmez, intenta solucionar el escándalo y huir de las fatwas originales. Para la emisora turca TRT, que dice que la interpretación dramática fue debido a un lamentable error en la traducción del árabe! La nueva respuesta a la pregunta de que el padre vea a la hija con deseo ahora se lee, según Diyanet, que el incesto es una “aberración patológica”. Hay sólo un problema y es –que todo el mundo (al menos en Turquía) lo sabe. Los expertos religiosos en Diyanet son perfectamente lectores fluidos en árabe. Ellos nunca hacen errores de traducción banales como este, nunca. Pero, por supuesto, tenían que llegar a alguna pobre excusa y esto fue probablemente la menos coja a la que podían llegar durante la reunión de intercambio de ideas urgente con el clérigo.
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marinawais- Reportero total
elmunicipio.es
Islamistas asesinan y violan a una mujer en presencia de su marido e hijos
Por ELMUNICIPIO.ES - may 7, 2016
mujer-asesinada-musulmanes
Terroristas musulmanes capturan a una mujer y abusan de ella delante de su esposo y sus tres niños, luego toman una cuerda y la estrangulan hasta la muerte.
Más información pinchando en el enlace: —Brutal vídeo de la violación y asesinato de una mujer a manos de cuatro musulmanes—
En un incidente impactante, una mujer fue abusada frente a su esposo y todos sus hijos, por militantes talibanes en el norte de la provincia de Badakshan informaron las autoridades. El incidente ocurrió durante la noche en el pueblo de Tirgaran en el distrito de Wardoj que los talibanes tomaron la base de la policía.
Pincha en el enlace para saber más: —Imágenes de las agresiones y violaciones masivas en Colonia por musulmanes—
Lal Muhammad Ahmad Zai, portavoz de la policía provincial, explicó que la víctima fue ultrajada delante de su familia y ahorcada hasta la muerte, añadió. No está claro que provocó esto.
Leer más pinchando en el enlace: —Un musulmán golpea en el suelo a un bebé cristiano—
La noticia tiene algún tiempo pero no cambia el hecho tan brutal y verídico por el que pasó esta familia. Casos como este siguen sucediendo ante la inoperancia de autoridades y organizaciones que nada hacen para parar estos actos de salvajismo desmedido realizados a cielo abierto y impunemente. La imagen es fuerte pero lo es más la indiferencia.
Más información: —Musulmanes demandarán a España ante el Tribunal de Estrasburgo para acabar con la Semana Santa—
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Por ELMUNICIPIO.ES - may 7, 2016

mujer-asesinada-musulmanes
Terroristas musulmanes capturan a una mujer y abusan de ella delante de su esposo y sus tres niños, luego toman una cuerda y la estrangulan hasta la muerte.
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En un incidente impactante, una mujer fue abusada frente a su esposo y todos sus hijos, por militantes talibanes en el norte de la provincia de Badakshan informaron las autoridades. El incidente ocurrió durante la noche en el pueblo de Tirgaran en el distrito de Wardoj que los talibanes tomaron la base de la policía.
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Lal Muhammad Ahmad Zai, portavoz de la policía provincial, explicó que la víctima fue ultrajada delante de su familia y ahorcada hasta la muerte, añadió. No está claro que provocó esto.
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La noticia tiene algún tiempo pero no cambia el hecho tan brutal y verídico por el que pasó esta familia. Casos como este siguen sucediendo ante la inoperancia de autoridades y organizaciones que nada hacen para parar estos actos de salvajismo desmedido realizados a cielo abierto y impunemente. La imagen es fuerte pero lo es más la indiferencia.
Más información: —Musulmanes demandarán a España ante el Tribunal de Estrasburgo para acabar con la Semana Santa—
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marinawais- Reportero total
Noticias Al Dia y a la Hora
Fue Violada Y Torturada Por La Policía Durante 15 Horas, Estuvo Cuatro Años Presa Y Hoy Fue Puesta En Libertad

8 JUNIO, 2016
Se realizaron campañas para su liberación y para que sus “verdugos” vayan a la cárcel
Yecenia Armenta Graciano vivió una pesadilla. Pero no de aquellas que duran pocos minutos durante una noche. Esta perduró cuatro interminables años. Comenzó el 10 de julio de 2012, en Sinaloa, México, y terminó este miércoles, cuando un juez la absolvió de los cargos que se le habían inventado.
Ese día de 2012, la Policía Ministerial de Sinaloa la detuvo. Fue golpeada, violada y asfixiada durante 15 horas. Una tortura impiadosa que su cuerpo apenas pudo soportar. Luego de ese tiempo, Yecenia “confesó” haber participado del asesinato de su marido. Acto seguido, iniciaron la denuncia y la acusación contra la mujer.
La Procuraduría General de Justicia del Estado de Sinaloa no hizo caso a las constantes advertencias que organismos internacionales realizaron respecto de los sometimientos que había sufrido la mujer. Cómplices de laPolicía Ministerial que la había torturado y golpeado, prosiguieron con la acusación del grave delito. Desatendió, así, las alarmas que emitió laComisión Nacional de Derechos Humanos y las pruebas que se presentaron y que corroboraban los tormentos.
Ante las evidencias ignoradas, varias organizaciones internacionales iniciaron campañas para que la Justicia libere a Yecenia. Miles y miles de firmas pudieron reunirse para que, por fin, un magistrado atendiera el pedido.
Tras permanecer cuatro años en prisión, Yecenia Armenta Graciano pudo reunirse con su familia
Tras permanecer cuatro años en prisión, Yecenia Armenta Graciano pudo reunirse con su familia
“La increíble crueldad de la tortura que sufrió Yecenia es parte de las actividades diarias de las policías mexicanas, quienes rutinariamente presentan evidencias ilegales en investigaciones penales en todo el país. Su puesta en libertad el día de hoy da una luz de esperanza a aquellas personas encarceladas injustamente en México“, dijo Erija GuevaraRosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, una de las instituciones que más denunció la injusticia que se cometía con Graciano.
El caso de Yecenia no es el único de torturas que se conoce en México y que son denunciados por organismos nacionales e internacionales. Sin embargo, la impunidad parece moneda corriente, y la complicidad entre los agentes policiales, la Justicia y la Procuraduría de cada estado son evidentes. “El hecho de que ninguno de los torturadores de Yecenia haya pisado la cárcel demuestra la falta de independencia de las autoridades en este caso“, agregó Guevara Rosas.
Yecenia Armenta Graciano participa ahora de la campaña Rompiendo el silencio, encabezada por mujeres que sufren injusticias en México
Yecenia Armenta Graciano participa ahora de la campaña Rompiendo el silencio, encabezada por mujeres que sufren injusticias en México.
INFOBAE
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8 JUNIO, 2016
Se realizaron campañas para su liberación y para que sus “verdugos” vayan a la cárcel
Yecenia Armenta Graciano vivió una pesadilla. Pero no de aquellas que duran pocos minutos durante una noche. Esta perduró cuatro interminables años. Comenzó el 10 de julio de 2012, en Sinaloa, México, y terminó este miércoles, cuando un juez la absolvió de los cargos que se le habían inventado.
Ese día de 2012, la Policía Ministerial de Sinaloa la detuvo. Fue golpeada, violada y asfixiada durante 15 horas. Una tortura impiadosa que su cuerpo apenas pudo soportar. Luego de ese tiempo, Yecenia “confesó” haber participado del asesinato de su marido. Acto seguido, iniciaron la denuncia y la acusación contra la mujer.
La Procuraduría General de Justicia del Estado de Sinaloa no hizo caso a las constantes advertencias que organismos internacionales realizaron respecto de los sometimientos que había sufrido la mujer. Cómplices de laPolicía Ministerial que la había torturado y golpeado, prosiguieron con la acusación del grave delito. Desatendió, así, las alarmas que emitió laComisión Nacional de Derechos Humanos y las pruebas que se presentaron y que corroboraban los tormentos.
Ante las evidencias ignoradas, varias organizaciones internacionales iniciaron campañas para que la Justicia libere a Yecenia. Miles y miles de firmas pudieron reunirse para que, por fin, un magistrado atendiera el pedido.
Tras permanecer cuatro años en prisión, Yecenia Armenta Graciano pudo reunirse con su familia
Tras permanecer cuatro años en prisión, Yecenia Armenta Graciano pudo reunirse con su familia
“La increíble crueldad de la tortura que sufrió Yecenia es parte de las actividades diarias de las policías mexicanas, quienes rutinariamente presentan evidencias ilegales en investigaciones penales en todo el país. Su puesta en libertad el día de hoy da una luz de esperanza a aquellas personas encarceladas injustamente en México“, dijo Erija GuevaraRosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, una de las instituciones que más denunció la injusticia que se cometía con Graciano.
El caso de Yecenia no es el único de torturas que se conoce en México y que son denunciados por organismos nacionales e internacionales. Sin embargo, la impunidad parece moneda corriente, y la complicidad entre los agentes policiales, la Justicia y la Procuraduría de cada estado son evidentes. “El hecho de que ninguno de los torturadores de Yecenia haya pisado la cárcel demuestra la falta de independencia de las autoridades en este caso“, agregó Guevara Rosas.
Yecenia Armenta Graciano participa ahora de la campaña Rompiendo el silencio, encabezada por mujeres que sufren injusticias en México
Yecenia Armenta Graciano participa ahora de la campaña Rompiendo el silencio, encabezada por mujeres que sufren injusticias en México.
INFOBAE
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marinawais- Reportero total
Re: VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Esto si que es "misogenia". Aclaro que ni me atrevi a leer la nota...
Cadena perpetua para un estadounidense que vendió a sus tres hijas a un violador
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Cadena perpetua para un estadounidense que vendió a sus tres hijas a un violador
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lilian- Moderador Global
CHICAS HOY



Evo Morales “Casi todas las mujeres son inferiores a los hombres”.
Como machistas y discriminadoras fueron calificadas por grupos de Derechos Humanos, las palabras con las que el presidente Evo Morales se dirigió ayer hacia las mujeres. En un acto de entrega de ambulancias en el Primer Mandatario en el tono burlesco que lo caracteriza dijo: “Casi todas las mujeres son inferiores a los hombres”.
“Desde la creación del mundo, Dios era hombre.
No quiero pensar por que todos los líderes son del sexo masculino, compañeros no piensen mal de la mujer ya que no todas pero casi todas las mujeres son inferiores a los hombres, dijo Morales en tono de broma.
Las palabras de Morales provocaron rechazo y repudio en las redes sociales y pronunciamiento de varios colectivos de Derechos Humanos, que exigen una disculpa pública.

evo-mierdin
La Coalición de Colectivos de Derechos Humanos de Bolivia rechazó, en un comunicado, “el machismo que se camufla en la supuesta burla”. “Nos resulta totalmente vergonzoso que los discursos estén teñidos de machismo, más aun viniendo del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, promotor de los Derechos Humanos en Latinoamérica y el mundo; con este tipo de declaraciones sólo siembra burla, estereotipo, odio, segregación y violencia hacia una población grande e importante.
Sus aseveraciones demuestran una total desinformación y desconocimiento de la población, dejando al descubierto su machismo que se justifica con una supuesta ignorancia”, dice el documento.
Solicita, además, una campaña mediática de sensibilización para combatir prejuicios y estigmas sociales y culturales contra las mujeres y el abuso machista; pide la intervención de Defensoría del Pueblo y el Comité Nacional de Lucha contra el Racismo y Toda forma de Discriminación.
“Nos preocupa que a excusa ‘seguir el ejemplo del Presidente’ haya acciones y/o declaraciones de Derechos Humanos de líderes y sectores, los cuales son un retroceso a los derechos humanos que las organizaciones de la sociedad civil venimos conquistando”, finaliza el pronunciamiento.
Hace dos semanas, el vicepresidente Álvaro García Linera dijo: “Prefiero que mis hijos nazcan hombres y nos mujeres”.
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marinawais- Reportero total
Re: VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Los Simuladores: El debilitador social - Juicio [Parte Ravenna]
Fragmento protagonizado por Ravenna (Diego Peretti) actuando como Máximo Cozzetti para el capítulo "El debilitador social" [Temp. 2 | Ep. 9] de "Los Simuladores".
lilian- Moderador Global
Change.org.
Por favor ayude a que este tipo de violencia paren ya, firmen por favor y gracias por ella, sus hijos y todas las mujeres agredidas mas todas aquellas muertas por sus parejas. ¡Basta ya.....!!!!!
Entren a el enlace por favor para firmar la petición y gracias.

La Corte Suprema de Justicia de la Pcia. De Bs. As. va a decidir si le baja la pena de 8 años de prisión que le dieron a mi ex marido por dejarme ciega a golpes, luego de haber hecho 14 denuncias penales y 5 civiles durante 9 años.
Soy Susana Gómez, tengo 32 años y a los 27 quede ciega víctima de violencia de género. Ese maltrato brutal me lo propinó mi ex pareja Carlos Ariel Goncharuk. Tengo 4 hijos pequeños y sigo luchando a pesar de esta ceguera de por vida.
Después de un juicio y sentencia que fue ejemplo para el país en el mes de abril de 2014, refugiada con mis hijos y representada gratuitamente por la ONG Casa Abierta María Pueblo, así fue que pude llegar viva a un juicio oral en donde Carlos Ariel Goncharuk, mi ex marido, fue condenado a 8 años de prisión efectiva por el delito de lesiones gravísimas.
Te quiero contar que fue la primera vez que una mujer pudo declarar en un juicio oral por violencia de género ya que en su mayoría las víctimas no llegan a un juicio o son asesinadas antes, casi nunca se escucha nuestra voz.
Hoy la Suprema Corte está resolviendo si le baja la pena a mi agresor porque las innumerables denuncias y pedidos de ayuda que le hice al Estado no obtuvieron sentencia firme, o sea que hoy mi agresor se beneficiaría porque la propia justicia no actuó ni investigó en su momento como debía hacerlo para protegerme, pese a mis reiterados pedidos de ayuda, ya que archivaba estas denuncias que luego el Equipo de Casa Abierta María Pueblo logró que fueran reconocidas como agravantes al momento de la pena.
El mismo fallo condenatorio del Tribunal Oral reconoce que la justicia actuó con “desidia”, que no investigó mis denuncias, y que mis derechos fueron violados sistemáticamente todo sumado a una cantidad de irregularidades e incumplimientos por parte de la justicia y la policía en contra de mi persona, una vergüenza.
Hoy te pido tu firma por mi, por mis hijos pequeños, por mi familia y por las miles de víctimas de violencia de género que no son escuchadas o que directamente no están porque fueron asesinadas.
Apóyame con tu firma para que la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires no le baje la pena a mi agresor. Nunca busqué venganza. Quedé ciega para siempre y solo busco justicia.
No dejemos que esta misma justicia, que permitió que me dejen ciega, siga matando mujeres.
Gracias!
Susana Gómez
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Entren a el enlace por favor para firmar la petición y gracias.



No le bajen la pena a la persona que me dejo ciega a golpes #NiunaMenos
Susana Gomez Argentina
La Corte Suprema de Justicia de la Pcia. De Bs. As. va a decidir si le baja la pena de 8 años de prisión que le dieron a mi ex marido por dejarme ciega a golpes, luego de haber hecho 14 denuncias penales y 5 civiles durante 9 años.
Soy Susana Gómez, tengo 32 años y a los 27 quede ciega víctima de violencia de género. Ese maltrato brutal me lo propinó mi ex pareja Carlos Ariel Goncharuk. Tengo 4 hijos pequeños y sigo luchando a pesar de esta ceguera de por vida.
Después de un juicio y sentencia que fue ejemplo para el país en el mes de abril de 2014, refugiada con mis hijos y representada gratuitamente por la ONG Casa Abierta María Pueblo, así fue que pude llegar viva a un juicio oral en donde Carlos Ariel Goncharuk, mi ex marido, fue condenado a 8 años de prisión efectiva por el delito de lesiones gravísimas.
Te quiero contar que fue la primera vez que una mujer pudo declarar en un juicio oral por violencia de género ya que en su mayoría las víctimas no llegan a un juicio o son asesinadas antes, casi nunca se escucha nuestra voz.
Hoy la Suprema Corte está resolviendo si le baja la pena a mi agresor porque las innumerables denuncias y pedidos de ayuda que le hice al Estado no obtuvieron sentencia firme, o sea que hoy mi agresor se beneficiaría porque la propia justicia no actuó ni investigó en su momento como debía hacerlo para protegerme, pese a mis reiterados pedidos de ayuda, ya que archivaba estas denuncias que luego el Equipo de Casa Abierta María Pueblo logró que fueran reconocidas como agravantes al momento de la pena.
El mismo fallo condenatorio del Tribunal Oral reconoce que la justicia actuó con “desidia”, que no investigó mis denuncias, y que mis derechos fueron violados sistemáticamente todo sumado a una cantidad de irregularidades e incumplimientos por parte de la justicia y la policía en contra de mi persona, una vergüenza.
Hoy te pido tu firma por mi, por mis hijos pequeños, por mi familia y por las miles de víctimas de violencia de género que no son escuchadas o que directamente no están porque fueron asesinadas.
Apóyame con tu firma para que la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires no le baje la pena a mi agresor. Nunca busqué venganza. Quedé ciega para siempre y solo busco justicia.
No dejemos que esta misma justicia, que permitió que me dejen ciega, siga matando mujeres.
Gracias!
Susana Gómez
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marinawais- Reportero total
Noticias Al Dia y a la Hora
¡Excelente....!!!!
El mundo entero se estremece con los escalofriantes secretos del matrimonio infantil

POR: REDACCIÓN NOTICIAS AL DIA Y A LA HORA 15 OCTUBRE, 2017
El matrimonio infantil viola los derechos humanos más fundamentales porque se trata de un abuso sexual y una explotación inadmisibles.
La aterradora realidad de los matrimonios infantiles suele pasar desapercibida pero las cifras son escalofriantes, más de 700 millones de las mujeres actualmente casadas en todo el mundo contrajeron matrimonio cuando todavía eran niñas.
Una boda perfecta…, salvo por un pequeño detalle, este es el vídeo que nos propone UNICEF para acercarnos a esta realidad que está presente en todo el mundo y a la que debemos poner fin.
Existe la creencia común de que los matrimonios infantiles (cuando al menos uno de los contrayentes es menor de edad) es cosa de países como la India, el Líbano, Yemen, Nigeria, etc. Pero la realidad es otra. También se da en países como Méjico o mismamente en EE.UU, donde la cifra es también alarmante: nada más y nada menos que 3.853 niños y niñas contrajeron nupcias en Nueva York entre 2000 y 2010, tal y como denuncia la ONG Unchained at last.
Acá la nota:
Muy jóvenes para el altar, el mundo secreto del matrimonio infantil
Autor: Cynthia Gorney Fotografías: Stephanie Sinclair Fecha: 11 de octubre de 2017
Como se trataba de un casamiento ilegal y un secreto, salvo para los invitados, y dado que en Rajastán los ritos matrimoniales suelen efectuarse avanzada la noche, no fue sino hasta bien entrada la tarde que las tres novias menores de edad comenzaron a prepararse para hacer sus sagrados votos en este asentamiento agrícola árido al norte de India.
Se sentaron una al lado de la otra sobre la tierra, rodeadas por una multitud de aldeanas que sostenía una tela para saris a manera de cortina improvisada y vertía sobre la cabeza de las niñas agua jabonosa de una cacerola de metal. Dos de las novias, las hermanas Radha y Gora, tenían 15 y 13 años, respectivamente, edad suficiente para entender lo que sucedía. La tercera, su sobrina Rajani, tenía cinco. Llevaba una camiseta rosa con el dibujo de una mariposa en el hombro. Una mujer adulta le ayudó a quitársela para bañarse.
Los novios venían en camino desde su propia aldea; se esperaba que llegaran muy animados y ebrios. El único lugareño que había conocido a los novios era el padre de las dos niñas mayores, agricultor esbelto de cabello blanco, a quien llamaré el Señor M, y que sentía al mismo tiempo orgullo y recelo mientras observaba la llegada de los invitados que avanzaban cuesta arriba por el sendero rocoso que iba hacia los postes cubiertos de seda para brindar sombra; sabía que si algún policía insobornable se enteraba, el casamiento podría interrumpirse a media ceremonia, causando el arresto de integrantes de su familia así como una vergüenza persistente.
Rajani era nieta del Señor M por parte de la mayor de sus hijas casadas. Tenía ojos marrones redondos, nariz pequeña y ancha, y piel del color de la leche chocolateada. Vivía con sus abuelos. Los aldeanos decían que era el abuelo, el Señor M, quien más quería a Rajani; esto quedaba patente en la manera como le había conseguido un novio de la respetable familia de la cual también su tía Radha pasaría a formar parte al casarse.
Así, no se sentiría sola después de su gauna, ceremonia india que señala el paso físico de una novia de la familia a la de su esposo. Cuando las mujeres indias se casan de niñas, la gauna ocurre supuestamente después de la pubertad, de tal suerte que viviría durante algunos años más con sus abuelos y, a decir de los aldeanos, mientras tanto el Señor M había hecho bien en proteger a esta niña marcándola públicamente como casada.
Miramos fijamente, abatidos, a Rajani, la niña de cinco años, cuando se hizo evidente que la pequeña, descalza y con unas gafas de sol rosas, sería también una de las novias de la boda de medianoche. El hombre que nos había llevado a la aldea, primo del Señor M, solo nos había informado que había una boda planificada para dos hermanas adolescentes. Divulgar eso era de por sí riesgoso, ya que, por ley, en India las chicas no pueden casarse antes de cumplir 18 años.
Sin embargo, las técnicas usadas para pasar por alto las bodas ilegales, colusión de los vecinos, llamados al honor familiar, se emplean con mayor facilidad cuando las chicas casaderas han alcanzado por lo menos la pubertad. Se tiende a añadir discretamente a las hijas más pequeñas; no se incluye su nombre en las invitaciones. Rajani se durmió antes de que comenzara la ceremonia. Un tío la levantó con delicadeza de su cuna, se la echó al hombro y la llevó bajo la luna hasta el sacerdote hindú, ante el humo del fuego sagrado y los invitados en sillas de plástico, y su futuro esposo, un niño de 10 años con un turbante dorado.
El impulso de los extranjeros de rescatar a la joven novia puede llegar a ser abrumador: tomar rápidamente a la niña, golpear a los adultos que estén cerca y correr. Solo detener la ceremonia. Sobre mi escritorio, tengo pegada en la pared una fotografía de Rajani en su noche de bodas. En la imagen anochece, seis horas antes de la ceremonia nupcial, y su cara que mira hacia la cámara, con los ojos bien abiertos y la mirada apacible, deja entrever una sonrisa.
Recuerdo mis propias fantasías de rescate que se agitaban esa noche, no solo por Rajani, a quien podía echarme sobre mi propio hombro y robar yo sola, sino también por las hermanas de 13 y 15 años que iban a ser traspasadas como bienes adquiridos, de una familia a otra, porque un grupo de varones adultos había dispuesto por ellas de su futuro.
Las personas que trabajan tiempo completo para prevenir el matrimonio precoz y mejorar la vida de la mujer en sociedades con tradiciones rígidas son las primeras en descartar la impertinente noción de que cualquier aspecto relacionado con esta tarea sea sencillo. El matrimonio precoz forzado florece a la fecha en muchas regiones del mundo, arreglado por los padres para sus propios hijos, a menudo desafiando las leyes nacionales y entendido por comunidades enteras como un modo adecuado para que una mujer joven crezca cuando las alternativas, en especial si suponen el riesgo de que pierda su virginidad con alguien distinto a su marido, son inaceptables.
El matrimonio infantil atraviesa continentes, idiomas, religiones y castas.
En India, las chicas suelen ser ofrecidas en matrimonio a chicos cuatro o cinco años mayores; en Yemen, Afganistán y otros países con altos índices de matrimonios precoces, los esposos pueden ser varones jóvenes o viudos de mediana edad, o secuestradores que primero violan y después reclaman a sus víctimas como esposas, como es la práctica en algunas regiones de Etiopía. Algunos de estos matrimonios son transacciones comerciales: una deuda saldada a cambio de una novia de ocho años, una disputa familiar resuelta mediante la entrega de una prima virginal de 12.
Cuando se hacen públicos, se vuelven pasto para noticias que indignan fácilmente en sitios remotos. En 2008, la tragedia de Noyud Alí, la niña yemení de 10 años que se abrió camino sola hasta un juzgado urbano para solicitar el divorcio del hombre, de unos 30 años, con el que su padre la había obligado a casarse, generó encabezados en todo el mundo y, hace poco, un libro que ha sido traducido a 30 idiomas: Me llamo Noyud, tengo 10 años y estoy divorciada.
Pero en algunas cuantas comunidades en las que el matrimonio precoz arreglado por los padres es práctica común, entre las mujeres del asentamiento de Rajani, por ejemplo, parece infinitamente más difícil aislar la naturaleza de los males perpetrados contra estas chicas. Su formación será truncada no solo por el matrimonio, sino por los sistemas escolares rurales, que pueden ofrecer únicamente una escuela cercana hasta el quinto grado; más allá está el recorrido diario en autobús hacia la ciudad, en medio de multitudes de hombres depredadores.
La escuela secundaria al final del recorrido quizá no tenga baño interior privado en el que una adolescente pueda atender sus necesidades sanitarias. Y los estudios cuestan dinero, algo que una familia pragmática seguramente está guardando con sumo cuidado para los hijos varones. En India, donde la mayoría de las recién casadas abandona el hogar para mudarse con la familia de sus esposos, el término hindi paraya dhan hace referencia a las hijas que siguen viviendo con sus propios padres. Su significado literal es “la riqueza de otra persona”.
La sola idea de que las jóvenes tengan el derecho de seleccionar a sus propios compañeros sigue considerándose en algunas partes del mundo una insensatez. En gran parte de India, por ejemplo, la mayoría de los matrimonios siguen siendo arreglados por los padres. Un matrimonio sólido se considera como la unión de dos familias, no de dos personas. Esto exige una negociación minuciosa realizada por varios ancianos, no por los jóvenes que siguen los pasajeros impulsos del corazón.
De modo que en comunidades donde la pobreza es apremiante, donde se considera a las que no son vírgenes arruinadas para el matrimonio, donde abuelas y bisabuelas instan a que estos se realicen, es posible ver por qué titubean hasta los detractores más aguerridos del matrimonio precoz: al tratar de entender por dónde comenzar. “Un padre recurrió frustrado a uno de nuestros trabajadores, relata Sreela Das Gupta, especialista en Salud de Nueva Delhi quien antes trabajó para el Centro Internacional de Investigaciones sobre la Mujer (ICRW), una de las muchas organizaciones mundiales sin fines de lucro que trabajan activamente en contra del matrimonio a edad temprana. Este padre dijo: Si estoy dispuesto a casar a mi hija cuando tenga mayor edad, ¿ustedes se harán responsables de su protección?. El trabajador regresó a la oficina y nos dijo: “¿Qué se supone que debo decirle si la violan a los 14?”. Son preguntas para las cuales no tenemos respuesta.
Escuché el relato sobre la rata y el elefante, en una región remota al occidente de Yemen; viajaba con un hombre llamado Mohammed, quien se había ofrecido a llevarnos a una aldea que se encontraba camino abajo. “Lo que sucedió en esta aldea me ha hecho enojar, menciona. Ahí había una chica. Su nombre es Ayesha”. Estaba sumamente enfadado. “Tiene 10 años señala. Es diminuta. El hombre con el que se casó tiene 50, con una gran panza, así de grande”. Extiende su brazo alrededor de sí mismo, indicando una circunferencia descomunal. “Como si una rata se casara con un elefante”.
Mohammed describe el arreglo denominado shighar, por el cual dos hombres se proveen entre sí de esposas nuevas mediante el intercambio de parientes. “Estos hombres se casaron cada uno con la hija del otro, afirma Mohammed. Si las edades hubiesen sido las apropiadas entre los esposos y las nuevas esposas, no creo que nadie lo hubiese denunciado. Pero las chicas de nueve o 10 no deberían casarse. Quizá de 15 o 16”.
Cincuenta familias viven en las casas de piedra y concreto de la aldea que visitamos. El dirigente de la localidad, o jeque, tenía un teléfono móvil metido debajo del cinturón al lado de su tradicional daga yemenita. Nos acompañó a una casa de techos bajos atestada de mujeres, bebés y chicas. El jeque se puso en cuclillas en medio de todas, haciendo cara de pocos amigos e interrumpiendo. Me miró con recelo. “¿Tiene hijos?”, me preguntó.
Dos, respondí, y el jeque pareció consternado. “¡Solo dos!”. Inclinó la cabeza hacia una mujer que amamantaba a un bebé en un brazo mientras repelía a dos niños pequeños con el otro. “Esta joven tiene 26 años, afirmó. Ella tiene 10 hijos”.Se llamaba Suad. El jeque era su padre. La casaron a los 14 con un primo que él había escogido. “Me gustaba, dijo Suad, con la voz baja, al tiempo que el jeque mantenía su mirada puesta en ella. Estaba contenta”.
El jeque hizo varias declaraciones concernientes al matrimonio. Afirmó que ningún padre jamás obliga a su hija a casarse contra su voluntad. Dijo que los riesgos médicos del parto de mujeres menores eran muy exagerados. Señaló que la iniciación en el matrimonio no era necesariamente fácil, desde la perspectiva de la novia, pero que no tenía sentido inquietarse por esto. “Claro que toda chica se asusta la primera noche, mencionó el jeque. Se acostumbra a eso. La vida sigue”.
Su teléfono sonó. Lo sacó de su cinturón y salió del lugar. Me quité el pañuelo de la cabeza, algo que había visto hacer a mi intérprete cuando no ya había hombres y comenzaba la charla íntima de las mujeres. Hablando rápidamente, les preguntamos: “¿Cómo las preparan a ustedes para su noche de bodas? ¿Alguien les enseña qué esperar?”.
Las mujeres miraron hacia la entrada, donde el jeque estaba absorto en su llamada telefónica. Se inclinaron hacia delante. “Las chicas no saben” comentó una de ellas, “los hombres sí, y las fuerzan”.
“¿Podrían hablarnos sobre la joven Ayesha y su esposo elefante de 50 años?” Las mujeres comenzaron a hablar todas a la vez: fue algo horrible; debió haberse prohibido, pero ellas no pudieron impedirlo. La pequeña Ayesha gritó al ver al hombre con el que se casaría, dijo una mujer joven llamada Fátima, quien resultó ser hermana mayor de Ayesha.
Alguien alertó a la policía, pero el padre de Ayesha le ordenó que se calzara con zapatos de tacón para verse más alta y un velo para ocultar su rostro. Le advirtió que si lo enviaban a prisión, mataría a Ayesha cuando saliera. La policía se fue sin molestar a nadie y actualmente (ahora las mujeres hablaban con apremio y quedamente, porque al parecer el jeque estaba terminando su llamada) Ayesha vivía en una aldea situada a dos horas de camino, casada.
“Tiene un teléfono celular, dijo Fátima. Todos los días me llama y llora”.
“Si hubiera algún peligro en el matrimonio precoz, Alá lo habría prohibido, me confía un día el parlamentario yemenita Mohammed Al-Hamzi, en la ciudad capital de Saná. “Algo que Alá mismo no prohibió, no podemos prohibirlo nosotros”. Al-Hamzi, conservador religioso, se opone vigorosamente a los intentos legislativos en Yemen por prohibir el matrimonio para muchachas menores de determinada edad (17, en una versión reciente) y hasta ahora esas tentativas han fracasado. A decir de él, el islam no permite relaciones maritales antes de que una chica esté físicamente lista para ello, pero el sagrado Corán no señala restricciones de edad, de modo que estas cuestiones son terreno de la familia y de los guías religiosos, no del derecho nacional. Además, está la cuestión de Ayesha, la amada del profeta Mahoma: tenía nueve años de edad, según el relato convencional, cuando se consumó el matrimonio.
Otros musulmanes yemeníes invocaron ante mí el argumento erudito de que Ayesha era en realidad mayor cuando sostuvo relaciones maritales, quizá una adolescente, quizá tenía 20 años o más. En cualquier caso, su edad precisa no es pertinente, añadían con firmeza; cualquier hombre de nuestro tiempo que exija casarse con una niña pequeña falta a la fe. “En el islam, el cuerpo humano es muy valioso”, declara Najeeb Saeed Ghanem, presidente del Comité de Salud y Población del Parlamento yemení. “Como joyería”.
Enumeró algunas de las consecuencias médicas de obligar a las niñas a tener relaciones sexuales y del parto antes de que hayan alcanzado la madurez física: desgarramiento de las paredes vaginales; fístulas, rupturas internas que pueden llevar a toda una vida de incontinencia; chicas en pleno parto a quienes las enfermeras deben explicarles los aspectos prácticos de la reproducción humana. “Las enfermeras preguntan de entrada:¿Sabes lo que está pasando?”, me dijo un pediatra en Saná. “¿Entiendes que este es un bebé que ha estado creciendo dentro de ti?”.
La sociedad yemení no tiene una tradición de franqueza acerca de las relaciones sexuales, incluso entre madres e hijas instruidas. Hasta hace tres años, en raras ocasiones se hablaba abiertamente acerca de la realidad de estos matrimonios (el entendimiento murmurado de que algunos padres en verdad están dispuestos a entregar a sus hijas a hombres adultos), cuando Noyud Alí, de 10 años, súbitamente se convirtió en la rebelde contraria al matrimonio de niñas menores de edad más famosa del mundo.
Entre los yemeníes, la gran sorpresa en la historia de Noyud Alí no fue que su padre la obligara a casarse con un hombre tres veces mayor que ella, ni tampoco que el hombre la forzara sexualmente la primera noche, a pesar de las supuestas promesas de esperar a que fuera mayor, de suerte que en la mañana las nuevas suegra y cuñada de Noyud examinaron con aprobación la sábana ensangrentada antes de sacar a la niña de la cama y llevarla a bañar. No. Ninguno de esos detalles era especialmente notable. La sorpresa radicaba en que Noyud contraatacó.
“Su caso fue la piedra que perturbó el agua”, afirma uno de los periodistas yemeníes que comenzaron a escribir sobre Noyud después de que un día ella se presentara sola en un juzgado de Saná. Se había escapado de su marido e ido a su casa. Había desafiado a su padre cuando él le gritó que el honor de la familia dependía de que ella cumpliera sus obligaciones de esposa. Su propia madre se sentía demasiado acobardada para intervenir. Fue la segunda esposa de su padre la que finalmente le dio a Noyud la bendición y dinero para un taxi y le dijo adónde acudir, y cuando el atónito juez le preguntó qué hacía sola en el juzgado de la gran ciudad, Noyud le respondió que quería el divorcio. Una prominente abogada yemení tomó el caso de Noyud.
Artículos noticiosos comenzaron a aparecer en inglés, primero en Yemen y luego en el entorno internacional; tanto los encabezados como Noyud misma eran irresistibles y, cuando por último se le otorgó el divorcio, las multitudes que estaban en el juzgado de Saná estallaron en aplausos. Fue invitada a Estados Unidos, donde se le rindió homenaje ante más audiencias que la aclamaban.
Todas las personas que conocían a Noyud quedaban pasmadas por su desconcertante combinación de aplomo y desenvoltura. Cuando la conocí en la oficina de un diario en Saná, llevaba puesta una abaya de su tamaño, el atuendo usado por las mujeres yemeníes en público después de la pubertad que las cubre por completo. Aunque para ese momento había cruzado el Atlántico de ida y vuelta y había sido interrogada por muchísimos adultos curiosos, fue tan dulce y directa como si mis preguntas fueran completamente nuevas para ella.
En el almuerzo se arrimó a mi lado cuando nos sentamos sobre tapetes de oración y me mostró cómo remojar mi pan ácimo en la olla de estofado que compartiríamos. Me dijo que vivía en casa de nuevo y asistía a la escuela (su padre, vilipendiado públicamente, la había aceptado de nuevo a regañadientes), y en sus cuadernos estaba redactando una carta abierta a los padres yemeníes: “No permitan que sus hijas se casen. Arruinarán su instrucción y arruinarán su infancia si permiten que se casen tan jóvenes”.
En medio de las campañas internacionales contra el matrimonio infantil, algunas de las más rudas son las mismas chicas rebeldes; cada una de sus historias detona en consecuencia nuevas rebeliones. En Yemen conocí a Reem, de 12 años, quien obtuvo su divorcio unos meses después del de Noyud; al hacerlo persuadió a un juez hostil que insistía, memorablemente, en que una esposa tan joven no era aún lo suficientemente madura para tomar la decisión de divorciarse. En India me encontré con Sunil, de 13 años, quien a los 11 juró a sus padres que rechazaría al novio que estaba a punto de llegar; si intentaban obligarla, afirmó, los denunciaría con la policía y le rompería la cabeza a su padre.
El esfuerzo por alcanzar a más chicas menores de edad y sus familias, va mucho más allá de los matrimonios prenúbiles que con tanta facilidad suscitan la indignación pública. “Sin embargo, la mayor parte de las chicas que se casan antes de cumplir la mayoría de edad tienen entre 13 y 17 años”, afirma Saranga Jain, especialista en Salud de los adolescentes. “Queremos volver a caracterizar el problema como uno que no solo atañe a chicas muy jóvenes”.
Desde la perspectiva del ICRW, cualquier matrimonio de una adolescente menor de 18 años es un matrimonio precoz y, aunque resulta imposible sacar cuentas definitivas, algunos investigadores calculan que cada año entre 10 y 12 millones de chicas del mundo en desarrollo se casan así de jóvenes. Las tentativas por reducir este número tienen presente las variadas fuerzas que impulsan a una adolescente a casarse y a comenzar a procrear, matando así sus oportunidades de mayor instrucción y salarios justos. La coerción no se presenta siempre en forma de unos padres dominantes.
En ocasiones las chicas abandonan su niñez porque es lo que se espera de ellas o porque sus comunidades no tienen nada más que ofrecer. Lo que al parecer funciona mejor, cuando los programas que buscan retrasar los matrimonios efectivamente arraigan, son los incentivos locales en lugar de la censura: los estímulos directos destinados a mantener a las chicas en la escuela, además de colegios a los que puedan asistir de manera realista. India capacita a trabajadoras comunitarias de aldea llamadas sathins, quienes están al pendiente del bienestar de las familias de la zona; entre sus obligaciones destaca recordar a los aldeanos que el matrimonio precoz no solo es un delito sino un profundo daño a sus hijas. Fue una sathin de Rajastán, respaldada por sus ilustrados suegros, quien persuadió a los padres de Sunil, de 11 años, de abandonar el plan de matrimonio y permitirle que volviera a la escuela.
La falla de la fantasía toma-a-la-chica-y-corre es la siguiente: ¿luego qué? “¿Si separamos a una chica y la aislamos de su comunidad, cómo va a ser su vida?”, pregunta Molly Melching, fundadora de una organización con sede en Senegal llamada Tostan, la cual se ha ganado el respeto internacional por su promoción de programas formulados en la comunidad para animar a las personas a abandonar el matrimonio precoz y la mutilación genital femenina. Los trabajadores de Tostan alientan a las comunidades a hacer declaraciones públicas sobre las normas para sus hijas, de suerte que ninguna chica sea señalada como diferente si no se casa joven.
“La manera de modificar las normas sociales no es luchar contra ellas ni humillar a las personas y decir que son atrasadas. Hemos observado que una comunidad entera puede elegir cambiar muy rápidamente. Resulta inspirador”, asegura Melching.
La persona que me explicó con mayor elocuencia el terrible equilibrio necesario para criarse de manera independiente y respetuosa dentro de una cultura de matrimonio precoz fue una chica rajastaní de 17 años llamada Shobha Choudhary. Tenía cejas que expresaban severidad, un porte erguido y una lustrosa cabellera recogida en una cola de caballo. Estaba en su último año de bachillerato y era una estudiante sobresaliente; años antes, en su aldea, había sido seleccionada por el Proyecto Veerni para recibir instrucción gratuita en su internado para chicas de la ciudad de Jodhpur.
Shobha está casada y lo ha estado desde los ocho años. Recuerda la ocasión: una ceremonia grupal, una docena de chicas de la aldea, gran emoción en un lugar muy pobre. “Ropas nuevas hermosas ?me dice Shobha con una sonrisa que no expresa alegría?. Yo no sabía el significado del matrimonio. Estaba muy contenta”.
Sí, dice, ha visto a su joven esposo desde el casamiento. Pero solo brevemente. Él es unos años mayor. Hasta ahora, ella ha logrado posponer la gauna, la transición hacia la vida matrimonial con la familia de él. Desvió la mirada cuando le pregunté qué impresión tenía de él y dijo que no es instruido. Nos miramos una a la otra y ella negó con la cabeza; no había posibilidad alguna de que deshonrara a sus padres al retrasar la gauna indefinidamente: “Tengo que estar con él. Lo haré estudiar y entenderá las cosas. Pero no lo dejaré”.
Afirma que quería ir a la universidad. Su mayor deseo era cumplir con los requisitos para ingresar en la fuerza policiaca india, de modo que pudiera especializarse en la aplicación de la ley para la prohibición de matrimonios precoces. Durante todo el bachillerato ha llevado un diario. En una de las entradas, se lee lo siguiente: “Frente a mis ojos, jamás permitiré que sucedan matrimonios precoces. Salvaré a todas y cada una de las niñas”.
Todas las veces que visité la aldea de Shobha, sus padres servían chai, es decir, té con especias, en sus mejores tazas, y los relatos de Shobha se volvían más elaborados. ¡No había sido un casamiento! ¡Solo una fiesta de petición de mano! Muy bien, fue un casamiento, pero eso fue antes de que la gente de Veerni hiciera su amable ofrecimiento y la capacidad de Shobha los hubiese sorprendido a todos. Fue Shobha quien había averiguado cómo conseguir electricidad para la casa, de modo que ella y sus hermanos menores pudieran estudiar después del anochecer.
“Puedo firmar documentos, me dijo la madre de Shobha. Ella me enseñó cómo escribir mi nombre”. Y ahora, según lo indicaron sus padres, era seguro que este hermoso episodio estuviera terminando: había llegado el momento. El esposo llamaba al celular de Shobha, exigiendo una fecha. El apoyo de Veerni solo dura hasta el bachillerato; para seguir en la escuela y cubrir el costo de la universidad, Shobha necesitaba un donante. El correo electrónico llegó después de mi regreso a Estados Unidos: “¿Cómo está? La extraño, señora. Señora, estoy estudiando licenciatura en artes, 1er. año. También quiero tomar curso de inglés hablado y curso de computación. Por favor responda rápidamente, señora, es urgente para fecha de admisión en universidad”.
Mi esposo y yo hicimos la donación. “Veamos qué sucede ?me había dicho Shobha la última vez que la vi en India?. Sea lo que fuere, debo ajustarme. Porque las mujeres deben sacrificarse”. Mi voz subió de tono más de lo que era mi intención: por qué las mujeres deben ser las que se sacrifiquen, pregunté, y la mirada de Shobha me sugirió que solo una de nosotras, en ese momento, entendía el mundo en el que ella vive. “Porque nuestro país está orientado hacia los hombres”, dijo.
Ahora ha completado más de un año de estudios posbachillerato: capacitación en cibernética, preparación para los exámenes de ingreso en la policía. Ocasionalmente recibo mensajes electrónicos de ella y hace poco mi intérprete hindi de Jodhpur pidió prestada una cámara de video y se reunió con ella, en mi nombre, en un café de la ciudad. Shobha mencionaba que estaba estudiando para el examen siguiente. Se aloja en un hostal seguro para chicas situado en la ciudad. Su esposo la llama con frecuencia. Aún no se realizaba la gauna.
En un momento dado, en inglés, con una enorme sonrisa en el rostro, dijo: “Nada es imposible, señora Cynthia. Todo es posible”. Dos días después de recibir el video, llegó un cable de Yemen. Los diarios informaban que la novia de una aldea había sido abandonada en un hospital de Saná cuatro días después de su boda. Según los funcionarios del hospital, los órganos internos de la chica sufrieron lesiones al parecer debido al acto sexual. Murió desangrada. Tenía 13 años.
Publicado por: National Geographic en español
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El mundo entero se estremece con los escalofriantes secretos del matrimonio infantil

POR: REDACCIÓN NOTICIAS AL DIA Y A LA HORA 15 OCTUBRE, 2017
El matrimonio infantil viola los derechos humanos más fundamentales porque se trata de un abuso sexual y una explotación inadmisibles.
La aterradora realidad de los matrimonios infantiles suele pasar desapercibida pero las cifras son escalofriantes, más de 700 millones de las mujeres actualmente casadas en todo el mundo contrajeron matrimonio cuando todavía eran niñas.
Una boda perfecta…, salvo por un pequeño detalle, este es el vídeo que nos propone UNICEF para acercarnos a esta realidad que está presente en todo el mundo y a la que debemos poner fin.
Existe la creencia común de que los matrimonios infantiles (cuando al menos uno de los contrayentes es menor de edad) es cosa de países como la India, el Líbano, Yemen, Nigeria, etc. Pero la realidad es otra. También se da en países como Méjico o mismamente en EE.UU, donde la cifra es también alarmante: nada más y nada menos que 3.853 niños y niñas contrajeron nupcias en Nueva York entre 2000 y 2010, tal y como denuncia la ONG Unchained at last.
Acá la nota:
Muy jóvenes para el altar, el mundo secreto del matrimonio infantil
Autor: Cynthia Gorney Fotografías: Stephanie Sinclair Fecha: 11 de octubre de 2017
Como se trataba de un casamiento ilegal y un secreto, salvo para los invitados, y dado que en Rajastán los ritos matrimoniales suelen efectuarse avanzada la noche, no fue sino hasta bien entrada la tarde que las tres novias menores de edad comenzaron a prepararse para hacer sus sagrados votos en este asentamiento agrícola árido al norte de India.
Se sentaron una al lado de la otra sobre la tierra, rodeadas por una multitud de aldeanas que sostenía una tela para saris a manera de cortina improvisada y vertía sobre la cabeza de las niñas agua jabonosa de una cacerola de metal. Dos de las novias, las hermanas Radha y Gora, tenían 15 y 13 años, respectivamente, edad suficiente para entender lo que sucedía. La tercera, su sobrina Rajani, tenía cinco. Llevaba una camiseta rosa con el dibujo de una mariposa en el hombro. Una mujer adulta le ayudó a quitársela para bañarse.
Los novios venían en camino desde su propia aldea; se esperaba que llegaran muy animados y ebrios. El único lugareño que había conocido a los novios era el padre de las dos niñas mayores, agricultor esbelto de cabello blanco, a quien llamaré el Señor M, y que sentía al mismo tiempo orgullo y recelo mientras observaba la llegada de los invitados que avanzaban cuesta arriba por el sendero rocoso que iba hacia los postes cubiertos de seda para brindar sombra; sabía que si algún policía insobornable se enteraba, el casamiento podría interrumpirse a media ceremonia, causando el arresto de integrantes de su familia así como una vergüenza persistente.
Rajani era nieta del Señor M por parte de la mayor de sus hijas casadas. Tenía ojos marrones redondos, nariz pequeña y ancha, y piel del color de la leche chocolateada. Vivía con sus abuelos. Los aldeanos decían que era el abuelo, el Señor M, quien más quería a Rajani; esto quedaba patente en la manera como le había conseguido un novio de la respetable familia de la cual también su tía Radha pasaría a formar parte al casarse.
Así, no se sentiría sola después de su gauna, ceremonia india que señala el paso físico de una novia de la familia a la de su esposo. Cuando las mujeres indias se casan de niñas, la gauna ocurre supuestamente después de la pubertad, de tal suerte que viviría durante algunos años más con sus abuelos y, a decir de los aldeanos, mientras tanto el Señor M había hecho bien en proteger a esta niña marcándola públicamente como casada.
Miramos fijamente, abatidos, a Rajani, la niña de cinco años, cuando se hizo evidente que la pequeña, descalza y con unas gafas de sol rosas, sería también una de las novias de la boda de medianoche. El hombre que nos había llevado a la aldea, primo del Señor M, solo nos había informado que había una boda planificada para dos hermanas adolescentes. Divulgar eso era de por sí riesgoso, ya que, por ley, en India las chicas no pueden casarse antes de cumplir 18 años.
Sin embargo, las técnicas usadas para pasar por alto las bodas ilegales, colusión de los vecinos, llamados al honor familiar, se emplean con mayor facilidad cuando las chicas casaderas han alcanzado por lo menos la pubertad. Se tiende a añadir discretamente a las hijas más pequeñas; no se incluye su nombre en las invitaciones. Rajani se durmió antes de que comenzara la ceremonia. Un tío la levantó con delicadeza de su cuna, se la echó al hombro y la llevó bajo la luna hasta el sacerdote hindú, ante el humo del fuego sagrado y los invitados en sillas de plástico, y su futuro esposo, un niño de 10 años con un turbante dorado.
El impulso de los extranjeros de rescatar a la joven novia puede llegar a ser abrumador: tomar rápidamente a la niña, golpear a los adultos que estén cerca y correr. Solo detener la ceremonia. Sobre mi escritorio, tengo pegada en la pared una fotografía de Rajani en su noche de bodas. En la imagen anochece, seis horas antes de la ceremonia nupcial, y su cara que mira hacia la cámara, con los ojos bien abiertos y la mirada apacible, deja entrever una sonrisa.
Recuerdo mis propias fantasías de rescate que se agitaban esa noche, no solo por Rajani, a quien podía echarme sobre mi propio hombro y robar yo sola, sino también por las hermanas de 13 y 15 años que iban a ser traspasadas como bienes adquiridos, de una familia a otra, porque un grupo de varones adultos había dispuesto por ellas de su futuro.
Las personas que trabajan tiempo completo para prevenir el matrimonio precoz y mejorar la vida de la mujer en sociedades con tradiciones rígidas son las primeras en descartar la impertinente noción de que cualquier aspecto relacionado con esta tarea sea sencillo. El matrimonio precoz forzado florece a la fecha en muchas regiones del mundo, arreglado por los padres para sus propios hijos, a menudo desafiando las leyes nacionales y entendido por comunidades enteras como un modo adecuado para que una mujer joven crezca cuando las alternativas, en especial si suponen el riesgo de que pierda su virginidad con alguien distinto a su marido, son inaceptables.
El matrimonio infantil atraviesa continentes, idiomas, religiones y castas.
En India, las chicas suelen ser ofrecidas en matrimonio a chicos cuatro o cinco años mayores; en Yemen, Afganistán y otros países con altos índices de matrimonios precoces, los esposos pueden ser varones jóvenes o viudos de mediana edad, o secuestradores que primero violan y después reclaman a sus víctimas como esposas, como es la práctica en algunas regiones de Etiopía. Algunos de estos matrimonios son transacciones comerciales: una deuda saldada a cambio de una novia de ocho años, una disputa familiar resuelta mediante la entrega de una prima virginal de 12.
Cuando se hacen públicos, se vuelven pasto para noticias que indignan fácilmente en sitios remotos. En 2008, la tragedia de Noyud Alí, la niña yemení de 10 años que se abrió camino sola hasta un juzgado urbano para solicitar el divorcio del hombre, de unos 30 años, con el que su padre la había obligado a casarse, generó encabezados en todo el mundo y, hace poco, un libro que ha sido traducido a 30 idiomas: Me llamo Noyud, tengo 10 años y estoy divorciada.
Pero en algunas cuantas comunidades en las que el matrimonio precoz arreglado por los padres es práctica común, entre las mujeres del asentamiento de Rajani, por ejemplo, parece infinitamente más difícil aislar la naturaleza de los males perpetrados contra estas chicas. Su formación será truncada no solo por el matrimonio, sino por los sistemas escolares rurales, que pueden ofrecer únicamente una escuela cercana hasta el quinto grado; más allá está el recorrido diario en autobús hacia la ciudad, en medio de multitudes de hombres depredadores.
La escuela secundaria al final del recorrido quizá no tenga baño interior privado en el que una adolescente pueda atender sus necesidades sanitarias. Y los estudios cuestan dinero, algo que una familia pragmática seguramente está guardando con sumo cuidado para los hijos varones. En India, donde la mayoría de las recién casadas abandona el hogar para mudarse con la familia de sus esposos, el término hindi paraya dhan hace referencia a las hijas que siguen viviendo con sus propios padres. Su significado literal es “la riqueza de otra persona”.
La sola idea de que las jóvenes tengan el derecho de seleccionar a sus propios compañeros sigue considerándose en algunas partes del mundo una insensatez. En gran parte de India, por ejemplo, la mayoría de los matrimonios siguen siendo arreglados por los padres. Un matrimonio sólido se considera como la unión de dos familias, no de dos personas. Esto exige una negociación minuciosa realizada por varios ancianos, no por los jóvenes que siguen los pasajeros impulsos del corazón.
De modo que en comunidades donde la pobreza es apremiante, donde se considera a las que no son vírgenes arruinadas para el matrimonio, donde abuelas y bisabuelas instan a que estos se realicen, es posible ver por qué titubean hasta los detractores más aguerridos del matrimonio precoz: al tratar de entender por dónde comenzar. “Un padre recurrió frustrado a uno de nuestros trabajadores, relata Sreela Das Gupta, especialista en Salud de Nueva Delhi quien antes trabajó para el Centro Internacional de Investigaciones sobre la Mujer (ICRW), una de las muchas organizaciones mundiales sin fines de lucro que trabajan activamente en contra del matrimonio a edad temprana. Este padre dijo: Si estoy dispuesto a casar a mi hija cuando tenga mayor edad, ¿ustedes se harán responsables de su protección?. El trabajador regresó a la oficina y nos dijo: “¿Qué se supone que debo decirle si la violan a los 14?”. Son preguntas para las cuales no tenemos respuesta.
Escuché el relato sobre la rata y el elefante, en una región remota al occidente de Yemen; viajaba con un hombre llamado Mohammed, quien se había ofrecido a llevarnos a una aldea que se encontraba camino abajo. “Lo que sucedió en esta aldea me ha hecho enojar, menciona. Ahí había una chica. Su nombre es Ayesha”. Estaba sumamente enfadado. “Tiene 10 años señala. Es diminuta. El hombre con el que se casó tiene 50, con una gran panza, así de grande”. Extiende su brazo alrededor de sí mismo, indicando una circunferencia descomunal. “Como si una rata se casara con un elefante”.
Mohammed describe el arreglo denominado shighar, por el cual dos hombres se proveen entre sí de esposas nuevas mediante el intercambio de parientes. “Estos hombres se casaron cada uno con la hija del otro, afirma Mohammed. Si las edades hubiesen sido las apropiadas entre los esposos y las nuevas esposas, no creo que nadie lo hubiese denunciado. Pero las chicas de nueve o 10 no deberían casarse. Quizá de 15 o 16”.
Cincuenta familias viven en las casas de piedra y concreto de la aldea que visitamos. El dirigente de la localidad, o jeque, tenía un teléfono móvil metido debajo del cinturón al lado de su tradicional daga yemenita. Nos acompañó a una casa de techos bajos atestada de mujeres, bebés y chicas. El jeque se puso en cuclillas en medio de todas, haciendo cara de pocos amigos e interrumpiendo. Me miró con recelo. “¿Tiene hijos?”, me preguntó.
Dos, respondí, y el jeque pareció consternado. “¡Solo dos!”. Inclinó la cabeza hacia una mujer que amamantaba a un bebé en un brazo mientras repelía a dos niños pequeños con el otro. “Esta joven tiene 26 años, afirmó. Ella tiene 10 hijos”.Se llamaba Suad. El jeque era su padre. La casaron a los 14 con un primo que él había escogido. “Me gustaba, dijo Suad, con la voz baja, al tiempo que el jeque mantenía su mirada puesta en ella. Estaba contenta”.
El jeque hizo varias declaraciones concernientes al matrimonio. Afirmó que ningún padre jamás obliga a su hija a casarse contra su voluntad. Dijo que los riesgos médicos del parto de mujeres menores eran muy exagerados. Señaló que la iniciación en el matrimonio no era necesariamente fácil, desde la perspectiva de la novia, pero que no tenía sentido inquietarse por esto. “Claro que toda chica se asusta la primera noche, mencionó el jeque. Se acostumbra a eso. La vida sigue”.
Su teléfono sonó. Lo sacó de su cinturón y salió del lugar. Me quité el pañuelo de la cabeza, algo que había visto hacer a mi intérprete cuando no ya había hombres y comenzaba la charla íntima de las mujeres. Hablando rápidamente, les preguntamos: “¿Cómo las preparan a ustedes para su noche de bodas? ¿Alguien les enseña qué esperar?”.
Las mujeres miraron hacia la entrada, donde el jeque estaba absorto en su llamada telefónica. Se inclinaron hacia delante. “Las chicas no saben” comentó una de ellas, “los hombres sí, y las fuerzan”.
“¿Podrían hablarnos sobre la joven Ayesha y su esposo elefante de 50 años?” Las mujeres comenzaron a hablar todas a la vez: fue algo horrible; debió haberse prohibido, pero ellas no pudieron impedirlo. La pequeña Ayesha gritó al ver al hombre con el que se casaría, dijo una mujer joven llamada Fátima, quien resultó ser hermana mayor de Ayesha.
Alguien alertó a la policía, pero el padre de Ayesha le ordenó que se calzara con zapatos de tacón para verse más alta y un velo para ocultar su rostro. Le advirtió que si lo enviaban a prisión, mataría a Ayesha cuando saliera. La policía se fue sin molestar a nadie y actualmente (ahora las mujeres hablaban con apremio y quedamente, porque al parecer el jeque estaba terminando su llamada) Ayesha vivía en una aldea situada a dos horas de camino, casada.
“Tiene un teléfono celular, dijo Fátima. Todos los días me llama y llora”.
“Si hubiera algún peligro en el matrimonio precoz, Alá lo habría prohibido, me confía un día el parlamentario yemenita Mohammed Al-Hamzi, en la ciudad capital de Saná. “Algo que Alá mismo no prohibió, no podemos prohibirlo nosotros”. Al-Hamzi, conservador religioso, se opone vigorosamente a los intentos legislativos en Yemen por prohibir el matrimonio para muchachas menores de determinada edad (17, en una versión reciente) y hasta ahora esas tentativas han fracasado. A decir de él, el islam no permite relaciones maritales antes de que una chica esté físicamente lista para ello, pero el sagrado Corán no señala restricciones de edad, de modo que estas cuestiones son terreno de la familia y de los guías religiosos, no del derecho nacional. Además, está la cuestión de Ayesha, la amada del profeta Mahoma: tenía nueve años de edad, según el relato convencional, cuando se consumó el matrimonio.
Otros musulmanes yemeníes invocaron ante mí el argumento erudito de que Ayesha era en realidad mayor cuando sostuvo relaciones maritales, quizá una adolescente, quizá tenía 20 años o más. En cualquier caso, su edad precisa no es pertinente, añadían con firmeza; cualquier hombre de nuestro tiempo que exija casarse con una niña pequeña falta a la fe. “En el islam, el cuerpo humano es muy valioso”, declara Najeeb Saeed Ghanem, presidente del Comité de Salud y Población del Parlamento yemení. “Como joyería”.
Enumeró algunas de las consecuencias médicas de obligar a las niñas a tener relaciones sexuales y del parto antes de que hayan alcanzado la madurez física: desgarramiento de las paredes vaginales; fístulas, rupturas internas que pueden llevar a toda una vida de incontinencia; chicas en pleno parto a quienes las enfermeras deben explicarles los aspectos prácticos de la reproducción humana. “Las enfermeras preguntan de entrada:¿Sabes lo que está pasando?”, me dijo un pediatra en Saná. “¿Entiendes que este es un bebé que ha estado creciendo dentro de ti?”.
La sociedad yemení no tiene una tradición de franqueza acerca de las relaciones sexuales, incluso entre madres e hijas instruidas. Hasta hace tres años, en raras ocasiones se hablaba abiertamente acerca de la realidad de estos matrimonios (el entendimiento murmurado de que algunos padres en verdad están dispuestos a entregar a sus hijas a hombres adultos), cuando Noyud Alí, de 10 años, súbitamente se convirtió en la rebelde contraria al matrimonio de niñas menores de edad más famosa del mundo.
Entre los yemeníes, la gran sorpresa en la historia de Noyud Alí no fue que su padre la obligara a casarse con un hombre tres veces mayor que ella, ni tampoco que el hombre la forzara sexualmente la primera noche, a pesar de las supuestas promesas de esperar a que fuera mayor, de suerte que en la mañana las nuevas suegra y cuñada de Noyud examinaron con aprobación la sábana ensangrentada antes de sacar a la niña de la cama y llevarla a bañar. No. Ninguno de esos detalles era especialmente notable. La sorpresa radicaba en que Noyud contraatacó.
“Su caso fue la piedra que perturbó el agua”, afirma uno de los periodistas yemeníes que comenzaron a escribir sobre Noyud después de que un día ella se presentara sola en un juzgado de Saná. Se había escapado de su marido e ido a su casa. Había desafiado a su padre cuando él le gritó que el honor de la familia dependía de que ella cumpliera sus obligaciones de esposa. Su propia madre se sentía demasiado acobardada para intervenir. Fue la segunda esposa de su padre la que finalmente le dio a Noyud la bendición y dinero para un taxi y le dijo adónde acudir, y cuando el atónito juez le preguntó qué hacía sola en el juzgado de la gran ciudad, Noyud le respondió que quería el divorcio. Una prominente abogada yemení tomó el caso de Noyud.
Artículos noticiosos comenzaron a aparecer en inglés, primero en Yemen y luego en el entorno internacional; tanto los encabezados como Noyud misma eran irresistibles y, cuando por último se le otorgó el divorcio, las multitudes que estaban en el juzgado de Saná estallaron en aplausos. Fue invitada a Estados Unidos, donde se le rindió homenaje ante más audiencias que la aclamaban.
Todas las personas que conocían a Noyud quedaban pasmadas por su desconcertante combinación de aplomo y desenvoltura. Cuando la conocí en la oficina de un diario en Saná, llevaba puesta una abaya de su tamaño, el atuendo usado por las mujeres yemeníes en público después de la pubertad que las cubre por completo. Aunque para ese momento había cruzado el Atlántico de ida y vuelta y había sido interrogada por muchísimos adultos curiosos, fue tan dulce y directa como si mis preguntas fueran completamente nuevas para ella.
En el almuerzo se arrimó a mi lado cuando nos sentamos sobre tapetes de oración y me mostró cómo remojar mi pan ácimo en la olla de estofado que compartiríamos. Me dijo que vivía en casa de nuevo y asistía a la escuela (su padre, vilipendiado públicamente, la había aceptado de nuevo a regañadientes), y en sus cuadernos estaba redactando una carta abierta a los padres yemeníes: “No permitan que sus hijas se casen. Arruinarán su instrucción y arruinarán su infancia si permiten que se casen tan jóvenes”.
En medio de las campañas internacionales contra el matrimonio infantil, algunas de las más rudas son las mismas chicas rebeldes; cada una de sus historias detona en consecuencia nuevas rebeliones. En Yemen conocí a Reem, de 12 años, quien obtuvo su divorcio unos meses después del de Noyud; al hacerlo persuadió a un juez hostil que insistía, memorablemente, en que una esposa tan joven no era aún lo suficientemente madura para tomar la decisión de divorciarse. En India me encontré con Sunil, de 13 años, quien a los 11 juró a sus padres que rechazaría al novio que estaba a punto de llegar; si intentaban obligarla, afirmó, los denunciaría con la policía y le rompería la cabeza a su padre.
El esfuerzo por alcanzar a más chicas menores de edad y sus familias, va mucho más allá de los matrimonios prenúbiles que con tanta facilidad suscitan la indignación pública. “Sin embargo, la mayor parte de las chicas que se casan antes de cumplir la mayoría de edad tienen entre 13 y 17 años”, afirma Saranga Jain, especialista en Salud de los adolescentes. “Queremos volver a caracterizar el problema como uno que no solo atañe a chicas muy jóvenes”.
Desde la perspectiva del ICRW, cualquier matrimonio de una adolescente menor de 18 años es un matrimonio precoz y, aunque resulta imposible sacar cuentas definitivas, algunos investigadores calculan que cada año entre 10 y 12 millones de chicas del mundo en desarrollo se casan así de jóvenes. Las tentativas por reducir este número tienen presente las variadas fuerzas que impulsan a una adolescente a casarse y a comenzar a procrear, matando así sus oportunidades de mayor instrucción y salarios justos. La coerción no se presenta siempre en forma de unos padres dominantes.
En ocasiones las chicas abandonan su niñez porque es lo que se espera de ellas o porque sus comunidades no tienen nada más que ofrecer. Lo que al parecer funciona mejor, cuando los programas que buscan retrasar los matrimonios efectivamente arraigan, son los incentivos locales en lugar de la censura: los estímulos directos destinados a mantener a las chicas en la escuela, además de colegios a los que puedan asistir de manera realista. India capacita a trabajadoras comunitarias de aldea llamadas sathins, quienes están al pendiente del bienestar de las familias de la zona; entre sus obligaciones destaca recordar a los aldeanos que el matrimonio precoz no solo es un delito sino un profundo daño a sus hijas. Fue una sathin de Rajastán, respaldada por sus ilustrados suegros, quien persuadió a los padres de Sunil, de 11 años, de abandonar el plan de matrimonio y permitirle que volviera a la escuela.
La falla de la fantasía toma-a-la-chica-y-corre es la siguiente: ¿luego qué? “¿Si separamos a una chica y la aislamos de su comunidad, cómo va a ser su vida?”, pregunta Molly Melching, fundadora de una organización con sede en Senegal llamada Tostan, la cual se ha ganado el respeto internacional por su promoción de programas formulados en la comunidad para animar a las personas a abandonar el matrimonio precoz y la mutilación genital femenina. Los trabajadores de Tostan alientan a las comunidades a hacer declaraciones públicas sobre las normas para sus hijas, de suerte que ninguna chica sea señalada como diferente si no se casa joven.
“La manera de modificar las normas sociales no es luchar contra ellas ni humillar a las personas y decir que son atrasadas. Hemos observado que una comunidad entera puede elegir cambiar muy rápidamente. Resulta inspirador”, asegura Melching.
La persona que me explicó con mayor elocuencia el terrible equilibrio necesario para criarse de manera independiente y respetuosa dentro de una cultura de matrimonio precoz fue una chica rajastaní de 17 años llamada Shobha Choudhary. Tenía cejas que expresaban severidad, un porte erguido y una lustrosa cabellera recogida en una cola de caballo. Estaba en su último año de bachillerato y era una estudiante sobresaliente; años antes, en su aldea, había sido seleccionada por el Proyecto Veerni para recibir instrucción gratuita en su internado para chicas de la ciudad de Jodhpur.
Shobha está casada y lo ha estado desde los ocho años. Recuerda la ocasión: una ceremonia grupal, una docena de chicas de la aldea, gran emoción en un lugar muy pobre. “Ropas nuevas hermosas ?me dice Shobha con una sonrisa que no expresa alegría?. Yo no sabía el significado del matrimonio. Estaba muy contenta”.
Sí, dice, ha visto a su joven esposo desde el casamiento. Pero solo brevemente. Él es unos años mayor. Hasta ahora, ella ha logrado posponer la gauna, la transición hacia la vida matrimonial con la familia de él. Desvió la mirada cuando le pregunté qué impresión tenía de él y dijo que no es instruido. Nos miramos una a la otra y ella negó con la cabeza; no había posibilidad alguna de que deshonrara a sus padres al retrasar la gauna indefinidamente: “Tengo que estar con él. Lo haré estudiar y entenderá las cosas. Pero no lo dejaré”.
Afirma que quería ir a la universidad. Su mayor deseo era cumplir con los requisitos para ingresar en la fuerza policiaca india, de modo que pudiera especializarse en la aplicación de la ley para la prohibición de matrimonios precoces. Durante todo el bachillerato ha llevado un diario. En una de las entradas, se lee lo siguiente: “Frente a mis ojos, jamás permitiré que sucedan matrimonios precoces. Salvaré a todas y cada una de las niñas”.
Todas las veces que visité la aldea de Shobha, sus padres servían chai, es decir, té con especias, en sus mejores tazas, y los relatos de Shobha se volvían más elaborados. ¡No había sido un casamiento! ¡Solo una fiesta de petición de mano! Muy bien, fue un casamiento, pero eso fue antes de que la gente de Veerni hiciera su amable ofrecimiento y la capacidad de Shobha los hubiese sorprendido a todos. Fue Shobha quien había averiguado cómo conseguir electricidad para la casa, de modo que ella y sus hermanos menores pudieran estudiar después del anochecer.
“Puedo firmar documentos, me dijo la madre de Shobha. Ella me enseñó cómo escribir mi nombre”. Y ahora, según lo indicaron sus padres, era seguro que este hermoso episodio estuviera terminando: había llegado el momento. El esposo llamaba al celular de Shobha, exigiendo una fecha. El apoyo de Veerni solo dura hasta el bachillerato; para seguir en la escuela y cubrir el costo de la universidad, Shobha necesitaba un donante. El correo electrónico llegó después de mi regreso a Estados Unidos: “¿Cómo está? La extraño, señora. Señora, estoy estudiando licenciatura en artes, 1er. año. También quiero tomar curso de inglés hablado y curso de computación. Por favor responda rápidamente, señora, es urgente para fecha de admisión en universidad”.
Mi esposo y yo hicimos la donación. “Veamos qué sucede ?me había dicho Shobha la última vez que la vi en India?. Sea lo que fuere, debo ajustarme. Porque las mujeres deben sacrificarse”. Mi voz subió de tono más de lo que era mi intención: por qué las mujeres deben ser las que se sacrifiquen, pregunté, y la mirada de Shobha me sugirió que solo una de nosotras, en ese momento, entendía el mundo en el que ella vive. “Porque nuestro país está orientado hacia los hombres”, dijo.
Ahora ha completado más de un año de estudios posbachillerato: capacitación en cibernética, preparación para los exámenes de ingreso en la policía. Ocasionalmente recibo mensajes electrónicos de ella y hace poco mi intérprete hindi de Jodhpur pidió prestada una cámara de video y se reunió con ella, en mi nombre, en un café de la ciudad. Shobha mencionaba que estaba estudiando para el examen siguiente. Se aloja en un hostal seguro para chicas situado en la ciudad. Su esposo la llama con frecuencia. Aún no se realizaba la gauna.
En un momento dado, en inglés, con una enorme sonrisa en el rostro, dijo: “Nada es imposible, señora Cynthia. Todo es posible”. Dos días después de recibir el video, llegó un cable de Yemen. Los diarios informaban que la novia de una aldea había sido abandonada en un hospital de Saná cuatro días después de su boda. Según los funcionarios del hospital, los órganos internos de la chica sufrieron lesiones al parecer debido al acto sexual. Murió desangrada. Tenía 13 años.
Publicado por: National Geographic en español
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marinawais- Reportero total
The New York Times
Las mujeres musulmanas encuentran fuerza y poder en el deporte
Por JULIET MACUR 12 de octubre de 2017

Una jugadora despeja el balón durante la final de la primera liga femenil en Afganistán en el estadio de la Federación de Fútbol de Afganistán en Kabul. [size=9]CreditWakil Kohsar/Agence France-Presse — Getty Images[/size]
Read in English
WASHINGTON — Como una joven adolescente en Kabul, Afganistán, Hajar Abulfazl en ocasiones tuvo que tomar un camino poco convencional para practicar fútbol.
No fue por una calle o atravesando un barrio que podría haberla llevado a un camino con un lindo paisaje en lugar de un atajo. Fue por una ventana abierta: Abulfazl tuvo que salir a escondidas de casa para jugar fútbol porque su tío había llegado y estaba bloqueando la puerta principal. Solía ir seguido a verla para decirle que dejara de practicar deportes.
“Me decía: ‘Hajar, es contra el islam que una chica haga eso, no puedes hacer eso’”, contó Abulfazl, quien trabaja en Child Advocacy and Women’s Rights International, una organización no lucrativa con sede en Washington. “Me decía: ‘Si sigues jugando, no vas a encontrar marido. Y si encuentras uno, piensa en tus hijos, en lo avergonzados que se sentirán, piensa en los hijos de tus hijos. Piensa en tu familia. Cuando juegas, nos haces daño a todos’”.
Abulfazl, quien ahora tiene 24 años y es médica, jugó en la selección nacional femenil de fútbol de Afganistán durante casi una década.

Hajar Abulfazl perteneció a la selección nacional femenil de Afganistán durante casi una década. Ella solía escabullirse de su casa para jugar, a fin de evadir a su tío que desaprobaba su decisión.[size=9]CreditJustin T. Gellerson para The New York Times[/size]
No entendía la lógica de su tío; en el islam no decía en ningún lado que las chicas no podían practicar deportes. Sin embargo, tampoco podía hacerlo entrar en razón: su punto de vista estaba enraizado en la cultura afgana patriarcal que persistía incluso después de la caída del régimen talibán en 2001. En la mayoría de las familias de Afganistán, se esperaba que las niñas y las mujeres se quedaran en casa para limpiar, cocinar, casarse y tener hijos, mientras que los deportes eran para hombres.
Precisamente por eso fue que Abulfazl se escapaba por aquella ventana para jugar fútbol.
“Quería usar el poder del deporte para mostrar a la gente el poder de las mujeres”, dijo en una entrevista el mes pasado en su oficina en el centro de Washington. “Conozco los beneficios de los deportes y la gente no puede ignorarlos. Una aprende cómo trabajar arduamente y, cuando pierde, una aprende a trabajar todavía más duro para tener éxito la próxima vez. Te hace sentir que puedes hacer cualquier cosa. No podría haber aprendido eso sin el deporte”.
Sin embargo, en tantos lugares de todo el mundo, las niñas y las mujeres no tienen acceso a los deportes o no tiene el mismo acceso que los niños y los hombres. Eso significa que una gran parte de la población se priva de los beneficios del ejercicio. Para aquellas mujeres que quieren practicar deportes, algunas veces es un reto y en ocasiones supone un riesgo.
Por ejemplo, Kiran Khan, de Pakistán, creció entrenando natación. Compitió en las Olimpiadas de Pekín de 2008 tras años de hacerse pasar por un chico para poder nadar en un club local que prohibía el acceso a las chicas que habían llegado a la pubertad. Para hacerse pasar por varón, de los 12 a los 15 años, llevaba el cabello corto y usaba un traje de baño completo.
Khan comentó que era una niña tímida, pero que nadar le daba confianza para sentirse poderosa y que más chicas deberían tener esa oportunidad de practicar ese deporte.

Kiran Khan, a la derecha, nadadora de Pakistán, con su medalla de plata en los Juegos de Asia del Sur en Sri Lanka en 2006. [size=9]CreditGurinder Osan/Associated Press[/size]
“Creo que los deportes y la religión son dos cosas distintas que deberían practicarse por separado”, mencionó en un correo electrónico, agregando que piensa que es absurdo que las niñas y los niños no tengan acceso igualitario a los deportes en su país.
Beatrice Frey, directora de la asociación para los deportes de ONU Mujeres, una rama de las Naciones Unidas que promueve la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, dice que su organización ofrece programas deportivos para niñas en unos veinte países. Comenta que esos programas no solo proveen un beneficio físico, sino que también se aprovechan para educar a las niñas sobre temas de género, como la violencia doméstica.
En la década pasada, mencionó Frey, los deportes se han usado cada vez más como un vehículo para muchos objetivos de desarrollo.
En Brasil, por ejemplo, ONU Mujeres se asoció con el Comité Olímpico Internacional para patrocinar un programa de balonmano en el que participaron cuatrocientas niñas de los alrededores de Río de Janeiro. El programa les dio a esas chicas un espacio seguro para practicar sus deportes, pero también les enseñó a ser independientes.
“El deporte en sí y por sí mismo realmente puede reducir el aislamiento social y todavía más en el caso de las niñas que se sienten aisladas culturalmente o que se encuentran en la pobreza”, comentó Frey. “Además hay ciertos países, como Afganistán, donde las atletas en verdad tienen que desafiar los estereotipos y ser incluso más fuertes y prepararse para las críticas debido al sesgo generalizado. Son los deportes los que pueden dar todavía más fortaleza y empoderar a las mujeres para destacar”.

Khalida Popal, excapitana de la selección nacional femenil de fútbol, el año pasado, junto a Shabnam Mabarz, una jugadora del equipo que vestía un nuevo uniforme con un velo islámico integrado. [size=9]CreditJan M. Olsen/Associated Press[/size]
Cuando Abulfazl tenía 14 años, vio cómo las integrantes de la primera selección nacional femenil de fútbol de Afganistán destacaban. Estaban en las revistas y en la televisión, probando que las mujeres podían hacer cualquier actividad como los hombres; Abulfazl quería ser una de ellas, como Khalida Popal.
En 2007, Popal se convirtió en capitana de ese equipo. Su madre, una maestra de educación física, le había enseñado a jugar y Popal se enamoró del juego, no solo por la actividad física, sino por lo que podía hacer por ella como mujer: al jugar fútbol, podía probarle a los hombres que las mujeres eran sus iguales, dijo.
Sin embargo, su amor por el juego tenía un precio. El país no estaba listo aún para que las mujeres jugaran fútbol en aquella época: Le arrojaban basura, a ella y a las demás jugadoras les llamaban prostitutas. No obstante, el fútbol era demasiado importante para ella y no renunció. Lo consideraba más que un juego.
“Me serví del fútbol para probar y decir que las mujeres y los hombres somos iguales, y que las mujeres podemos tener un poder activo en la sociedad”, comentó. “Quería alentar a otras mujeres a que se nos unieran y a que nos apoyaran”.
Popal solía hablar con tanta fuerza sobre la desigualdad de género en Afganistán que tuvo que huir del país en 2011 porque ella y su familia habían recibido amenazas de muerte. Ahora Popal vive en Dinamarca, donde se le dio asilo, y es la directora del programa y los eventos de la selección nacional femenil de Afganistán.

Integrantes de las selecciones nacionales femeniles de Afganistán durante sus prácticas en Kabul el año pasado [size=9]CreditAdam Ferguson para The New York Times[/size]
“Arriesgué mi vida y la vida de mi familia para poder construir un puente que otras mujeres después de mí puedan atravesar y así lograr sus metas”, afirmó, agregando que ahora miles de mujeres juegan fútbol en Afganistán.
Abulfazl comentó que se sentía agradecida con las mujeres que la precedieron, y que ahora estaba tratando de alentar a más mujeres a jugar yendo puerta por puerta en comunidades de todo el país para hablar con las familias sobre los beneficios de dejar jugar a sus hijas.
Lleva fotos de la selección nacional y trata de convencer a los padres de las niñas de que sus hijas pueden honrar el islam mientras participan en un deporte que puede hacer que sean mejores mujeres al fomentar su confianza, comenta. Explica que las niñas no tienen que llevar pantalones cortos ni dejar de usar los pañuelos que les cubren la cabeza al jugar.
“He visto tantas niñas que han abandonado el fútbol o incluso la escuela debido a que sus familias no las dejaban seguir”, manifestó. “Así que tengo que lograr que sus familias me tengan confianza”.
Es importante para ella que las niñas entiendan lo fuertes que pueden ser, dice. Cuando era más joven, solía escuchar lo opuesto y le molestaba.
Cuando Abulfazl era pequeña, agregó, escuchó a la gente susurrar que su padre, quien trabajaba en el gobierno, habría podido ser más poderoso si hubiese tenido más hijos en lugar de tantas hijas. Decían: “Qué mal por él” y Abulfazl con frecuencia se preguntaba por qué eso tenía que ser cierto. ¿Por qué las hijas no podían ser poderosas también?
“Sencillamente, no podía aceptar que las niñas fueran débiles”, concluyó.
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Por JULIET MACUR 12 de octubre de 2017

Una jugadora despeja el balón durante la final de la primera liga femenil en Afganistán en el estadio de la Federación de Fútbol de Afganistán en Kabul. [size=9]CreditWakil Kohsar/Agence France-Presse — Getty Images[/size]
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WASHINGTON — Como una joven adolescente en Kabul, Afganistán, Hajar Abulfazl en ocasiones tuvo que tomar un camino poco convencional para practicar fútbol.
No fue por una calle o atravesando un barrio que podría haberla llevado a un camino con un lindo paisaje en lugar de un atajo. Fue por una ventana abierta: Abulfazl tuvo que salir a escondidas de casa para jugar fútbol porque su tío había llegado y estaba bloqueando la puerta principal. Solía ir seguido a verla para decirle que dejara de practicar deportes.
“Me decía: ‘Hajar, es contra el islam que una chica haga eso, no puedes hacer eso’”, contó Abulfazl, quien trabaja en Child Advocacy and Women’s Rights International, una organización no lucrativa con sede en Washington. “Me decía: ‘Si sigues jugando, no vas a encontrar marido. Y si encuentras uno, piensa en tus hijos, en lo avergonzados que se sentirán, piensa en los hijos de tus hijos. Piensa en tu familia. Cuando juegas, nos haces daño a todos’”.
Abulfazl, quien ahora tiene 24 años y es médica, jugó en la selección nacional femenil de fútbol de Afganistán durante casi una década.

Hajar Abulfazl perteneció a la selección nacional femenil de Afganistán durante casi una década. Ella solía escabullirse de su casa para jugar, a fin de evadir a su tío que desaprobaba su decisión.[size=9]CreditJustin T. Gellerson para The New York Times[/size]
No entendía la lógica de su tío; en el islam no decía en ningún lado que las chicas no podían practicar deportes. Sin embargo, tampoco podía hacerlo entrar en razón: su punto de vista estaba enraizado en la cultura afgana patriarcal que persistía incluso después de la caída del régimen talibán en 2001. En la mayoría de las familias de Afganistán, se esperaba que las niñas y las mujeres se quedaran en casa para limpiar, cocinar, casarse y tener hijos, mientras que los deportes eran para hombres.
Precisamente por eso fue que Abulfazl se escapaba por aquella ventana para jugar fútbol.
“Quería usar el poder del deporte para mostrar a la gente el poder de las mujeres”, dijo en una entrevista el mes pasado en su oficina en el centro de Washington. “Conozco los beneficios de los deportes y la gente no puede ignorarlos. Una aprende cómo trabajar arduamente y, cuando pierde, una aprende a trabajar todavía más duro para tener éxito la próxima vez. Te hace sentir que puedes hacer cualquier cosa. No podría haber aprendido eso sin el deporte”.
Sin embargo, en tantos lugares de todo el mundo, las niñas y las mujeres no tienen acceso a los deportes o no tiene el mismo acceso que los niños y los hombres. Eso significa que una gran parte de la población se priva de los beneficios del ejercicio. Para aquellas mujeres que quieren practicar deportes, algunas veces es un reto y en ocasiones supone un riesgo.
Por ejemplo, Kiran Khan, de Pakistán, creció entrenando natación. Compitió en las Olimpiadas de Pekín de 2008 tras años de hacerse pasar por un chico para poder nadar en un club local que prohibía el acceso a las chicas que habían llegado a la pubertad. Para hacerse pasar por varón, de los 12 a los 15 años, llevaba el cabello corto y usaba un traje de baño completo.
Khan comentó que era una niña tímida, pero que nadar le daba confianza para sentirse poderosa y que más chicas deberían tener esa oportunidad de practicar ese deporte.

Kiran Khan, a la derecha, nadadora de Pakistán, con su medalla de plata en los Juegos de Asia del Sur en Sri Lanka en 2006. [size=9]CreditGurinder Osan/Associated Press[/size]
“Creo que los deportes y la religión son dos cosas distintas que deberían practicarse por separado”, mencionó en un correo electrónico, agregando que piensa que es absurdo que las niñas y los niños no tengan acceso igualitario a los deportes en su país.
Beatrice Frey, directora de la asociación para los deportes de ONU Mujeres, una rama de las Naciones Unidas que promueve la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, dice que su organización ofrece programas deportivos para niñas en unos veinte países. Comenta que esos programas no solo proveen un beneficio físico, sino que también se aprovechan para educar a las niñas sobre temas de género, como la violencia doméstica.
En la década pasada, mencionó Frey, los deportes se han usado cada vez más como un vehículo para muchos objetivos de desarrollo.
En Brasil, por ejemplo, ONU Mujeres se asoció con el Comité Olímpico Internacional para patrocinar un programa de balonmano en el que participaron cuatrocientas niñas de los alrededores de Río de Janeiro. El programa les dio a esas chicas un espacio seguro para practicar sus deportes, pero también les enseñó a ser independientes.
“El deporte en sí y por sí mismo realmente puede reducir el aislamiento social y todavía más en el caso de las niñas que se sienten aisladas culturalmente o que se encuentran en la pobreza”, comentó Frey. “Además hay ciertos países, como Afganistán, donde las atletas en verdad tienen que desafiar los estereotipos y ser incluso más fuertes y prepararse para las críticas debido al sesgo generalizado. Son los deportes los que pueden dar todavía más fortaleza y empoderar a las mujeres para destacar”.

Khalida Popal, excapitana de la selección nacional femenil de fútbol, el año pasado, junto a Shabnam Mabarz, una jugadora del equipo que vestía un nuevo uniforme con un velo islámico integrado. [size=9]CreditJan M. Olsen/Associated Press[/size]
Cuando Abulfazl tenía 14 años, vio cómo las integrantes de la primera selección nacional femenil de fútbol de Afganistán destacaban. Estaban en las revistas y en la televisión, probando que las mujeres podían hacer cualquier actividad como los hombres; Abulfazl quería ser una de ellas, como Khalida Popal.
En 2007, Popal se convirtió en capitana de ese equipo. Su madre, una maestra de educación física, le había enseñado a jugar y Popal se enamoró del juego, no solo por la actividad física, sino por lo que podía hacer por ella como mujer: al jugar fútbol, podía probarle a los hombres que las mujeres eran sus iguales, dijo.
Sin embargo, su amor por el juego tenía un precio. El país no estaba listo aún para que las mujeres jugaran fútbol en aquella época: Le arrojaban basura, a ella y a las demás jugadoras les llamaban prostitutas. No obstante, el fútbol era demasiado importante para ella y no renunció. Lo consideraba más que un juego.
“Me serví del fútbol para probar y decir que las mujeres y los hombres somos iguales, y que las mujeres podemos tener un poder activo en la sociedad”, comentó. “Quería alentar a otras mujeres a que se nos unieran y a que nos apoyaran”.
Popal solía hablar con tanta fuerza sobre la desigualdad de género en Afganistán que tuvo que huir del país en 2011 porque ella y su familia habían recibido amenazas de muerte. Ahora Popal vive en Dinamarca, donde se le dio asilo, y es la directora del programa y los eventos de la selección nacional femenil de Afganistán.

Integrantes de las selecciones nacionales femeniles de Afganistán durante sus prácticas en Kabul el año pasado [size=9]CreditAdam Ferguson para The New York Times[/size]
“Arriesgué mi vida y la vida de mi familia para poder construir un puente que otras mujeres después de mí puedan atravesar y así lograr sus metas”, afirmó, agregando que ahora miles de mujeres juegan fútbol en Afganistán.
Abulfazl comentó que se sentía agradecida con las mujeres que la precedieron, y que ahora estaba tratando de alentar a más mujeres a jugar yendo puerta por puerta en comunidades de todo el país para hablar con las familias sobre los beneficios de dejar jugar a sus hijas.
Lleva fotos de la selección nacional y trata de convencer a los padres de las niñas de que sus hijas pueden honrar el islam mientras participan en un deporte que puede hacer que sean mejores mujeres al fomentar su confianza, comenta. Explica que las niñas no tienen que llevar pantalones cortos ni dejar de usar los pañuelos que les cubren la cabeza al jugar.
“He visto tantas niñas que han abandonado el fútbol o incluso la escuela debido a que sus familias no las dejaban seguir”, manifestó. “Así que tengo que lograr que sus familias me tengan confianza”.
Es importante para ella que las niñas entiendan lo fuertes que pueden ser, dice. Cuando era más joven, solía escuchar lo opuesto y le molestaba.
Cuando Abulfazl era pequeña, agregó, escuchó a la gente susurrar que su padre, quien trabajaba en el gobierno, habría podido ser más poderoso si hubiese tenido más hijos en lugar de tantas hijas. Decían: “Qué mal por él” y Abulfazl con frecuencia se preguntaba por qué eso tenía que ser cierto. ¿Por qué las hijas no podían ser poderosas también?
“Sencillamente, no podía aceptar que las niñas fueran débiles”, concluyó.
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The New York Times
Los sauditas se preguntan qué sigue después de que el rey permitió que las mujeres conduzcan
Por BEN HUBBARD 2 de octubre de 2017

Mujeres afuera de un centro comercial en Riad, Arabia Saudita, el 29 de abril de 2015 [size=9]CreditTomas Munita para The New York Times[/size]
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RIAD, Arabia Saudita — Los grupos de derechos humanos la atacaron; los conservadores la defendieron; los comediantes la mencionaban en sus canciones; un rey prometió acabar con ella pero se murió sin hacerlo. Luego, en un anuncio transmitido por la televisión estatal, las autoridades de Arabia Saudita dijeron que finalmente abolieron la prohibición que impedía que las mujeres condujeran autos.
Aunque el cambio no entrará en vigor sino hasta junio de 2018, el anuncio fue tan abrupto que asombró al país. Muchos sauditas se volcaron a las redes sociales el miércoles de la semana pasada para expresar su alegría o su consternación sobre el final de la prohibición y debatir qué otras medidas podrían relajarse próximamente.
“No resolvió todos los problemas, pero hizo que haya uno menos”, dijo Muna AbuSulayman, una presentadora de la televisión saudita. Dijo que el cambio constituye “un paso hacia ser ciudadanas completas”.
Durante décadas, el asunto de que las mujeres pudieran conducir fue un elemento clave en la lucha sobre la naturaleza del Estado saudita y su futuro.
Arabia Saudita, un país forjado sobre la base de una alianza entre una familia real y los descendientes de un clérigo musulmán ultraconservador, ha batallado a lo largo de su historia con el proceso de reconciliar la modernización con su lealtad a la herencia religiosa.
Ese debate aumentó conforme la abundancia petrolera enriqueció al país, trayendo consigo costumbres desconocidas y tecnologías como la televisión, la educación pública y los automóviles.
Para los liberales, la prohibición de conducir era una mancha nacional que dificultaba la modernización y debilitaba la economía. Los conservadores, incluidos los poderosos clérigos que trabajan para el Estado, pensaban que permitir que las mujeres condujeran era un paso hacia la secularización que podría acabar con la peculiar identidad islámica del reino.
El decreto real le dio una victoria a los reformistas que, en los últimos años, han obtenido una ventaja por las características demográficas, la economía y la joven dirigencia del país, según los analistas.
Los líderes sauditas, a quienes se ha criticado por la guerra en Yemen, el bloqueo a Catar y varios asuntos de derechos humanos, claramente esperan que la medida ayude a mejorar la reputación del reino.
“No hay momento equivocado para hacer lo correcto”, dijo a los reporteros el príncipe Khalid bin Salmán, embajador saudita en Washington e hijo del rey Salmán, después de que se anunció la medida.
El gobierno trabajó tras bambalinas para controlar el mensaje. Por lo menos ocho activistas prominentes de la causa de las mujeres recibieron llamadas y mensajes de texto de funcionarios de seguridad que les advertían no tuitear ni hablar a los medios de comunicación sobre el asunto, según tres activistas sauditas.
Supusieron que las autoridades no querían darle crédito a las activistas por promover el cambio y hablaron con la condición de que se respetara su anonimato para no ponerse en peligro.
Manal al Sherif, a quien encarcelaron por divulgar videos de ella conduciendo y que escribió un libro sobre su activismo, dijo que su vida ha seguido los grandes cambios sociales del reino.
Nacida dentro de una familia conservadora y pobre en La Meca, Sherif, ahora de 38 años, aprendió que las mujeres debían permanecer en casa y que los buenos musulmanes debían rechazar a los “infieles” que no compartieran su fe, dijo por teléfono desde Australia, donde vive ahora.
Su cosmovisión cambió cuando, como universitaria en la ciudad porteña de Yeda, cerca del mar Rojo, vio a mujeres que no cubrían sus rostros en público e incluso tenían novio, aunque a escondidas.

Manal al Sherif, quien fue encarcelada por divulgar videos conduciendo, dijo que su vida ha seguido los grandes cambios sociales del reino. CreditMarwan Naamani/Agence France-Presse — Getty Images
Luego consiguió un empleo en la empresa petrolera estatal Saudi Aramco. En su extenso complejo, las mujeres disfrutaban de más libertades que en ningún otro sitio del reino, incluso podían conducir.
Dijo que la condición de las mujeres en Arabia Saudita ha sido usada por el gobierno a lo largo de los años para aplacar a los conservadores.
“Nuestros derechos siempre se habían usado en el juego político y eso es lo que queríamos que terminara”, dijo. “Realmente eso mantenía al país atrasado”.
Les dio el crédito al rey Salmán y al príncipe heredero Mohamed bin Salmán, otro de los hijos del rey, por tomar decisiones necesarias para que el reino avance.
“El gobierno tomó la decisión correcta”, dijo. “Finalmente, tuvieron los pantalones para decir ‘Estábamos mal’”.
Fue difícil medir inmediatamente las reacciones a la decisión entre los sauditas más conservadores. Hace poco el gobierno arrestó a más de 24 individuos, incluyendo clérigos prominentes, algunos de los cuales habían criticado las políticas gubernamentales.
Para el mediodía del miércoles, la etiqueta en árabe “La gente rechaza a las mujeres que conducen” había aparecido en 335.000 tuits, mientras que la etiqueta “Victoria al rey por permitir a las mujeres conducir” solo había aparecido en 33.700, según Twitter.
Sin embargo, muchos usuarios emplearon las etiquetas para unirse a discusiones, aunque no estuvieran de acuerdo con su mensaje.
Incluso quienes habían hecho campaña durante mucho tiempo dijeron que esperaban algo de resistencia.
“Somos un país religioso”, dijo Fawziah al Bakr, una profesora que ha hecho campaña a favor del derecho a conducir durante casi tres décadas.
Sin embargo, la religión no tiene nada que ver con el asunto, dijo, y señaló que las mujeres en otros países predominantemente musulmanes como Egipto, Sudán y Pakistán han estado conduciendo desde hace mucho.
“Todas estas mujeres son musulmanas y de todas formas manejan”, dijo. “No poder conducir no tiene nada que ver con el islam”.
Algunas reformas anteriores se toparon también con una gran resistencia en el reino. Los conservadores hicieron campaña en contra de la introducción de la televisión, pues temían que llenara las casas sauditas con imágenes no islámicas.
Ahora muchos clérigos sauditas tienen sus propios programas y son usuarios entusiastas de las redes sociales. También trataron de evitar la educación para las niñas. Ahora muchas de sus hijas estudian en universidades sauditas o incluso en Estados Unidos.
Para muchas mujeres sauditas, ganar el derecho a conducir no significa el fin de la batalla. Muchas esperan que el próximo paso del gobierno sea eliminar las llamadas “leyes de guardia”, que requieren que las mujeres cuenten con el permiso de un “guardián” de sexo masculino para obtener un pasaporte, viajar al extranjero o someterse a ciertos procedimientos médicos.
Eso podría tomar tiempo pero AbuSulayman, la presentadora de televisión, dijo que el camino es claro.
Alrededor de dos tercios de los 22 millones de ciudadanos del reino tienen menos de 30 años y crecerán viendo a las mujeres de forma diferente que sus mayores, dijo. Muchos no recordarán cuando las mujeres no podían conducir.
“En realidad odio manejar”, dijo riendo, pero de todas formas planea conseguir una licencia saudita para conducir.
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Por BEN HUBBARD 2 de octubre de 2017

Mujeres afuera de un centro comercial en Riad, Arabia Saudita, el 29 de abril de 2015 [size=9]CreditTomas Munita para The New York Times[/size]
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RIAD, Arabia Saudita — Los grupos de derechos humanos la atacaron; los conservadores la defendieron; los comediantes la mencionaban en sus canciones; un rey prometió acabar con ella pero se murió sin hacerlo. Luego, en un anuncio transmitido por la televisión estatal, las autoridades de Arabia Saudita dijeron que finalmente abolieron la prohibición que impedía que las mujeres condujeran autos.
Aunque el cambio no entrará en vigor sino hasta junio de 2018, el anuncio fue tan abrupto que asombró al país. Muchos sauditas se volcaron a las redes sociales el miércoles de la semana pasada para expresar su alegría o su consternación sobre el final de la prohibición y debatir qué otras medidas podrían relajarse próximamente.
“No resolvió todos los problemas, pero hizo que haya uno menos”, dijo Muna AbuSulayman, una presentadora de la televisión saudita. Dijo que el cambio constituye “un paso hacia ser ciudadanas completas”.
Durante décadas, el asunto de que las mujeres pudieran conducir fue un elemento clave en la lucha sobre la naturaleza del Estado saudita y su futuro.
Arabia Saudita, un país forjado sobre la base de una alianza entre una familia real y los descendientes de un clérigo musulmán ultraconservador, ha batallado a lo largo de su historia con el proceso de reconciliar la modernización con su lealtad a la herencia religiosa.
Ese debate aumentó conforme la abundancia petrolera enriqueció al país, trayendo consigo costumbres desconocidas y tecnologías como la televisión, la educación pública y los automóviles.
Para los liberales, la prohibición de conducir era una mancha nacional que dificultaba la modernización y debilitaba la economía. Los conservadores, incluidos los poderosos clérigos que trabajan para el Estado, pensaban que permitir que las mujeres condujeran era un paso hacia la secularización que podría acabar con la peculiar identidad islámica del reino.
El decreto real le dio una victoria a los reformistas que, en los últimos años, han obtenido una ventaja por las características demográficas, la economía y la joven dirigencia del país, según los analistas.
Los líderes sauditas, a quienes se ha criticado por la guerra en Yemen, el bloqueo a Catar y varios asuntos de derechos humanos, claramente esperan que la medida ayude a mejorar la reputación del reino.
“No hay momento equivocado para hacer lo correcto”, dijo a los reporteros el príncipe Khalid bin Salmán, embajador saudita en Washington e hijo del rey Salmán, después de que se anunció la medida.
El gobierno trabajó tras bambalinas para controlar el mensaje. Por lo menos ocho activistas prominentes de la causa de las mujeres recibieron llamadas y mensajes de texto de funcionarios de seguridad que les advertían no tuitear ni hablar a los medios de comunicación sobre el asunto, según tres activistas sauditas.
Supusieron que las autoridades no querían darle crédito a las activistas por promover el cambio y hablaron con la condición de que se respetara su anonimato para no ponerse en peligro.
Manal al Sherif, a quien encarcelaron por divulgar videos de ella conduciendo y que escribió un libro sobre su activismo, dijo que su vida ha seguido los grandes cambios sociales del reino.
Nacida dentro de una familia conservadora y pobre en La Meca, Sherif, ahora de 38 años, aprendió que las mujeres debían permanecer en casa y que los buenos musulmanes debían rechazar a los “infieles” que no compartieran su fe, dijo por teléfono desde Australia, donde vive ahora.
Su cosmovisión cambió cuando, como universitaria en la ciudad porteña de Yeda, cerca del mar Rojo, vio a mujeres que no cubrían sus rostros en público e incluso tenían novio, aunque a escondidas.

Manal al Sherif, quien fue encarcelada por divulgar videos conduciendo, dijo que su vida ha seguido los grandes cambios sociales del reino. CreditMarwan Naamani/Agence France-Presse — Getty Images
Luego consiguió un empleo en la empresa petrolera estatal Saudi Aramco. En su extenso complejo, las mujeres disfrutaban de más libertades que en ningún otro sitio del reino, incluso podían conducir.
Dijo que la condición de las mujeres en Arabia Saudita ha sido usada por el gobierno a lo largo de los años para aplacar a los conservadores.
“Nuestros derechos siempre se habían usado en el juego político y eso es lo que queríamos que terminara”, dijo. “Realmente eso mantenía al país atrasado”.
Les dio el crédito al rey Salmán y al príncipe heredero Mohamed bin Salmán, otro de los hijos del rey, por tomar decisiones necesarias para que el reino avance.
“El gobierno tomó la decisión correcta”, dijo. “Finalmente, tuvieron los pantalones para decir ‘Estábamos mal’”.
Fue difícil medir inmediatamente las reacciones a la decisión entre los sauditas más conservadores. Hace poco el gobierno arrestó a más de 24 individuos, incluyendo clérigos prominentes, algunos de los cuales habían criticado las políticas gubernamentales.
Para el mediodía del miércoles, la etiqueta en árabe “La gente rechaza a las mujeres que conducen” había aparecido en 335.000 tuits, mientras que la etiqueta “Victoria al rey por permitir a las mujeres conducir” solo había aparecido en 33.700, según Twitter.
Sin embargo, muchos usuarios emplearon las etiquetas para unirse a discusiones, aunque no estuvieran de acuerdo con su mensaje.
Incluso quienes habían hecho campaña durante mucho tiempo dijeron que esperaban algo de resistencia.
“Somos un país religioso”, dijo Fawziah al Bakr, una profesora que ha hecho campaña a favor del derecho a conducir durante casi tres décadas.
Sin embargo, la religión no tiene nada que ver con el asunto, dijo, y señaló que las mujeres en otros países predominantemente musulmanes como Egipto, Sudán y Pakistán han estado conduciendo desde hace mucho.
“Todas estas mujeres son musulmanas y de todas formas manejan”, dijo. “No poder conducir no tiene nada que ver con el islam”.
Algunas reformas anteriores se toparon también con una gran resistencia en el reino. Los conservadores hicieron campaña en contra de la introducción de la televisión, pues temían que llenara las casas sauditas con imágenes no islámicas.
Ahora muchos clérigos sauditas tienen sus propios programas y son usuarios entusiastas de las redes sociales. También trataron de evitar la educación para las niñas. Ahora muchas de sus hijas estudian en universidades sauditas o incluso en Estados Unidos.
Para muchas mujeres sauditas, ganar el derecho a conducir no significa el fin de la batalla. Muchas esperan que el próximo paso del gobierno sea eliminar las llamadas “leyes de guardia”, que requieren que las mujeres cuenten con el permiso de un “guardián” de sexo masculino para obtener un pasaporte, viajar al extranjero o someterse a ciertos procedimientos médicos.
Eso podría tomar tiempo pero AbuSulayman, la presentadora de televisión, dijo que el camino es claro.
Alrededor de dos tercios de los 22 millones de ciudadanos del reino tienen menos de 30 años y crecerán viendo a las mujeres de forma diferente que sus mayores, dijo. Muchos no recordarán cuando las mujeres no podían conducir.
“En realidad odio manejar”, dijo riendo, pero de todas formas planea conseguir una licencia saudita para conducir.
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marinawais- Reportero total
EfectoNaim
Esto de mujeres presas por abortos espontáneos es lo mas injusto, cruel y loco que he visto, de verdad que no se aleja mucho de los radicales musulmanes en contra de las mujeres, que submundo Dios que submundo, ¡Oh por Dios....!!!!

El ensañamiento en contra de las mujeres es demasiado obvio, y es solo porque saben que en este cambio energético nosotras con el tiempo tomaremos las riendas del planeta ya que en manos de los hombre no a funcionado, de eso hay demasiadas pruebas como para dudarlo, no importa, ya que hagan lo que hagan igual ya no hay vuelta atras, asi sera y lo veremos mas pronto que tarde, y al llegar a ese momento las mujeres si sabremos convivir con los hombre en armonía ya que no es que uno sea mejor que el otro, no, pero la sensibilidad de la mujer por dar a luz la hace mas humana, intuitiva, benevolente y justa, eso nos lo da la maternidad por eso es que se dice que Dios es mas mujer que hombre ya que es una energía de amor en creación, como las mujeres.
Ojo yo creo en la reencarnación como casi el 80% del planeta por lo tanto, no siempre tenemos el mismo género, con esto quiero decir que el hombre de hoy puede ser la mujer del mañana y viceversa.
¿Por qué hay más niñas y mujeres en la cárcel que nunca antes?
EfectoNaim
Publicado el 14 jul. 2019
Alrededor de 2 millones de niños en América Latina tienen uno o dos padres privados de libertad, cifra que ha aumentado en los últimos 15 años desde que el número de mujeres en prisión se ha duplicado a nivel global. Según algunos estudios, entre 2000 y 2017, la población carcelaria femenina aumentó en un 53% en todo el mundo. En cambio, la población carcelaria masculina aumentó sólo un 19%. En este reportaje exploramos las fuerzas económicas y sociales que impulsan este preocupante fenómeno.



El ensañamiento en contra de las mujeres es demasiado obvio, y es solo porque saben que en este cambio energético nosotras con el tiempo tomaremos las riendas del planeta ya que en manos de los hombre no a funcionado, de eso hay demasiadas pruebas como para dudarlo, no importa, ya que hagan lo que hagan igual ya no hay vuelta atras, asi sera y lo veremos mas pronto que tarde, y al llegar a ese momento las mujeres si sabremos convivir con los hombre en armonía ya que no es que uno sea mejor que el otro, no, pero la sensibilidad de la mujer por dar a luz la hace mas humana, intuitiva, benevolente y justa, eso nos lo da la maternidad por eso es que se dice que Dios es mas mujer que hombre ya que es una energía de amor en creación, como las mujeres.



Ojo yo creo en la reencarnación como casi el 80% del planeta por lo tanto, no siempre tenemos el mismo género, con esto quiero decir que el hombre de hoy puede ser la mujer del mañana y viceversa.



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Publicado el 14 jul. 2019
Alrededor de 2 millones de niños en América Latina tienen uno o dos padres privados de libertad, cifra que ha aumentado en los últimos 15 años desde que el número de mujeres en prisión se ha duplicado a nivel global. Según algunos estudios, entre 2000 y 2017, la población carcelaria femenina aumentó en un 53% en todo el mundo. En cambio, la población carcelaria masculina aumentó sólo un 19%. En este reportaje exploramos las fuerzas económicas y sociales que impulsan este preocupante fenómeno.
marinawais- Reportero total
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